El blog de Marc Bernabé

Asakiyumemishi

Tuesday, December 2nd, 2014
  • Título: あさきゆめみし –Asakiyumemishi–
  • Autor: Waki Yamato
  • Editorial: Kōdansha
  • Revista: mimi / mimi Excellent
  • Años publicación: 1979-93
  • Clasificación: histórico, shōjo
  • Tomos: 13

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Aunque en realidad terminó en 1993, Asakiyumemishi es considerado un manga shōjo clásico, concretamente de la primera edad de oro del shōjo, ya que empezó en 1979 y tiene un estilo tanto gráfico como narrativo muy “años 70”.

Asakiyumemishi es la adaptación a manga de la famosísima Genji Monogatari (La historia de Genji), considerada la primera novela de la historia de la humanidad y creada sobre el año 1008 por la cortesana imperial Murasaki Shikibu. Este manga tiene el mérito de ser el primer cómic japonés –o si no fue el primero, sin duda sí el más influyente– en adaptar al medio gráfico una de las grandes joyas de la literatura japonesa primigenia. Más adelante han surgido muchos más y entre varios autores y obras han hecho de esto una especie de subgénero dentro del manga, pero Waki Yamato fue toda una pionera en este sentido, y a ella se deben las descripciones gráficas en cuestión de ropa, arquitectura, peinados, etcétera que ahora todos asociamos con la época Heian de la historia japonesa. Claro está, Yamato tuvo que documentarse mucho para ello y no quiero decir que inventara nada, pero sí que afianzó una manera de dibujar a los personajes de esa época que hoy en día sigue viéndose. Sin ir más lejos, solo hay que mirar el estilo de Onmyōji, un manga que reseñé hace pocas semanas en este mismo blog, para ver las similitudes y evidentes influencias.

El Genji Monogatari original es una historia bastante ardua de leer, y no digo ya en japonés clásico –imposible directamente sin no eres un experto del tema– sino en las adaptaciones a japonés moderno o incluso en traducciones a otros idiomas. Las descripciones son muy ambiguas, las situaciones son complicadas de imaginar y ni siquiera muchos de los personajes tienen un nombre como tal, ya que se los menciona con apodos o según su cargo o rango. Por lo que es un verdadero galimatías, a pesar de que la historia como tal es bastante sencilla en el sentido de que narra las aventuras amorosas de Hikaru Genji (Genji el resplandeciente), un galán que, con sus bellísimas facciones y exquisitos modales, tenía a todas las damas de la corte suspirando por él.

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Genji intentando ligar a través de las cortinillas, con todo muy velado. Una imagen muy “del Genji Monogatari”.

Asakiyumemishi hace un trabajo excelente resumiendo, recopilando y concretando las diferentes historias. Si bien estamos no ante la verdadera “Historia de Genji” sino ante la interpretación de Waki Yamato de esa historia, a mí –y a miles y miles de japoneses– me vale para saber un poco más de esta novela, que en su momento empecé (en una traducción al castellano) pero que tuve que dejar porque me aburría sobremanera. Este manga permite aproximarse al Genji Monogatari de una forma más amena y con una perspectiva visual, y ampliar un poco los conocimientos de literatura clásica sin tener que tragarte ese –lo siento– tostón de 920 páginas (en una de sus versiones en español).

Por cierto, el título es un verso del famoso poema japonés “iroha”, compuesto en el período Heian (sobre la misma época que el Genji Monogatari) y curioso por utilizar todas las sílabas del idioma japonés una sola vez cada una. Durante siglos fue el “orden alfabético” de este idioma (ahora es distinto, ya no se usa el i-ro-ha). “Asakiyumemishi” significa “y no veremos sueños superficiales”.

Lo mejor

  • La posibilidad de aproximarse a la árida literatura japonesa de la época Heian mediante un medio más ameno como es el manga.
  • El trabajazo que tuvo que hacer Waki Yamato para ambientar gráfica y argumentalmente esta historia, partiendo de una base prácticamente inexistente en ambos sentidos. Actualmente, cualquier autor que quiera escribir sobre la época Heian tiene bastante documentación, pero a finales de los años 70 Yamato se encontró con un erial.
  • Gráficamente, las propuestas son muy interesantes, como el hecho de no pintar el pelo de negro en las escenas oníricas, o simplemente de jugar de alguna forma con las larguísimas melenas de las cortesanas, usándolas como recurso estilístico muy atractivo.

