El blog de Marc Bernabé

Museo de Arte Machiko Hasegawa

Saturday, May 23rd, 2009
  • Nombre del museo: Museo de Arte Machiko Hasegawa
  • Dirección: Sakura-Shinmachi 1-30-6 Setagaya, Tokio (Google Maps)
  • Cómo ir: A 10 minutos a pie de la estación Sakura-Shinmachi (línea Den’en Toshi de Tōkyū)
  • Precio: 600 yenes adultos / 500 estudiantes / 400 niños
  • Horario: De 10.00 a 17.30. Cerrado los lunes no festivos y la época de fin e inicio de año
El exterior del museo

He tardado bastante, pero en conjunción con la “Semana Machiko Hasegawa” ha llegado la hora de seguir con la serie de artículos relacionados con museos o sitios relacionados con el manga en Japón. Pese a que siempre he centrado el peso del blog en las reseñas puras y duras, hasta ahora había estado escribiendo algunos artículos accesorios, como la serie Adivina qué mangaka es o los artículos de Opinión, amén de algunos artículos sobre paseos, ferias o algún que otro museo. Ahora aprovecho para ordenar un poco el blog y crear dos nuevas etiquetas, Museos y lugares y Festivales y ferias, que sustituyen a las etiquetas paseos y traveling.

El tiquet de la entrada (izquierda) y unos tampones conmemorativos que estampé (derecha)
  • En Museos y lugares, pues, se agrupan visitas a museos relacionados con el manga, así como a lugares emblemáticos o históricos. Hasta ahora tenemos el Jackson Hole (de Nana), la nueva tienda de Mandarake en Akihabara, el Tour de editoriales de manga, la Makoto-chan House y los apartamentos Tokiwa-sō, el Museo Internacional del Manga de Kioto y el Museo de Shōtarō Ishinomori.
  • En Festivales y ferias, una sección más reciente, agrupo las visitas a eventos relacionados con el manga, principalmente en Japón. Hasta ahora tengo la Jump Festa 2009, el Comiket 75 y Tokyo Anime Fair 2009.

Así pues, como ya sugerí en el artículo del Museo de Shōtarō Ishinomori, a partir de ahora pienso ir ampliando esta sección con otros museos o lugares que he ido visitando o que visitaré. Para empezar, un pequeño lugar bastante curioso, el Museo de arte Machiko Hasegawa.
Ya hablé bastante sobre este sitio y sobre Machiko Hasegawa en la reseña Sazae-san uchiakebanashi y en Adivina qué mangaka es (XIV), así que no me extenderé mucho sobre quién fue esta autora ni sobre su importancia en el mundo del manga. (Re)leed los dos posts para más información. Aunque no fue el primer museo dedicado a un autor de manga que abrió en Japón (ese honor lo tiene el Manga Kaikan dedicado a Rakuten Kitazawa, que abrió en 1966), he elegido este museo en particular para empezar la serie por la importancia de su autora y sus obras en el marco del manga contemporáneo. Aunque no es estrictamente un museo dedicado a la vida y obra de la autora, sino algo bastante peculiar…
El Museo de arte Machiko Hasegawa está situado al término de una calle comercial en el barrio de Sakura-Shinmachi llamada “calle Sazae-san”, muy cerca de donde Hasegawa vivió gran parte de su vida. La estación de tren más cercana es Sakura-Shinmachi, en la línea Tōkyū Den’en Toshi, a solo 9 minutos de Shibuya. Desde la estación se tarda menos de 10 minutos a pie en llegar al museo, un pequeño edificio de obra vista. El trayecto a pie es bastante entretenido debido a que la calle comercial que conduce al museo tiene bastantes detalles relacionados con la obra de Hasegawa, sobre todo Sazae-san e Ijiwaru baasan, desde banderolas en las farolas hasta azulejos en los pilones, pasando por escaparates decorados con motivos de los personajes.

