El blog de Marc Bernabé

Sabu to Ichi torimono hikae (Notas de los arrestos de Sabu e Ichi)

Tuesday, November 23rd, 2010
  • Título: 佐武と市捕物控 –Sabu to Ichi torimono hikae– (Notas de los arrestos de Sabu e Ichi)
  • Autor: Shōtarō Ishinomori
  • Editorial: Shōgakukan
  • Revista: Shōnen Sunday, Big Comic
  • Años publicación: 1966-72
  • Clasificación: seinen
  • Tomos: 17

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Aunque respeto y admiro muchísimo al gran maestro Shōtarō Ishinomori, debo decir que sus manga que había leído hasta este momento me habían dejado un poco frío. Sí, es cierto que Ishinomori imprime un ritmo frenético a sus historias, que incorporan técnicas visuales muy originales y efectivas incluso vistas hoy en día, pero prácticamente todo lo suyo que había leído, como Cyborg 009, Kamen Rider o Kikaider, me había llegado incluso a aburrir. Vale, supongo que es porque ya tengo una edad y la temática shōnen de “el bien contra el mal” y los poderes y todo esto ya no causan ese efecto “mágico” en mí que, por otra parte, sí causan en el público más joven. En cierto modo, es completamente normal. Tengo que decir, sin embargo, que guardo buen sabor de boca de cuando, hace ya años, leí partes de Hotel y de La historia de Japón en manga, obras más “adultas” de este mismo autor que, a la luz del descubrimiento que acabo de hacer, veo que debo releer con cierta urgencia.

La temática “período Edo”, que entendemos como historias ambientadas en lo que, para simplificar, podríamos llamar “la época samurái pero sin guerras”, tampoco ha sido tradicionalmente algo que me atraiga en especial, ya que en general prefiero obras ambientadas en la época contemporánea o de ciencia-ficción.

Por estos dos factores (cierta “pereza” ante una obra de Ishinomori y ambientación en el período Edo), había dejado ad aeternum en la enorme pila de manga “para leer” que tengo en casa esta obra que reseño: Sabu to Ichi torimono hikae (Notas de los arrestos de Sabu e Ichi).

Solo me decidí a sacarla de la pila y darle una oportunidad cuando vi que está nominada para los premios del prestigioso festival de Angouleme, en Francia (donde la obra se está publicando en 4 enormes tomos de unas 1000 páginas cada uno): si el festival que descubrió y coronó por fin al grandioso Shigeru Mizuki a Europa tenía en consideración esta obra, por fuerza tenía que tener algo especial. ¡Y vaya si lo tiene! Me ha dejado sin palabras, francamente, y con ganas de pegarme dos bofetadas por tener ciertos prejuicios (que afortunadamente no tengo reparos en romper, eso sí).

Sabu to Ichi torimono hikae cuenta la historia de Sabu, un ayudante de okappiki (un agente de policía de la época, para entenderlos) que se dedica a investigar varios casos criminales en la ciudad de Edo de, calculo, el siglo XVIII. Alrededor de Sabu se concentran varios personajes, como su jefe, la hija de este (que se llama Midori y está enamorada de él) y, sobre todo, el masajista ciego Ichi. Pese a su ceguera, este último es capaz de llevar una vida relativamente normal debido a la agudeza de sus restantes sentidos: sin ir más lejos, es capaz de jugar a go contra Sabu (y vencerle muy a menudo) y de manejar la espada que esconde en su bastón a la perfección para convertirse en una máquina de matar.

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Imaginativos diseños de página ayudan a mantener el ritmo de lectura trepidante

Ichi es un poco como el cerebro supletorio de Sabu, esa pieza que, a menudo conversando distendidamente ante el tablero de go, consigue que finalmente Sabu ate todos los cabos sueltos y resuelva los casos. A veces, la resolución de estos casos exige cierta dosis de acción y entonces aparece Ichi de una u otra forma con su espada oculta, de forma idéntica a la del famoso personaje cinematográfico Zatōichi, sin duda más que una inspiración para este personaje de Shōtarō Ishinomori.

Las historias están muy bien narradas y el ritmo de lectura se convierte en un no parar; solo por esto, este manga ya merecería el calificativo de “muy bueno”. Pero lo que lo convierte en “excelente”, a mi modo de ver las cosas, es la magnífica puesta en escena, el alarde visual que hace Ishinomori que, con efectos visuales, metáforas, oníricos diseños de página con disposiciones de viñetas muy poco ortodoxas, juegos de planos y ángulos, etcétera, deja con la boca abierta al lector. A día de hoy, más de 40 años después del inicio de este manga en 1966, no se ven casi experimentos visuales de este tipo al menos en el manga mainstream; parece que los dibujantes han dejado de lado la experimentación y se limitan a dibujar páginas y viñetas siguiendo un manual. Si algo tenía Ishinomori, es que a él las convenciones le importaban un rábano y no se cortaba a la hora de improvisar e innovar. El manga actual debe muchísimo a este autor, el “rey del manga”, pero no ha habido una evolución desde que él puso sus pautas, más bien al contrario, hemos retrocedido como los cangrejos.

Cuenta Ishinomori en el epílogo de este primer tomo que Sabu e Ichi es su primera obra para público adulto. Aunque empezó a publicarse en la revista para adolescentes Shōnen Sunday (que en aquella época empezaba a tener lectores bastante mayorcitos debido a que aún no había revistas seinen), en 1968 pasó a las páginas de la primera revista seinen realmente mainstream, la Big Comic, y desde allí evolucionó mucho más. Imagino que Ishinomori quiso encontrar un estilo que pudiera atraer a los lectores adultos y por eso experimentó de esta manera. A mi parecer, lo consiguió con creces.

Lo mejor

  • La historia, organizada en capítulos autoconclusivos que narran un caso cada uno, es excelente.
  • El diseño visual, la experimentación y la poco ortodoxa pero muy efectiva división en viñetas de algunas páginas.

Lo peor

  • El personaje Ichi es bastante copia de Zatōichi, un personaje extremadamente popular en aquella época. Tal vez Ishinomori se pasó un poco y chupó demasiada rueda aquí.
  • ¿La veremos algún día en castellano?

