El blog de Marc Bernabé

Boku wa Beatles (Yo soy los Beatles)

Tuesday, September 14th, 2010
  • Título: 僕はビートルズ –Boku wa Beatles– (Yo soy los Beatles)
  • Autor: Kaiji Kawaguchi (dibujo) / Tetsuo Fujii (guión)
  • Editorial: Kōdansha
  • Revista: Morning
  • Años publicación: 2010-?
  • Clasificación: seinen, música
  • Tomos: 2 (en curso)

BokuWaBeatles1

Kaiji Kawaguchi es uno de esos autores que me gusta muchísimo cómo llevan sus historias y lo adictivos que son sus manga. El gran problema de Kawaguchi, para mí que vivo fuera de Japón, es que sus manga son tremendamente largos y superan fácilmente la treintena de tomos, por lo que adquirir y luego enviar colecciones enteras de Zipang, The Silent Service o A Spirit of the Sun podría llevarme fácilmente a la ruina, y más ahora que el yen está por las nubes ^_^ (¡manga electrónico, ponte las pilas de una vez!). Y cuando voy a Japón suelo estar tan ocupado que no tengo tiempo para irme a una cafetería manga a leer…

Así que ya tenía ganas de que este autor empezara una nueva serie para poder hincarle el diente desde el principio, ya que ir comprando y trayendo uno o dos tomos cada varios meses, aprovechando viajes a Japón propios o de amigotes, o visitas de amigos japoneses, no se nota casi en el bolsillo. Así que cuando, esta semana pasada, Mori-san, amiga de un colega, vino a Barcelona para estar aquí unos tres meses estudiando y me dijo si quería me traía algo de Japón, sin dudarlo le pedí el número 1 de Boku wa Beatles, la nueva obra de Kaiji Kawaguchi, recientemente aparecido en Japón.

Kawaguchi no se encarga de la historia esta vez, sino que la deja en manos de Tetsuo Fujii, un joven autor que presentó el guión al concurso Manga Open y lo ganó (la primera vez que lo ganaba solo un guión en vez de un manga). Entonces apareció Kawaguchi, que se ve que se moría de ganas de hacer algo relacionado con los Beatles y justo acababa de poner el punto y final a Zipang, y se ofreció para ilustrarlo. ¿Te imaginas siendo un chaval que envía un guión a un concurso, y no solo lo gana, sino que uno de los más prestigiosos mangaka de Japón se encarga de dibujarlo? Pues así de flipado se quedaría Fujii al conocer la noticia.

Uno podría pensar que este manga seguramente no tiene ese regusto kawaguchiero que tanto gusta en Japón, pero eso no es así. Kawaguchi ha tomado una historia ajena y la ha convertido en un manga muy suyo, muy bien llevado y tan adictivo como el que más.

La historia comienza presentándonos a un grupo imitador de los Beatles. Se llaman The Fab 4, son japoneses, y se toman muy en serio su trabajo. Tanto, que el bajista, que hace de Paul McCartney, se fuerza a tocar con la izquierda porque Paul es zurdo.

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Los Fab 4 (aquí solo son 2) tocando ante la atónita mirada de los japoneses del año 1961, en un local de música hawaiana

El caso es que, en un momento dado, se les presenta la oportunidad de participar en un concurso mundial de imitadores de los Beatles en Liverpool, cuyo vencedor tendrá el derecho a componer y grabar una nueva canción y a promocionarla como si fuera de los propios Beatles originales. Entonces surge una disputa entre Rei –Lennon– y Makoto –McCartney– que llega hasta las manos, hasta el punto de que caen a la vía del metro justo cuando está a punto de pasar un tren (muy al estilo Gantz, si se me permite la comparación). Shō –Harrison–, que pasaba por allí, intenta impedir que Makoto empuje a Rei a las vías, pero caen los tres ante la atónita mirada de Konta –Starr–.