Algunos detalles de la “calle Sazae-san”. Banderola, pilón y caja eléctrica decorados

¿Y qué podría esperar uno al entrar en un museo dedicado a la memoria de una famosísima dibujante de manga después de apoquinar los 600 yenes de la entrada? Pues exposiciones sobre sus obras, páginas originales, un recorrido por la vida de la autora, objetos personales suyos y cosas así, ¿verdad? Pues no, este museo es muy diferente, puesto que el museo está dedicado a la exposición y conservación de obras pictóricas y esculturas de estilos dispares… No realizados por la autora, sino por reputados pintores, sobre todo japoneses.
Cuenta la mismísima Hasegawa en el panfleto del museo, en forma de manga, que cuando a su hermana y a ella empezaron a irles muy bien las cosas, dieron rienda suelta a una de sus grandes aficiones: la compra de obras de arte (otra de sus aficiones era viajar). Así, se dedicaban a recorrer galerías de arte y exposiciones especiales en grandes almacenes en busca de pinturas que les gustaran. Su único criterio era este: que les gustara la obra.

Fotos del interior del museo. Las he “chorizado” de la web oficial del museo porque en esa parte estaba prohibido hacer fotos.

Así, con el tiempo fueron obteniendo una considerable colección (bastante ecléctica, huelga decirlo). Un día, invitaron a su casa a otro coleccionista de cuadros, que las felicitó por la calidad de las obras que tenían pero que también les dijo que “lo triste de todo esto es que solo su familia puede disfrutar de ellas”. Al abrir los ojos ante la realidad, las dos hermanas Hasegawa decidieron que harían un museo en el que exponer al público todas sus obras para que no solo ellas, sino también todo el mundo con cierta inquietud artística, pudieran disfrutarlas. Así, el Museo de Arte Hasegawa abrió sus puertas en 1985 (en 1992, tras la muerte de Machiko aquel mismo año, su nombre cambió a Museo de Arte Machiko Hasegawa).
No sé si se abrió antes o después de la muerte de Machiko, pero la única referencia a las obras manga y a la propia Machiko como mangaka que hay en el museo es una pequeña sala anexa. En ella, pues lo típico y esperable en un lugar como este. A saber: cronología de la vida de la autora, curiosidades sobre sus aficiones, manera de ser, etcétera, páginas originales de algunas de sus obras, ediciones originales antiguas, una tele en la que se pasan episodios memorables de Sazae-san relacionados con la época del año en la que se visite el museo y cosas así. También en este caso había una maqueta de la casa de la familia de Sazae.

Una muestra de la parte dedicada a la Hasegawa mangaka
La maqueta de la casa de Sazae y su familia

Pero no os voy a engañar: la visita decepciona bastante. El museo tiene obras de arte bastante bonitas y si os interesa el arte pictórico, entonces puede ser una buena visita, pero si pensáis en visitar el museo exclusivamente para conocer mejor la obra manga de Machiko Hasegawa, os llevaréis una decepción. La sala dedicada al manga es pequeña y decorada con poca gracia en comparación con el resto del edificio y francamente parece un añadido hecho a regañadientes por “presión popular”. Imagino que las Hasegawa no querían que se relacionara su museo con el manga, sino que querían que fuera considerado un museo de arte puro y duro, Pero los visitantes querían más y querían ver páginas originales de Sazae-san y objetos conmemorativos. Bueno, es la sensación que da, no sé si fue así realmente o no.

Originales de Sazae-san. Ojo a la curiosidad: hacía cada viñeta por separado y luego las pegaba en los cuadros de cuatro viñetas.

Finalmente, destacar la tienda del museo, en la que, aquí sí, se pueden adquirir libros y objetos relacionados con las obras manga de Hasegawa. Algunos de los objetos solo se pueden adquirir en el museo, lo que aumenta su “cotización” entre los fans de Sazae-san e Ijiwaru baasan, unos fans que básicamente andan entre los 50 y los 70 años de edad.