Kamui-den (La leyenda de Kamui)

Monday, September 27th, 2010
  • Título: カムイ伝 –Kamui-den– (La leyenda de Kamui)
  • Autor: Sanpei Shirato
  • Editorial: Shōgakukan
  • Revista: Garo
  • Años publicación: 1964-71
  • Clasificación: seinen, samuráis, clásico
  • Tomos: 4 (edición de lujo)

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Como durante el año no tengo mucho tiempo para leer historias muy largas y prefiero ir “mordisqueando” aquí y allá leyendo un tomo de este manga, otro del otro manga, etcétera, desde hace un par de años aprovecho que en verano tengo un poco más de tiempo para leer una obra completa de las largas. El año pasado lo hice con Manga Michi y me lo pasé genial con la historia semiautobiográfica del dúo de mangakas Fujiko Fujio, y este año he decidido leer de una vez por todas la celebérrima Kamui-den, que tiene ni más ni menos que 6000 páginas, lo que me salía a 200 páginas al día si quería leerla en un mes. Al final han surgido varios imprevistos que han requerido mi atención, por lo que he no he dispuesto de tanto tiempo como planeaba y he tenido que dedicarle casi el doble de tiempo a leerla completa.

Hace años ya que leí el tomo 1 de esta historia y me dejó bastante frío. No es que me disgustara, pero sí es cierto que no entendía por qué Kamui-den es considerada una de las mejores obras de la historia del manga. Pero esta vez, a medida que iba leyendo y superaba ese primer tramo, mi boca se iba abriendo gradualmente hasta quedar prácticamente colgando. Kamui-den se merece su fama y mucho más.

Cierto es que cuesta entrar en la obra porque, al principio de todo, su autor se empeña en contar la historia de un lobo blanco que es marginado por su manada, e invierte muchísimas páginas en este subargumento que, al fin y al cabo, resulta prescindible en el marco general del manga (al menos en esta primera parte, en teoría la primera de una trilogía, luego cuento más). La del lobo es una saga que no está mal, y donde se aprenden muchas cosas sobre el funcionamiento de estos depredadores y del equilibrio de la naturaleza en general, aparte de que se pretende hacer un paralelismo entre la marginación del lobo blanco por ser distinto por parte de su manada y los prejuicios de la sociedad humana en general. Pero, a pesar de que no está mal, lo cierto es que no pinta mucho o nada en la historia. Así que, si alguna vez puedes leer Kamui-den, te recomiendo que, en tu interior, tengas muy claro que lo de los lobos es solo una saga que terminará pronto para dar paso a la historia de verdad. No lo dejes ahí porque no vas a llegar a lo realmente bueno.

Kamui-den se enmarca en el período feudal japonés y nos cuenta las vidas de todos los estamentos sociales de un pequeño feudo llamado Hioki. Y cuando digo “todas”, es “todas”. Como sabréis, en la época de los samuráis, la sociedad estaba dividida en castas. Cada una de estas castas tenía sus funciones y no podía haber relación entre ellas más que de vasallaje. Así, por encima de todo estaban los samuráis, luego los campesinos, los artesanos y los comerciantes, por este orden. Por debajo de todo, ya que ni siquiera eran considerados una casta como tal, estaban los hinin y los eta, que ni siquiera estaban considerados personas (非人 hinin significa literalmente “no persona”).

Pues bien, una de las características de los manga, películas y novelas de época japonesas es que narran solamente una pequeña historia y, generalmente, solo de un estamento, que generalmente es el samurái. Así, es muy común leer obras sobre honor samurái, grandes batallas, amoríos entre un guerrero y la doncella de turno, etcétera. En este sentido, Kamui-den es tremendamente distinto porque nos presenta las vidas de absolutamente todas las castas:

  • Samuráis: tremendas luchas de poder entre los altos consejeros del señor feudal, sucias maniobras políticas, venganzas, un enorme secreto que puede poner en entredicho la autoridad del bakufu (gobierno feudal central) Tokugawa, etcétera.
  • Campesinos: representan el centro de la historia. Duro trabajo para cultivar el arroz, gran parte del cual darán a los samuráis en concepto de tributo, represiones, apertura de nuevos arrozales, desarrollo de nuevas herramientas, asociaciones, malos rollos, aprendizajes, nuevos cultivos de algodón, cría de gusanos de seda, buenas cosechas, terribles hambrunas, construcción de presas para asegurarse el agua, etcétera. Y mucha animadversión hacia los hinin (parias), provocada por los samuráis, a los que interesaba que campesinos y hinin estuvieran a malas para mantener su férreo control sobre ellos.
  • Artesanos: no aparecen mucho, solo en las escenas que se desarrollan en la ciudad al pie del castillo (jōkamachi) y en Edo, pero ahí están también. No sé si los pescadores pertenecían a este estamento –es posible que sí, ahora que lo pienso–, pero hay una saga bastante extensa que nos presenta sus vidas.
  • Comerciantes: estos tienen un papel fundamental en la obra, sobre todo el personaje Yumeya Shichibee, que pasa de ser un reo a un importante comerciante que pretende hacerse con el poder a través del dinero, para así colocar bajo su yugo a los arrogantes samuráis. También destacar el personaje Kuraya, que no para de untar a uno de los altos consejeros para conseguir tratos favorables y monopolios que machacan a los campesinos, y sus “sucesores” Ookuraya e Itamiya, a cuál más taimado.
  • Hinin: los grandes maltratados, se encargan de llevarse los cadáveres de las bestias, curtir las pieles y hacer tareas policiales (son ellos los que, siguiendo las órdenes de los samuráis, arrestan a campesinos que han cometido alguna falta y les castigan, a veces haciendo incluso de verdugos, lo que obviamente les granjea un profundísimo odio por parte de los labradores). Tienen prohibido cultivar el campo, vestir cierto tipo de ropa, llevar cierto tipo de peinados, etcétera. Históricamente los hinin y eta eran como dos subcastas distintas, pero en Kamui-den se “fusionan” y solo aparecen como hinin.
  • Echo de menos, sin embargo, a los monjes budistas y a los sacerdotes sintoístas. Cierto es que aparece alguno por ahí, pero siempre de forma muy residual. Me habría gustado verles un poco más metidos en la historia, aunque tal vez Shirato no los puso por convicciones propias (las ideas desarrolladas en Kamui-den son bastante de izquierdas, de tipo marxista).
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Gran acción y gran historia. Para quitarse el sombrero (disculpas por la mala calidad del scan, abrir un libro de 1500 páginas para escanearlo no es fácil ^_^)

Como veis, la historia de Kamui-den se desarrolla en múltiples planos, y nos presenta la vida de un montón de personajes, cuyos caminos se entrecruzan y cuyas decisiones les afectan mutuamente.