Justo después, Makoto y Shō aparecen en el Japón del año 1961, en un viaje en el tiempo que son incapaces de explicarse (nada se sabe de Rei y Konta, por cierto). Así, tendrán que organizar su vida en este entorno tan distinto que todavía no conoce a los Beatles, que están a un año de debutar y de conseguir el éxito.

Tras la lógica parte de “qué hacemos aquí”, “y ahora qué”, “y dónde viviremos”, “quiero volver a casa” y tal, a Makoto se le ocurre la idea de suplantar a los Beatles, es decir, tocar sus canciones antes que ellos para conseguir la fama mundial. La lógica que “justifica” la polémica decisión es la de picar al genio colectivo de los Beatles para que hagan nuevas y mejores canciones que puedan deleitarles. Así, el mundo no solo podrá gozar de las 213 canciones originales del fabuloso grupo –interpretadas por Makoto y Shō con su grupo The Fab 4–, sino que además será testigo del nacimiento de nuevas canciones, tal vez mejores incluso, creadas por los Beatles de verdad. ¿Conseguirán Makoto y Shō suplantar a los Beatles a pesar de ser japoneses? ¿Cómo afectarán sus decisiones al devenir de la historia musical?

La verdad es que yo personalmente tengo cierta tirria a los Beatles, pero la historia me ha gustado. Tengo debilidad por las historias de viaje en el tiempo, y fácilmente caigo en su trampa, así que me encanta poder ver escenas del Japón de principios de los 60, cómo vivían, cómo era el país en aquel entonces, y todo esto. Sin duda seguiré comprando los tomos; de hecho el 2 ya está anunciado para salir en octubre y ya tengo ganas de leerlo. El único “fallo” que se le puede achacar es que, después de Zipang, que ya se basaba en un viaje temporal y se planteaba los problemas derivados de cambiar la historia, Kawaguchi haya decidido hacer otra obra basada en la misma premisa. Me parece una apuesta bastante arriesgada por la que seguro le critican. Pero, lo dicho, a mí me ha gustado.

Lo mejor

  • Adictiva historia muy bien narrada, de lectura rápida, typical Kawaguchi.
  • El nivel de detalle en lo referente a vestuario, instrumentos musicales, Tokio de los años 60…
  • Las narices de pretender suplantar a los propios Beatles.

Lo peor

  • ¿Otra historia de viajes en el tiempo, señor Kawaguchi? Igual está abusando…
  • Toda la premisa de la historia está bastante cogida por los pelos.

Taiyô no mokushiroku (A Spirit of the Sun)

Monday, October 27th, 2008
  • Título: 太陽の黙示録 -Taiyô no mokushiroku- (El apocalipsis del sol; A Spirit of the Sun)
  • Autor: Kaiji Kawaguchi
  • Editorial: Shôgakukan
  • Revista: Big Comics
  • Años publicación: 2002-?
  • Clasificación: seinen, apocalíptico
  • Tomos: 17 (en curso)

