El blog de Marc Bernabé

Notari Matsutarō (Matsutarō el tranquilón)

Monday, February 20th, 2017
  • Título: のたり松太郎 –Notari Matsutarō– (Matsutarō el tranquilón)
  • Autor: Tetsuya Chiba
  • Editorial: Shōgakukan
  • Revista: Big Comics
  • Años publicación: 1973-1998
  • Clasificación: deportivo, costumbrista
  • Tomos: 36

Durante mi “hiatus” en el blog, como ya comenté, no he dejado de leer manga en ningún momento, solo que he variado un poco mis hábitos: en vez de ir picoteando de aquí y de allá, tomos 1 y a lo sumo 2, para ver por encima cómo es una obra, hacerme una idea sobre ella y comentarla aquí en el blog, me he dedicado a leer obras más largas, a ritmo más bien pausado (el que me permitía el escaso tiempo disponible) y disfrutándolas como obra entera en vez de como algo puntual. Y me ha gustado mucho la experiencia, la verdad. Lástima que el tiempo que tengo sea tan escaso y haya tantísimas obras que me interesan, porque si no lo haría más a menudo. Tengo que encontrar el equilibrio entre leer obras largas que realmente me apetezca leer enteras y picotear tomos 1 por pura curiosidad como parte de mi faceta de “estudioso” del manga. Pero no es fácil.

En todo caso, una de las obras que leí entera durante esta época es esta Notari Matsutarō. Hubo un tiempo en el que tuve un pequeño “boom particular” de Tetsuya Chiba (autor de Ashita no Joe entre otras obras), y me leí algunas de este autor, bastante menores (a ver si en algún momento las reseño) y esta la tomé con muchísimas ganas porque hacía muuucho tiempo que me llamaba la atención. No en vano es la obra más larga de este autor, ¡estuvo 25 años trabajando en ella nada menos!

La historia nos cuenta la trayectoria de un chico llamado Matsutarō Sakaguchi, criado con su madre y sus numerosos hermanos pequeños en una zona deprimida cerca de Fukuoka, en Kyūshū. Pese a su entorno paupérrimo, no estamos ante el típico protagonista esforzado y que se parte el lomo para ayudar a su madre y a sus hermanos, sino todo lo contrario: no da más que problemas. De gran envergadura y con una fuerza descomunal, aparte de no ser precisamente el más listo de la clase (de hecho ha repetido curso varias veces), la especialidad de Matsutarō es meterse en líos, a cuál más gordo, y a dar muchos dolores de cabeza a su madre.

Muy a regañadientes, en un momento dado Matsutarō se ve metido en el mundo del sumō, el deporte nacional de Japón. Uno de sus profesores del colegio ve un enorme potencial en él y trata de convencerlo para que se apunte como aprendiz en un “establo” de sumō de Tokio. La cosa no es fácil, porque Matsutarō es un cabezón impresionante, y esto de la vida del luchador de sumō, el levantarse pronto, entrenar duro y respetar la jerarquía, no va absolutamente nada con él. Matsutarō no para de meterse en problemas, y en meter en problemas a compañeros suyos que sí están motivadísimos para seguir el camino del sumō, como el bajito Kiyoshi Tanaka, extremadamente tímido y, a priori, con un cuerpo demasiado pequeño para esta exigente disciplina, mezcla de deporte y ritual tradicional ancestral.

Entrenamientos, torneos y vida diaria se suceden en este interesante manga.

En todo caso, la historia va avanzando poco a poco, con Matsutarō y Tanaka ascendiendo en los rankings del banzuke (la “tabla clasificatoria” de los luchadores de sumō), pero no va a ser un camino fácil. Porque Matsutarō es un auténtico desastre como luchador: tiene todo lo que necesita para llegar a ser un gran campeón yokozuna, o al menos llegar a los puestos más altos, pero es vago e irreverente. A no ser que tenga una motivación especial, Matsutarō no hará demasiado buen papel en los torneos. Y esa motivación viene dada básicamente por el dinero: nuestro protagonista se convierte en un especialista en imponerse –en ocasiones de manera poco ética– a auténticos titanes del banzuke, porque es en esos combates que más llaman la atención donde el premio económico para el ganador es más cuantioso, mientras que los combates más asequibles para él, ante rivales a priori menores, suele perderlos por puro desinterés. En todo caso, la predisposición al vicio de Matsutarō hace que todo lo que pueda ganar se lo reviente en alcohol, tabaco, apuestas y mujeres…