Lo peor

  • El Genji Monogatari no es una historia especialmente adictiva, y el manga, aunque mejora eso, sigue siendo un poco tostón, al menos para mi gusto.
  • Una de las cosas que hace que nos perdamos al leer el Genji Monogatari es la sucesión de términos, rangos y nombres de lugares que son totalmente de otra época, por lo que el lector no avezado se desorienta enseguida con tanta cosa nueva. En menor grado, esto es algo que ocurre también en Asakiyumemishi.
  • También el uso de ciertas expresiones arcaizantes en los diálogos dificulta que se pueda seguir bien el manga.

Oshiire (El armario)

Tuesday, December 17th, 2013
  • Título: 押し入れ –Oshiire– (El armario)
  • Autor: Ryōko Yamagishi
  • Editorial: Kōdansha
  • Revista: Amie
  • Años publicación: 1997-98
  • Clasificación: josei, historias cortas
  • Tomos: 1

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Ryōko Yamagishi es una miembro del llamado Grupo del 24 (ver aquí un vídeo explicativo y en el primer párrafo de este artículo una explicación textual sobre lo que representa esta generación de autoras para la historia y el desarrollo del shōjo manga) que es muy conocida en Japón por obras como Arabesque (1971-73) y Hi izuru tokoro no tenshi (El ángel de donde sale el sol, 1980-84).

Aunque alguna vez he leído partes de sus obras, me parece que nunca había reseñado ninguna en este blog, así que empezar con Oshiire me parece una buena idea.

Oshiire es una recopilación de historias cortas publicadas en la revista Amie entre 1997 y 1998, aunque una de ellas es un poco anterior, de 1994. Es decir, nos encontramos con una Yamagishi ya madura, lejos de su versión más popular y conocida (su momento de máximo esplendor durante los años 70 y la primera mitad de los 80, al igual que el resto de las autoras del Grupo del 24). Pero también encontramos una autora perfectamente asentada, que puede hacer un poco lo que le da la gana sin preocuparse de cuestiones comerciales porque ya tiene a su público y ha dejado de importarle vender más o menos.

Así, aunque Yamagishi nunca ha destacado por tener un dibujo especialmente bonito (a los ojos de un lector contemporáneo, ojo, y siempre con muchos matices sobre lo que significa “dibujo bonito”), en las historias de Oshiire su trazo se relaja mucho, hasta el punto de parecer incluso “dejado”. Eso no significa, claro está, que sus personajes no resulten creíbles y sus historias no lleguen a enganchar considerablemente. A mí, desde luego, la lectura de las historias me ha dejado muy buen sabor de boca y me ha atrapado a pesar de que no hayan sido creadas para un público objetivo como el que podría representar yo, es decir, por una mujer más bien madura y pensando en un público también femenino de 30 o 40 años para arriba.

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¿Habrá algo en el armario, que empeña en quedarse entreabierto?

Las historias de que se compone este tomo son:

  • Yoru no uma (Caballo nocturno): Inquietante historia sobre experiencias después de la muerte, cuando alguien que ha estado muerto durante un instante regresa a la vida habiendo experimentado ciertas sensaciones, con un planteamiento muy original y una conclusión sorprendente.
  • Media: Junto con Oshiire, la historia que más me ha gustado. Narra la trayectoria de una joven estudiante y su relación con su obsesiva madre, que la ama con auténtica pasión… Ella también quiere muchísimo a su madre, pero las neuras de esta suponen un obstáculo para su carrera.
  • Oshiire (El armario): Narración de una historia basada en hechos reales que una autora de manga le contó en su día a Yamagishi. Está contada en primera persona por la autora y narra unos misteriosos hechos que ocurren en la casa de una ayudante de mangaka y su hermana, en los que el armario desempeña un papel fundamental.
  • Ameonna (La mujer de la lluvia): Enrevesada historia en la que una mujer casada descubre ciertas infidelidades de su marido, pero luego resulta que no es así y… de nuevo, un manejo curioso del guión para jugar con la vida, la muerte y el más allá.

Lo mejor

  • Historias curiosas que enganchan bastante.
  • Buena sensación de lectura, amena y agradable.

Lo peor

  • El dibujo no acaba de gustarme, la verdad.
  • Algún giro del guión, sobre todo de Yoru no uma y Ameonna, me parece un poco demasiado complicado y poco claro.