Debo decir que esta obra de Kawaguchi no la conocía hasta esta misma semana, cuando por fin pude conseguirla y leerla con tal de prepararme para la tarea de hacer de intérprete del autor en el Salón del Manga (que felizmente me ha tocado a mí, ¡yuju!). Y la impresión no puede ser más positiva. Lo que ya no sé es si es porque la obra está muy bien dibujada y narrada (algo que se puede esperar de Kawaguchi) o si porque es un tema subjetivo mío, ya que empiezo a pensar que tengo un apetito morboso muy intenso por las historias apocalípticas japonesas. Akira en su momento me dejó alucinado, Dragon Head me encantó cosa mala y la peli Nihon Chinbotsu (El Hundimiento de Japón) casi me hizo llorar por las escenas del “bello Japón” del inicio y por las posteriores escenas de destrucción de monumentos y edificios a los que tengo especial cariño, como el Glico Running Man de Osaka sepultado bajo las aguas.
Taiyô no mokushiroku, que literalmente se traduciría por “El apocalipsis del sol”, pero que el autor titula en inglés A Spirit of the Sun (Un espíritu del sol), va precisamente en la onda de El Hundimiento de Japón (recomiendo encarecidamente la película, sobre todo el remake de 2006, disponible en alquiler en España de la mano de Selecta Visión). Así, el primer tomo, que es el que me he leído yo, narra como, en agosto de 2002, Japón se va al carajo debido a una cadena de desastres naturales de espantosa magnitud. Primero es el área de Tokio y Yokohama la que es arrasada por un terrible terremoto y posteriores tsunami, luego el monte Fuji entra en erupción, después otro terremoto brutal asola la parte de Osaka y Kioto y, para colmo de males, ¡Japón acaba partido en dos! Efectivamente, la zona de convergencia de las placas Euroasiática y Norteamericana, cuya línea de unión atraviesa la isla de Honshû por el centro, pasando por el lago Biwa y las ciudades de Kioto y Osaka, se separa y parte Honshû en dos, creando en el proceso un nuevo estrecho marino al que bautizan “Estrecho de Japón”.
Hasta aquí, la historia es casi calcada a la de El Hundimiento de Japón (una popularísima novela apocalíptica de 1973 adaptada dos veces a la pantalla grande (1973 y 2006), al manga, a la televisión o al serial radiofónico), lo que puede decepcionar un poco por ser “más de lo mismo”. Pero entre medio Kawaguchi incluye el intenso drama de Gen’ichirô Ryû, nieto de un importante político, que se ve envuelto en el desastre ya que está cerca del Fuji cuando entra en erupción.
Pero hacia el final del primer tomo, en el que se da un salto en el tiempo a unos meses después del desastre, el interés del manga se desplaza sobre todo a las implicaciones económicas y políticas que tiene el hecho de haber perdido veinte millones de vidas y tener unos cuarenta millones de desaparecidos, de tener un país destrozado en todos los sentidos y de saber que muchos millones de japoneses están emigrando hacia otros países en calidad de refugiados (con todos los problemas de adaptación y discriminación que pueden surgir de una situación como esta).

¡Un brutal tsunami arrasa Tokio! 

Así, una parte importante del devenir del argumento del manga lo ocupará el tema político. ¿Puede Japón salir del atolladero con sus propias fuerzas? Evidentemente, con toda la industria paralizada, los servicios básicos sin garantizar y el yen por los suelos, la respuesta es rotundamente negativa. Varios países acuden para ayudar a Japón con la reconstrucción, pero esto implicará pagar un duro precio, el de la independencia económica y hasta política. Así, los principales países que pueden ayudar a Japón son China y Estados Unidos, pero por un lado ninguno de ellos independientemente podría hacer frente a la enorme factura que supondría la reconstrucción de Japón y por el otro tampoco están dispuestos a colaborar conjuntamente.
Así, la decisión que se toma es salomónica: China se hará cargo de la parte norte de Japón, con capital en Sapporo, mientras los Estados Unidos se ocuparán de la parte sur, con capital en Fukuoka. Así, con el país dividido y millones de japoneses dispersados por el mundo, se desarrolla una historia que, según he visto investigando un poco más sobre ella, da un salto en el tiempo hasta el año 2017 en el segundo tomo y desde ahí narra toda la problemática suscitada por las consecuencias del enorme desastre y el esfuerzo de la reconstrucción.
Después de leer el tomo 1, me he quedado con ganas de más y es muy posible que me anime a comprar los 16 otros tomos que han salido hasta el momento. Y es que Kawaguchi es un genio de la narrativa acompañada de un dibujo muy bueno y muy atractivo a los ojos. No en vano, este manga ha cosechado dos premios importantísimos en Japón: el del Media Arts Festival (sección manga) y el Shôgakukan. Además, la historia de los primeros cuatro tomos ha sido adaptada en dos OVA de 77 minutos cada uno (página web oficial).
Si antes de leer este manga ya pensaba que el hecho de tener a Kawaguchi como invitado es un verdadero lujo, después de leerlo me reafirmo aún más si cabe en mi convicción. ¡Ya están tardando en publicar este manga aquí! Lo malo es lo de siempre con este autor: serie seinen que aún sigue abierta y además es larga (17 tomos y contando)…