¿Pero de qué va la historia? Básicamente es un gran retrato de los sucesos en el feudo de Hiochi durante varios años: las intrigas políticas de los gobernantes, los esfuerzos de los campesinos y la miseria de los hinin. Se puede decir que tenemos cuatro ejes distintos en la historia, cada cual centrado en un personaje representante de una de las castas.

  • Shōsuke: un chaval campesino muy inteligente que se las apaña para aprender a leer y escribir (cosa totalmente prohibida a los campesinos). Con los conocimientos adquiridos ayudará a sus congéneres del pueblo de Hanamaki a mejorar sus cultivos, a cultivar productos, como el algodón, no directamente para comer (como el arroz o el mijo), sino para comerciar, a inventar nuevas herramientas, a abrir nuevos campos de cultivo, a criar gusanos de seda, a hacer presas para asegurar el agua, etcétera. Pero sobre todo pugna por conseguir un entendimiento entre los campesinos y los hinin que les permita librarse, aunque sea un poco, del yugo de los gobernantes samurái. Shōsuke se enamora de una hinin y tiene un hijo con ella, pero no pueden casarse debido a la prohibición que existe de que los campesinos y los hinin se relacionen. Entonces se jura a sí mismo que cambiará las cosas en el país.
  • Kamui: aunque este manga lleve su nombre, no es el protagonista central. Se trata de un hinin que, desde muy pequeño, odia la idea de estar siempre bajo yugo ajeno, y desea ser el más fuerte para no depender de nadie. Entonces decide hacerse ninja, y de hecho consigue ser uno de los mejores. Kamui aparece a menudo en la historia como observador, y raramente entra en acción.
  • Ryūnoshin Kusaka: joven samurái muy dotado para el manejo de la espada. Ve como, por culpa de una intriga política, todo su clan es exterminado, y entonces se promete a sí mismo que se vengará. Durante su larga travesía, convivirá con hinin y campesinos y averiguará las penurias que estos sufren. Finalmente se convertirá en uno de los mayores aliados de las castas más deprimidas y pondrá su gran dominio de la espada a su servicio.
  • Shichiya: un reo que consigue escapar del exilio junto a Akame, el maestro ninja de Kamui que consigue desertar como ninja, algo hasta el momento considerado imposible. Shichiya funda el comercio Yumeya, con el que pretende amasar grandes cantidades de dinero para poner a los estamentos más poderosos a sus pies. Es extremadamente ambicioso, pero también ayuda considerablemente a los campesinos para ganarse su favor, algo que a otros comerciantes menos calculadores, como Kuraya, ni siquiera se les ocurre.

Por supuesto, estos cuatro personajes no son los únicos que pululan por las páginas de este enorme manga. También están el rebelde campesino convertido en hinin Kokemaru; la adorable hinin Nana –hermana de Kamui y amante de Shōsuke–; la ninja Saesa, obsesionada con Kamui; el astuto jefe policial hinin Yokome; el impresionante ninja Akame; el alto consejero Gundayu Tachibana, su hijo Kazuma y su hermano Genba; el fiel aliado de Ryūnoshin llamado Ikkaku Sasa; el cobarde alcalde del pueblo de Hanamaki; el rōnin Ukon Minazuki; el campesino Koroku, que se vuelve loco de remate tras sufrir un revés tras otro; y un montón de personajes más.

En los años 60, cuando se publicó este manga, acabó siendo una gran influencia para los numerosos jóvenes japoneses que exigían un cambio de gobierno y de política más orientado a la izquierda, y es que hay un montón de ideas marxistas imbuidas en él de forma totalmente natural. Así, leída en el contexto del momento en el que fue creada, la obra también resulta de lo más interesante. La miseria de los campesinos y los hinin causada por la clase gobernante samurái, que se aprovecha como parásitos de ellos y les manipulan con el dogma “divide y vencerás”, la idea de “la unión hace la fuerza” que intenta promulgar Shōsuke, la rebeldía de Kokemaru y Kamui… Todo ello sigue siendo perfectamente válido hoy en día, y no me parece que haya ideas que hayan caído en desuso o sean anticuadas. En un momento dado tal vez sí que hay uno o dos “momentos felices” bastante utópicos de “todos colaboramos juntos y nos beneficiamos juntos de nuestro trabajo, por igual”, pero pronto vuelve la realidad y surgen los típicos traidores, maquinadores y actores externos, como sequías o inundaciones, que dan al traste con todo.

Kamui-den es una historia publicada en los años 60 y –este es otro de los motivos por el que me ha dejado con la boca tan abierta– si la comparamos con otros manga de la misma época, resulta tremendamente madura, bien narrada, bien hilada, bien dibujada y en definitiva, increíblemente avanzada a su tiempo. Vamos, que podría ser perfectamente contemporánea a obras de Kazuo Koike como El lobo solitario y su cachorro, solo que fue creada diez años antes. De hecho, el principal responsable del dibujo de la primera parte de la obra, junto con su autor Sanpei Shirato, no fue otro que Gōseki Kojima, el dibujante de El lobo solitario y su cachorro. El dibujo resulta tremendamente bueno en comparación con lo que se estilaba en los 60, aunque en la segunda mitad de la obra se vuelve algo tosco.

Cuando la aplastante mayoría de los manga de los años 60 se ven de lo más anticuados sea en el aspecto gráfico, en el argumental, o en ambos, Kamui-den sigue siendo una obra más que válida actualmente en ambos aspectos, lo que la convierte en imperecedera. En definitiva, es uno de los más grandes manga de la historia. Para quitarse el sombrero.

