El blog de Marc Bernabé

Norakuro gunsō (Sargento Norakuro)

Monday, April 26th, 2010
  • Título: のらくろ軍曹 –Norakuro gunsō– (Sargento Norakuro)
  • Autor: Suihō Tagawa
  • Editorial: Dainihon Yūbenkai Kōdansha (actual Kōdansha)
  • Revista: Shōnen Club
  • Años publicación: 1931-1941
  • Clasificación: shōnen
  • Tomos: 10

Ya di unas cuantas pinceladas sobre Norakuro en el post sobre el Museo Suihō Tagawa, pero esta vez, aprovechando que tras escribir mi relato de esa visita me entraron ganas de leer el manga, escribiré esta reseña en la que ampliaré un poco sobre este icónico personaje.

Norakuro empezó en 1931 en las páginas de la revista para niños Shōnen Club. En aquel entonces, las revistas infantiles llevaban básicamente artículos, fotos y relatos, y muy poco manga, pero el editor jefe decidió que tal vez sería interesante incorporar un cómic, ya que podría tener éxito entre los chavales. Así, contactó con Suihō Tagawa, un dibujante que ya destacaba en la época. Al proponerle el editor la idea, Tagawa pensó en que, para gustar a los niños, había que hacer una mezcla de las cosas que les gustaban a los chavales de la época: los perros y jugar a batallitas. Y así se inventó la idea detrás de Norakuro: un perro que se apunta al ejército.

Norakuro empieza pues presentándonos al perro vagabundo (norainu) negro y blanco (inspiración directa del gato Félix, según dicen) llamado Kurokichi, que se alista como recluta de segunda al ejército. Su sobrenombre Norakuro viene pues de la contracción de Norainu no Kurokichi (Kurokichi, el perro vagabundo. Además, “kuro” significa “negro”). El personaje cayó tan bien a los lectores que llegó a tener un gran éxito, en parte porque Tagawa, respondiendo a las expectativas de los mismos lectores, hacía subir de rango a su personaje poco a poco: así, de recluta de segunda pasa a recluta de primera, después a recluta mayor, cabo de segunda, cabo, sargento, etc. Y así hasta llegar a teniente de segunda, que es donde se quedó el personaje.

Se dice que Tagawa quería seguir aumentando de rango a Norakuro, pero que el ejército japonés, harto de que el personaje banalizara a las fuerzas armadas y la guerra, no solo impidió que Norakuro llegara a capitán –al parecer, la idea original de Tagawa–, sino que presionó para que la serie fuera cortada. Recordemos que en aquella época, Japón estaba en plena carrera expansionista, en guerra contra China, y poco después se metería de cabeza en la Segunda Guerra Mundial, por lo que el ejército tenía un poder absoluto sobre la sociedad. Además, en una época en la que la guerra y la gloria de la “tierra de los dioses” estaba por encima de cualquier otra cosa, dibujar, publicar y leer manga se percibía como una banalidad imperdonable.

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Atención a la sencillez del diseño de las páginas. Tres viñetas iguales por página y efectos "cinemáticos" brillando por su ausencia.

Hacía años que tenía este manga en la estantería pendiente de leer (creo que lo compré en el año 2001 o 2002), y de hecho había hecho varios intentos por leerlo, pero siempre había desistido a las pocas páginas debido a que los textos están escritos en japonés de preguerra, es decir, con un uso muy distinto del hiragana para expresar ciertos sonidos o expresiones, uso de kanji con formas antiguas, etcétera. Unos ejemplos:

  • Para escribir gun’i (médico militar), en vez del actual 軍医, ponen 軍醫 (gun’i). O sea, usan el kanji antiguo 醫, que tras la guerra sería simplificado a 医. O para escribir 学生 (gakusei, estudiante), ponen 學生.
  • En vez de おとこ (otoko, “hombre”), escriben をとこ (wotoko). Esta を se pronuncia “o”, pero actualmente se usa solo como partícula gramatical. También en algunas ocasiones, el hiragana は ha se pronunciaba wa (en otras no, se pronunciaba simplemente ha). Así, la palabra actualmente escrita como おわり (owari, “fin”), en Norakuro aparece como をはり (wohari). Esta pronunciación de は como wa en vez de ha se mantiene actualmente, pero solo con la partícula gramatical de tema. En las demás ocasiones se ha sustituido por わ wa.
  • Usan los hiragana actualmente abolidos ゐ (i) y ゑ (e), actualmente sustituidos por い (i) y え (e) en todos los casos. O sea, en vez de しばい (芝居, shibai, “representación teatral”), ponen しばゐ.
  • El sonido shō, en vez de escribirlo しょう shō como se hace actualmente, se escribe せう seu. O sea, en vez del actual 行きましょう (ikimashō, “vayamos”), ponen 行きませう (ikimaseu). Imagino que se pronunciaba ikimashō igual. Lo mismo con 少尉 (“teniente segundo”), actualmente escrito しょうい (shōi) pero que en esta obra aparece como せうゐ (seui). Ojo porque en este caso también el い se escribe ゐ.
  • Lo mismo ocurre por ejemplo con ひょう (hyō), que aquí aparece como へう (heu). Ejemplo: 土俵 (dohyō, “ring de sumo”), aparece escrito どへう (doheu).
  • Las sílabas “ka” y “ga” se escriben muy distinto. En vez de poner simplemente ゆかい (yukai, agradable) o まんが (manga, cómic), escriben ゆくわい (yukwai) y まんぐわ (mangwa), respectivamente. (Ver el interesante aporte de Tatenori en los comentarios para más información).
  • Uso de algunas expresiones y palabras obsoletas actualmente.

En fin, realmente, aunque no lo parezca, no resulta tan complicado leer esta obra si tu nivel de japonés es alto, porque enseguida te acostumbras a las diferencias respecto al japonés moderno y al cabo de un rato estás leyendo normal. Además, como la obra tiene furigana en todos los kanji, pues cuando no entiendes el kanji en cuestión porque es una versión antigua lo puedes deducir a partir de la lectura. Y viceversa: aunque la lectura sea せうゐ seui, cuando ves el kanji 少尉 deduces rápidamente que actualmente eso se lee しょうい shōi.

En fin, y en cuanto al manga en sí, el tomo que tengo en casa corresponde a la época en la que Norakuro es sargento, de ahí que el título del mismo sea precisamente Norakuro gunsō (Sargento Norakuro). Los cómics de Norakuro se publicaron en blanco y negro en la revista Shōnen Club, pero más adelante fueron redibujados por Suihō Tagawa y publicados en lujosos tomos impresos a todo color, protegidos en una caja de cartón y con tapa dura forrada de tela. Cada tomo llevaba como título la graduación de Norakuro en aquel momento, y en total hay diez de estos tomos (Norakuro gunsō sería el tercero de la colección). Estos libros, a pesar de su caro precio (un yen) se vendieron como rosquillas e influenciaron enormemente a muchos chavales, algunos de los cuales, como Osamu Tezuka y Machiko Hasegawa, se convertirían en los mangaka de la siguiente generación.

Norakuro gunsō cuenta las andanzas de Norakuro en el cuartel militar donde se encuentra. A pesar de su graduación, ya todo un sargento con unos cuantos hombres (=perros) a su cargo, Norakuro sigue siendo un personaje torpón pero sumamente adorable que a menudo mete la pata. Pero si gran disposición y su tenacidad siempre obtienen recompensa, hasta el punto de que en un momento dado realiza alguna hazaña y, claro está, le suben de rango.

En este tomo se describe básicamente el día a día en el cuartel, y sorprendentemente, a pesar de que en los textos sobre manga siempre he visto descrito a Norakuro como “perro militarista”, no hay escenas de guerra, sino simples aventurillas cotidianas. Un entrenamiento sobre el uso de la bayoneta que acaba un poco mal, una expedición para ir a cazar elefantes con moraleja incluida, una competición de sumo, una representación teatral de la obra Chūshingura, unas maniobras de entrenamiento, etcétera. Todo muy blanco, con escenas de humor basadas en la relación de Norakuro con sus subordinados y sus superiores, y básicamente entretenido.

Quedé muy sorprendido al leer el tomo entero y ver que el personaje que se había descrito como “militarista” tampoco era tal. De hecho, Norakuro se revela como un perro realmente adorable. Voluntarioso y de ideas fijas y muy nobles, pero torpón, amable y con las ideas claras, mucho más “humanista” de como nos lo suelen pintar.

Monos contra perros, un compañero se suicida en plan kamikaze para salvar a los suyos y Norakuro acaba llorando ante su tumba.

Monos contra perros, unos compañeros se suicidan en plan kamikaze para salvar a los suyos y Norakuro acaba llorando ante su tumba. Versión en blanco y negro para la revista Shonen Club; aquí sí aparece el tema militar.