Zipang

Thursday, October 23rd, 2008
  • Título: ジパング -Zipang-
  • Autor: Kaiji Kawaguchi
  • Editorial: Kôdansha
  • Revista: Morning
  • Años publicación: 2000-?
  • Clasificación: seinen, bélico
  • Tomos: 36 (en curso)

Tengo el blog muy abandonado este mes, que está siendo más caótico y ocupado de lo que había previsto. En fin, supongo que ya me resarciré en noviembre, de momento sigamos reseñando las obras más famosas de Kaiji Kawaguchi, uno de los autores invitados a este XIV Salón del Manga, un verdadero peso pesado del seinen.
Con Zipang, Kawaguchi quiso seguramente seguir la estela de su éxito más sonado hasta el momento, The Silent Service, y volvió a meterse de lleno en el tema bélico, esta vez con un argumento que muy novedoso no es, pero que es resultón y, si está bien llevado (como es el caso), puede convertir a un manga que en principio podría ser mediocre en un muy buen manga.
El argumento no es nada complicado de explicar, es tan sencillo como que el gobierno japonés manda a una pequeña flota de las Fuerzas de Autodefensa (FF.AA.) de Japón a una misión de mantenimiento de paz en Ecuador (un tema muy polémico ya que, en teoría, según estipula la Constitución, las FF. AA. solo pueden entrar en combate para defender a Japón de un posible ataque, con lo cual cualquier operación que incluya un potencial conflicto en el extranjero es vista con mucho recelo por el público japonés). La flota, entre la que se encuentra la fragata Mirai, un barco de guerra equipado con tecnología AEGIS último modelo, zarpa pues rumbo a Sudamérica ante la crítica mirada de los manifestantes que exigen que la operación se cancele.
En un momento dado, la flotilla se topa con una fuerte tormenta, un rayo impacta sobre el Mirai (el nombre significa “futuro”) y, sin comerlo ni beberlo, ¡se topan de bruces con el legendario Yamato, buque insignia de la Armada Imperial japonesa durante la II Guerra Mundial! Poco después, los tripulantes del Mirai descubren que se encuentran en una zona con muchísima concentración de barcos y aviones, que parecen pertenecer a dos bandos opuestos, y que están en plena batalla.
¡Por un desconocido fenómeno, el Mirai se ha trasladado a junio de 1942, en plena batalla de Midway entre la Armada Imperial japonesa y la flota de los Estados Unidos! La batalla de Midway fue importantísima en el devenir de la II Guerra Mundial porque marcó un antes y un después. Hasta ese momento, la maquinaria japonesa de guerra había pasado como una apisonadora imparable por ahí donde ponía la vista, pero en Midway los Estados Unidos consiguieron pararles los pies por primera vez. A partir de esa batalla, todo iría cuesta abajo: un camino descendente que desembocaría en el bombardeo intensísimo de Japón por parte de los Estados Unidos y en la terrible batalla de Okinawa, y que culminaría con las dos bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki.
Cuando la tripulación del Mirai aún está intentando asimilar lo ocurrido, encuentran un avión derribado, a punto de hundirse, con un superviviente a bordo, un joven oficial llamado Takumi Kusaka, teniente comandante de la Armada Imperial japonesa. Así pues, el primer dilema es: ¿salvan al joven oficial de una muerte segura o le dejan morir ahí mismo? Si le salvan, ¿cambiarán el curso de la Historia? ¿Deben inmiscuirse o no? Al final, después de una discusión a bordo, se decide salvar a Kusaka, que a partir de entonces se incorporará como personaje habitual en la historia.