Poe no ichizoku (El clan Poe)

Wednesday, June 6th, 2012
  • Título: ポーの一族 –Poe no ichizoku– (El clan Poe)
  • Autor: Moto Hagio
  • Editorial: Shōgakukan
  • Revista: Bessatsu Shōjo Comic (Betsucomi)
  • Años publicación: 1972-76
  • Clasificación: shōjo, histórico, vampiros
  • Tomos: 5

El llamado “Grupo del 24” que revolucionó el mundo del manga en general en los años 70 y consiguió hacer que el shōjo manga pasara de ser considerado un género “menor” a gozar del estatus de género respetado, con todos los honores, dentro del amplio mundo del manga. Las integrantes del “Grupo del 24” consiguieron reventar las barreras que el shōjo se había autoimpuesto según las que las historias creadas para el público femenino debían ser básicamente ñoñas y romanticonas, con princesitas o bailarinas inocentes que se enamoran de apuestos galanes. Hagio, Ikeda, Takemiya, Yamagishi y las otras autoras de esta generación empezaron a crear historias de lo más elaboradas, rocambolescas incluso, dramas, comedias y thrillers, historias de terror o ciencia-ficción incluso, ambientadas en todo tipo de escenarios: tanto vale la Inglaterra del siglo XVIII como en el Japón moderno o el espacio exterior. Y sus esfuerzos fueron recompensados con el favor del público, la “salida del armario” del shōjo, el inicio de un gran tsunami que haría del shōjo la gran fábrica de historias apasionantes que conocemos ahora, y el surgimiento de las raíces de varios subgéneros, entre los que destaca el yaoi.

Tengo que reconocer que, aunque en mi biblioteca tengo –como buen estudioso del manga que intento ser– varias obras de Moto Hagio (aparte de Poe no ichizoku, también tengo 11nin iru! y Thomas no shinzō), como el shōjo no es un género que me atraiga mucho siempre las había ido dejando “para otro día”. Tengo que agradecer a Pro Shoujo Spain que sirviera de espuela y me instara a leer Poe no ichizoku para hacer esta reseña, ¡porque me ha permitido descubrir un manga de lo más apasionante que imperdonablemente me estaba perdiendo y que estaba siempre relegando para otro día! ¿Cómo no había descubierto a una autoraza como Hagio hasta ahora?

Para mí, hay dos sorpresas principales con este manga. La primera es que es una historia romántica de vampiros que, para más inri, desestima directamente algunos tópicos vampíricos (aversión a la luz del sol, a las cruces, conversión en murciélagos, etcétera). Es sorprendente porque esta tendencia a desmontar los mitos vampíricos está actualmente más en boga que nunca con productos como Crepúsculo o True Blood, ¡y Poe no ichizoku se adelanta a ellas más de 35 años! La segunda es que, muchos años antes de que películas como Reservoir Dogs o Pulp Fiction pusieran de moda los argumentos no lineales y los saltos en el tiempo de la acción del futuro al pasado y luego al presente, otra vez al futuro y así, Moto Hagio ya lo hizo con este manga. O sea, que al menos en estos dos aspectos estamos ante una obra muy, pero que muy, avanzada a su tiempo. En absoluto me esperaba algo así, por lo que al finalizar el primer capítulo y acometer al segundo tardé varias páginas en comprender lo que estaba pasando, porque volvía a salir como si nada un personaje que en el primer capítulo había muerto… Al principio pensé que tal vez la serie era una recopilación de historias cortas independientes en las que se usaban siempre los personajes en distintas épocas, ambientes y papeles (como si fueran actores), pero no. Simplemente la historia está organizada de forma no lineal, algo revolucionario (para la época) e inesperado.

Poe no ichizoku nos cuenta las andanzas de Edgar, un chico que fue abandonado en un bosque junto a su hermana Marybell por ser hijo ilegítimo de un noble. En principio deberían haber muerto allí, pero Hannah Poe les encuentra y decide adoptarlos. El clan Poe resulta ser una familia de vampanellas (en la historia no se usa la palabra “vampiro”, sino “vampanella”, en un intento de Hagio de desmarcarse del concepto clásico del vampiro) y acoge a los dos jóvenes en su seno. Al cabo de unos años, cuando Edgar tiene 14, ocurre un incidente que pone en peligro la continuidad del clan; así, el gran capitoste, el poderoso King Poe, decide convertir a Edgar en uno de ellos a pesar de su temprana edad –en principio se evita no convertir en vampanella a personas no adultas, ya que una vez han sufrido la metamorfosis no envejecen jamás, por lo que en el caso de Edgar la conversión implica ser un chaval de 14 años para siempre. En cuanto a Marybell, se la deja tal cual y los caminos de ambos hermanos se separan.