Por suerte, en casa tengo un libro japonés que repasa la historia del manga y da muchas muestras en forma de varias páginas de los cómics más representativos de la historia, y en este libro aparecen varias páginas de la primera etapa de Norakuro. Es decir, no la versión en tomo (coloreada y reorganizada), sino la versión original publicada en la revista (en blanco y negro y en pequeñas viñetas). En estas páginas sí se puede ver al Norakuro militar, el que va a la guerra (al principio contra los monos*, pero después contra otras especies, como cerdos y tal). Aparte del diseño totalmente distinto del personaje –la evolución gráfica del personaje hasta convertirse en el Norakuro que conocemos hoy en día es notable–, aquí vemos escenas de guerra abierta e incluso una historia en la que unos compañeros, al ver que la tropa está en apuros, deciden lanzarse en plan kamikaze contra el enemigo para abrir una vía por la que pasar. La historieta termina con Norakuro llorando delante de su tumba y dándoles las gracias por sacrificarse por sus compañeros.

*犬猿の仲 (inuzaru no naka), traducida literalmente como “llevarse como el perro y el mono”, es la expresión japonesa equivalente a lo que en español expresamos como “llevarse como el perro y el gato”.

Ha sido un placer leer a Norakuro, todo un icono de la cultura popular japonesa de preguerra y el primer éxito manga de la historia (con permiso de Shōchan no bōken –Las aventuras de Shōchan–, que comentaré en otra ocasión), y aprender más sobre él. No en vano, esta es una obra capital en la historia del manga, y sin la que posiblemente no se habría dado la evolución posterior que desembocó en la aparición de Osamu Tezuka y su quinta, los que hicieron del manga lo que es ahora.

Dos curiosidades para terminar:

  1. Como veis en la página de muestra que adjunto, el diseño de las páginas de esta obra es extremadamente simple. Normalmente son tres viñetas horizontales por página y la sensación de movimiento que se da de una viñeta a otra es prácticamente nula. A pesar de que el tomo contiene algunas escenas de acción, esta resulta totalmente estática.
    Como sabréis, cuando se habla de Shintakarajima (La nueva isla del tesoro), de Osamu Tezuka y Shichima Sakai, siempre se menciona la revolución gráfica que supuso en lo referente a disposición de las viñetas en la página y en la sensación de vertiginoso movimiento que consiguió Tezuka gracias al uso de técnicas cinematográficas. Imagino que ahora, tras ver cómo era el manga de la preguerra, podéis imaginar con más precisión el fuerte impacto que tuvo Shintakarajima. Porque pasamos directamente de un tipo de manga estático a otra cosa muy distinta: verdaderos dibujos en movimiento. Vista ahora Shintakarajima, resulta infantil, anodina y no muy destacable (hasta aburrida y chorras), pero imaginaos el impacto que tuvo en los lectores de la época, acostumbrados a algo mucho más estático.
    A mí esto me recuerda un poco a cuando vimos la peli Matrix, o recientemente Avatar: de repente, y de un momento a otro, los efectos especiales en el cine han dado un salto adelante brutal y decisivo. Matrix y Avatar han marcado un antes y un después en la historia del cine, igual que Shintakarajima hizo lo propio en la historia del manga.
  2. Cuando apareció el personaje de Keroro, inmediatamente pensé “vaya, esto está inspirado directamente en Norakuro”. Efectivamente, creo que no me equivoco, ya que hay muchos rasgos de Keroro sacados de Norakuro. Para empezar, el hecho de que sea un animal militar (Norakuro es un perro, Keroro una rana), el rango de Keroro es gunsō, o sea “sargento”. O sea, igual que el tomo que yo tengo de Norakuro (por casualidad): el título original de Keroro es Keroro gunsō, mientras que el de este tomo de Norakuro es Norakuro gunsō.
    Keroro usa el pronombre de primera persona wagahai (yo), bastante anticuado. El mismo que usa Norakuro. Además, Keroro utiliza de arimasu, la forma arcaica del verbo desu (“ser”)… Exactamente igual que Norakuro.
    Por si teníamos dudas, en el tomo 4 de Keroro se incluye un gag directamente inspirado en los cómics de preguerra. Tres viñetas por página, circulito amarillo con un dibujín en la parte superior, colores desgastados, sensación de movimiento cero, y uso de hiragana antiguos en los bocadillos. Además de los circulitos con rabo detrás de los personajes para indicar movimiento, un rasgo tan absolutamente característico de Norakuro.
    ¿A alguien le queda alguna duda? ¡A mí me parece curiosísimo todo esto, y parece que nadie se haya dado cuenta!
Página en el tomo 4 de Keroro. ¿Es o no es un homenaje a Norakuro?