Estamos ante un manga que en ocasiones se vuelve un poco repetitivo, irritante incluso (porque sabes que, si se lo propusiera, Matsutarō podría llegar a realizar verdaderas hazañas, pero el tío es tan vago y pasa tanto de todo que nunca llega a hacerlo del todo), pero de nuevo tiene esa característica que a mí tanto me gusta de este tipo de obras: aprendes muchísimo leyendo, en este caso sobre el mundo del sumō, sus reglas, su jerarquía, el modo en el que viven los luchadores, los tipos de premios que hay, sus peinados, su comida y muchísimas cosas más. No puedo decir que ahora soy un experto en sumō, pero desde luego mis conocimientos sobre él han aumentado de forma exponencial. ¡Aprender leyendo manga mola!

Lo mejor

  • Historia adictiva con la que además aprendes mucho.
  • El dibujo me encanta, tiene ese punto añejo pero deliciosamente detallado de un gran maestro del manga como Tetsuya Chiba.
  • Si te interesa este manga, difícilmente accesible si no sabes japonés, es posible que puedas acceder a un anime de 23 episodios que se realizó en 2014 o incluso a los 5 OVA que se crearon entre 1990 y 1991.

Lo peor

  • Se puede hacer un poco repetitivo.
  • El personaje de Matsutarō irrita porque sabes que puede llegar a mucho más pero simplemente pasa de todo. Pero, visto desde otro punto de vista, también es un mérito de la obra, ya que en el manga este tipo de personajes son poco comunes: generalmente se centran en el esfuerzo y la victoria final a pesar de todas las vicisitudes, y el hecho de tener un personaje tan pasota resulta bastante innovador. En este caso, sí que es cierto que Matsutarō se apunta alguna victoria, y alguna de ellas muy emotiva, pero por ejemplo en todo el arco final del manga el tío sigue en activo pese a tener ya 35 años (una edad en la que la mayoría de los luchadores hace tiempo que se han retirado) simplemente porque no tiene otra forma de ganarse la vida y ya le va bien ir tirando.
  • No se sabe si la historia está terminada porque Chiba nunca ha anunciado su final. Aunque es cierto que los últimos tomos ya son un spin-off que se centra básicamente en Tanaka y que difícilmente va a tener continuidad, aparte de que desde 1998 que no dibuja ningún capítulo nuevo.

Tetsuya Chiba

Tuesday, April 7th, 2009

Atención: este post está escrito bajo el antiguo formato de “Adivina qué mangaka es”, en el que se presentaba una foto antigua del mangaka y el lector debía adivinar de quién se trata. Ahora el formato ha cambiado, pero dejo la redacción del artículo tal cual.

Una entrega más de la mítica sección “Adivina qué mangaka es”. Últimamente ya no es tan fácil adivinar a los autores que pongo, ¿verdad? Normal, porque los autores más candentes del momento son generalmente muy jóvenes y los mangaka clásicos la verdad es que son casi completos desconocidos en nuestros lares. Pero bueno, no pasa nada, porque aunque no podáis adivinar quién es el de la foto de “juventud” ni lo reconozcáis tampoco en la foto “actual” no pasa nada. Eso sí, aprovechad para hacer culturilla manga y conocer más sobre los autores clásicos, que vale la pena. Veamos al invitado de hoy:

¿Lo sabes? Si no, no tienes más que hacer clic en el link de “Leer el post entero” de aquí debajo y lo sabrás enseguida…

Time machine: 41 años más tarde…

¡Loor al maestro!