Otra foto de la sección dedicada a la propia Hasegawa, esta vez sobre sus aficiones.

¿Qué os ha parecido esta primera visita? Para el segundo artículo de la serie (sin contar los que ya había escrito antes) os puedo dar a elegir. Tengo “comentables” hasta ahora el Museo de Rakuten Kitazawa (el decano de todos los museos de manga), el Museo Osamu Tezuka, el pueblo de Gōshō Aoyama (autor de Detective Conan y Yaiba) tal como estaba en 2003 –me consta que ahora ha cambiado-, el pueblo de Sakai-Minato y el Museo Shigeru Mizuki, la Kitarō Jaya también de Shigeru Mizuki, el Museo de Animación de Suginami, el Museo de Fujio Akatsuka, el Museo Bandai / Museo Gundam antes de que cerrara (¡con lo chulo que era!), el Museo Ghibli (of course, casi me lo dejo), la Sala Memorial Suihō Tagawa (autor de Norakuro) y el templo (budista) del manga en Kawasaki. En todos estos sitios he estado. Y me faltan varios aún, pero normalmente quedan muy en provincias y es complicado que pueda visitarlos.
En fin, ¿cuál comento en el segundo artículo?

Ijiwaru baasan (La abuela tocanarices)

Friday, May 22nd, 2009
  • Título: いじわるばあさん –Ijiwaru baasan– (La abuela tocanarices)
  • Autor: Machiko Hasegawa
  • Editorial: Shimai-sha
  • Revista: Periódico Sunday Mainichi
  • Años publicación: 1966-71
  • Clasificación: humor, costumbrista
  • Tomos: 6
Ijiwaru baasan (La abuela tocanarices) es la segunda obra más emblemática de Machiko Hasegawa después de la icónica Sazae-san. Solo se publicó durante cinco años y solo los domingos, en la edición dominical del periódico Mainichi, por lo que su recopilación original se realizó en seis tomos de unas 100 páginas (existe una edición en formato bolsillo con cuatro tomos). Actualmente ambas ediciones se encuentran descatalogadas, pero no creo que tarden en reeditar la serie en estos u otros formatos (un tomo de 600 páginas con la obra completa sería fantástico, por ejemplo).
A pesar de su relativamente corta duración, esta serie ha conseguido hacerse con un lugar en el corazón de los japoneses, y ha sido convertida varias veces en serie de imagen real y anime. ¿Y de qué va? Pues son tiras de cuatro viñetas protagonizadas por una abuela con muy mala baba. Y es que la señora Ishi Ijiwaru, pese a su avanzada edad, tiene un gusto por tocar las narices ajenas al que resulta difícil… ¡Resistirse! Y es que los chistes son divertidísimos.
Seguro que todos conocéis alguna vieja de vuestro pueblo o vecindario que está amargada y se dedica a tocar las narices o a despotricar de los demás. Pues en Japón, y supongo que en todo el mundo, también existen las viejas amargadas. Ijiwaru baasan nos cuenta las peripecias de una de ellas, que básicamente se dedica a tocar las narices al personal en plan Daniel el travieso versión sénior. Los chistes son divertidísimos y con muy mala leche, aunque es justo decir que todos ellos tienen un humor bastante blanco. Y es que da la sensación de que Hasegawa estaba un poco cansada de tanta “buena persona” y tanta moralina en sus obras y quiso buscar un revulsivo. ¡Y vaya si lo encontró! XD

Viñeta 1: Amarás a tus enemigos, ¿de acuerdo? / Sí.
Viñeta 2: ¡Ya sé! Haré las paces con Oyae.
Viñeta 3: Ahí está.
Viñeta 4: ¡Oyaeee! ¡Oyaeeee! / Cartel: Casa de empeños