Página en el tomo 4 de Keroro. ¿Es o no es un homenaje a Norakuro?

En fin, me dejo un montón de cosas en el tintero sobre Norakuro (adaptaciones a anime, otras versiones, spin-offs del personaje, etc.), pero creo que por hoy ya os he dado bastante la tabarra, ¿verdad? Así que lo dejamos aquí.

Lo mejor

  • Una obra imprescindible para entender la historia y la evolución del manga.
  • La presentación y edición del tomo. Mi copia es una edición símil publicada por Kōdansha a finales de los años 60 que se ve que se vendió muy bien debido al efecto nostalgia. Es una copia casi exacta de las ediciones en tomo de preguerra: la única diferencia, según el prólogo del propio autor, es que esta nueva edición tiene un papel de mayor gramaje.
  • El mensaje subliminal de paz y concordia que tiene la obra, en contra de lo que nos han hecho pensar hasta ahora las obras sobre manga editadas en Occidente que describen al personaje como “un perro militarista”.

Lo peor

  • La obra está descatalogada actualmente en Japón. Hace años que no se publica de nuevo, aunque no creo que tarden mucho.
  • Vista actualmente, es inevitable decir que es bastante aburridilla (aunque a mí me ha encantado por su carácter naif, ojo).
  • Es casi imposible verla publicada en Occidente.
  • Si se publican aquí obras como, digamos, El príncipe Valiente, ¿por qué no Norakuro?

Edición original de Shin Takarajima – El coleccionismo de manga

Tuesday, March 30th, 2010

Acabo de ver linkada en La cárcel de papel esta noticia de El País en la que se habla de que el nº 1 de la revista Action Comics, de 1938, ha sido vendido en una subasta por 1,5 millones de dólares (1,114 millones de euros).

Esto me recuerda que el otro día precisamente vi por segunda vez en mi vida un ejemplar original de Shin Takarajima de Osamu Tezuka a la venta. Esta obra, de 1947, marcó un antes y un después en la historia del manga, y hasta cierto punto es comparable a este nº 1 de Action Comics donde apareció Superman por primera vez y se estableció el concepto del superhéroe. Shin Takarajima (La nueva isla del tesoro), guionizada por Shichima Sakai y dibujada por Osamu Tezuka, revolucionó el mundo del manga hasta el punto de que influenció a numerosos jóvenes creadores y puso las bases de todo lo que vendría después.

La primera vez que vi un ejemplar de Shin Takarajima fue en el año 2001 en el Mandarake de Nakano y recuerdo que rondaba los 650.000 yenes (5216 euros). Este domingo vi el segundo, en el Mandarake de Akihabara, a un precio de 420.000 yenes (3370 euros), o sea, mejor de precio. Cierto que este segundo ejemplar no es una primera edición y no parece estar en muy buen estado, lo que sin duda merma su valor. Tal vez también se haya devaluado un poco al salir el año pasado, por primerísima vez, una edición símil de esta obra -la que había hasta el momento, editada por Glénat en España, es una versión redibujada por el mismo Tezuka a principios de los años 80, que aprovechó para realizar varios cambios y “arreglar” cosas que Sakai le había cambiado-.

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En cualquier caso, decir que Shin Takarajima no es el manga más caro que existe: el que se cotiza más es Utopia, la opera prima del dúo Fujiko Fujio, que en aquel entonces firmaban como Ashizuka Fujio, y creo recordar que su precio ronda el millón de yenes, tal vez millón y medio. La segunda obra más cotizada puede ser Shin Takarajima o bien Rocketman, el manga con el que Shigeru Mizuki debutó en el campo de los libros de alquiler (kashihon) después de haberse dedicado al kamishibai (teatrillo con ilustraciones). En casa tengo un libro que habla sobre estas cosas, así que hablo de memoria al no tenerlo a mano ahora, pero creo que iban por aquí los tiros. Por cierto, jamás he visto a la venta un ejemplar de Utopia ni de Rocketman, y de Shin Takarajima he visto solo 2 en 9 años, o sea que no son precisamente abundantes.

