El blog de Marc Bernabé

Hana Otoko

Wednesday, February 11th, 2015
  • Título: 花男 –Hana Otoko–
  • Autor: Taiyō Matsumoto
  • Editorial: Shōgakukan
  • Revista: Big Comic Spirits
  • Años publicación: 1991-92
  • Clasificación: béisbol, slice-of-life
  • Tomos: 3

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No son pocos los mangas que he reseñado de Taiyō Matsumoto, concretamente Ping Pong, Sunny y GoGoMonster, además de la extensa conversación que mantuvo con Ken Niimura en mi presencia y transcribí en 2010 (todo ello se puede leer haciendo clic aquí), aparte de haber traducido las dos únicas obras suyas que han salido en España: Tekkonkinkreet y Takemitsu zamurái y de tener cierta amistad con él a raíz de su visita al Salón del Manga de Barcelona de 2009. Por eso, se puede decir que conozco bastante bien la obra de este autor, que se podría clasificar como de corte “alternativo” si no fuera porque publica para una de las editoriales más importantes del manga, Shōgakukan.

Lo que más sorprende de Taiyō Matsumoto es su peculiar estilo, tanto gráfico como narrativo, que tiene “algo” que consigue enganchar, además de su capacidad para cambiar de registro cuando se lo propone, como cuando quiso darle un toque entre picassiano y ukiyo-e a la fascinante historia de Takemitsu Zamurái. Es un autor enorme, pero, claro está, para público de gusto selecto: es decir, al no ser el típico mangaka que dibuja historias típicamente manga ni con estilo típicamente manga, es complicado que el público tradicional del manga decida apostar por él. Y al ser un autor japonés y haber estado publicado por una editorial a la que los amantes del cómic alternativo no hacían mucho caso (Glénat/EDT, actualmente extinta y por lo tanto con las obras de Matsumoto descatalogadas en nuestro país), tampoco ha gozado del favor del público “gafapasta”. Estaría por ver si este autor conseguiría el reconocimiento que merece si fuera publicado por ciertas editoriales, yo creo que sí, pero de momento no parece que ninguna editorial esté dispuesta a apostar por un autor fantástico, un verdadero referente en su país de origen (el típico “mangaka cuyas obras gustan a otros mangakas – pero no necesariamente al público general”) pero que, al menos en este país, está entre dos aguas.

Sin embargo, siempre que hablaba de Matsumoto con mis amigos japoneses, casi invariablemente la respuesta era “¿Taiyō Matsumoto? ¡Ah, el de Hana Otoko!” Y yo al principio ni idea, pero luego investigando ya vi que efectivamente había sacado un manga titulado Hana Otoko y, aunque no lo hubiera leído, asentía con la cabeza y decía “el mismo, ese es”. El caso es que tantos años y nunca había tenido la oportunidad de leer este manga… hasta ahora…

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El padre Hanao con su hijo Shigeo… Y el mítico Shigeo Nagashima en el póster

Y maldita sea, ¡qué bueno es! Es Matsumoto en estado puro y probablemente (a juzgar por mis colegas) el primer éxito de este autor, al que una generación entera de japoneses, que ahora están entre los 35-40 años de edad, recuerda por este manga. Será por algo.

La historia la hemos visto mil veces en varias variantes: como personajes tenemos a un matrimonio separado, él vive a varios kilómetros de distancia de la ella, concretamente en la costa delante de la isla de Enoshima (lugar en el que vive el mismísimo autor), y ambos tienen un hijo en común que está con la madre. La madre, una educadísima persona que siempre viste kimono, es dulce y quiere mucho al hijo. El hijo, de unos 8-9 años de edad es un estudiante modelo, tanto, que llega a la obsesión por los estudios y las buenas notas, hasta el punto de resultar repelente: el típico niño que es más adulto que los mismos adultos. Y finalmente el padre, que es un pirado del béisbol de 30 años, que siempre va con uniforme de béisbol (abierto por delante, dejando al aire su panza cervecera), no tiene oficio ni beneficio y tiene una mente eminentemente infantil. De hecho, si nunca ha buscado trabajo ni se ha preocupado por ello es porque aún a su edad mantiene el sueño de llegar a ser profesional del béisbol y jugar con el equipo de sus amores: los míticos Giants de Tokio: está tan obsesionado con este equipo que llamó Shigeo a su hijo (por Shigeo Nagashima, uno de los jugadores más míticos de la historia de dicho equipo). Mientras tanto, no para de practicar, entrenar a un equipo infantil de béisbol y echar partiditas como miembro del equipo amateur de la asociación de comerciantes del barrio.

La situación cambia cuando la madre decide que Shigeo debe pasar más tiempo con su padre Hanao (el nombre se escribe 花男, es decir, “flor-hombre” y se pronuncia Hanao, pero puede existir una lectura alternativa de estos kanji que es “Hana-otoko” (hombre flor), el título precisamente de este manga). Así, decide mandar a Shigeo con su padre para las vacaciones de verano. Y aquí empieza la historia, que la hemos visto mil veces: un hijo que prácticamente no conoce a su padre que debe adaptarse a vivir con él. Y sus caracteres son tan radicalmente diferentes que los primeros días de Shigeo son un verdadero calvario ante la actitud infantil y despreocupada de su padre, que tanto contrasta con su idea de la vida como un conjunto de obligaciones y una competición constante, ahora en el colegio y la academia y, más tarde, en la sociedad adulta. Poco a poco, Shigeo se va habituando al nuevo ritmo de vida, hasta el punto de que, al finalizar las vacaciones de verano, decide mudarse a vivir con su padre de forma permanente y cambiar de escuela. Y aunque su forma de ser permanece básicamente invariable, va aprendiendo a relajarse y a tomarse la vida de otra forma. Mientras que por la parte de Hanao iremos descubriendo cosas bastante asombrosas…

Leído así, este puede parecer un manga bastante normal, sin más. Pero el estilo tanto gráfico como argumental de Matsumoto acompaña deliciosamente a la historia, con numerosos guiños y sorpresas entre los fondos (algunas cosas recuerdan incluso a Dr. Slump, con animales haciendo cosas raras por el fondo mientras los personajes conversan en primer plano) y un modo de llevar la historia que yo solo puedo definir con la palabra “entrañable”.

Lo mejor

  • Entrañable.
  • Gran narrativa y gran representación visual (aunque muy alternativa).
  • Muy entretenido, engancha muchísimo.

Lo peor

  • No gustará a todos los públicos. Desde luego, al típico del manga no.