Sin embargo, el mérito de la serie no es solo presentar las gamberradas de la vieja Ishi sin más, y es que hay veces en las que la tira sorprende al lector con escenas en las que a la abuela le sale el tiro por la culata, o la vemos triste porque todo el mundo la evita o le echa las culpas (incluso cuando no tiene la culpa de algo), o hace alguna buena acción (generalmente por error, pero a veces incluso de buen grado). Por otro lado, Ishi adora a los animales, especialmente a los gatos, o sea que tiene una faceta buena también.
Al contrario que Sazae-san, Ijiwaru baasan me parece una obra perfectamente exportable ya que el humor que protagoniza es muy universal y no se basa en hechos concretos de un momento histórico ni nada. Es simple humor sin complicaciones. Otra cosa, claro, es que los herederos de Machiko Hasegawa den su consentimiento para publicarla fuera de Japón, que por lo que se puede deducir de lo celosos que parecen ser que probablemente es complicado…
En definitiva, estamos ante una serie muy divertida y familiar de humor blanco que, si hubiese sido americana y no japonesa, ahora tendría una edición estupenda en España al igual que la tienen tiras de periódico americanas como Peanuts, Popeye, Garfield, Rip Kirby, Terry y los piratas, Flash Gordon o tantas otras. Y es que aunque parezca que el manga se esté comiendo el mundo del cómic, aún hay muchísima poca cultura sobre los verdaderos clásicos japoneses en Occidente. Cabe decir, sin embargo, que al menos un volumen de esta serie fue publicado en la colección de manga en versión bilingüe (texto en bocadillos en inglés, al margen en japonés) de Kōdansha International en el año 2001, con el título de Granny Mischief, por lo que el dique no está seco del todo.

Sazae-san

Wednesday, May 20th, 2009
  • Título: サザエさん –Sazae-san–
  • Autor: Machiko Hasegawa
  • Editorial: Shimaisha
  • Revista: Periódicos Fukunichi y Asahi, entre otras publicaciones
  • Años publicación: 1946-74
  • Clasificación: costumbrista, tiras de periódico
  • Tomos: 68

¡Seguimos con la “Semana Machiko Hasegawa”! Ya en el post sobre Sazae-san uchiakebanashi hablé bastante sobre Sazae-san, LA serie japonesa de tiras de periódico por antonomasia, por lo que igual repito algunas ideas aquí.
Machiko Hasegawa, natural de Fukuoka, en la sureña isla de Kyūshū, empezó a dibujar una serie de historietas de cuatro viñetas para el periódico local Fukunichi en 1946, cuando tenía 26 años. En aquella época, era muy infrecuente que hubiera mujeres que se dedicaran al cómic, y de hecho seguiría siéndolo durante al menos una década más, si no dos, lo que convierte a Hasegawa en la gran pionera de las dibujantes de manga.
La serie Sazae-san se centraba en historietas humorísticas protagonizadas por Sazae, un ama de casa bastante pizpireta y espabilada, aunque por otro lado lo cierto es que Sazae, dentro de todo, era una mujer bastante normal y tenía muchísimo en común con la mujer media de la época (mejor dicho, de las épocas, en plural, ya que el personaje evolucionó junto con la sociedad), y lo mismo se puede decir de su familia. Dicho de otro modo, todo el mundo, hombres y mujeres, podía identificarse con ella.

Tira de 1946. Sazae a estudiantes: Eh, chicos, no podéis apoyaros en el escalón. / Cartel: A la estación. / Sazae: ¡Que uno no se puede apoyar en el escalón! (y resulta ser el revisor, que tiene un uniforme muy parecido al de los estudiantes).