Da qué pensar, ¿verdad? Cierto que pagar 5000 euros por un manga es una burrada, pero… ¿Un millón y medio por un cómic? Buf… Estos occidentales están locos.

En general, coleccionar manga antiguo es una afición de lo más sana y donde en general no se dan casos de especulación como en el cómic americano. Es decir, puedes perfectamente encontrar material de a partir de los años 60 a precios más que aceptables, a veces increíbles (1 euro, 2 euros, 3 euros…), lo que hace que sea muy fácil y agradable hacerte tu pequeña colección con tus “tesoritos”, de ahí que yo esté aficionado a esto. Desde luego, con el cómic americano jamás habría podido hacer algo así.

(Por cierto, esta foto que adjunto es del domingo, o sea que es posible que el cómic aún esté a la venta. Si algún inversor quiere comprarlo -puede ser una gran inversión cuando los japoneses se den -más- cuenta del valor de su patrimonio comiquero-, me ofrezco para ir a comprarlo y enviarlo, así que ya sabéis ^_^)

Museo nostálgico de la era Shōwa

Thursday, February 18th, 2010
  • Nombre del museo: 昭和ロマン館 –Shōwa Roman-kan– Museo nostálgico de la era Shōwa
  • Dirección: 3-59 Kogane-Kiyoshi-chō, Matsudo, Chiba 270-0034 (Google Maps)
  • Cómo ir: A unos 12-15 minutos a pie de la estación Kita-Kogane de JR (línea Jōban). El “museo” es en realidad una sala dentro de una oficina llamada Asano Kōmuten. Llama a la puerta y solicita visitar el museo, tras lo cual te harán quitarte los zapatos, te darán unas zapatillas y te dejarán campar a tus anchas por la sala.
  • Precio: Gratis
  • Horario: De 11.00 a 17.00 (Última admisión a las 16.30). Cerrado domingos, época de fin e inicio de año y vacaciones de Obon (mediados agosto). Cada cuatro meses cierran unos días para cambiar la exposición, y a veces cierran algún sábado o día de fiesta, por lo que recomiendan llamar antes: 047-341-5211.
  • Web (en japonés): http://www.s-roman.com
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Dedico esta entrada al “jefazo” Joan Navarro de Glénat, que hace unos meses colgó en su blog una impresionante colección de ilustraciones japonesas de estilo retro con tanques, aviones y demás aparatos bélicos (aquí –a partir de la entrada titulada “Portadismo” –).

Lo que no sabe Joan, ni yo tampoco hasta hace relativamente poco, es que todas estos evocadores dibujos fueron creados por un ilustrador y autor llamado Shigeru Komatsuzaki, que tiene dedicado un minúsculo “museo” en su honor en la ciudad de Matsudo, muy cerca de Tokio; el que me tomo la libertad de comentar en esta ocasión.

Pero antes de pasar a lo que sería el museo, voy a dar un poco de introducción a la figura de Komatsuzaki, un casi desconocido de nombre, pero muy famoso por sus ilustraciones. Shigeru Komatsuzaki nació en 1915 y de pequeño quiso aprender pintura tradicional japonesa (Nihon-ga), llegando incluso a ser discípulo de un importante pintor. A finales de los años 30, empezó a trabajar como ilustrador para algunas revistas infantiles, y pronto empezó a destacar dibujando todo tipo de máquinas y vehículos.

Shigeru Komatsuzaki

Shigeru Komatsuzaki

Durante la Segunda Guerra Mundial, cosechó mucho éxito con sus ilustraciones de aparatos bélicos (tanques, aviones, barcos…), que publicaba en revistas infantiles, pero durante el Gran Bombardeo de Tokio de 1945, su casa quedó incendiada y perdió todos los trabajos que había realizado hasta entonces.

Durante la ocupación americana, viendo las penurias por las que pasaban los niños, Komatsuzaki pensó que quería hacer lo posible para devolverles la ilusión, por lo que se dedicó a dibujar numerosas ilustraciones y portadas para libros y revistas infantiles.

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Algunos trabajos de Shigeru Komatsuzaki expuestos en su museo.

En los años 50, previo al gran boom del manga que se avecinaba y que empezaría a mediados de la década, se pudo muy de moda el llamado “e-monogatari” (historias ilustradas). El e-monogatari son básicamente historias o cuentos narrados con texto y amenizados con excitantes ilustraciones y, como he dicho, en la primera mitad de los 50 vivió su época dorada. El propio Shigeru Komatsuzaki –junto con Sōji Yamakawa, autor de Shonen Keniya– es considerado uno de los dos autores de e-monogatari más influyentes de todos los tiempos, e inspiró fuertemente a artistas de manga como Shōtarō Ishinomori, Fujiko Fujio Ⓐ, Fujiko F. Fujio, Tetsuya Chiba, Leiji Matsumoto o Noboru Kawasaki (dibujante de Kyojin no Hoshi).

