El blog de Marc Bernabé

Kaze to ki no uta (Poema del viento y los árboles)

Thursday, May 22nd, 2008
  • Título: 風と木の詩 -Kaze to ki no uta- (Poema del viento y los árboles)
  • Autor: Keiko Takemiya
  • Editorial: Shôgakukan
  • Revista: Shôjo Comics
  • Años publicación: 1976-1982
  • Clasificación: shôjo, shônen-ai
  • Tomos: 17

Aunque no dé muchas muestras de ello en el blog, sigo investigando la historia del shôjo manga y tratando de leer algunas de sus historias más representativas. Es un proceso lento y al cual no puedo dedicar mucho tiempo, pero la verdad es que estoy bastante contento con lo mucho que estoy aprendiendo. Últimamente me ha dado por introducirme un poco más en el llamado “Grupo del 24”, concretamente en las mangaka del “Oizumi Salon”, y más concretamente en las líderes indiscutibles del período, Keiko Takemiya y Moto Hagio. Curiosamente, Takemiya es la primera autora que tiene el privilegio de tener más de una obra comentada en este humilde blog, ya que en su momento ya comenté Tera e…
Como ya decía en la reseña de Tera e…, el apodo “Grupo del 24” (24-nen gumi) se aplica a una serie de dibujantes de manga que nacieron en el año 24 de Shôwa (1949) o alrededores, y que básicamente revolucionaron el shôjo manga en los años 70. Hasta ese momento, el shôjo había sido básicamente un subgénero del manga bastante marginal y plano, con historias pueriles y poco elaboradas, destinadas a entretener a las niñas. Historias de chicas desafortunadas, huérfanas, con inmaculados amoríos, suspiros, príncipes azules y estas cosas.
El “Grupo del 24” entró como un elefante en una cacharrería en este panorama y presentó historias muchísimo más elaboradas, con mucho cuerpo, que pusieron al manga para chicas al mismo nivel que los demás géneros del manga, con verdaderos culebrones exquisitamente realizados que supusieron una revolución, gracias a la cual el shôjo manga actual existe tal como es ahora. Se podría decir que lo que Osamu Tezuka fue para el shônen (o para el manga en general) o Sanpei Shirato para el seinen lo fueron las mujeres del Grupo del 24 para el shôjo. Entre las mangaka incluidas en este grupo tenemos por ejemplo a Riyoko Ikeda (La rosa de Versalles, La ventana de Orfeo…), Moto Hagio, Keiko Takemiya o Ryôko Yamagishi, por nombrar a las más famosillas.
En cuanto al Oizumi Salon, es el apodo de un apartamento en la zona de Oizumi, en Tokio, donde compartieron piso Hagio y Takemiya durante un par de años y donde acabaron reuniéndose muchas de las mangaka de la nueva generación, en un caso similar al del famoso Tokiwa-sô de los años 50, donde convivieron Osamu Tezuka, Fujiko Fujio, Shôtarô Ishinomori, Fujio Akatsuka, Jirô Tsunoda, etc.
Como decía, últimamente estoy profundizando en la obra de Keiko Takemiya y de Moto Hagio, y más concretamente estoy haciendo lo que se podría llamar “arqueología del shônen-ai“. Efectivamente, tanto Takemiya como Hagio fueron las pioneras a la hora de utilizar el amor homosexual entre chicos como tema en sus obras. Supongo que ni en sueños se habrían imaginado que sus historias de atormentados chicos guapos en internados de Francia o Alemania generarían un fenómeno tan increíble como es el del yaoi en general, el dôjinshi yaoi, el boy’s love y todo esto capaz de llenar dos comikets al año con miles y miles de personas y generar tantos cientos de miles de fanzines al año.

Un culebrón bastante heavy… ¿Se liarán Serge y Gilbert?