Flores, floreeees... (Y vampiros)

Al cabo de unos años, y tras varios sucesos, los hermanos se reúnen de nuevo y Edgar “da la bienvenida al clan” (o sea, convierte en vampanella) a su hermana cuando esta tiene 13 años. Luego, ambos son adoptados por el matrimonio vampanella Portsnell para guardar las apariencias y cada unos cuantos años van cambiando de residencia, ya que resulta sospechoso que los hermanos no crezcan en absoluto a pesar del paso de los años. Tras más sucesos en el argumento de la historia, Edgar se encapricha de Allan Twilight, un joven de su edad de aspecto andrógino, y decide darle también la “bienvenida” al clan Poe. Así, muchos de los sucesos narrados en la historia están protagonizados por Edgar y Allan, del clan Poe. ¿Os suena de algo esta combinación de nombres? XD

Poe no ichizoku se desarrolla entre los años 1744 (cuando Edgar y Marybell son abandonados en el bosque a los 4 y 0 años respectivamente) y 1976, es decir, en la época contemporánea de cuando se dibujó el último capítulo de este manga. En los diversos capítulos se narran algunos episodios de las vidas de Edgar, Allan y/o Marybell en un complejo entramado de argumentos que contribuye a hilvanar y construir una historia sobresaliente.

Esta gran historia, sin embargo, requiere de un esfuerzo considerable por parte del lector, ya que Hagio no lo pone fácil y no explica más de lo estrictamente necesario, por lo que si en un momento dado te despistas es muy fácil que pierdas el hilo del argumento. En ocasiones, asimismo, el lenguaje lleno de florituras y poesía hace complicado seguir la historia, aunque cuando uno se engancha y se sume en ella, lo hace a una profundidad a la que pocos autores de manga son capaces de sumergir a sus lectores.

El dibujo es muy del estilo clásico del “Grupo del 24”, cercano, para dar un referente conocido, al de las historias de Riyoko Ikeda (La rosa de Versalles, La ventana de Orfeo): muy cargado, con mucho detalle, y muuuuchas flores por todas partes –los “vampiros” de Hagio tienen una relación muy estrecha con las rosas, lo cual sirve de excusa para llenar las páginas de flores por doquier. Los personajes también son muy rococó: chicos occidentales de aspecto andrógino, rubios y, en el caso de Edgar, de ojos azules y pelo rizado. Marybell, con su aspecto virginal, largo pelo rubio rizado y grandes ojos, también representa un cliché bastante claro que revela los gustos de las lectoras de shōjo de los años 70.

Por cierto, se suele decir que Kaze no ki to uta (1976-82) de Keiko Takemiya sentó las bases de lo que actualmente conocemos como boy’s love (BL)/yaoi, es decir, historias de amor (BL) y sexo (yaoi) homosexual entre chicos (generalmente de aspecto afeminado). Tal vez sea así de forma más directa, ya que sin ir más lejos el manga de Takemiya empieza con dos chicos desnudos metidos en la cama haciendo de las suyas, pero después de leer Poe no ichizoku (1972-76) ya no tengo claro dónde están esas raíces del BL/yaoi. Porque la relación de Edgar y Allan tiene muchísima tensión BL, especialmente en un pasaje en el que se deja bastante claro que lo suyo va más allá de la pura amistad… En cualquier caso, sin entrar en discusiones sobre “quién fue la primera”, lo cierto e indiscutible es que tanto Hagio como Takemiya son las verdaderas madres de este subgénero.

Poe no ichizoku consiguió, junto a 11nin iru! (de la misma autora), el honor de conseguir el premio de manga Shōgakukan de 1975, en la categoría de “mejor manga shōnen/shōjo” en el primer año en el que se instauraba esta categoría. Anteriormente, solo un shōjo había conseguido el premio de manga Shōgakukan: Fire! de Hideko Mizuno en 1969, una obra que reseñaré también un día de estos. Y en 1979, Keiko Takemiya, compañera de fatigas y amiga íntima de Moto Hagio, conseguiría el preciado galardón también con Tera e… y Kaze to ki no uta, lo que demostraba que, con el “Grupo del 24”, el shōjo había conseguido por fin la mayoría de edad y el reconocimiento social.