Para terminar, unas curiosidades

  • Con los años que han pasado desde su publicación original y el estatus de culto que ha adquirido esta obra, es evidente que tiene que haber varias ediciones de las 6000 páginas de Kamui-den en Japón. La más reciente (2005, Shōgakukan) tiene 15 tomos de unas 400 páginas cada uno. Yo he leído la obra en una edición de solo 4 tomos de 1500 páginas cada uno, auténticos ladrillos enormes de una calidad excelente, papel muy fino, impresión perfecta y tapa dura forrada de tela que se puso a la venta en 1982. Esta edición es la que ha sido elegida por la editorial francesa Kana para publicar la obra en el país vecino. Así que si tenéis conocimientos de francés y os llama la atención esta obra, sabed que la tenéis al otro lado de la frontera.
  • ¿Sabíais que una parte de Kamui-den fue publicada en España? En 1992, los albores de la historia del manga en España, se publicaron 7 tomitos de Kamui bajo el título La leyenda de Kamui, una verdadera historia de ninjas. Al parecer, recopilaba unas cuantas historias sueltas tanto del Kamui-den original como de Kamui Gaiden.
  • Kamui-den es en realidad una trilogía, y esta reseña es solo de la primera parte. La segunda parte fue publicada entre 1988 y 2000 y abarca 12 tomos (edición de 2006). La tercera y última parte aún no ha sido empezada, aunque el año pasado se anunció que por fin Shirato estaba empezando a trabajar en su composición. A ver si es cierto, aunque la avanzada edad de Shirato (78 años) no invita precisamente al optimismo. Por si fuera poco, también existe una especie de spin-off de corte shōnen y de acción, llamado Kamui Gaiden (Historia alternativa de Kamui), con dos series que, juntas, abarcan 11 tomos, y que fueron publicadas entre 1965-67 y 1982-87 respectivamente. Es decir, que el mundo de Kamui, en su totalidad tal y como lo conocemos hoy en día, abarca un total de 38 tomos de unas 400 páginas cada uno en su edición más reciente. Casi nada.

Lo mejor

  • Una obra maestra, imprescindible para entender la historia del manga. Sus ideas fueron muy influyentes en su tiempo.
  • Las numerosas ramificaciones e intersecciones de las distintas líneas argumentales.
  • Las numerosas explicaciones y aclaraciones que ofrece el autor de vez en cuando, que ayudan a seguir muy bien el hilo de la compleja historia.
  • Que no se hable solo de samuráis, sino también de campesinos, comerciantes, hinin, artesanos, ninjas…
  • Las excitantes escenas de acción y los impresionantes trucos ninja, brutales incluso hoy.
  • Sigue siendo perfectamente válida incluso ahora, casi 50 años después de haber sido presentada.

Lo peor

  • En la segunda mitad, el dibujo se vuelve bastante tosco.
  • Difícil verla publicada en España.
  • La historia de los lobos no aporta nada a la historia principal. ¿La ligará con la historia en la segunda o tercera sagas de la serie?
  • Quedan bastantes cabos sueltos y Kamui no aparece nada en la última parte; aunque imagino que esto es porque, de hecho, la historia no queda terminada en este punto sino que sigue en la segunda parte y tal vez en la tercera, aún inédita.

Obake no Qtarō (Qtarō el fantasma)

Thursday, March 18th, 2010
  • Título: オバケのQ太郎 –Obake no Qtarō– (Qtarō el fantasma)
  • Autor: Fujiko F. Fujio / Fujiko Fujio Ⓐ
  • Editorial: Shōgakukan
  • Revista: Shōnen Sunday
  • Años publicación: 1964-66 / 1971-74
  • Clasificación: shōnen, kodomo
  • Tomos: 12 + 4
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Obake no Qtarō fue el primer gran éxito del dúo Fujiko Fujio (Hiroshi Fujimoto y Motoo Abiko) después de diez años de dificultades desde que se mudaron a Tokio a mediados de los años 50. Estos primeros diez años de carrera profesional, en los que vivieron en casi todo momento en los míticos apartamentos Tokiwa-sō, fueron realmente arduos, muy difíciles, y hubo épocas en las que llegaron a tener serios problemas para pagar el alquiler y hasta para comer.

Qtarō fue un encargo de la Shōnen Sunday, la primera revista de manga semanal junto con la Shōnen Magazine. Hacía solo cinco años que se había fundado la publicación y el manga estaba evolucionando muy rápidamente gracias a este nuevo sistema de publicación por entregas semana a semana. Cuando antes los dibujantes de manga estaban obligados a meter con calzador todo lo que querían contar en las pocas páginas que se les permitía publicar al mes –lo que se traducía en páginas muy cargadas de viñetas y bocadillos–, ahora existía la obligación de rellenar ¡cada semana! entre 6 y 10 páginas de cómic (actualmente el estándar es de unas 20 páginas a la semana). Así, rápidamente los dibujantes, que generalmente llevaban entre 2 y 4 series simultáneamente (Tezuka e Ishinomori, superhombres ellos, llevaban como 6 o 7), empezaron a buscar fórmulas para poder dibujar tan rápido como fuera posible. Así, empezó a surgir el manga tal como lo conocemos ahora, de ritmo trepidante, espectaculares viñetas, experimentos con la narrativa y el dibujo, acciones que en la vida real durarían un segundo detalladísimas hasta el punto de que ocupan viñetas y viñetas, incluso páginas enteras (recordemos la famosa escena de la bala con la que empieza Hotel Harbor View)… Se puede decir que el advenimiento de las revistas semanales fue decisivo en la evolución del manga.

Pues bien, fue en este clima cuando muchos de autores que habían estado batallando duramente hasta el momento para ganarse la vida consiguieron por fin saborear el éxito. En los años 60 despuntaron y se convirtieron en verdaderas “vedettes” del manga autores capitales como Fujio Akatsuka, Shigeru Mizuki o Sanpei Shirato, así como el dúo Fujiko Fujio, que se sumaron al elenco de autores ya consagrados desde antes, como Tezuka, Ishinomori o Mitsuteru Yokoyama.

Hacía muchos años, desde 1988, que Obake no Qtarō no se reeditaba en Japón –lo que provocó que los tomos de 2ª mano de esta obra se pagaran a precio de oro–. En 1987 se separó el dúo creativo Fujiko Fujio, que a partir de entonces pasarían a ser conocidos por separado como Fujiko F. Fujio y Fujiko Fujio Ⓐ. Como a partir de la segunda mitad de los años 60 se encargaban cada uno de las series que llevaban (solo que firmaban con el mismo seudónimo), al separarse se repartieron sus obras. Así, Fujiko F. Fujio es el autor de Doraemon y Kiteretsu, mientras que Fujiko Fujio Ⓐ firma Ninja Hattori-kun y Manga Michi, entre muchas otras más por cada lado. Pero Obake no Qtarō fue una obra creada realmente entre los dos, y por lo tanto supongo que se encontraban en el dilema de determinar a quién pertenecían los derechos exactamente.