Ping Pong

Friday, July 25th, 2014
  • Título: ピンポン –Ping Pong–
  • Autor: Taiyō Matsumoto
  • Editorial: Shōgakukan
  • Revista: Big Comic Spirits
  • Años publicación: 1996-97
  • Clasificación: deportivo, experimental
  • Tomos: 5

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Ya hace años, me leí parte de esta historia y también en su momento vi la película de imagen real basada en ella, y es una historia que me gusta mucho (enseguida explicaré por qué) que había dejado medio olvidada. Hasta que me enteré de que Masaaki Yuasa, un director de anime que me gusta muchísimo por tener un estilo inimitable (me flipa su película Mind Game, y también dirigió la película de Shin Chan más sui géneris, que también me gusta mucho: Aventuras en Henderland) está dirigiendo una serie de anime basada en este manga de los años 90.

Me puse a ver el anime y efectivamente no me decepcionó, es una obra bastante experimental y muy bien hecha (no gustará a todos los públicos, solo al gafapasta o cansado de siempre lo mismo y gustoso de algo fresco de vez en cuando) que adapta a la perfección el manga original. Totalmente recomendado siempre que te guste lo diferente y poco convencional. Si lo tuyo es Naruto o One Piece, entonces mejor ni te acerques a él.

Ping Pong cuenta la historia de dos chicos, Peko (Yutaka Hoshino) y Smile (Makoto Tsukimoto) que forman parte del club de ping pong de un instituto y participan en los diferentes torneos. Normalmente, los mangas deportivos tienen dos tipos de protagonista: el que es un genio innato (que suele ser el “rival” que al final pringa por arrogancia) y el que no lo es necesariamente pero con esfuerzo consigue la victoria. Sin embargo, Matsumoto se cargó todos los clichés del manga deportivo con esta obra: al principio puede parecer que es Peko, un chico muy abierto, bastante polémico y chuleras, el que tiene el don; mientras que Smile, un chaval de gafas, callado, cabizbajo y que nunca sonríe (de ahí su irónico apodo) es su sidekick, que a duras penas está allí porque simplemente se esfuerza por estar a la altura de su amigo de toda la vida.

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¿Quién dijo que el ping pong no podía ser excitante?

Pero pronto vemos que no es así necesariamente: es Smile el que realmente tiene el don y, aunque a regañadientes, su profesor consigue motivarle a su manera para que se esfuerce más y pueda superar a otros rivales. Uno de los momentos más impactantes de la serie, a mi entender, es cuando aparece un chico que, cuando nos cuentan su background, vemos que es un monstruo del esfuerzo, que todo lo que ha conseguido ha sido no por ser especialmente bueno, sino por entrenar como un loco. Y Smile va y se lo carga, con lo que ahí el autor Taiyō Matsumoto desmonta parcialmente uno de los dogmas más férreos de la mentalidad japonesa: el esfuerzo por encima de todo lo demás (digo “parcialmente” porque es cierto que Smile tiene un don, pero también es cierto que se esfuerza a su vez).

En cuanto al dibujo, es el Taiyō Matsumoto de los años 90, mucho más cercano a Tekkonkinkreet que a Takemitsu Zamurái o Sunny con un estilo muy suelto y muy poco “manga” que chocará a los no profanos que piensen que el estilo del manga es más o menos siempre igual con todos los autores. La puesta en escena me parece brutal, con un manejo magistral de las viñetas para dar sensación de velocidad e incluso ansiedad sobre todo en los partidos, que son cortos pero intensos.

Lo mejor

  • Un gran manga con un argumento sorprendente y muchas lecturas.
  • Un dibujo peculiar con una puesta de escena inmejorable.
  • No solo los protagonistas tienen carisma, sino sobre todo los rivales. China, Sakuma, Dragon… Impresionantes, todos a su manera.

Lo peor

  • Muy pocos valorarán realmente lo grande que es este manga.

Sunny

Monday, June 25th, 2012
  • Título: Sunny
  • Autor: Taiyō Matsumoto
  • Editorial: Shōgakukan
  • Revista: Ikki Comix
  • Años publicación: 2010-?
  • Clasificación: seinen, costumbrista
  • Tomos: 2 (en curso)

Podemos entender el manga de mil maneras, podemos considerar que el principal rasgo del manga japonés es un estilo de dibujo concreto, o incluso unas temáticas en particular (que conste que, como he dicho por activa y por pasiva, no estoy de acuerdo con ninguna de estas dos afirmaciones), pero hay muchísimos autores que se desmarcan totalmente de estos discursos y demuestran que el mundo del cómic japonés es tan amplio que en él caben absolutamente todo tipo de propuestas. Taiyō Matsumoto, autor que visitó el Salón del Manga de Barcelona en 2010 presentando su maravillosa obra Takemitsu Zamurái (Glénat-EDT), es uno de ellos. Por cierto, su visita nos dejó una interesantísima conversación sobre manga y arte en general con el autor hispano-japonés J.M. Ken Niimura (parte 1 / parte 2).

De Taiyō tenemos publicadas en España dos obras: la ya mencionada Takemitsu Zamurái, una maravillosa obra sobre un extraño samurái en la Edo del siglo XVIII y cuyo estilo de dibujo es una especie de mezcla entre el ukiyo-e, autores pictóricos como Picasso y el cómic franco-belga (base del estilo del autor, por otra parte); y Tekkonkinkreet, la historia de dos hermanos en un pintoresco barrio donde ocurren cosas muy extrañas, y que fue adaptado a una fantástica película de anime que, si no habéis visto, os recomiendo encarecidamente.

Sunny es su nueva obra, iniciada tras finalizar Takemitsu Zamurái con 8 tomos, y se trata de una historia totalmente distinta a esta última y, a pesar de todo, indiscutiblemente “suya”. La historia se ambienta en un pasado no tan lejano, calculo por algunas cosas de contexto, de mediados de los años 70, y narra el día a día en una especie de asilo infantil en la zona de Osaka o cercanías (tampoco se deja claro, aunque los personajes hablan en un cerrado dialecto de Kansai/Osaka que, personalmente, me encanta).

El recién llegado Sei y el Sunny que da título al manga

Los chavales del asilo son o bien huérfanos o bien han sido abandonados por sus padres. Algunos no han vuelto a saber de ellos, otros los ven muy de tarde en tarde, aunque lo cierto es que no se cuenta gran cosa sobre su pasado y circunstancias, más que a través de pequeños datos de contexto que se nos van dando con cuentagotas. En cada uno de los capítulos de la obra se nos narra un episodio diferente del día a día, con esa sensibilidad especial que tiene Taiyō, que sabe transmitir tan bien los sentimientos de los niños y es capaz de transportar al lector a su propia infancia. Al ser los niños (algunos de ellos prácticamente bebés, otros ya adolescentes) los protagonistas, no se puede decir que sean historias lacrimógenas –los niños dan importancia a cosas que a los adultos no nos parece que la tengan, y viceversa–, aunque sí es cierto que sus circunstancias son realmente tristes desde el punto de vista de un adulto. Sin embargo, en el asilo Hoshi no ko gakuin (Academia de los niños de las estrellas) son todos como una gran familia. En el patio del asilo tienen un Nissan (o Datsun) Sunny 1200 estropeado, en el que los niños suelen jugar y usar como “base” secreta y escondrijo para cuando se sienten tristes, y que da título a la obra.