Os presento a Tetsuya Chiba, uno de los más destacados autores del género “spokon” del mundo mundial. Su obra más famosa ya la comenté en su día en el blog. Estoy hablando de Ashita no Joe (dibujo de Chiba y guión de Kajiwara), manga y anime míticos donde los haya y que, junto a Kyojin no Hoshi (también guionizado por Kajiwara, aunque dibujado por otro autor), marcaron un brutal punto de inflexión en el manga shōnen. El manga actual no sería el que es si no hubiese existido Joe, “el campeón”.
Tetsuya Chiba nació en 1939 y, como tantos otros mangaka de su época, primero se dedicó al shōjo –en los albores del género allá en los años 50, casi todos los autores de manga para chicas eran hombres– para luego pasarse al shōnen y posteriormente al seinen. Además de Ashita no Joe (guionizada por Asao Takamori, A.K.A. Ikki Kajiwara), en su obra destacan Harris no Kaze (El vendaval del colegio Harris, de un gamberro en un colegio), Ore wa Teppei (Yo soy Teppei, también de un gamberrillo), Notari Matsutarō (Matsutarō el tranquilón, de sumo) y Ashita tenki ni naare (Que haga buen tiempo mañana, de golf).
La primera foto está sacada de la solapa de Harris no Kaze, de 1967, cuando Chiba tenía 28 años. La segunda es de 2008, cuando el sensei tenía ya 69 añitos.
Pues nada, me voy unos días de vacaciones de Semana Santa. ¡Ahí os quedáis, que yo estoy agotado y necesito unos días de desconexión! XD

Ashita no Joe (Joe del mañana)

Thursday, April 24th, 2008
  • Título: あしたのジョー –Ashita no Joe- (Joe del mañana)
  • Autor: Asao Takamori (guión) / Tetsuya Chiba (dibujo)
  • Editorial: Kôdansha
  • Revista: Shônen Magazine
  • Años publicación: 1968-1973
  • Clasificación: shônen, deportivo (spokon)
  • Tomos: 20

Mientras todavía duraba la serialización de Kyojin no Hoshi, al guionista Asaki Takamori le entró una especie de fiebre creativa y, entre los años 1966 y 1973, realizó con distintos seudónimos el guión de tres series que entrarían en la historia del manganime por la puerta grande. Primero, la propia Kyojin no Hoshi (1966-1971, firmando como “Ikki Kajiwara”), después Tiger Mask (1968-1971, también como “Ikki Kajiwara”) y finalmente Ashita no Joe (1968-1973, como “Asao Takamori”). Por supuesto, estas no fueron las únicas series que guionizó durante su carrera, truncada en 1987 a la prematura edad de 50 años, pero sí fueron de largo las más famosas.
Si Kyojin no Hoshi se convirtió en un fenómeno en el Japón de finales de los 60, Ashita no Joe (Joe del mañana) fue ya el no va más. Su popularidad fue tal que, por ejemplo, tras la muerte en el tomo 8 de Tooru Rikiishi, el carismático rival de Joe caído en el ring tras una épica batalla contra el protagonista, se celebró en las oficinas de la editorial Kôdansha el que de momento es el único funeral celebrado jamás para un personaje de manganime. Un funeral de verdad, se entiende, con sacerdote budista y toda la parafernalia asociada a los sepelios en Japón. Incluso también se dice que, en el primer caso de secuestro de un avión comercial en Japón, por parte del grupo terrorista del Ejército Rojo japonés, los secuestradores incluyeron en su comunicado reivindicativo la frase “Nosotros somos el Joe del mañana”.
Ashita no Joe narra la historia de Jô “Joe” Yabuki, un joven huérfano terriblemente conflictivo y antisocial que, un buen día, aparece por un pobrísimo barrio de chabolas de Tokio. Ahí, no tarda en meterse en una trifulca con el grupo local de gamberrillos, una pelea que presencia un viejo calvo y tuerto, con una prominente cicatriz en la cara y borracho hasta la médula, llamado Danpei Tange. Tange, ex boxeador que justo cuando estaba a punto de aspirar al título de campeón nacional se quedó tuerto en un combate y vio truncada su prometedora carrera, se prenda enseguida del joven Joe. En él, ve a un joven con madera para el boxeo, así que decide ponerle bajo su tutelaje y entrenarle. Pero Joe es más listo que el hambre, y el boxeo le importa un comino; por un lado, le dice a Tange que sí, que será su discípulo, pero a cambio deberá pagarle una cuota diaria para sus dietas. Así, Tange decide ponerse a trabajar en la construcción de carreteras durante la noche y gran parte del día, mientras en sus ratos libres entrena a Joe. Joe, por su parte, finge entrenar, pero en realidad, cuando Tange está fuera, se dedica a gastar el dinero que tanto le cuesta ganar a su tutor, jugándoselo al pachinko o bien inventándose timos para conseguir más dinero fácil.