No fue hasta el verano del año pasado cuando por fin se solventó el problema y salió a la venta, después de más de 20 años, una nueva edición de Qtarō, en el marco de las Obras Completas de Fujiko F. Fujio, una nueva colección de tomos de gran formato y calidad que actualmente se encuentra en pleno proceso de publicación en Japón (se prevé que la primera tanda será de 33 tomos, y luego, si las ventas acompañan, publicarán más). Aunque forme parte de las obras completas de Fujiko F. Fujio, sin embargo, al abrir el tomo encontramos que se acredita a ambos autores, o sea que se puede deducir que por fin han llegado a un entendimiento Fujiko Fujio Ⓐ y los herederos de Fujiko F. Fujio. Ya era hora.

Un día, jugando a ninjas con sus amigos, Shōta se topa con un enorme huevo y decide romperlo. De dentro sale un fantasmita, de nombre Qtarō, que decide ayudarle. A partir de este momento, Qtarō se instalará en casa de Shōta y junto a la familia de este último (hermano mayor, padre y madre) vivirán un montón de pequeñas aventuras basadas en el día a día. Qtarō es un fantasmita que puede volar, hacerse invisible y traspasar paredes, y además es muy voluntarioso, tragón, ingenuo y bastante torpón. Siempre intenta ayudar a Shōta, pero normalmente entiende las cosas mal (o como le da la gana) y mete la pata, lo que genera numerosas situaciones divertidas.

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Dibujo sencillo marca de la casa de Fujiko Fujio, pero historias muy entrañables y divertidas.

Qtarō es evidentemente un prototipo de personajes famosísimos de Fujiko Fujio, el “padre” de Doraemon, Korosuke (de Kiteretsu) y Hattori, entre tantos otros. Parece evidente que, una vez vieron que habían encontrado la fórmula para triunfar en el difícil mundo del manga para niños, Fujiko Fujio decidieron copiar la misma idea una y otra vez variando las personalidades de los personajes principales.

Lo que más me llama la atención, sin embargo, es la tremenda inocencia de Qtarō. Me explico: Doraemon es criticado a menudo por pintar a un chaval inútil, Nobita, que requiere siempre la ayuda de Doraemon y no es capaz de hacer nada por sí solo. En el caso de Kiteretsu, tenemos justo lo contrario: un robot inútil (Korosuke) y un chaval protagonista extremadamente inteligente. En Obake no Qtarō, sin embargo, ni Qtarō ni Shōta es más inteligente o espabilado que el otro. Ambos siempre intentan ayudarse mutuamente con mayor o menor suerte, pero su relación es mucho más igualada. A mí personalmente me da mucho mejor rollo Qtarō que Doraemon, y en este sentido he disfrutado mucho de esta obra, además del hecho de que las historietas son muy divertidas y fáciles de digerir.

Qtarō es un personaje muy conocido en Japón, aunque quizás no tanto actualmente debido a que en más de 20 años no ha habido reedición del manga ni tampoco ninguna nueva serie de anime. Hablando de anime, esta serie ha tenido tres adaptaciones a la pequeña pantalla: una en los 60 en blanco y negro, otra en los 70 y la última entre 1985 y 1987.

Obake no Qtarō fue publicado principalmente en la revista Shōnen Sunday entre 1964 y 1966, pero debido a su gran éxito también se publicó en muchísimas otras revistas de la editorial Shōgakukan, donde duró hasta mediados de 1967. Esta primera serie se recopilará en un total de 12 tomos en estas Obras Completas de Fujiko F. Fujiko. Los primeros 5 volúmenes, que recopilan todo el material publicado en la Shōnen Sunday, se publicarán durante la primera tanda (2009-10) y los otros, que recopilan todo lo publicado en otras revistas, en otras. Por otra parte, entre 1971 y 1974 se hizo una continuación repartida en varias revistas, llamada Shin-Obake no Qtarō (Nuevo Qtarō el fantasma), que en esta edición se recopilará en 4 tomos. Será la primera vez, tengo entendido, que se publicará la serie en su totalidad en forma de tomos.

Los tomos de la colección de las Obras Completas de Fujiko F. Fujio, por cierto, son impresionantes. De tamaño muy grande, en general son muy gruesos (el 1 de Qtarō tiene 446 páginas), con gran calidad de papel e impresión, y encima llevan artículos complementarios, cronologías, extras y una separata con información interesante relativa al contexto histórico de la obra (por ejemplo, como Qtarō empezó en 1964, se explican cosas sobre los Juegos Olímpicos de Tokio ’64) y otras curiosidades. Vamos, que son ediciones que harán las delicias de los coleccionistas.

Lo mejor

  • Una gran sorpresa en forma de un manga muy ameno y divertido.
  • ¡Qtarō es el prototipo de Doraemon!
  • Los extras y la calidad del tomo.
  • ¡Por fin se ha reeditado después de 21 años en el limbo!

Lo peor

  • El estilo de dibujo, extremadamente simple y anticuado, es ideal para la obra pero no creo que guste a las nuevas generaciones.
  • Que por culpa de estos problemas de derechos Qtarō sea casi un desconocido para las nuevas generaciones de japoneses y también para los extranjeros.

He no yō-na jinsei (Un pedo de vida)

Monday, March 8th, 2010
  • Título: 屁のような人生 –He no yō-na jinsei– (Un pedo de vida)
  • Autor: Shigeru Mizuki y otros
  • Editorial: Kadokawa Shoten
  • Revista: Varias
  • Años publicación: 2009
  • Clasificación: shōnen, seinen, autobiografía, ensayo
  • Tomos: 1

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Hoy, 8 de marzo de 2010, es un día muy especial por ser el 88º cumpleaños del grandioso mangaka manco Shigeru Mizuki (NonNonBa, Hitler, Operación Muerte, GeGeGe no Kitarō…), del que he hablado largo y tendido en este blog en más de una y de dos ocasiones. ¿Y qué tiene de especial el 88º cumpleaños? Pues que es una efeméride muy celebrada en Japón: el 88º aniversario de una persona es la “edad del arroz” (米寿, beiju). Esto viene de que el número 88 escrito en kanji 八十八 es como el “desglose” del kanji de arroz 米. Además, el número 8 es un número de buen augurio porque en kanji se abre hacia abajo 八, como indicando la idea de “eternidad”.