Lo mejor

  • El autor nos sitúa perfectamente en la piel de los niños, lo que consigue hacer volver al lector a su propia infancia.
  • El día a día en un asilo infantil. Ciertas escenas nos transmiten bastante tristeza indirectamente.

Lo peor

  • Una obra demasiado “gafotaku” para el público español. Como la maravillosa Takemitsu Zamurái está vendiendo poquísimo, (aunque EDT se ha comprometido a terminar de publicarla), dudo mucho que la veamos publicada por aquí.

Conversación Taiyō Matsumoto – Ken Niimura (parte 2/2)

Wednesday, February 24th, 2010

El otro día veíamos la primera parte de esta interesantísima conversación entre Taiyō Matsumoto (TM) y JM Ken Niimura (KN), en la que también participaron el guionista Issei Eifuku (IE), el editor Yasuki Hori (YH) y servidor, Marc Bernabé (MB) como moderador. Hoy os presento la segunda y última parte, ¡espero que os guste también!

SEGUNDA PARTE

Yo recomendaría Takemitsu Zamurai, porque es la obra en la que más y mejor puedo mostrar mi estilo.

Taiyo Matsumoto y Yasuki Hori

Taiyō Matsumoto y Yasuki Hori

MB: Tengo una pregunta curiosa que haceros. ¿Podríais recomendaros mutuamente una obra vuestra que os gustaría que los otros leyeran?

KN: Bueno, en mi caso solo tengo una que valga la pena, que es Soy una matagigantes, así que me encantaría que la leyerais. Bueno, matizo: he dibujado varias historias cortas que incluso se han recopilado en volúmenes, pero Soy una matagigantes es mi primera obra realmente larga, concebida en forma de libro. Estoy orgulloso de ella, aunque el guión no sea mío.

TM: Pues yo recomendaría Takemitsu Zamurai, porque es la obra en la que más y mejor puedo mostrar mi estilo.

KN: A mí me impresiona el dibujo de Takemitsu. Cuando lo veo, pienso invariablemente “¿pero cómo lo hace?”

MB: Yo tengo una pequeña anécdota de algo que me ha pasado esta mañana. Le he enseñado el libro de Takemitsu a un amigo y le he dicho “mira este cómic, es una pasada”. Él lo ha ojeado y lo que me ha dicho es “vaya birria de dibujo”.

KN: ¿En serio?

Si estás acostumbrado al tipo de dibujo de Naruto y similares, resulta complicado entrar en Takemitsu. Hay que tener cierta “educación” para apreciarlo, ya que es difícil.

MB: Supongo que no ha leído mucho manga, porque si no, no diría eso. La verdad es que me he enfadado un poco con él y le he dicho que no tenía razón, que el dibujo de Takemitsu es especial y tiene una “atmósfera” propia.

IE: Claro, es que si estás acostumbrado al tipo de dibujo de Naruto y similares, resulta complicado entrar en Takemitsu. Hay que tener cierta “educación” para apreciarlo, ya que es difícil.

MB: Por cierto, nos quedas tú, Eifuku. ¿Qué obra tuya recomendarías a los demás?

IE: Pues mira, hay una de ciencia-ficción que se llama Lightning Brigade. Hace años que la creé, por lo que gráficamente deja mucho que desear, pero la historia se publicó en una revista mensual llamada Young Magazine y básicamente me dejaron hacer lo que quisiera, por lo que estoy contento. Por cierto, sabes que a menudo, en las entrevistas que hemos estado haciendo, nos comentan por qué el estilo de dibujo de Tekkon es tan distinto del de Takemitsu

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Tekkon Kinkreet (1993-94, izquierda) y Takemitsu Zamurái (2006-10), derecha).
Mismo autor, distintos estilos.

MB: Es verdad. ¿A qué se debe?

IE: Bueno, es que entre las dos hay 15 años de diferencia. Pero esa no es la cuestión. La cuestión es que todas las obras de Taiyō, sin excepción, están hechas con un estilo distinto de dibujo, ya que él solo se dedica a una sola serie cada vez.

MB: Qué interesante. La lástima es que en España solo tenemos estas dos disponibles.

IE: Cuando un autor cambia de repente de estilo de dibujo resulta sorprendente, pero Taiyō consigue hacerlo cada vez. Quería dejarlo claro, nada más.

Trabajo bastante limpio; hago dibujos bastante detallados y luego los trazo.

KN: Es verdad, yo cada vez que abro una nueva obra de Taiyō pienso “a ver cómo nos sorprenderá esta vez”, e invariablemente me quedo alucinado, totalmente rendido.

YH: A mí de hecho me pasa un poco lo mismo. Cada vez que tenemos que pensar una nueva obra, decidimos el argumento y tal y luego siempre acabo preguntándome “a ver con qué dibujo lo hará esta vez”.

Issei Eifuku y Ken Niimura

Issei Eifuku y Ken Niimura

KN: ¿Cómo trabajas? ¿Haciendo primero bocetos?

TM: No, trabajo bastante limpio; hago dibujos bastante detallados y luego los trazo… Oye, Ken, ¿y tú cuántas páginas al mes dibujas? ¿Unas 16 o así?

KN: No, bueno. En el caso de Soy una matagigantes, tenía que encargarme de realizar todo el apartado gráfico de cada una de las entregas en formato comic-book de 24 páginas, lo que incluía portadas, diseño gráfico, etcétera. Lo hacía en un poco más de dos semanas, pero claro, ten en cuenta que el guión ya estaba escrito, por lo que podía trabajar con agilidad. Cuando soy yo el que hago también el guión, tardo muchísimo más. Lo que más me cuesta es el guión.

IE: El tiempo que tardas en hacer “el trabajo”, es decir, plasmar en el papel las ideas, y el tiempo que tardas en “pensar” las situaciones, disposición de página y guión es muy distinto, ¿no crees?

KN: Muy cierto. En mi caso, tardaba un poco más de dos semanas en hacer lo que tú llamas “el trabajo”, ya que el guión ya lo tenía. Tres semanas a lo sumo. En mi caso, mis bocetos son bastante burdos, hechos a toda prisa, y luego lo paso todo a limpio. Tengo la sensación de que trabajando así los dibujos cobran más vida.

Matsumoto-sensei

Matsumoto-sensei

El hecho de haber realizado Soy una matagigantes me ha dado confianza en mí mismo, me ha permitido aprender y conocer mi propia capacidad de trabajo, algo que hasta ese momento desconocía.