Dos obras se cuentan como las pioneras del yaoi. Normalmente se habla de 11 gatsu no Gymnasium, de Moto Hagio, como la primera obra shônen-ai, y de Kaze to ki no uta como la que realmente triunfó y generó el boom. Investigando un poco más a fondo, he podido averiguar que 11 gatsu no Gymnasium (Instituto en noviembre, 1971) fue un spin-off de una idea original de Hagio que no pudo publicar hasta 1975, Thomas no Shinzô (El corazón de Thomas). Así, tenemos un total de tres obras pioneras. Tengo las tres, pero de momento solo he podido leer 11 gatsu y Kaze (Thomas lo tengo pendiente). En cualquier caso, 11 gatsu es solo una historia corta de menos de 50 páginas y, a mi entender, solo se puede considerar shônen-ai en el sentido de que sale un conato de beso y poca cosa más. Realmente dista mucho de ser shônen-ai, aunque tiene algunas pinceladas que apuntan en esa dirección. Más que shônen-ai, con 11 gatsu estamos ante un “proto-shônen-ai“.
Lo que es muy curioso es que las tres obras se parecen muchísimo en el sentido de que están ambientadas en internados europeos “de época”. Entiendo la relación entre 11 gatsu y Thomas en el sentido de que son obras hermanas que comparten los mismos personajes, pero lo de Kaze me escama y me hace sospechar que Takemiya le “copió” un poco la idea a Hagio y la hizo suya. Recordemos que ambas autoras fueron compañeras de piso durante dos años, entre 1970 y 1972, así que inevitablemente sus obras de aquella época por fuerza tenían que estar en la misma onda. Aunque, la verdad, si abres lado a lado Thomas y Kaze, ambas obras se parecen un montón en lo que se refiere al estilo de dibujo, ambientación, manera de disponer las viñetas en la página, etc. Como digo, tengo pendiente de leer Thomas, pero me da la sensación de que será muy parecido a Kaze.
En cualquier caso, para bien o para mal, la obra que se hizo famosa y que consiguió el mayor éxito fue Kaze to ki no uta, con lo cual los méritos de Moto Hagio han quedado bastante en un segundo plano. ¿Y de qué va Kaze? Está ambientado en un internado francés solo de chicos a finales del siglo XIX y empieza con la llegada al mismo de Serge, hijo de la relación nunca aprobada entre un noble francés y una bella mujer gitana. Así, los rasgos de Serge son regios y bien esculpidos, como los de su padre, pero su pelo es negro y su piel oscura, como la de su madre. La combinación resulta en una extraña belleza exótica, aunque las raíces gitanas de su madre provocan que muchos de los chicos del internado tengan prejuicios con él, que rayan en la xenofobia.
En el internado solo existe una cama libre, con lo cual Serge acaba compartiendo habitación con Gilbert, un chico rubio, muy guapo, de facciones angelicales pero con un carácter retorcido a más no poder y que usa su cuerpo para ganarse favores o bien, directamente, maltratar psicológicamente a los demás. De hecho, el cómic empieza bastante fuerte, con una escena en la que se nos muestra a Gilbert en la cama con un chico de un curso superior, ambos desnudos. Suena el timbre y Gilbert sale rápidamente de la cama, saliendo al pasillo a medio vestir, lo que escandaliza a todos. Poco después, el director del internado lo llama a su despacho, se supone que para meterle bronca, aunque cuando se quedan solos, ambos se besan… El inicio es bastante impactante incluso visto hoy, más de 30 años después; y el desarrollo del manga no se queda atrás en lo que a crudeza se refiere. Por cierto, consultando la Wikipedia en inglés respecto a esta obra, he visto esta frase que sinceramente me ha parecido genial para ilustrar lo crudo que es este manga, así que la traduzco tal cual: El argumento presenta temas de prejuicio de clases, racismo, homofobia, homosexualidad, incesto, pedofilia, violación, prostitución y drogadicción. ¡Casi ná!
El manga se desarrolla como ya podéis imaginar: en medio de conspiraciones, torturas mentales, relaciones homosexuales, etc. Un culebrón bastante impresionante y muy bien realizado en el que la pregunta que permanentemente acosa al lector es “¿se acabarán liando el serio y diligente Serge y el pequeño diablo Gilbert?” Ahora, después de leerla (aunque parcialmente), entiendo muy bien el fenómeno que suscitó esta obra (y seguramente no se ganó el favor de los padres de las niñas que la leían) ya que, aparte de este argumento tan enrevesado, tiene un dibujo atractivo y un lirismo muy bien utilizado.