Un ejemplo de la maestría gráfica y narrativa de Kawaguchi


El siguiente dilema, claro está, es: con un barco del siglo XXI equipado con la última tecnología bélica es posible acabar con cualquier acorazado e incluso portaaviones de los años 40… ¿Deben utilizar esta baza a su favor o bien deben mantenerse al margen? Si se mantienen al margen, ellos conocen perfectamente lo que ocurrió y saben que no intentar detener la ceguera japonesa a tiempo provocará millones de muertes de sus compatriotas…
Así empieza pues esta historia, que como ya he dicho antes es bastante manida (lo del viaje en el tiempo y las dudas sobre si inmiscuirse o no en la historia lo hemos visto/leído en infinidad de ocasiones), pero que resulta muy trepidante en manos de un maestro como Kawaguchi, que no se corta a la hora de incluir temática patriótica japonesa en su obra. Este es un terreno muy resbaladizo, ya que cualquier historia que hable de la II Guerra Mundial, según como se enfoque, puede llegar a ser considerada “de extrema derecha” por el público y por lo tanto perder inmediatamente el apoyo de los lectores e incluso ganarse su desprecio. Pero no, Kawaguchi consigue esquivar (a veces por los pelos) la temática más radical del “gran Japón” y realiza una historia muy bien hilvanada que no se emborracha (en demasía) en discursitos de exaltación de la raza japonesa.
Debido a su calidad y al apoyo del público y la crítica, Jipang consiguió un premio Kôdansha y además se ha adaptado a un anime de 26 episodios (que adapta solamente una parte del manga). El dibujo de Zipang es mucho más claro y estilizado que en The Silent Service, se nota una evolución muy positiva en el estilo de Kawaguchi que acerca el dibujo (sobre todo de los barcos y aviones, tanto modernos como antiguos) a cotas de belleza y realismo dignas de Naoki Urasawa.
En su momento yo me leí más o menos hasta el tomo 5 y la verdad es que la historia me encantó y siempre he querido seguir leyéndola. Kawaguchi la lleva muy bien y sabe cómo sorprender al lector y mantenerle en vilo. Igual cuando se termine me agencio un día la serie completa y me la ventilo toda seguida, ya veremos.
El caso es que ocho años después de su inicio sigue publicándose en las páginas de la revista Morning y lleva ya la friolera de 36 tomos… Como ya dije en la reseña de The Silent Service, Kawaguchi será muy bueno, pero sus historias más conocidas y exitosas son tan largas que francamente hay que tener narices para arriesgarse a traerlas a nuestro país. Los franceses, sin embargo, parecen más atrevidos en este sentido (también tienen un mercado del manga infinitamente mayor) y la editorial Kana ha publicado ya los 15 primeros tomos. En fin, ¿quién sabe? A ver si algún día podemos leerla en castellano, ¿no? ¡La esperanza es lo último que se pierde!

Chinmoku no kantai (The Silent Service)

Wednesday, October 15th, 2008
  • Título: 沈黙の艦隊 -Chinmoku no kantai- (La flota silenciosa; The Silent Service)
  • Autor: Kaiji Kawaguchi
  • Editorial: Kôdansha
  • Revista: Morning
  • Años publicación: 1988-96
  • Clasificación: seinen, bélico
  • Tomos: 32