Monumental paliza de Tange al rebelde Joe

Al final, Joe se inventa un timo tan grande que la policía no puede seguir pasando por alto sus fechorías, así que le detienen y le mandan a un reformatorio ante la desesperación de Tange, que ve como su sueño de convertir al salvaje Joe, tan propenso a meterse en peleas, en un boxeador legendario es cada vez más difícil. Pero no por ello abandonará, ya que decide mandarle a Joe una carta donde le explica algunos trucos del boxeo y le indica recomendaciones para entrenar. Su idea es seguir mandándole cartas para ir formándole desde la distancia. Esa primera carta empieza con la frase “Ashita no tame ni” (Para el día de mañana); y es precisamente esta frase la que da su título a la obra. Joe, como no podía ser de otra manera, hace trizas la carta pero luego, aburrido, decide recomponerla y leerla. Así, descubre que, si sigue las recomendaciones de Tange, puede depurar su técnica, lo que le permite obtener una cierta ventaja sobre los demás reclusos del reformatorio. Uno de ellos, el enorme Nishi, que al principio era el jefe de unos presos que sometieron a Joe a una serie de terribles torturas, acaba siendo vencido por Joe y finalmente se convierte en su fiel compañero.
A partir de aquí, empieza la carrera de Joe en el mundo del boxeo, donde tendrá que hacer frente a varios rivales como al terrible Tooru Rikiishi, o al fortísimo “último rival”, el mexicano José Mendoza, contra el que protagonizará un épico combate con terribles consecuencias. NO LEAS LO SIGUIENTE SI NO QUIERES SABER CÓMO ACABA LA HISTORIA. De hecho, la celebérrima última viñeta de la historia nos presenta a un Joe sentado en el rincón del ring, muerto tras quedar totalmente agotado por el terrible combate contra Mendoza, que, pese a conseguir in extremis la victoria por puntos, se ha quedado con el pelo blanco debido al tremendo desgaste físico. Este trágico y tan atípico final, en el que el protagonista no solo pierde el último combate, sino que además muere, supuso un verdadero shock para los lectores japoneses, que sin embargo no pidieron un funeral para Joe, repitiendo lo que se había hecho para su primer gran rival. FIN DEL SPOILER.
Francamente, es difícil no establecer paralelismos con Kyojin no Hoshi. Pese a que ambos protagonistas son diferentes (Hyûma es voluntarioso y obediente, mientras que Joe se hace el remolón y es un gamberro empedernido), el entorno es bastante similar, sobre todo en lo referente a la lentitud del avance de la historia y en los personajes que hacen de “tutores”. En ambos manga, pese a ser de temática deportiva, se tarda mucho en llegar realmente a los partidos/combates, ya que los autores invierten muchas páginas (tomos enteros) en poner la base de la historia hasta que por fin los protagonistas pisan la arena del estadio de béisbol o la lona del ring. Pero precisamente este es uno de los secretos del gran éxito de ambos manga, ya que ponen al lector en situación y permiten encariñarse de los personajes y conocerles perfectamente cuando al fin debutan en sus respectivas especialidades deportivas. Por otra parte, el paralelismo entre el padre de Hyûma y el tutor de Joe es evidente: ambos son antiguos expertos en su materia deportiva que vieron su carrera truncada en el mejor momento, actualmente muy pobres, borrachos y totalmente descarriados, pero que reconducen su vida para ayudar a los prometedores jóvenes Hyûma y Joe, y trabajan en condiciones durísimas en la construcción para ayudarles. Finalmente, el personaje grandullón que primero es enemigo declarado del protagonista y luego se convierte en su mano derecha (Chûta Ban en Kyojin y Nishi en Ashita) es también un punto en común clarísimo.
Al igual que Kyojin, Ashita me ha gustado muchísimo y ha sido un gran placer leer este gran clásico del manga. Ambas obras son capitales en la historia del cómic japonés, primero por los fenómenos que suscitaron en la sociedad nipona (originando auténticas fiebres por el béisbol en general y los Giants en particular en el primer caso y por el boxeo en el segundo) y segundo por la enorme influencia que han tenido en las obras posteriores. Del mismo modo que ocurre con Kyojin, es muy complicado que veamos esta obra publicada en español al menos en un futuro a corto o medio plazo, pero espero que llegue el día en el que se creen las condiciones de mercado que permitan la publicación de estos grandes clásicos de publicación actualmente inviable.