Muestra del e-monogatari Chikyu SOS, uno de los más famosos de este autor.
Muestra de uno de los e-monogatari de este autor

Más tarde, con el declive del e-monogatari, Komatsuzaki destacó como portadista de varias revistas shōnen. Así, muchas de las revistas de manga para chicos de los años 60 destacaban por sus impresionantes ilustraciones de aviones, barcos y demás maquinaria de guerra que estimulaban la imaginación de una generación de niños que ya no había conocido la guerra.

La cambiante faceta profesional de Shigeru Komatsuzaki siguió evolucionando junto con los tiempos. Así, en los años 60 y 70, destacó como ilustrador en un campo peculiar: el de las cajas de maquetas de plástico (para las empresas Tamiya, Imai Kagaku o Nittō Kagaku), un nuevo juguete que causó furor entre los niños. Así, nuestro autor terminó siendo conocido por el apodo “hit maker” (hacedor de éxitos), ya que sus evocadoras ilustraciones en las cajas contribuían a hacer que las maquetas que contenían se vendieran mucho mejor (unas cuantas muestras de sus ilustraciones en Google Images).

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Muestras de revistas en cuya portada figuran ilustraciones de este autor.

En las décadas siguientes, pese a su avanzada edad, Komatsuzaki siguió trabajando como ilustrador para cajas de maquetas, portadas de discos, etcétera. Es muy triste lo que ocurrió en 1995, cuando casi todo su archivo se perdió después de que su casa quedara incendiada hasta los cimientos. Pero se dice que él dijo que “no pasa nada, será tan fácil como dibujar más” y siguió trabajando hasta su muerte en diciembre de 2001, a los 86 años de edad.

En fin, hasta aquí la biografía de este impresionante monstruo de la ilustración japonesa y del e-monogatari. ¿Qué os ha parecido? Pues ahora pasaremos al “museo” que tiene dedicado en su honor.

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Ilustraciones TLQM de Komatsuzaki expuestas en su “museo”.

En la edición 2008 del Tokyo Anime Fair hubo una exposición (que curiosamente se repitió, exactamente la misma, en 2009) sobre todos los museos dedicados a autores de manga o ilustradores que existen en Japón. Muchos de ellos ya los conocía, claro está, pero allí pude descubrir otros que desconocía completamente o que solo conocía de oídas. Ni corto ni perezoso, cogí una libreta (ya que estaba prohibido hacer fotos, ya me dirás qué tontería) y empecé a apuntar lo que me interesaba, por si algún día tenía la oportunidad de visitar algunos de esos museos. Yo siempre he sido un apasionado de la era Shōwa (1926-1989), me encanta esta época de la historia de Japón, sobre todo los años 50 y 60 –entre otras peculiaridades mías, disfruto un montón con las pelis de Yasujirō Ozu precisamente porque me abren una ventana a esta época que tanto me fascina– por lo que cuando vi que había un museo llamado Shōwa Roman-kan (algo como “Museo nostálgico de la era Shōwa”, ya que la palabra “roman” (romance) tiene un matiz en japonés más de “nostalgia” o “aventura” que otra cosa) enseguida quise ir para ver qué tal.

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Excitantes ilustraciones adornan las paredes de este "museo"

Ni corto ni perezoso, aquella misma semana me subí al tren y llegué hasta la estación de Kita-Kogane, situada ya fuera de lo que sería Tokio (un poco donde el Buda perdió la sandalia), desde donde anduve durante un cuarto de hora siguiendo un mapa de Google Maps por unas calles de lo más normales hasta llegar a la dirección indicada. Cuál fue mi sorpresa cuando no vi ningún “museo” en el lugar, sino un edificio totalmente normal y corriente en cuya planta baja había una oficina llamada Asano Kōmuten (Construcciones Asano). “WTF!?”, pensé… Y, mirando mejor, vi un cartel colgado en un poste en el que ponía “Shōwa Roman-kan”. Di la vuelta al edificio, intentando encontrar la entrada, pero no la vi por ninguna parte… Hasta que reparé que, en la puerta de la oficina de Asano Kōmuten, sobre unas letras bastante grandes que ponían en japonés “Entren sin reparos”, había un mini-pegatina casi imperceptible de Shōwa Roman-kan.