Este octubre estoy siendo muy poco prolífico con el blog, y no precisamente porque no lea manga (tengo un buen montón de mangas por reseñar), sino porque estoy muy liado con otro proyecto personal que me está robando más tiempo del que pensaba (pero me lo estoy pasando en grande con él) y además octubre es el mes del Festival de Sitges (este año solo pude ir a ver dos pelis, ¡pero vaya dos! 20th Century Boys y Ponyo, las dos muy buenas, en especial la segunda, ¡qué maravilla!), el Salón del Manga… ¡Y menos mal que a mí no me toca ir ni al Mipcom ni a Frankfurt, que si no…!
En fin, como prometí en mi anterior post, voy a comentar algunas de las obras de Kaiji Kawaguchi, uno de los autores invitados a este Salón del Manga 08. En esta ocasión le toca a Chinmoku no kantai (The Silent Service), todo un clásico moderno y un ejemplo de lo que da de sí el manga bélico “mainstream” (no, Motofumi Kobayashi no es “mainstream” XD).
The Silent Service es una historia de submarinos de las que a Kawaguchi le encantaban de pequeño y que siempre quiso hacer. Y la apuesta le salió bien, ya que este manga se publicó durante ocho años (aunque narra solamente los acontecimientos de dos meses), recopiló 32 tomos, recibió el 14º Premio Kôdansha y consiguió montar tal polémica que incluso se discutió sobre él en el Parlamento japonés.
Todo empieza con la construcción en secreto del Sea Bat, el primer submarino nuclear japonés. Fue construido en secreto primero porque el público japonés, lógicamente, no tiene muchos buenos recuerdos ni tampoco mucho cariño por el adjetivo “nuclear”, y segundo porque años atrás ya hubo un intento fallido de introducir submarinos nucleares en las Fuerzas de Autodefensa de Japón que casi acabó en desastre.

Kaieda, sus hombres, el submarino y los americanos

Así, la historia arranca con el aparente accidente que sufre el submarino “Yamanami” capitaneado por el comandante Kaieda. Según la versión oficial de los hechos, el Yamanami ha chocado contra un submarino nuclear soviético y se ha hundido irremediablemente, con lo que toda su tripulación ha fallecido. Lógicamente, la rabia y el pánico se apodera de la población ante la amenaza soviética, pero justamente eso era lo que deseaban tanto el gobierno japonés como el americano. La realidad es que todo es un montaje para permitir que Kaieda (ahora nombrado “póstumamente” subalmirante) y su tripulación cojan el timón del nuevo submarino Sea Bat.
El plan consiste en colocar al Sea Bat al mando de la 7º Flota de los EE.UU., pero al ser un submarino realizado con fondos y tecnología japoneses y en Japón, lógicamente la tripulación debe ser nipona y debe pertenecer a las Fuerzas de Autodefensa del país.
En estas, un eterno rival-amigo de Kaieda que le conoce muy bien, el comandante Fukamachi del submarino diésel “Tatsunami”, no se traga la historia del hundimiento del submarino de Kaieda y empieza a investigar… Hasta que descubre la verdad.
La historia sigue avanzando hasta el punto de que el Sea Bat queda al mando de Kaieda y sale a hacer un trayecto de pruebas. ¡Pero a Kaieda se le cruzan los cables y se escapa con el Sea Bat! A partir de este momento, el manga entra en una espiral de persecuciones y estrategias de los americanos (y también los japoneses y los soviéticos) contra el submarino nuclear japonés y la manera como Kaieda les esquiva y les machaca de lo lindo. En medio de todo esto, el subalmirante decide cambiarle el nombre al submarino y le pone “Yamato“, un nombre más japonés imposible.
Y más o menos aquí termina el primer tomo. Luego la cosa se lía mucho más, ya que a Kaieda se le ocurre la idea de declarar al Yamato “nación independiente” y surge la posibilidad de que el buque esté cargado con cabezas nucleares. En fin, el pollo que se monta ya os lo podéis imaginar.
En esta obra, al menos en sus primeros tomos, el dibujo de Kawaguchi es más bien normalillo, pero va evolucionando considerablemente. Ya veréis cuando ponga el post de Zipang, uno de sus manga más recientes, cómo domina actualmente los lápices y lo bien que dibuja los buques de guerra, los uniformes, las expresiones, etcétera. Y como narrador la verdad es que lleva las historias muy bien. Sin duda, Kaiji Kawaguchi podría ser considerado el Tom Clancy del manga.