Por cierto, comentar también que, en su edición original, Poe no ichizoku cuenta con un total de 5 tomos, que se convierten en 3 o 2 según las ediciones posteriores que han ido saliendo en formatos de bolsillo o recopilatorio. En la Wikipedia inglesa se dice que son 9 tomos, pero se trata de un error.

Lo mejor

  • Un argumento muy bien hilvanado
  • Técnicas narrativas muy avanzadas a su época
  • La deconstrucción del mito vampírico realizado por Hagio muchos años antes de que el concepto se pusiera en boga

Lo peor

  • Muchas, demasiadas, flores por todas partes
  • El estilo dibujo a veces acaba siendo demasiado rococó, así como los diseños de personajes
  • La narración es bastante densa y requiere que el lector realice un esfuerzo considerable para seguir su hilo

Kaze to ki no uta (Poema del viento y los árboles)

Thursday, May 22nd, 2008
  • Título: 風と木の詩 -Kaze to ki no uta- (Poema del viento y los árboles)
  • Autor: Keiko Takemiya
  • Editorial: Shôgakukan
  • Revista: Shôjo Comics
  • Años publicación: 1976-1982
  • Clasificación: shôjo, shônen-ai
  • Tomos: 17

Aunque no dé muchas muestras de ello en el blog, sigo investigando la historia del shôjo manga y tratando de leer algunas de sus historias más representativas. Es un proceso lento y al cual no puedo dedicar mucho tiempo, pero la verdad es que estoy bastante contento con lo mucho que estoy aprendiendo. Últimamente me ha dado por introducirme un poco más en el llamado “Grupo del 24”, concretamente en las mangaka del “Oizumi Salon”, y más concretamente en las líderes indiscutibles del período, Keiko Takemiya y Moto Hagio. Curiosamente, Takemiya es la primera autora que tiene el privilegio de tener más de una obra comentada en este humilde blog, ya que en su momento ya comenté Tera e…
Como ya decía en la reseña de Tera e…, el apodo “Grupo del 24” (24-nen gumi) se aplica a una serie de dibujantes de manga que nacieron en el año 24 de Shôwa (1949) o alrededores, y que básicamente revolucionaron el shôjo manga en los años 70. Hasta ese momento, el shôjo había sido básicamente un subgénero del manga bastante marginal y plano, con historias pueriles y poco elaboradas, destinadas a entretener a las niñas. Historias de chicas desafortunadas, huérfanas, con inmaculados amoríos, suspiros, príncipes azules y estas cosas.
El “Grupo del 24” entró como un elefante en una cacharrería en este panorama y presentó historias muchísimo más elaboradas, con mucho cuerpo, que pusieron al manga para chicas al mismo nivel que los demás géneros del manga, con verdaderos culebrones exquisitamente realizados que supusieron una revolución, gracias a la cual el shôjo manga actual existe tal como es ahora. Se podría decir que lo que Osamu Tezuka fue para el shônen (o para el manga en general) o Sanpei Shirato para el seinen lo fueron las mujeres del Grupo del 24 para el shôjo. Entre las mangaka incluidas en este grupo tenemos por ejemplo a Riyoko Ikeda (La rosa de Versalles, La ventana de Orfeo…), Moto Hagio, Keiko Takemiya o Ryôko Yamagishi, por nombrar a las más famosillas.
En cuanto al Oizumi Salon, es el apodo de un apartamento en la zona de Oizumi, en Tokio, donde compartieron piso Hagio y Takemiya durante un par de años y donde acabaron reuniéndose muchas de las mangaka de la nueva generación, en un caso similar al del famoso Tokiwa-sô de los años 50, donde convivieron Osamu Tezuka, Fujiko Fujio, Shôtarô Ishinomori, Fujio Akatsuka, Jirô Tsunoda, etc.
Como decía, últimamente estoy profundizando en la obra de Keiko Takemiya y de Moto Hagio, y más concretamente estoy haciendo lo que se podría llamar “arqueología del shônen-ai“. Efectivamente, tanto Takemiya como Hagio fueron las pioneras a la hora de utilizar el amor homosexual entre chicos como tema en sus obras. Supongo que ni en sueños se habrían imaginado que sus historias de atormentados chicos guapos en internados de Francia o Alemania generarían un fenómeno tan increíble como es el del yaoi en general, el dôjinshi yaoi, el boy’s love y todo esto capaz de llenar dos comikets al año con miles y miles de personas y generar tantos cientos de miles de fanzines al año.