Aunque el área donde se desarrolla Sazae-san empieza siendo la ciudad de Fukuoka, de donde era la autora, cuando esta última se mudó a Tokio, en 1949, Sazae se mudó con ella a la capital. Previamente, en el último capítulo publicado en Fukuoka, Sazae se había casado con el que le acompañaría desde entonces hasta el final de sus aventuras, el bueno de Masuo. Así, Sazae pasó de ser conocida por el apellido Isono a adoptar el apellido de su marido, Fuguda (aunque el apellido Isono seguiría muy vigente en la serie por sus hermanos pequeños Katsuo y Wakame y sus padres Namihei y Fune), e incluso tuvo un hijo, Tarao (huelgan comentarios sobre el nombrecito XD). Por cierto, todos estos nombres tienen que ver con cosas del mar: Sazae es una especie de caracola marina muy grande, Fugu (de Fuguda) es “pez globo”, Isono sería “campo de arrecifes”, Katsuo es “bonito” (el pez), Wakame es un tipo de alga comestible, Namihei sería “olas”, Fune “barco” y Tarao viene de “bacalao”.
En fin… Casualidades de la vida, en casa tengo, cómo no, el número 1 de la serie y, por fortuna, uno de los últimos, el 65, ambos de la edición original de la editorial Shimaisha (empresa “Las hermanas”). Para confeccionar esta reseña he decidido leerlos los dos, y me alegro muchísimo de haberlo hecho, puesto que he podido ampliar mucho mis miras respecto a la serie. Por cierto, la Shimaisha fue la empresa fundada por Machiko Hasegawa junto a su hermana Mariko, que hacía las veces de mánager de Machiko (que, por cierto, nunca se casó ni formó familia).
Para empezar, desde el punto de vista de un occidental, las historias de Sazae-san son generalmente… muy japonesas. Se centran mucho en festividades, maneras de actuar o comportarse, dichos, juegos de palabras, etcétera. Por otro lado, desde el punto de vista del siglo XXI, se puede decir que es una serie extremadamente centrada en su tiempo (no es de extrañar, ya que se publicaba en un periódico a diario). Es decir, aparecen chistes relacionados con sucesos muy concretos de su tiempo, sucesos muy de la vida diaria, como por ejemplo el aumento de 30 a 40 yenes del precio de los autobuses en 1972 y cosas así… Es decir, incluso a mí, que me considero bastante conocedor de la historia japonesa desde la posguerra, se me han escapado muchos chistes por falta de contexto y en muchas tiras me he quedado con un gran interrogante en la cabeza.

Tira de 1972. Sazae: ¡Señora, ¿cómo puede permitir que ese gamberro cochino se le cuele?! / Señora: ¡Es mi hijo! ¡¡Había ido a por tabaco!!

Cabe decir, sin embargo, que estoy hablando de la edición original de la Shimaisha, que viene “pelada”, con las tiras y punto, en tomos de unas 100 páginas. Sin artículos ni nada. Por no tener, el primer tomo ni siquiera tiene una mención sobre las fechas de publicación original de las tiras (por suerte, el tomo 65 sí la tiene). Sin embargo, por lo que he podido ver, la edición actualmente disponible de mano de la editorial del periódico Asahi (de 45 tomos en formato bolsillo) contiene artículos explicativos que complementan a la obra y la hacen más entendible. ¡Menos mal! También existe una edición bilingüe inglés-japonés editada por Kōdansha en los años 90 con el título The wonderful world of Sazae-san (de 15 tomos, aunque por supuesto no incluye todas las tiras), que imagino que también tiene muchos artículos de este tipo… O bien ha sido editada a lo bestia para omitir las tiras más “oscuras” y poner solo las más neutras y entendibles, que seguramente es lo que hicieron.
Al leer dos tomos cuyas historietas fueron realizadas con más de 20 años de diferencia he podido ver muy claramente la evolución del estilo de dibujo de la autora (más tosco al principio y mucho más fino hacia el final), así como el cambio tremendo en la actitud de Sazae respecto a su entorno. Esto se puede comprobar perfectamente en las dos tiras de ejemplo que pongo, una del tomo 1 (1946) y la otra del tomo 65 (1972). En el primer tomo, la familia de Sazae se escandaliza cuando ven que la chica prefiere vestirse a lo occidental en vez de llevar kimono, mientras el propio personaje hace picaresca en los mercados negros y con los cupones de racionamiento, interacciona tímidamente con algún que otro soldado americano del ejército de ocupación, etcétera. Sin embargo, a principios de los años 70, Sazae se queja de la inflación, viste totalmente de estilo occidental, está en contra de la guerra de Vietnam, interacciona con los hippies y en general vive de forma muy distinta a como vivía en sus inicios. Francamente interesante la evolución del personaje junto a la propia sociedad japonesa.
Como ya sabéis, Sazae-san tiene anime, un anime que este octubre de 2009 celebra su 40º aniversario (¡desde 1969!) de emisión ininterrumpida los domingos por la tarde y que además siempre, absolutamente siempre, se corona en el primer puesto de los programas de anime más vistos de la semana. Increíble, ¿verdad?