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Sobre las letras “Entren sin reparos” (en verde), la minúscula pegatina (marcada en rojo) que confirma que ahí, en efecto, está el “museo”.

“Bueno, pues será aquí, aunque no lo veo nada claro”, pensé. Ya que había llegado tan lejos no iba a volver atrás sin hacer la visita, así que entré… A una oficina normal y corriente con un genkan (entrada) normal y corriente de esos en los que tienes que descalzarte. La gente de la oficina me miró raro (“¿qué puñetas pinta este gaijin aquí?”, debieron de pensar), hasta que pregunté si eso era el Museo Shōwa de las narices. Una OL uniformada de lo más típica se levantó, muy amable, me dio unas zapatillas, y me abrió el “museo” solo para mí (es decir, abrió una puerta con una llave y encendió la luz): el “museo” era una sala en un rincón de la oficina.

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Algunas muestras del material expuesto

Con un gran interrogante sobre la cabeza, me metí en la sala y la chica se marchó. Solo entonces descubrí que el “Museo Shōwa” al que había ido, lejos de estar lleno de aparatos, envases, libros, juegos y tal de lo más retro –que era lo que yo esperaba encontrar– era en realidad una pequeña sala dedicada a un solo autor: el ilustrador Shigeru Komatsuzaki. ¡Y yo no tenía ni idea de quién era Komatsuzaki! En fin, ya que estaba allí me tomé mi tiempo para repasar minuciosamente la colección expuesta y averiguar quién era ese señor y lo que hizo. La exposición, por cierto, incluye algunos originales preciosos enmarcados y colgados en la pared, algunos libros de época en vitrinas, cajas de maquetas dibujadas por él y una colección de portadas de revistas, como Shōnen Sunday y otras. Además, una parte de la sala está dedicada a exposiciones temporales de otros artistas. Cuando yo fui, había unos cuadros con ilustraciones que representaban juegos y festividades de los años 50-60 en Tokio.

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Cajas de maquetas ilustradas por Komatsuzaki

La verdad es que aquel día quedé bastante decepcionado con la visita, ya que fui con una idea y me encontré con algo totalmente distinto. Sin embargo, visto ahora, me alegro de haber ido, primero porque me permitió descubrir a un autor e ilustrador importantísimo y segundo por la marciana experiencia de ir a un “museo” situado dentro de una oficina perdida en medio de un barrio residencial de las afueras de Tokio. Aquel día no compré ninguno de los libros que ahí estaban a la venta, de lo cual ahora me arrepiento. Incluso me estoy planteando volver allí en mi próximo viaje a Tokio para adquirir alguno de esos libros, que tenían una pinta bastante interesante. Veremos si lo hago.

Kasei Tanken (La exploración de Marte)

Saturday, January 10th, 2009
  • Título: 火星探険 –Kasei Tanken– (La exploración de Marte)
  • Autor: Tarô Asahi (guión) / Noboru Ôsaka (dibujo)
  • Editorial: Shôgakukan Creative
  • Revista:
  • Años publicación: 1940
  • Clasificación: kodomo
  • Tomos: 1


Se habla de Osamu Tezuka como el padre absoluto del manga, el “dios” creador, pero a menudo olvidamos que el cómic japonés ya existía antes de esta importantísima figura. Sin por supuesto llegar a las cotas de popularidad y permeabilidad que obtuvo el manga en los años 50 gracias a Tezuka y ha ido manteniendo hasta la actualidad, el cómic japonés “a.T.” (antes de Tezuka XD) tuvo un éxito considerable en la época. Podemos decir que Tezuka no inventó el manga, ni mucho menos, pero sí que, debido a su gran pasión por el cine, el teatro y la música, incluyó elementos de estas otras disciplinas artísticas en el cómic y consiguió llevarlo hasta una nueva dimensión. Así, contribuyó a hacer de él la piedra angular de una industria de entretenimiento que actualmente domina Japón y se está expandiendo por el mundo en la forma de manga, anime, videojuegos, merchandising y películas.
Sin embargo, a veces podemos sentirnos tentados a olvidar que Osamu Tezuka, por supuesto, también fue un niño, y recibió influencias de tebeos de su época infantil, entre los que se cuentan Norakuro, la verdadera estrella del cómic de preguerra y este manga que comento ahora. Con el permiso de Norakuro, publicado por la poderosa editorial Kôdansha, Kasei Tanken (La exploración de Marte) es uno de los manga más influyentes de la pre y entreguerra a pesar de que fue publicado por la pequeña editorial tokiota Nakamura que, con su colección “Nakamura Manga” consiguió rivalizar con las editoriales más poderosas del momento. El “truco” que usaron, si se puede llamar así, fue el de publicar manga como si fueran “libros serios”, para que los padres de la época, muy reticentes al entretenimiento infantil en forma de cómic por considerarlo dañino, se creyeran que estaban comprando un producto educativo para sus hijos en vez de entretenimiento barato y tosco. Los libros de la colección “Nakamura Manga” se publicaban a todo color, con buen papel, excelente encuadernación cosida y en tapa dura, y además iban protegidos dentro de una caja-funda de cartón. A cambio, eso sí, eran bastante más caros que los demás manga.