IE: ¿Cómo acabaste trabajando con un guionista?

KN: Pues conocí al guionista en una feria de cómics que se celebra en España y él me envió el guión por e-mail para ver si me interesaba llevarlo adelante. A mí me pareció muy interesante. Ten en cuenta que hasta ese momento nunca había realizado ninguna obra larga, por lo que pensé que eso me permitiría centrarme en la parte técnica del trabajo, olvidarme de lo demás.

IE: Ah, claro, lo entiendo.

KN: Me causó bastante alivio. Que conste que también me gustaría desarrollar mis propias obras, aunque tengo otros proyectos en marcha con otros guionistas. El hecho de haber realizado Soy una matagigantes me ha dado confianza en mí mismo, me ha permitido aprender y conocer mi propia capacidad de trabajo, algo que hasta ese momento desconocía.

Momento distendido de la conversación. Al fondo, Takamasa Sakurai.

Momento distendido de la conversación. Al fondo, Takamasa Sakurai.

Yo tiendo a cansarme de mis propias obras, ¿sabes? Las acabo aborreciendo.

MB: ¿Y tú cómo lo ves, Taiyō? ¿Te alivia el hecho de no tener que encargarte de pensar la historia?

TM: Sí, es que yo tiendo a cansarme de mis propias obras, ¿sabes? Las acabo aborreciendo. Así que si otro piensa el argumento por mí evito caer en esta trampa, y es que me parece que siempre acabo repitiéndome a mí mismo y recurriendo a los mismos patrones.

YH: ¿En España hay gente que se dedique a crear guiones para cómics?

KN: Pues creo que sí. Como mínimo en Francia sí los hay. En España también, pero resulta imposible vivir de ello; siempre se compagina con un trabajo principal. Pero en Japón sí los hay, ¿verdad?

YH: Sí, sí, claro. Hay gente que se dedica a crear guiones de manga como trabajo principal.

KN: A mí me dan envidia los guionistas, porque son capaces de crear historias, dibujar (hasta cierto punto) e incluso escribir novelas. Siempre están creando cuatro o cinco historias al mismo tiempo…

Ken atento a las palabras de Taiyo

Ken atento a las palabras de Taiyō

Saber escribir bien no es lo mismo que saber hacer buenas historias.

YH: Eso, eso, métele caña a Eifuku, a ver si se aplica el cuento. ¡Ja, ja, ja!

IE: Ufff… Una pregunta, Hori-san. ¿De dónde sacáis a los guionistas? ¿Hacéis convocatorias y se presenta gente?

YH: Sí, hay mucha gente que hace guiones para manga y la verdad es que hay gente que escribe muy bien. Pero si te tengo que decir la verdad, saber escribir bien no es lo mismo que saber hacer buenas historias.

MB: Antes has ido a ver la exposición de Ken, ¿verdad, Taiyō? ¿Qué te ha parecido?

KN: ¡Uaaah! ¡Huy, qué corte!

TM: Me ha parecido magnífica. La verdad es que cuando me propusiste hacer esta conversación con él, pensé que igual me estaba metiendo en un aprieto si resultaba que Ken era alguien mediocre, pero al ver la exposición me he quedado tranquilo. Me ha gustado mucho.

Al ver las ilustraciones de Soy una matagigantes, me ha sorprendido el hecho de que, a simple vista, las páginas en las que la protagonista está en la escuela y las que está luchando contra el gigante parecen de obras distintas.

KN: Me alegro muchísimo, muchas gracias.

IE: Al ver las ilustraciones de Soy una matagigantes, me ha sorprendido el hecho de que, a simple vista, las páginas en las que la protagonista está en la escuela y las que está luchando contra el gigante parecen de obras distintas. Ha sido sorprendente averiguar que en realidad son páginas de una misma obra; me ha parecido muy interesante.

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Soy una matagigantes. Escenas en la escuela (izquierda) y en la batalla contra el gigante (derecha)

KN: El mérito es del guionista.

IE: Es una lástima no poder leer la obra, ojalá en el futuro salga publicada en Japón y pueda leerla.

MB: Antes os habéis recomendado mutuamente obras vuestras. ¿Podéis ahora recomendaros obras de otros autores que os gusten especialmente?

KN: Buf, un montón. No acabaría nunca. Por ejemplo, en Francia hay una película de animación de cuyo storyboard y diseños se ha encargado un dibujante que a mí me encanta. Esa obra me parece maravillosa.

Un autor que yo recomendaría es Daijirō Moroboshi. Tanto en guión como en dibujo resulta interesantísimo.

MB: ¿Cómo se llama el dibujante?

KN: Nicolas de Crécy. Me parece un autorazo. La peli se llama Bienvenidos a Belleville.

IE: Pues un autor que yo recomendaría, dejando aparte a Taiyō, claro (risas), es Daijirō Moroboshi. Tanto en guión como en dibujo resulta interesantísimo. Tanto Taiyō como Moroboshi son dos autores que gustan a otros autores, ¿sabes? Aparte, y que conste que desconocía hasta hace bien poco que Jirō Taniguchi es un autor tan y tan famoso en Francia y en Europa, me gustaría recomendar obras suyas. Pero no las que hace últimamente, con ese trazo tan fino y delicado, sino las de antes, como por ejemplo Blue Fighter.

MB: Cambiando de tema, a mí el estilo de dibujo de Takemitsu Zamurai me recuerda, en cierto sentido, a la obra Sarusuberi de Hinako Sugiura, la que cuenta la vida del pintor de ukiyo-e Hokusai Katsushika.

La deliciosa Takemitsu Zamurai. En España, editada por Glénat.

La deliciosa Takemitsu Zamurai. En España, editada por Glénat.

TM: Sí, vamos en líneas parecidas, pero lo mío no se puede comparar con lo suyo. Es una pena que no pueda leer Takemitsu y corregirme si me equivoco.

MB: Me pareció un manga muy interesante, aunque tuve que leerlo dos veces. La primera no me enteré de nada.

IE: Ahora que hablas de Hinako Sugiura, ella es otro ejemplo de esos autores que suelen gustar a otros autores. Aparte, a Taiyō le encanta la obra de Picasso, y la verdad es que Hokusai era un hombre bastante parecido a Picasso, ¿no?

TM: A mí me llama la atención tu estilo, Ken, es muy particular.

Lo que los occidentales entienden como “manga” es un poco distinto a lo que entienden los japoneses.

KN: Bueno, piensa que soy de padre japonés y madre española, por lo que no soy ni 100% japonés ni 100% español, y eso se refleja en mi estilo, creo. En enero de este año hicieron un pequeño artículo sobre mí en el periódico Asahi, y recuerdo que destacaron que mi estilo recordaba al manga japonés, pero que también tenía claras influencias del cómic francobelga y del americano. En Francia, sin embargo, siempre destacan mi estilo “más bien manga” o hasta incluso “más bien americano”. Y así siempre igual.