Hace muy poco, en diciembre de 2009, se publicó en Japón un grueso libro de 464 páginas en conmemoración de este 88º aniversario, un libro de tirada limitada y numerada de 3500 unidades, muy caro (4700 yenes + 5% IVA, o sea casi 41 euros del ala), que afortunadamente pude conseguir de gorra gracias a un contactillo. Creo que, al ser un Mizuki-tard, me lo habría comprado igualmente, pero ciertamente es un libro demasiado caro a pesar de ser una joya impresionante y de tener una gran calidad de impresión, diseño y encuadernación. Supongo que el hecho de que sean copias numeradas es lo que da este valor especial al libro.

El libro es un repaso indispensable a la vida de Shigeru Mizuki (nombre real: Shigeru Mura) a través de sus creaciones artísticas. Así como los libros en los que cuenta en forma de manga su autobiografía (como este o este) se centran básicamente en su día a día y nos cuentan muy poco sobre sus obras, este libro es totalmente distinto. Como buena biografía, empieza con un ensayo muy visual, repleto de fotos, sobre sus primeros años de vida, donde se nos cuenta la peculiar infancia de un Mizuki que, francamente, era bastante tonto (hasta su madre lo matriculó un año más tarde en el colegio porque pensaba que no podría seguir el ritmo de los chicos de su edad). En estas páginas, además, se nos muestran sus primeros pinitos con el arte: cuadros al óleo, dibujos, grabados y bocetos que realizó durante sus primeros años. Cuando rondaba la veintena, sin embargo, Mizuki fue llamado a filas para luchar en una isla de Papúa-Nueva Guinea contra las tropas estadounidenses y australianas. Fue allí donde perdió el brazo izquierdo y aprendió a sobrevivir (con un estilo muy peculiar, todo hay que decirlo) y cayó enamorado de los indígenas, con quienes entablaría una preciosa relación de amistad y confianza que sigue aún hoy en día pese a no hablar su idioma.

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Muestra aún sin colorear de Daira, uno de los pocos kamishibai de Mizuki que han sobrevivido.

A la vuelta de la guerra, manco y pobre, Mizuki tuvo que buscarse la vida y dio varios tumbos por la vida. Por ejemplo, en un momento dado compró una casa en Kōbe, en la calle Mizuki, y decidió transformarla en un edificio de apartamentos tipo Maison Ikkoku al que llamó, sin complicarse mucho la vida, Mizuki-sō (Apartamentos Mizuki). Fue entonces cuando nació su apodo, ya que hubo un hombre que siempre le llamaba Mizuki-san en vez de Mura-san. A partir de ese momento, toda su obra vendría firmada como “Shigeru Mizuki”. Lo más curioso de todo es que es a partir de este momento cuando el autor empieza su carrera como dibujante profesional, una carrera que viene ligada de forma muy íntima con la evolución del propio manga, ahora veremos por qué.

A finales de los años 40, Mizuki empezó a destacar como dibujante de planchas de kamishibai (teatro de papel): para que nos entendamos, el kamishibai es como un teatro de marionetas pero sin marionetas, donde un narrador cuenta una historia apoyándose en excitantes ilustraciones. El kamishibai gozó de un gran éxito en los años 40 y hasta mediados de los años 50 y muchos niños se acercaban a escuchar, a cambio de muy poco dinero, la historia que les contaba el narrador de turno en las esquinas de las calles. Sin embargo, el kamishibai perdió rápidamente aceptación debido a la creciente influencia de la televisión, hasta que acabó desapareciendo sobre los años 60. Lamentablemente, la mayoría de la producción kamishibai de Mizuki se ha perdido, pero en este libro se nos presentan unas cuantas ilustraciones supervivientes, lo que constituye un documento muy interesante. Por cierto, fue ya en esta época cuando nació el personaje fetiche de Mizuki, es decir, Kitarō.

Con el fin del kamishibai, Mizuki decidió pasarse al negocio del kashihon (libros de préstamo). A mediados de los años 50, y hasta mediados de los 60, las llamadas kashihon’ya o “librerías de préstamo” surgieron como setas. Se trataba de negocios exactamente iguales que las bibliotecas actuales, solo que con ánimo de lucro: es decir, prestaban libros a cambio de muy poco dinero (entretenimiento barato). Muchos de estos libros eran manga, y con el auge de las kashihon’ya surgieron editoriales dedicadas exclusivamente a producir libros para el circuito de librerías de préstamo. De esta época, en el libro se recogen 4 historias: una sobre el nacimiento de Kitarō, otra de Akuma-kun (Sr. Demonio), el primer capítulo de Kappa no Sanpei (Sanpei el kappa) y una historia de corte bélico.

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El nacimiento de Kitarō en la primera entrega de sus aventuras en versión kashihon.

Con la paulatina desaparición de las kashihon’ya, el siguiente paso en la historia del manga fueron las revistas, que empezaban a cobrar mucha importancia. Entre ellas surgió la mítica Garo, cuyo editor jefe, Katsuichi Nagai, tenía la idea de recuperar a autores de kashihon para darles algo de trabajo, ya que muchos se estaban casi literalmente muriendo de hambre. Mizuki, junto a Sanpei Shirato (Kamui-den), fue uno de los fichajes estrella de Nagai, y ambos se convirtieron en estandartes de la Garo. Un poco más tarde se les sumaría un tercer autor mítico: Yoshiharu Tsuge (El hombre sin talento, Neji Shiki). Durante la época de la Garo, Mizuki empezó a pulir su estilo definitivamente y a especializarse en el tema sobrenatural. De esta época se incluyen dos historias cortas en este libro.