Un lujo a todo color

La edición que comento es una preciosa edición facsímil de 2005 publicada por Shôgakukan Creative imitando exactamente hasta el último detalle del original. De hecho, aparte de la página de créditos final (se incluye también la página de créditos original de la época, por cierto) y una funda descartable que recubre la caja de cartón por fuera y que incluye, entre otras cosas, el código de barras o el ISBN (por supuesto, en el original no lo había pero ahora es obligatorio ponerlos), podríamos decir que la edición es idéntica a la original. Aparte, incluye un pequeño libreto extra con artículos de Sakyô Komatsu (novelista autor original deh Nihon Chinbotsu), Leiji Matsumoto (el autor de Capitán Harlock y tantas otras leyendas del manga y anime) y dos especialistas más que comentan varios aspectos de la obra. Tanto lujo y fidelidad, por cierto, se paga caro, ya que el librito cuesta 3600 yenes del ala (unos 29 euros al cambio de hoy).
Kasei Tanken, realizado por Tarô Asahi en el guión y Noboru Ôsaka a los lápices, es un sorprendente cómic en muchos aspectos. La historia nos cuenta cómo Tentarô, hijo de un importante astrónomo, aprende curiosidades sobre Marte gracias a conversaciones con su padre y con el rival del mismo. Los dos científicos discuten sobre los canales de Marte: uno piensa que son una enorme obra de ingeniería realizada por los marcianos, mientras que el otro está convencido de que son simples casualidades geológicas y que Marte no está habitado. Tentarô, por cierto, tiene dos fieles amigos que le acompañan a todas partes, la gatita Nyanko y el perro Pichikun, ambos atropomorfizados en una de las pocas licencias artísticas que se permiten los autores (recordemos que la obra está enfocada al público infantil y que por lo tanto es un kodomo manga en toda regla).
En un momento dado, la obra deriva hasta la fantasía más pura e imaginativa, ya que nos describe un sueño de Tentarô en el que él y sus amigos van hacia Marte, conocen a los marcianos y viven varias aventuras y desventuras hasta que el chaval se despierta. Cuando luego va a explicarle a su padre que ha “estado” en Marte, él se decide a explicarle la realidad de ese planeta (según se conocía en 1940, claro), que es un planeta yermo, deshabitado, y todo eso que ahora tenemos tan y tan claro debido a la mucha información de que disponemos en el siglo XXI. Sin embargo, en 1940 la gente no tenía ni idea de lo que había o no en Marte y por supuesto varias leyendas sobre los marcianos estaban muy en boga. Sorprende ver un cómic japonés de 1940 donde se dé tanto valor a la veracidad científica sin que por ello se tenga renunciar al componente fantástico (aunque tenga que ser a través de un sueño) y a las aventuras, máxime cuando los americanos por aquella época estaban en pleno boom de la “pulp science-fiction” con historias sobre extraterrestres y tal y en los años 50 se rodaron tantísimas películas en Hollywood sobre marcianitos. En este sentido, Kasei Tanken sorprende por su precocidad y su veracidad.
Una curiosidad bastante interesante es que, al haber sido publicado en la preguerra, al igual que Norakuro, este cómic está escrito en japonés antiguo, con los hiragana ゑ y ゐ (actualmente abolidos) utilizados por doquier, versiones antiguas de los kanji (ya que la reforma de los kanji es posterior a la guerra) y curiosas maneras de expresar y escribir ciertas expresiones. Para un lingüista, leer este manga también es una gozada en este sentido.