TM: Supongo que a ti te pasa lo mismo, Ken, pero es que cuando yo me pongo a trabajar lo hago sin pensar. Es decir, no pienso “voy a hacer cómic francobelga” o “voy a hacer cómic americano”.

Soy una matagigantes: ¿cómic americano, manga, BD, tebeo...? ¿Un poco de todo?

Soy una matagigantes: ¿cómic americano, manga, BD, tebeo...? ¿Un poco de todo? (En España lo edita Norma Editorial)

IE: Claro, no se puede separar.

TM: Sí, y lo gracioso es que cuando salgo de mi país me dicen “oye, lo que tú haces no es manga, ¿no?” Y es cierto, realmente no es “manga” en el sentido en el que la gente lo entiende, aunque yo no lo hago adrede.

KN: Es que el problema es que lo que los occidentales entienden como “manga” es un poco distinto a lo que entienden los japoneses. En mi caso, al ser medio japonés, a menudo me dicen que lo que hago es “manga”, pero yo no lo entiendo como tal. Si estoy en España, hago “tebeos”, y en Francia hago “bande dessinée”. Pero en el fondo es lo mismo: historias expresadas con una mezcla de dibujo ordenado en viñetas, y texto colocado en bocadillos. Y eso es lo que hago yo, simplemente. Pero claro, la gente se empeña en poner etiquetas.

Es curioso porque en mi historia original me he limitado a agrupar los tópicos del manga y el cine de samuráis; es una obra muy ortodoxa. El mérito es de Taiyō, que ha tomado la historia original y la ha adaptado y cambiado para que case con su estilo.

IE: Lo que me llama la atención es que los entrevistadores de aquí nos digan que “este manga (Takemitsu Zamurai) es una obra bastante curiosa, o incluso rara”. Y el caso es que no es así, de hecho es una historia bastante típica, muy japonesa. Aunque claro, entiendo que piensen que es muy distinta al manga japonés típico.

YH: Lo que tiene de original esta obra es que pretende “desmantelar” las historias de samuráis típicas, esas que se basan en la lucha con espadas. Y de paso desmantela las técnicas típicas del manga: los primeros planos, las líneas cinéticas, etcétera.

IE: Es curioso porque en mi historia original me he limitado a agrupar los tópicos del manga y el cine de samuráis; es una obra muy ortodoxa. El mérito es de Taiyō, que ha tomado la historia original y la ha adaptado y cambiado para que case con su estilo.

YH: Sí, recuerdo que al principio discutimos bastante sobre este tema…

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¡Sin duda, una interesantísima conversación para todos!

Estoy muy contento porque hemos conseguido que gente que hasta ahora nunca había leído a Taiyō Matsumoto está leyendo Takemitsu Zamurai.

MB: Y usted, cómo editor, ¿qué espera de Takemitsu Zamurai?

YH: Para empezar, me encantaría que se vendiera más. Porque con lo impresionante que es la obra, no se vende tanto como debería. Pero estoy muy contento porque hemos conseguido que gente que hasta ahora nunca había leído a Taiyō Matsumoto está leyendo Takemitsu Zamurai, sobre todo fans de las obras de samuráis (jidai-geki), gente más bien madura.

KN: Me impresiona que, con la larga carrera que tienes, Taiyō, te hayas atrevido a dibujar un manga como Takemitsu Zamurai; creo que es algo que requiere agallas. Cuando un mangaka se vuelve famoso, tiende a caer en los mismos tópicos y fórmulas y repetir siempre lo mismo. Me parece increíble que, con cada obra, seas capaz de reinventarte a ti mismo. Leer tus obras me hace cobrar energía para seguir adelante.

TM: Gracias. Es que mi problema es que me aburro rápido de las cosas. Tengo que ir probándome a mí mismo.

MB: Sí, es verdad que las obras de Taiyō son todas bastante cortas… Takemitsu es la más larga, ¿verdad? Será un total de 8 tomos.

Yo opino que el punto fuerte del manga japonés no está en el dibujo en sí, sino en los guiones.

TM: Sí, y no creo que vuelva a hacer una obra tan larga nunca más (risas). Una cosa, Ken, a ver qué opinas tú. Yo opino que el punto fuerte del manga japonés no está en el dibujo en sí, sino en los guiones. El dibujo es la herramienta que permite avanzar la historia, y tiene la virtud de no cansar al lector. Cuando el dibujo es muy elaborado, creo que aplica cierto “estrés” sobre el lector. Ayer estuve en una librería y encontré un cómic impresionante. Quería traértelo para que lo vieras, pero me lo he olvidado (risas). El caso es que el estilo de dibujo es muy interesante, pero claro, si la obra tuviera ocho tomos estoy seguro de que la gente se hartaría de ella. En tu caso, Ken, creo que tienes un buen equilibrio entre dibujo y argumento.

KN: En el caso de Soy una matagigantes, como me pasaron el guión completo de antemano, pude saber dónde empezaba y acababa la historia, por lo que pude conseguir un buen equilibrio entre guión y dibujo. Al principio podía realizar planchas más sosas, porque sabía que hacia el final podría dedicarme a dibujar escenas impresionantes. Eso fue una suerte. Yo opino igual que tú, Taiyō: el cómic no tiene por qué tener un dibujo excepcional, porque con un dibujo más discreto también se hacen cómics. El manga es algo que se lee; es evidente que cuanto más bueno sea el dibujo, mejor, pero no es un elemento estrictamente necesario para conseguir un buen cómic. Eso es importante. En los Estados Unidos suelen poner “pin-ups” en medio de la historia, ilustraciones preciosas que hacen que el lector se detenga y deje de pasar las páginas. Eso es algo que no me parece bien. Es muy tentador hacer un dibujo bonito, pero no hay que perder el norte.

Tekkon Kinkreet, un híbrido entre manga y BD "made in Taiyō"

Tekkon Kinkreet, un híbrido entre manga y BD "made in Taiyō". En España, disponible de la mano de Glénat.

Los novatos tienden a querer demostrar todo lo que saben en cada una de las viñetas, en trabajarlas a conciencia con lo mejor de sí mismos. No hay momentos de relax, por lo que el lector queda agotado.

IE: Una vez, en la revista para la que publicaba, me tocó hacer de jurado para un concurso de jóvenes mangaka. Tuve que elegir las mejores diez historias, ¡y fue agotador! Los novatos tienden a querer demostrar todo lo que saben en cada una de las viñetas, en trabajarlas a conciencia con lo mejor de sí mismos. No hay momentos de relax, por lo que el lector queda agotado…

MB: Esto se relaciona muy bien con la última pregunta que quería haceros, que no es otra que: ¿tenéis algún consejo para los jóvenes que sueñan con ser dibujantes de cómic?