Otro paso más dado por Mizuki fue el de trabajar para las revistas de manga para chicos (shōnen) de cadencia semanal Shōnen Magazine y Shōnen Sunday, que habían empezado su andadura en 1959 y estaban cosechando mucho éxito. En estas revistas fue donde por fin consiguió Mizuki ser un autor reconocido, sobre todo por el éxito de series –muchas de ellas remakes de series o personajes que había iniciado años antes en el kamishibai o en el kashihon– como Kitarō, Terebi-kun (Sr. TV) o Kappa no Sanpei. Algunas de estas series, como Kitarō, fueron adaptadas a serie de animación y generaron un auténtico boom de los yōkai (monstruos y seres sobrenaturales del folklore japonés). De repente, los niños empezaron a interesarse por los yōkai y a querer aprender más sobre ellos: devoraban cromos, libros, muñecos y todo tipo de merchandising, de un modo similar a lo que pasó en Occidente hace varios años con el boom de los dinosaurios provocado por Jurassic Park. Fue Mizuki, por supuesto, el verdadero “culpable” del fenómeno, y por ello es considerado el mayor estudioso y divulgador del tema yōkai en el siglo XX.

Pero la fama conllevó, aparte de mucho dinero –que ya le iba bien al abnegado autor, que con casi 50 años a sus espaldas y dos niñas pequeñas lo había pasado realmente mal económicamente hablando–, una cantidad enorme de trabajo. Tenía tantas entregas que realizar que prácticamente no podía disfrutar de la vida, y eso, en el caso de un autor tan vital como Mizuki, fue durísimo. En el libro que reseño se incluyen tres obras de esta época, precisamente capítulos de Kitarō, Terebi-kun y Kappa no Sanpei, las series que le lanzaron al estrellato.

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Easter-tō kidan (La extraña historia de la isla de Pascua), un inquietante relato seinen.

El siguiente paso que dio Mizuki también estuvo relacionado con la evolución del manga, y es que a partir de mediados de los 60 empezaron a surgir como setas revistas de manga para público adulto. Los niños que habían empezado leyendo manga en los 50 ahora eran adolescentes y veinteañeros y querían un tipo de manga más elaborado. Fue en esta época cuando las ideas de Yoshihiro Tatsumi y los suyos, impulsores del “gekiga” (ver Una vida errante y ¡¡Los tontos del gekiga!!), acabaron de fraguar. No podemos decir que Mizuki se pasara al gekiga, ya que su estilo de dibujo apenas varió, pero sí que empezó a dibujar para revistas de manga seinen (para adultos), donde publicó obras de corte más siniestro que las que había venido presentando en las revistas shōnen. De esta época, en el libro se incluyen dos siniestras historias cortas muy bien elaboradas.

A partir de este momento, Mizuki siguió trabajando incansablemente, combinando su trabajo para las revistas shōnen con las seinen y con la elaboración de enciclopedias visuales y libros divulgativos sobre yōkai. Sin embargo, ya entrados los años 80, y con más de 60 años de edad, el autor decidió bajar el ritmo y disfrutar más de la vida: por ejemplo, empezó a viajar por el mundo en busca de “misterios” y “yōkai” y se encargó de fundar y llevar adelante (junto a fieles seguidores suyos como Hiroshi Aramata y Natsuhiko Kyōgoku) una revista dedicada al tema sobrenatural llamada KWAI. También empezó a plasmar episodios de su vida en forma de ensayo manga, a veces con pinceladas fantasiosas (NonNonBa to ore) o variaciones sobre lo que ocurrió en realidad (Operación Muerte), a veces en forma de autobiografía seria (Mizuki Shigeru-den y Shinpika Mizuki Shigeru-den), a veces en forma de pequeños relatos en forma de manga. Así, de esta última etapa en el libro se incluyen tres de estos relatos: uno sobre su infancia, en el que narra las brutales peleas que tenían los chavales de los diferentes barrios de su pueblo, otro sobre un estudiante que catea en todo y no hay manera de que apruebe un examen o estudie en serio, y otro en el que fantasea sobre su propia muerte (por cierto, la muerte no es para nada un tema tabú para Mizuki, de hecho hace ya años que se construyó su propia tumba, que incluye estatuas de yōkai, de Kitarō y otros personajes suyos, y no le importa sacarse fotos delante de ella).

Todo este libro está fantásticamente editado e incluye, además de las historias manga interesantísimas, un montón de textos escritos bien por el propio Mizuki a lo largo de los años, bien por otras personas muy cercanas a él, como amigos suyos, editores, sus hermanos o una de sus propias hijas, además de muchas fotos de las distintas épocas del gran autor manco. En definitiva, un gran libro que sirve para repasar a vista de pájaro la vida de uno de los mayores autores de manga de todos los tiempos, con una carrera a sus espaldas de más de 60 años (¡que se dice pronto!) y que aún sigue al pie del cañón con su eterna sonrisa, su pasión por la vida, su enorme curiosidad y… ¡su afición por tirarse sonoros pedos!

¡Feliz 88º cumpleaños y que cumplas muchos más, Mizuki-oosensei!

Sebangō Zero (Dorsal 0)

Thursday, February 25th, 2010
  • Título: 背番号0 –Sebangō Zero– (Dorsal 0)
  • Autor: Hiroo Terada
  • Editorial: Mushi Pro
  • Revista: Yakyū Shōnen
  • Años publicación: 1956-60
  • Clasificación: shōnen, deportivo, costumbrista
  • Tomos: 1

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Seguramente habréis notado mi “pequeña” obsesión por los apartamentos Tokiwa-sō, donde convivieron varios de los más importantes creadores de manga en los años 50, unos autores que hicieron crecer el medio y lo llevaron a cotas insospechadas, hasta el punto que casi se podría decir que sin ellos, Japón no sería como es ahora el país donde más cómic se consume, donde el cómic genera más mercado, y donde más autores trabajan incansablemente creando nuevas historias. No me cansaré de repetir los nombres de los habitantes más ilustres del Tokiwa-sō: Osamu Tezuka, Shōtarō Ishinomori, Fujio Akatsuka y el dúo Fujiko Fujio.