Machiko Hasegawa

Monday, May 18th, 2009
Este post está escrito bajo el antiguo formato de “Adivina qué mangaka es”, en el que se presentaba una foto antigua del mangaka y el lector debía adivinar de quién se trata. Ahora el formato ha cambiado, pero dejo la redacción del artículo tal cual.
He aquí la decimocuarta entrega de la sección “Adivina qué mangaka es”. Esta vez yo creo que va a ser muy sencillo adivinar de qué mangaka estoy hablando, puesto que no hay muchas mujeres que puedan aparecer en esta sección en una foto que es obvio que tiene muchos años. Al poco que sepas un poco de la historia del manga, sabrás quién es esta autora:

¿Lo sabes? Si no, no tienes más que hacer clic en el link de “Leer el post entero” de aquí debajo y lo sabrás enseguida…

Time machine: unos 30 años más tarde…

La mujer mangaka más influyente y exitosa de todos los tiempos… Y una de las primeras que hubo.

Como ya habrás adivinado, se trata de Machiko Hasegawa (1920-1992), la autora de la famosísima Sazae-san. Ya hablé bastante sobre ella y su obra en general en este post, así que te remito a él por si quieres saber más de esta autora.
No tengo ninguna fecha exacta de las fotos que presento aquí, pero imagino que la primera sería tomada sobre finales de los años 40, cuando Hasegawa tendría un poco menos de 30 años y ya estaba dibujando Sazae-san (empezó en 1946). Las dos fotos del segundo montaje serían tomadas sobre finales de los años 70 (en concreto, la de la derecha la saqué de un libro publicado en 1982, por lo que imagino que la foto será de esa época, aunque aparece bastante joven para tener unos 50 años, ¿no? No sé, puede ser, aunque también puede ser que las dos fotos sean anteriores, especialmente la de la izquierda. La última foto (aquí debajo) es claramente del final de su vida. Sabiendo que falleció en 1992, es de suponer que la foto es de alrededores de 1990, cuando Hasegawa rondaba los 70 años.


Aprovechando la oportunidad que me brinda Machiko Hasegawa, nombro oficialmente esta semana la “Semana Machiko Hasegawa” en este blog, por lo que comentaré dos de sus obras más famosas, Sazae-san e Ijiwaru baasan, y además también recuperaré la vieja idea de hacer posts sobre museos o lugares relacionados con el manga y hablaré del Museo de Arte Machiko Hasegawa. ¡No cambiéis de canal!