Un culebrón bastante heavy… ¿Se liarán Serge y Gilbert?

Dos obras se cuentan como las pioneras del yaoi. Normalmente se habla de 11 gatsu no Gymnasium, de Moto Hagio, como la primera obra shônen-ai, y de Kaze to ki no uta como la que realmente triunfó y generó el boom. Investigando un poco más a fondo, he podido averiguar que 11 gatsu no Gymnasium (Instituto en noviembre, 1971) fue un spin-off de una idea original de Hagio que no pudo publicar hasta 1975, Thomas no Shinzô (El corazón de Thomas). Así, tenemos un total de tres obras pioneras. Tengo las tres, pero de momento solo he podido leer 11 gatsu y Kaze (Thomas lo tengo pendiente). En cualquier caso, 11 gatsu es solo una historia corta de menos de 50 páginas y, a mi entender, solo se puede considerar shônen-ai en el sentido de que sale un conato de beso y poca cosa más. Realmente dista mucho de ser shônen-ai, aunque tiene algunas pinceladas que apuntan en esa dirección. Más que shônen-ai, con 11 gatsu estamos ante un “proto-shônen-ai“.
Lo que es muy curioso es que las tres obras se parecen muchísimo en el sentido de que están ambientadas en internados europeos “de época”. Entiendo la relación entre 11 gatsu y Thomas en el sentido de que son obras hermanas que comparten los mismos personajes, pero lo de Kaze me escama y me hace sospechar que Takemiya le “copió” un poco la idea a Hagio y la hizo suya. Recordemos que ambas autoras fueron compañeras de piso durante dos años, entre 1970 y 1972, así que inevitablemente sus obras de aquella época por fuerza tenían que estar en la misma onda. Aunque, la verdad, si abres lado a lado Thomas y Kaze, ambas obras se parecen un montón en lo que se refiere al estilo de dibujo, ambientación, manera de disponer las viñetas en la página, etc. Como digo, tengo pendiente de leer Thomas, pero me da la sensación de que será muy parecido a Kaze.
En cualquier caso, para bien o para mal, la obra que se hizo famosa y que consiguió el mayor éxito fue Kaze to ki no uta, con lo cual los méritos de Moto Hagio han quedado bastante en un segundo plano. ¿Y de qué va Kaze? Está ambientado en un internado francés solo de chicos a finales del siglo XIX y empieza con la llegada al mismo de Serge, hijo de la relación nunca aprobada entre un noble francés y una bella mujer gitana. Así, los rasgos de Serge son regios y bien esculpidos, como los de su padre, pero su pelo es negro y su piel oscura, como la de su madre. La combinación resulta en una extraña belleza exótica, aunque las raíces gitanas de su madre provocan que muchos de los chicos del internado tengan prejuicios con él, que rayan en la xenofobia.
En el internado solo existe una cama libre, con lo cual Serge acaba compartiendo habitación con Gilbert, un chico rubio, muy guapo, de facciones angelicales pero con un carácter retorcido a más no poder y que usa su cuerpo para ganarse favores o bien, directamente, maltratar psicológicamente a los demás. De hecho, el cómic empieza bastante fuerte, con una escena en la que se nos muestra a Gilbert en la cama con un chico de un curso superior, ambos desnudos. Suena el timbre y Gilbert sale rápidamente de la cama, saliendo al pasillo a medio vestir, lo que escandaliza a todos. Poco después, el director del internado lo llama a su despacho, se supone que para meterle bronca, aunque cuando se quedan solos, ambos se besan… El inicio es bastante impactante incluso visto hoy, más de 30 años después; y el desarrollo del manga no se queda atrás en lo que a crudeza se refiere. Por cierto, consultando la Wikipedia en inglés respecto a esta obra, he visto esta frase que sinceramente me ha parecido genial para ilustrar lo crudo que es este manga, así que la traduzco tal cual: El argumento presenta temas de prejuicio de clases, racismo, homofobia, homosexualidad, incesto, pedofilia, violación, prostitución y drogadicción. ¡Casi ná!
El manga se desarrolla como ya podéis imaginar: en medio de conspiraciones, torturas mentales, relaciones homosexuales, etc. Un culebrón bastante impresionante y muy bien realizado en el que la pregunta que permanentemente acosa al lector es “¿se acabarán liando el serio y diligente Serge y el pequeño diablo Gilbert?” Ahora, después de leerla (aunque parcialmente), entiendo muy bien el fenómeno que suscitó esta obra (y seguramente no se ganó el favor de los padres de las niñas que la leían) ya que, aparte de este argumento tan enrevesado, tiene un dibujo atractivo y un lirismo muy bien utilizado.