Estos cuatro nombres (cinco, si contamos que Fujiko Fujio se separaron y ahora son conocidos como Fujiko F. Fujio y Fujiko Fujio Ⓐ) son los que siempre se mencionan cuando hablamos del Tokiwa-sō y los albores del manga. Pero hubo varios otros creadores viviendo allí (o bien simplemente apuntándose a sus fiestas), que tuvieron más o menos suerte, como por ejemplo Shin’ichi Suzuki, Naoya Moriyasu, Tokuo Yokota, Jirō Tsunoda, Hideko Mizuno…

Y sin embargo, existe un autor, el más veterano de ellos (con permiso de Tezuka) y auténtica alma del grupo, al que muy pocos recuerdan y que me apetece reivindicar: Hiroo Terada (1931-92). Leyendo Manga Michi, uno se hace a la idea de lo mucho que significó Terada (llamado cariñosamente Tera-san por los demás) para el grupo del Tokiwa-sō: con 25 años, él fue el “hermano mayor” de esos jovencísimos autores (que rondaban los 20), un chico serio, responsable, muy trabajador y que siempre estaba allí para dar consejos a sus compañeros, cocinarles algo en momentos delicados o dejarles dinero cuando les ocurría algún imprevisto.

El papel de Tera-san se reivindica sobre todo en la película Tokiwa-sō no seishun (La juventud del Tokiwa-sō), de 1996, que me encantó y va a ser proyectada por primera vez subtitulada en un idioma occidental el próximo jueves en Madrid. De hecho, creo que la reseñaré en este mismo blog, porque aunque no sea un manga, trata muy directamente sobre manga y vale mucho la pena. En esta película, como decía, se da el protagonismo a Tera-san, que ve cómo sus compañeros van consiguiendo el éxito poco a poco mientras que él, a pesar de su duro trabajo, se va quedando atrás. En este sentido, es una cinta bastante triste y melancólica, realmente excelente en este sentido.

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Zero y los chicos del Z Team jugando a béisbol.

Ya desde que vi la película se me quedó la imagen de Tera-san como el gran olvidado del Tokiwa-sō, pero tras leer Manga Michi esta imagen se me quedó grabada con aún más fuerza en la mente. Tera-san, el amable y atento “hermano mayor”, un dibujante con verdadera integridad y pasión por su trabajo, pero que precisamente debido a su integridad y a sus ideas de que “el manga es para el público infantil y debe ser entretenido, pero nunca dañino” se quedó claramente atrás. Ya a finales de los años 50, su estilo se consideraba “anticuado” y “pasado de moda”. Y a pesar de todo, él siguió en sus trece y nunca quiso cambiar de estilo.

Sebangō 0 (Dorsal Cero) es una de sus obras más conocidas, y además es considerada una de las primeras obras manga sobre béisbol, precursora de títulos tan legendarios como Kyojin no Hoshi, Astro Kyūdan o Dokaben. Tera-san era, de hecho, un gran apasionado del béisbol, y en cuanto tenía un momento salía a la calle a lanzar unas bolas.

No había podido leer nada de Hiroo Terada hasta ahora porque sus obras no se reeditan actualmente y su producción no fue nunca muy destacada, por lo que muy poco de lo que hizo se recopiló en tomo (en los años 50, el manga se publicaba solo en revistas; no fue hasta bien entrados los años 60 que empezaron a venderse tomos unitarios tankōbon en el formato actual). Sebangō 0 es una de las pocas excepciones: este tomo que reseño fue editado por Mushi Pro (la editorial que montó Osamu Tezuka) en el año 1968, ocho años después de que se terminara de publicar en la revista Yakyū Shōnen entre 1956 y 1960.

La historia está protagonizada por Zero (le llaman así porque su dorsal es el número 0), la estrella del equipo del barrio, el “Z Team”, y está ambientada en un barrio normal y corriente del Tokio de los años 50. Cada uno de los capítulos es autoconclusivo y nos cuenta alguna anécdota de Zero y sus amigos, la mayoría de ellas basadas en el béisbol. Lo que sí tienen todas las historias en común es que son extremadamente inocentes, fomentan la amistad y el compañerismo y, aunque algunas veces hay algún mal rollo, siempre se acaba arreglando, lo que termina por fortalecer los lazos de amistad entre los personajes.

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De izquierda a derecha: Terada, Akatsuka, Tezuka, Fujko Fujio Ⓐ y Moriyasu. Los del Tokiwa-sō formaron un equipo de béisbol llamado "Errors" y Tezuka fue a verles un día.

Por ejemplo, un día de mala suerte en el que todo parece salir mal pero luego se arregla; o un “espía” de otro barrio que se apunta al equipo Z para ver cuál es el secreto de su éxito y al final decide que se hará amigo de todos ellos; o un día en el que deciden ayudar a un pobre chico al que su madre tiene esclavizado estudiando como un loco y a pesar de ello saca muy malas notas (la conclusión a la que llegan es que el chico tiene que relajarse y jugar, por ejemplo al béisbol, para luego estudiar con más concentración, y la mamá se queda contentísima y todos felices); o cuando el padre y la hermana de Zero deciden ayudar a su madre, a la que ven muy agobiada, y le dicen que se vaya unos días de vacaciones a un balneario… Al final la madre regresa al cabo de un solo día porque se siente culpable de haberlos dejado allí solos –pobrecitos, que no saben ni freírse un huevo–, y todos contentos.

Como veis, todas historias muy inocentes, muy “íntegras”, muy acordes con la imagen de Tera-san que me había forjado en mi mente tras ver la peli Tokiwa-sō no seishun y leer Manga Michi de Fujiko Fujio Ⓐ. No me extraña que Tera-san no consiguiera el éxito: ciertamente, a pesar de ser una obra de la segunda mitad de los años 50, ya se percibe muy anticuada comparada con otras cosas que se hacían en la época. Pero como he dicho antes, Tera-san nunca quiso cambiar de estilo, y mucho menos dedicarse a crear obras con violencia o contenidos potencialmente “dañinos”, por lo que jamás pudo levantar cabeza y cayó en el olvido.

Este, pues, es mi pequeño homenaje a un dibujante tozudo como pocos, el alma y el líder de los grandes dibujantes que poblaron los apartamentos Tokiwa-sō. Gracias, Tera-san.

Lo mejor

  • Historias tiernas y muy inocentes.
  • Una ventana a la vida de los japoneses de clase media en los años 50.
  • El personaje Nonki-sensei, un mangaka del barrio al que le encanta el béisbol y ayuda a los chicos del Equipo Z cuando puede (basado obviamente en el carácter del propio Tera-san).

Lo peor

  • El estilo de dibujo, así como la temática, resultan anticuados.
  • Algunas situaciones, como el evidente machismo, pueden resultar ofensivas hoy en día, aunque en la época eran completamente normales.