Keiko Takemiya

Monday, May 19th, 2008

Atención: este post está escrito bajo el antiguo formato de “Adivina qué mangaka es”, en el que se presentaba una foto antigua del mangaka y el lector debía adivinar de quién se trata. Ahora el formato ha cambiado, pero dejo la redacción del artículo tal cual.

Hacía tiempo que no ponía nada en esta procelosa sección. ¡Pero no os preocupéis! ¡Vuelvo con energías renovadas y con más fotos de mangakas de ayer y de hoy (nunca mejor dicho)! Ya avanzo que la cosa se pone un poco más complicada, pero nunca está de más hacer un poco de arqueología manguera, que no solo de Narutos vive el otaku.
Ya he comentado en otras ocasiones que las mujeres mangaka se resisten a dejarse fotografiar y mucho menos a poner sus fotos en los tomos. Esto es debido a que en los manga shôjo no se solía ni se suele poner la foto de la artista (generalmente son tímidas a matar). Pero en este caso he encontrado una sola excepción, puesto que esta autora realizó un shônen que se publicó en una colección en la que sí iban fotos de los dibujantes en la solapa. ¡Ajajá! Te pillé. Veamos pues, ¿quién es esta señorita de 29 años? Haz clic en el link de debajo “Lee el post entero” para conocer la respuesta.

Time machine: 27 años más tarde…

En esta foto está muy guapa y se la ve muy joven

Pues casi casi que diría que esta mujer ha mejorado con los años, al menos en esta foto, a los 57 años, tiene una cara súper alegre, mientras que en la anterior parecía no estar en su mejor día. En cualquier caso, inclinaos ante uno de los pilares del shôjo tal y como lo conocemos ahora: Keiko Takemiya.
Una de las cabezas visibles del “Grupo del 24” de mangakas que revolucionaron el shôjo en los años 70, Takemiya es una de las pioneras de lo que ahora conocemos como “shônen-ai” (cuya versión más hardcore es conocida como yaoi), es decir, manga con relaciones homosexuales entre chicos. Tengo ya a punto de caramelo una reseña de su obra Kaze to ki no uta y supongo que la terminaré de perfilar y la subiré en los próximos días, así que pronto sabréis más sobre todo este sidral que montó la amiga Takemiya.
En este blog, Takemiya tiene ya comentada una de sus obras más conocidas, Tera e…, que es de donde he sacado la primera foto, concretamente de su tomo 1, publicado en 1979. La segunda foto es de un viaje que realizó a Estados Unidos en 2007.

Otra foto reciente, de 2007. Aquí no está tan radiante como en la anterior.

Actualmente, Takemiya se dedica a enseñar teoría y práctica del manga en la Universidad Seika de Kioto, una de las pioneras en Japón en este campo, y la verdad es que se lo curra muchísimo, ya que he leído algunos de sus artículos académicos y está muy metida en el asunto. Muy bien por ella. Por cierto, que tengo una anécdota relacionada con esta señora.
Resulta que hace unos años asistí al concreso anual de la Japan Society for Studies in Cartoons and Comics, celebrado precisamente en la Universidad Seika (sinceramente, en general fue un verdadero coñazo), y me metí en una conferencia sobre Terra e… No recuerdo muy bien de qué iba, pero sí recuerdo que el ponente estaba contando un montón de cosas que no venían mucho a cuento y haciendo elucubraciones sobre si la autora quería decir esto, aquello o lo de más allá en tal o cual escena… La gracia fue que, cuando terminó la ponencia, precisamente resultó que Takemiya estaba en la sala y fue y le dijo muy educadamente al ponente que ni hablar, que ella no se había planteado para nada todo eso que él había dicho. Me hizo mucha gracia, porque el ponente no sabía cómo ponerse, se sonrojó a lo bestia y se quedó mudo. Debió pensar “mierda, me he pasado mil horas analizando el puñetero manga y mil horas más para preparar esta ponencia para nada”. ¡Je, je! Pobre hombre…