TM: Yo creo que principalmente hay que tener mucha fuerza de voluntad para seguir adelante. Es una profesión muy dura, por lo que es muy fácil rendirse. Es fácil quedarte sin fuerzas, sobre todo si encima critican tu dibujo o tus guiones.

Tienes que preguntarte a ti mismo si quieres dedicarte a contar historias mediante la escritura y el dibujo, porque si no es así, más vale que te lo quites de la cabeza.

IE: Yo ahora no estoy activo como mangaka, así que voy a pecar de ser un poco inmodesto. Mi consejo es que, como sabéis, hay varios concursos en Japón a los que presentarse, y lo cierto es que si obtienes un premio en cualquiera de estos concursos entonces resulta que ya eres un mangaka, ¿sabes? Taiyō ya me dio este mismo consejo una vez: tienes que preguntarte a ti mismo si quieres dedicarte a contar historias mediante la escritura y el dibujo, porque si no es así, más vale que te lo quites de la cabeza.

KN: Para mí, dibujar es algo bastante duro, que quita mucho tiempo y energía. Por eso, si no te gusta especialmente dibujar, es mejor que no te dediques a esto. Tienes que divertirte, porque si no, no vale la pena.

MB: Pues nada, creo que podemos dar la charla por terminada. Creo que han salido muchos temas interesantes y que a los lectores les encantará; muchas gracias.

KN / TM / IE / YH: Muchas gracias, ha sido un placer.

Conversación Taiyō Matsumoto – Ken Niimura (parte 1/2)

Tuesday, February 23rd, 2010

En el pasado Salón del Manga recibimos la visita de Taiyō Matsumoto, el autor de manga famoso por Tekkon Kinkreet y Takemitsu Zamurái (Glénat), y de su amigo, ex asistente y actual guionista Issei Eifuku. Aprovechando que Ken Niimura, buen amigo mío y mejor autor de cómics -entre su obra destaca Soy una matagigantes (Norma)-, también estaba por allí como invitado ya que le dedicaron una exposición, me pareció buena idea juntarles para una distendida conversación-entrevista, ya que sabía de sobras que Ken es fan declarado de Matsumoto y que también le haría ilusión. Además, creía que Matsumoto y Ken tenían estilos y puntos de vista parecidos, y que se llevarían bien… ¡Y acerté!

Poco después de realizar esta entrevista me dispuse a transcribirla, un proceso que algunos de vosotros, seguidores míos en Twitter, pudisteis seguir en directo a través de Google Wave. Han pasado los meses y hasta ahora no he visto el momento ideal de publicar esta conversación debido a otros compromisos y proyectos míos. Os pido disculpas por la espera, aunque ya sabéis lo que dicen: más vale tarde que nunca.

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Matsumoto (izquierda), Eifuku (arriba derecha) y Niimura (abajo derecha)

En España no he visto prácticamente nunca una conversación-entrevista de este tipo, aunque en Japón, donde se llaman taidan (対談) son muy normales. Normalmente se trata de juntar a dos personas mínimamente famosas (o una muy famosa y otra no tanto) y, con la ayuda de un moderador-entrevistador, van conversando entre sí y arrancándose mutuamente informaciones interesantísimas. En esta ocasión, aparte de Taiyō Matsumoto (TM) y Ken Niimura (KN), en la conversación participaron también el guionista Issei Eifuku (IE) y el editor de la revista Big Comic Spirits Yasuki Hori, además de servidor, Marc Bernabé (MB) como moderador.

Para que no se os haga pesada, os ofrezco la conversación, realizada en un restaurante cercano a La Farga el 31 de octubre de 2009, en dos partes.

PRIMERA PARTE

Pensé en mi primo, Santa Inoue (Tokyo Tribe) y se me ocurrió… “Vaya, pues no estaría mal ser mangaka”.

MB: Gracias, Taiyō-sensei, Ken, Eifuku-san y Hori-san por acceder a participar en esta conversación-entrevista. Si os parece, podemos empezar por la pregunta más obvia: ¿cuál fue el motivo por el que decidisteis dedicaros a dibujar cómics?

TM: Cuando tenía catorce años, mi sueño era llegar a ser jugador de fútbol, pero un día mi equipo perdió por 14-0. A los cinco minutos ya tenía claro que no podría cumplir mi sueño, así que me pasé el resto del partido pensando en qué me gustaría hacer. Y luego pensé en mi primo, Santa Inoue (Tokyo Tribe), que en ese momento ya se estaba esforzando mucho por ser dibujante y se me ocurrió… “Vaya, pues no estaría mal ser mangaka”.

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Tekkon Kinkreet (Matsumoto), Takemitsu Zamurái (Matsumoto / Eifuku) y Soy una matagigantes (Niimura)

MB: ¿Y en tu caso, Ken?

KN: Bueno, desde muy pequeño, desde que tenía unos tres años, estaba siempre dibujando, pero no ilustraciones, sino historietas, con sus viñetas y sus diálogos. En primaria solía hacer fanzines y se los pasaba a mis amigos. También de pequeño hacía bastante deporte, como baloncesto o judo, natación… Un poco de todo, pero claro, los deportes no se me dan muy bien, así que sobre los 15 años me matriculé en un instituto de bellas artes y a partir de aquí decidí que intentaría ganarme la vida con el arte, los cómics…

IE: Yo ahora soy guionista, pero en su momento dibujaba cómics. En mi caso, no se me daban bien ni los estudios ni el deporte, mientras que en el dibujo destacaba algo por encima de mis compañeros, por lo que decidí, sin estar muy convencido, que podría llegar a ser mangaka. Dejé la universidad, y cuando no sabía muy bien qué hacer, Taiyō me contrató como ayudante… Cuando Taiyō no tenía trabajo para darme, me dedicaba a hacer trabajos de tipo físico, como fontanero y tal. Tenía unos 22 o 24 años cuando me llamó un día y me dijo “a ver, siéntate aquí”.

“Oye, ¿qué piensas hacer? Escoge: o te pones a dibujar manga o dejamos de ser amigos”

TM: Eh, que yo no dije eso.

IE: Sí que lo dijiste, sí. Me puso una cara muy seria y me dijo “oye, ¿qué piensas hacer? Escoge: o te pones a dibujar manga o dejamos de ser amigos”. Y claro, luego empecé a ir a clase y a estudiar en serio, y en un año aproximadamente pude debutar en la revista Young Magazine y convertirme en mangaka. Así que a Taiyō le considero un maestro tanto en lo profesional como en lo personal.

KN: ¿Y qué estudiasteis, por cierto? ¿Bellas artes?