Keiko Takemiya

Monday, May 19th, 2008

Atención: este post está escrito bajo el antiguo formato de “Adivina qué mangaka es”, en el que se presentaba una foto antigua del mangaka y el lector debía adivinar de quién se trata. Ahora el formato ha cambiado, pero dejo la redacción del artículo tal cual.

Hacía tiempo que no ponía nada en esta procelosa sección. ¡Pero no os preocupéis! ¡Vuelvo con energías renovadas y con más fotos de mangakas de ayer y de hoy (nunca mejor dicho)! Ya avanzo que la cosa se pone un poco más complicada, pero nunca está de más hacer un poco de arqueología manguera, que no solo de Narutos vive el otaku.
Ya he comentado en otras ocasiones que las mujeres mangaka se resisten a dejarse fotografiar y mucho menos a poner sus fotos en los tomos. Esto es debido a que en los manga shôjo no se solía ni se suele poner la foto de la artista (generalmente son tímidas a matar). Pero en este caso he encontrado una sola excepción, puesto que esta autora realizó un shônen que se publicó en una colección en la que sí iban fotos de los dibujantes en la solapa. ¡Ajajá! Te pillé. Veamos pues, ¿quién es esta señorita de 29 años? Haz clic en el link de debajo “Lee el post entero” para conocer la respuesta.

Time machine: 27 años más tarde…

En esta foto está muy guapa y se la ve muy joven

Pues casi casi que diría que esta mujer ha mejorado con los años, al menos en esta foto, a los 57 años, tiene una cara súper alegre, mientras que en la anterior parecía no estar en su mejor día. En cualquier caso, inclinaos ante uno de los pilares del shôjo tal y como lo conocemos ahora: Keiko Takemiya.
Una de las cabezas visibles del “Grupo del 24” de mangakas que revolucionaron el shôjo en los años 70, Takemiya es una de las pioneras de lo que ahora conocemos como “shônen-ai” (cuya versión más hardcore es conocida como yaoi), es decir, manga con relaciones homosexuales entre chicos. Tengo ya a punto de caramelo una reseña de su obra Kaze to ki no uta y supongo que la terminaré de perfilar y la subiré en los próximos días, así que pronto sabréis más sobre todo este sidral que montó la amiga Takemiya.
En este blog, Takemiya tiene ya comentada una de sus obras más conocidas, Tera e…, que es de donde he sacado la primera foto, concretamente de su tomo 1, publicado en 1979. La segunda foto es de un viaje que realizó a Estados Unidos en 2007.

Otra foto reciente, de 2007. Aquí no está tan radiante como en la anterior.

Actualmente, Takemiya se dedica a enseñar teoría y práctica del manga en la Universidad Seika de Kioto, una de las pioneras en Japón en este campo, y la verdad es que se lo curra muchísimo, ya que he leído algunos de sus artículos académicos y está muy metida en el asunto. Muy bien por ella. Por cierto, que tengo una anécdota relacionada con esta señora.
Resulta que hace unos años asistí al concreso anual de la Japan Society for Studies in Cartoons and Comics, celebrado precisamente en la Universidad Seika (sinceramente, en general fue un verdadero coñazo), y me metí en una conferencia sobre Terra e… No recuerdo muy bien de qué iba, pero sí recuerdo que el ponente estaba contando un montón de cosas que no venían mucho a cuento y haciendo elucubraciones sobre si la autora quería decir esto, aquello o lo de más allá en tal o cual escena… La gracia fue que, cuando terminó la ponencia, precisamente resultó que Takemiya estaba en la sala y fue y le dijo muy educadamente al ponente que ni hablar, que ella no se había planteado para nada todo eso que él había dicho. Me hizo mucha gracia, porque el ponente no sabía cómo ponerse, se sonrojó a lo bestia y se quedó mudo. Debió pensar “mierda, me he pasado mil horas analizando el puñetero manga y mil horas más para preparar esta ponencia para nada”. ¡Je, je! Pobre hombre…