Tera e… (Hacia Terra…)

Sunday, January 6th, 2008
  • Título: 地球へ… (Tera e…) -Hacia Terra…-
  • Autor: Keiko Takemiya
  • Editorial: Asahi Sonorama
  • Revista: Gekkan Manga Shônen
  • Clasificación: Shônen-shôjo
  • Tomos: 5 

Pasamos a comentar una historia más bien típica de ciencia-ficción, pero con la particularidad de que fue realizada a finales de los años 70 por una autora de shôjo, para una revista y un público shônen. Tera e… conoció un revival en el 2007 debido a la creación y emisión de su serie de anime (en 1980 se realizó una película, pero hasta el año pasado no contó con versión televisiva, 30 años después de que se empezara a publicar).
Keiko Takemiya es conocida sobre todo por ser una de las integrantes del grupo Hana no 24 nen gumi (Grupo floreciente del año 24), unas mujeres mangaka que nacieron en 1949 (año 24 de Shôwa) y que, en los años 70, pusieron las bases del shôjo manga actual, revolucionando los cimientos de lo que hasta entonces era el manga para chicas. Otras integrantes de esta histórica generación fueron, por ejemplo, la célebre Riyoko Ikeda (La rosa de Versalles, La ventana de Orfeo) o Motô Hagio. Takemiya también es famosa por ser una de las precursoras del shônen-ai (o boy’s love (BL), yaoi, como lo queráis llamar) con su serie Kaze to ki no uta (La canción del viento y los árboles). Algún día comentaré esta otra serie, ya que la tengo en la pila de lecturas pendientes.
Volviendo a Tera e…, no deja de ser curioso que una de las obras más famosas de Takemiya sea en realidad un shônen. Perocon paliativos, puesto que aunque la temática sea shônen, el estilo de dibujo, los recursos gráficos y la composición de página son 100% shôjo, lo que lo convierte en un híbrido muy curioso y digno de estudio.

Un curioso híbrido shônen-shôjo 

El manga nos sitúa en un futuro lejano en el que la Humanidad se ha extendido por toda la galaxia y cuya sociedad está totalmente controlada por los ordenadores. Los nuevos miembros de la sociedad son concebidos in vitro y mandados al planeta Ataxia, donde se les otorga unos padres adoptivos y se les cría hasta los 16 años. En ese momento, deberán pasar el “chequeo de madurez” y, si no hay ningún problema, serán mandados a otros planetas para que ocupen los puestos que los ordenadores hayan decidido más apropiados para ellos. Sin embargo, existe una nueva raza de seres humanos, los Myu, que cuenta con poderes extrasensoriales y que ha conseguido escapar del yugo de los ordenadores. Sin embargo, pese a sus poderes, los Myu son físicamente muy débiles, teniendo la mayor parte de ellos alguna minusvalía.
El manga se centra en la figura de Jomy Marcus Shin, un joven bastante arrogante que está a punto de someterse al chequeo de madurez pero que -cual el Neo de Matrix– resulta ser “un elegido”, la esperanza de los Myu para conseguir un líder que les guíe hacia Terra, donde construirán su anhelada sociedad lejos del yugo de los ordenadores.
La historia está bastante bien construida, pero si tengo que ser sincero tuve que volver varias veces a leer algunos pasajes o volver páginas atrás porque había momentos que ya no entendía muy bien lo que estaba pasando. Es de las típicas historias que requieren concentración absoluta en el lector y, tal vez porque cuando lo leí no estaba concentrado al 100%, Tera e… no consiguió engancharme demasiado.
Por si tenéis curiosidad, aquí podéis encontrar una reseña mucho mejor que la mía (en inglés), y aquí unas páginas de muestra de la versión inglesa (publicada en febrero de 2007 en los USA).