IE: Fuimos a la misma universidad, la Wakō, a la facultad de Humanidades. Allí hay un departamento dedicado a las Bellas Artes; es una sección pequeñita. En el caso de Taiyō, él solo estudió un año, puesto que enseguida debutó como dibujante profesional. Ninguno de los dos llegamos a terminar la carrera, aunque la verdad es que las clases resultaban bastante interesantes…

Hubo una época en la que tenía tan poco dinero que llegaba a desmayarme por anemia tres veces al día.

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Issei Eifuku y Ken Niimura

TM: Una vez debutas, te crees que eres un genio. Así que yo, al debutar al cabo de un solo año, pensé “vaya, a ver si va a ser que soy un genio” y dejé la universidad. Pero luego dejé de recibir encargos, y encima había dejado los típicos trabajos por horas que hacen los estudiantes universitarios para ganarse unas perras, porque claro, “qué hace un genio trabajando, ¿no?” Hubo una época en la que tenía tan poco dinero que llegaba a desmayarme por anemia tres veces al día.

KN: En las facultades de Bellas Artes de por aquí no hay asignaturas de cómic, por lo que si quieres aprender solo puedes conseguirlo practicando tú mismo.

TM: Sí, pero si examinas el cómic europeo descubres que cada dibujante tiene su propio estilo. Si la gente aprendiera en escuelas y academias, se podría aprender las técnicas perfectamente, pero en general todo se parecería mucho más. Desaparecerían los estilos propios y eso es algo que no estaría nada bien. Aunque también es cierto que si tienes un estilo muy marcado pueden pasar dos cosas: o no cae en gracia a los lectores, o el editor decide no publicar tus trabajos, lo que resulta fatal…

MB: Claro, si uno se pasa de particular es el riesgo que corre.

TM: A menudo los editores exigen a los dibujantes que “encuentren su propio estilo”, pero una vez lo hacen la respuesta que obtienen es “¿pero tú te crees que esto puede gustar a nadie?” (risas). Así que, en realidad, el “estilo propio” que cada dibujante debe encontrar tiene que ser uno que guste a mucha gente.

El formato que tienen los shōnen manga está muy definido técnicamente hablando.

IE: Fíjate por ejemplo en los títulos como Naruto, es decir, los de la revista Shōnen Jump, que son los que más se venden. Estos siempre se apoyan en las mismas premisas, como por ejemplo el uso de líneas cinéticas para indicar velocidad. En este sentido, el formato que tienen está muy definido técnicamente hablando. En el caso de las revistas seinen, eso no es así; se te exige que dibujes tal como tú prefieras; en este sentido hay más libertad. Y en los guiones es lo mismo: en los manga shōnen y los cómics americanos de Marvel o DC, más o menos se utilizan siempre los mismos patrones de “el bien contra el mal”, y al final casi siempre es el bien el que se impone. En el caso de Taiyō, por ejemplo en Tekkon Kinkreet, salen unos niños haciendo cosas que “no son buenas”, por lo que una revista shōnen nunca lo publicaría. En las revistas seinen uno tiene más margen de maniobra, si se puede decir de esta manera.

Taiyo Matsumoto
Taiyō Matsumoto

MB: En España no existen este tipo de limitaciones, ¿no crees?

KN: No, claro, como no hay ni revistas ni nada…

Si no hay revistas a las que enviar tus historias, ¿cómo lo hacéis en España?

TM: Lo que no entiendo es cómo una persona que quiere dibujar cómics consigue hacerlo en España. Si no hay revistas a las que enviar tus historias, ¿cómo lo hacéis? En Japón puedes enviar tus obras a las editoriales o presentarte a concursos; si te dan un premio, es casi seguro que podrás debutar como profesional. ¿Qué ocurre en España?

KN: Bueno, aquí en los años 80 sí había revistas, y entonces podías enviar tus cómics para ver si te los publicaban. Últimamente han surgido algunas editoriales que organizan concursos y piden a los autores que envíen sus obras para publicarlas en un formato determinado, sea en álbum, sea en tomo. Aparte de esto solo te queda dibujar fanzines (como en mi caso) y enseñárselos a los editores…

MB: O bien dibujar un tomo entero y llevárselo a una editorial, ¿verdad?

KN: Sí, eso también. En mi caso, dibujé una obra entera y, una vez la hube terminado, la llevé a una editorial para ver si me lo publicarían. Aparte de eso, la única alternativa es trabajar para el extranjero. No son pocos los autores españoles que trabajan para Francia o los Estados Unidos, pero claro, es el caso de autores que dibujan o bien superhéroes o bien cómics de estilo francobelga. En definitiva, no hay un “camino” marcado al igual que lo tenéis en Japón, y es una lástima.

YH: ¿Entonces las editoriales reciben obras de autores para que sean valoradas?

Solo con enviar tus trabajos a las editoriales o ir a visitarlas es posible que te contraten.

KN: Sí, por supuesto.

YH: En Japón es muy normal recibir visitas de jóvenes artistas que quieren empezar; en nuestro caso recibimos unos tres al día. Y entonces, el trabajo del editor consiste en guiar a estos jóvenes en la dirección a la que cree que deberían ir o, alternativamente, hacer de “malo” y recomendarles suavemente que se dediquen a otra cosa, que el manga no es lo suyo. Así que no hace falta que te presentes a concursos, sino que con solo enviar tus trabajos a las editoriales o ir a visitarlas es posible que te contraten. También en ocasiones los editores van a convenciones de fanzines y, a la que encuentran a un autor prometedor, le proponen trabajar con ellos.

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Taiyō Matsumoto y Yasuki Hori.

KN: A mí lo que me llama la atención es que en España sí que abundan parodias o chistes sobre cómics famosos en el mundo del fanzine, pero también hay muchos dibujantes que crean sus propias historias. En Japón, en cambio, casi todo son fanzines basados en mangas famosos, seguramente más del 90%, lo que a mí me apena bastante. Hay un montón de gente con un talento enorme que se dedica no a crear historias propias, que sería lo suyo, sino a parodiar o basarse en mangas creados por otros autores.

Estaba convencido de que si uno no es capaz de dibujar lo que uno quiere, con su propio estilo, nunca podrá llegar a profesional.

IE: Cuando yo iba a primaria, tenía fama de dibujar muy bien, pero había otro chico al que también se le daba de maravilla el dibujo. El caso es que este chico tenía un talento especial para copiar el estilo de mangas famosos de la época, como Dokaben o Gaki Deka, ¡le salía idéntico! Y luego claro, todo el mundo decía “¡vaya, qué bien dibujas manga!”. En cambio, yo era incapaz de imitar nada y siempre pensaba para mí: “¡eso no es manga! ¡es una simple copia!” Estaba convencido de que si uno no es capaz de dibujar lo que uno quiere, con su propio estilo, nunca podrá llegar a profesional, aunque claro, nunca me atreví a decirlo en voz alta…

MB: Es cierto que “imitar” a otros autores no es el camino a seguir, pero estar “influenciado” es perfectamente lícito y hasta recomendable, ¿verdad? ¿Cómo fue en vuestro caso? ¿Qué influencias tenéis?