Sazae-san uchiakebanashi / Nitamono ikka (Confesiones sobre Sazae-san / De tal palo, tal astilla)

Monday, July 14th, 2008
  • Título: サザエさんうちあけ話・似たもの一家 –Sazae-san uchiakebanashi / Nitamono ikka– (Confesiones sobre Sazae-san / De tal palo, tal astilla)
  • Autor: Machiko Hasegawa
  • Editorial: Asahi Shinbun-sha
  • Revista: Periódico Asahi Shinbun
  • Años publicación: 1978 (Sazae) y 1949 (Nitamono)
  • Clasificación: costumbrista
  • Tomos: 1


Este tomo lo adquirí como recuerdo de mi visita al Museo de arte de Machiko Hasegawa el año pasado, en Tokio. ¿El museo de quién? Buena pregunta. El nombre de Machiko Hasegawa (1920-92) es uno de los más prominentes en la historia del manga. De hecho, rompe el propio marco del manga y va más allá: es uno de los nombres más famosos de la posguerra japonesa y uno de los personajes más influyentes en la sociedad japonesa moderna. No sé muy bien si a Hasegawa se la puede considerar mangaka en el sentido más habitual de la palabra, puesto que su obra estuvo siempre centrada en las tiras humorísticas en periódicos, así que no es una autora “típica”, de las que publica en revistas de manga. Por lo tanto, está situada un poco entre lo que sería el manga, lo que sería la caricatura y lo que sería el “periodismo costumbrista inocente”.
Machiko Hasegawa, mujer modesta por naturaleza, empezó a hacer sus pinitos dibujando historietas y en 1946 empezó a dibujar unas tiras diarias de periódico tituladas Sazae-san. En 1949, la serie Sazae-san pasaría a las páginas del periódico nacional Asahi Shinbun y no las abandonaría hasta 1974, cuando la autora quiso, por decisión propia, terminar la serie. Sazae-san se convirtió en un icono de la cultura popular japonesa y a menudo se la menciona como un verdadero documento de la posguerra japonesa y su posterior “milagro económico”. Así, en las primeras tiras, Sazae tiene que sufrir para conseguir cupones de racionamiento y recurrir a la picaresca para superar la miseria y la carestía de comida y mercancías, mientras que con el paso del tiempo se casa, tiene un hijo y se enfrasca en conseguir las “tres joyas de la corona” (televisor en blanco y negro, lavadora y nevera). En definitiva, va evolucionando junto a la propia sociedad japonesa.
Sazae-san es uno de los manga más queridos por los japoneses, si no el que más. La popularidad de esta serie se pone de manifiesto sobre todo en su serie animada, en antena desde el año 1969 (y sigue en antena), récord absoluto de longevidad para una serie animada, y encima siempre se coloca como líder absoluto de audiencia cuando se emite, semana tras semana, los domingos por la tarde. Como anécdota personal, cuando le digo a algún japonés o japonesa de cuarenta o cincuenta años para arriba que me dedico a traducir manga y anime, hay muchos números de que una de las primeras preguntas que me haga sea “¿Y Sazae-san no la vas a traducir?” Lógicamente, ellos no se dan cuenta de que este anime es tan y tan costumbrista y “soso” para el gusto occidental que ninguna distribuidora se atrevería a comprar sus derechos, y tampoco ninguna televisión se atrevería a emitirlo por temor a un descalabro importante en las audiencias.
Cuando fui al Museo de arte de Machiko Hasegawa me esperaba encontrar un museo dedicado sobre todo a su obra, especialmente enfocado a Sazae-san, pero cuál fue mi sorpresa al encontrar un museo pequeñito pero muy acogedor en el que se mostraban obras pictóricas de artistas europeos y japoneses. La única mención a Hasegawa como artista de manga se podía encontrar en una pequeña sala adyacente donde se podían ver algunos de sus originales y algunas de sus herramientas, así como un breve recuento de su vida. Machiko Hasegawa y su hermana mayor eran grandes aficionadas al arte y también viajaron bastante al extranjero; una de las cosas que más les gustaban era invertir parte de los pingües beneficios obtenidos con Sazae-san en la adquisición de obras pictóricas que les gustaran. Con el objetivo de conservar apropiadamente estas obras y también para que no se quedaran en su casa y todo el mundo pudiera disfrutarlas, decidieron abrir este museo en Sakura-Shinmachi (Tokio) en 1985, que perdura hasta nuestros días.

Páginas de muestra del libro, en las que se pueden ver las peculiares técnicas narrativas (a la derecha) y las viñetas con denso texto escrito de puño y letra de Hasegawa

Pese al chasco que me di al entrar en un museo normal y corriente con pinturas normales y corrientes (algunas de ellas muy bonitas, cierto, pero no era eso lo que había ido a ver), la pequeña exposición sobre la Machiko Hasegawa mangaka me gustó bastante. Unos paneles que había en la pared en los que la propia Hasegawa contaba su vida usando una curiosa técnica de combinación de dibujo y texto me llamaron la atención. Observé bien y me fijé que debajo ponía “extraído del libro Sazae-san uchiakebanashi“, con lo que se podía deducir que existía un libro con una autobiografía de Machiko Hasegawa. Poco después, en la minúscula tienda de recuerdos del museo, localicé y compré el libro, una edición moderna en formato bolsillo que además incluye las tiras de la serie Nitamono ikka (Una familia en la que todos sus miembros se parecen o, dicho de forma más castiza, De tal palo tal astilla), publicada originalmente en 1949.
Hasta hace muy poco no tuve ocasión de leer este libro: me echaba para atrás su reducido tamaño en contraposición a la enorme cantidad de texto que contiene (y que, al reducir las planchas para adaptarlas al tamaño pequeño del libro, cuesta horrores leer). Pero como cuando viajo tengo mucho tiempo del que habitualmente no dispongo y que un libro de bolsillo es ideal para leerlo en un avión, un tren, o donde sea, decidí que esta sería mi lectura durante mi más reciente viaje. Y la verdad es que me gustó mucho. No sé, quizás debido a mi vocación como investigador del manga, o quizás debido a que la era Shôwa (1926-1989) en general me atrae mucho, me gustan las biografías en manga de autores de manga. Ya disfruté con la biografía de Osamu Tezuka, con Nonnonbaa to ore y ahora con este libro. Hasegawa nos cuenta aquí su vida; sus primeros pinitos como ayudante del gran Suihô Tagawa (autor de Norakuro); las vicisitudes y dramas de la guerra; sus inicios como dibujante de manga; el establecimiento de su empresa Shimaisha (Empresa “Las hermanas”) junto con sus hermanas; sus viajes; su familia; la figura de su enérgica madre, etc.
Las técnicas que Hasegawa utiliza en este libro son curiosas: en ocasiones, presenta una ilustración en color que ocupa media página y escribe el texto en la restante media página, en ocasiones recurre a texto con dibujos intercalados (una técnica curiosa y que resulta intraducible por el uso en dibujo de expresiones propias de la lengua japonesa -ver muestra más arriba-) y a veces recurre a viñetas normales y corrientes con mucho texto de narrador y algunos bocadillos. En general, es una obra que, pese a sus 130 páginas, se hace muy laboriosa de leer por la gran densidad de texto (escrito a mano, por cierto) que contiene. A pesar de todo, a mí me dejó muy buen sabor de boca porque aprendí mucho del modesto y dicharachero carácter de Machiko Hasegawa, así como de la figura francamente curiosa de su madre (¡toda una temeraria matriarca!). Dudo mucho, sin embargo, que esta obra pueda interesar a nadie en Occidente.
La segunda mitad del libro la ocupa la serie Nitamono ikka, que nos cuenta el día a día de una familia media bastante acomodada en plena posguerra. Algunos chistes son graciosos, pero en general el humor es muy suave e inocente. Algunas situaciones, francamente, se me escaparon porque estaban basadas en conceptos o sucesos de finales de los años 40 que desconozco, y por tanto, sin medios para investigar más en profundidad, es imposible descifrar dónde está el chiste. Nitamono ikka es un extra, una curiosidad para rellenar el libro y una ventana abierta a la obra de Machiko Hasegawa más allá de Sazae-san. Me pareció muy curioso y me alegro de haberla leído.