TM: En mi caso, fue Katsuhiro Ōtomo quien primero me impactó…

KN: ¿Eh? ¿Desde joven?

TM: Bueno, desde el instituto, en bachillerato.

Al igual que ocurrió en su momento con Tezuka, todos los jóvenes de esa época nos volvimos locos con Katsuhiro Ōtomo.

IE: Yo si quieres te hago un recorrido muy “a saco” por la historia del manga. Primero tenemos a Osamu Tezuka, considerado “el dios del manga”. Fueron muchísimos los que siguieron su estilo, y es un autor aún muy respetado. A continuación, el siguiente dibujante más influyente, al menos en nuestra generación, fue Ōtomo-san; al igual que ocurrió en su momento con Tezuka, todos los jóvenes de esa época nos volvimos locos con él…

KN: A mí me da la sensación que, desde Ōtomo, no ha habido ningún otro mangaka que haya ejercido una influencia tan fuerte como él. Al menos en Japón.

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Conversando en el restaurante. Empezando por la izquierda, y en el sentido de las agujas del reloj, Issei Eifuku, Ken Niimura, Taiyō Matsumoto y Yasuki Hori.

MB: Y dime, Ken, ¿cuáles fueron tus influencias?

KN: Bueno, cuando era muuuy pequeño me encantaba Doraemon, y claro, los cómics españoles como Mortadelo, Superlópez

IE: ¿En serio? ¿En España ya se emitía Doraemon?

KN: No exactamente; mis padres conseguían en vídeo programas de la tele japonesa, porque en aquella época no se emitía en España. Nuestros familiares en Japón nos enviaban cintas, o las alquilábamos…

IE: Vaya, entonces no es algo generalizado en todos los españoles, sino que es un caso particular tuyo, ¿no?

Desde hace un par de años, el estilo que más predomina en los concursos para dibujantes noveles es el “estilo Taiyō Matsumoto”.

KN: Sí, sí, exacto. Fue de esta manera como conocí también las obras de Hayao Miyazaki. Nuestros amigos nos enviaban películas como Nausicaä o Laputa, así que cada vez que tenía que quedarme en casa porque estaba enfermo, por ejemplo, me ponía películas de Disney o de Ghibli.

YH: Antes hemos hablado sobre Ōtomo y sobre los concursos, ¿recordáis? Es muy curioso ver como, en cada edición, predomina un tipo de dibujo en concreto. Por ejemplo, en la época en la que Ōtomo estaba tan de moda, nos llegaban montones de obras de “estilo Ōtomo”. El caso es que, desde hace un par de años, el estilo que más predomina es el “estilo Taiyō Matsumoto”.

MB / KN: ¿En serio?

YH: Sí, sí, vienen muchas obras así.

TM: Aunque claro, lo mío no tiene absolutamente nada que ver con el “big bang” que protagonizó Ōtomo…

MB: En el caso de las revistas shōnen, pues, estaríamos hablando de un claro “estilo Toriyama”, supongo.

Cuando vi Rave pensé que era una obra del mismo autor que One Piece.

TM: Ah, claro, sí…

YH: Puede ser, pero los aspirantes a dibujante tienden a moldear su estilo según la revista o la editorial a la que envíen el trabajo. En el caso de nuestra editorial, Shōgakukan, predomina mucho el “estilo Rumiko Takahashi”. Y también el “estilo Naoki Urasawa”, claro…

Además de guionista de manga, Issei Eifuku es sacerdote budista
Además de guionista de manga y elocuente y bellísima persona, Issei Eifuku es sacerdote budista

MB: Por supuesto… ¿Y en el caso de la Shōnen Magazine de Kōdansha?

YH: Ah, pues… Supongo que ese autor, el que dibuja igual que el de One Piece... ¿Cómo se llama? El de Rave

MB: Ah, sí, Mashima… Mashima algo… (Hiro Mashima)

YH: Sí, ese.

TM: A mí me pasó que cuando vi Rave pensé que era una obra del mismo autor que One Piece y pensé “madre mía, ¡qué cantidad de trabajo realiza este tío!”

YH: Pero no era él (risa).

MB: Por cierto, Taiyō, algunas de tus obras se han publicado en el extranjero, por supuesto, y en el caso de Ken al menos una de sus historias se ha publicado en Japón.

KN: Sí, sí, aunque solo una historieta de 16 páginas en una revista llamada Mandala.

MB: ¿Y cómo os sentís al ver que vuestras obras traspasan fronteras?

En Soy una matagigantes yo mismo me manejo los derechos y participo directamente en la producción de cada cómic mío traducido.

TM: En mi caso, como no puedo leerlas, no te sabría decir. De acuerdo que sé un poco de inglés, pero aun así soy incapaz de “leer” el ambiente de la versión traducida. A mí en particular me produce cierta intranquilidad ver mis obras traducidas, porque siempre me pregunto si mi intención al escribir se está transmitiendo correctamente al lector. Al escribir las frases, procuro que queden de una determinada manera, que casen bien con las viñetas, y en el caso de las versiones traducidas nunca puedo estar seguro de que esta intención o efecto se haya trasladado bien.

KN: Mi caso es un poco distinto. Por ejemplo, en Soy una matagigantes yo mismo me manejo los derechos y participo directamente en la producción de cada cómic mío traducido, por ejemplo en el diseño de portadas y cosas así. En el texto, sin embargo, no puedo meterme tanto. En el caso de Francia, para ponerte un ejemplo, por mucho francés que sepa a veces hay matices que se me escapan. Así que le pedí la opinión a un amigo nativo francés, que me confirmó que el estilo de la versión francesa es un poco distinto al guión original en inglés.

IE: También está el tema de que no sabes si el lector extranjero comprenderá el contexto de tu obra con la profundidad requerida. Fíjate por ejemplo en Takemitsu Zamurái. Está muy clara la época en la que está ambientada: la era Edo, ¿no? ¿Conocen los lectores no japoneses las particularidades de esta época de la historia japonesa?

KN: Puede que no, pero no es algo tan esencial, creo. Al fin y al cabo, lo mismo pasa con las novelas. Por ejemplo, Genji Monogatari está traducida al español, y Don Quijote al japonés. Por supuesto, en ambos casos hay aspectos que el lector extranjero no entenderá, pero la historia de fondo, que es lo que realmente importa, sí es perfectamente comprensible, ¿no?

¡Dejamos aquí la conversación! ¡Hasta la segunda parte!