El blog de Marc Bernabé

Version

Wednesday, August 4th, 2010
  • Título: VERSION
  • Autor: Hisashi Sakaguchi
  • Editorial: Ushio Shuppansha
  • Revista: Comic Tom
  • Años publicación: 1991-92
  • Clasificación: ciencia-ficción, seinen
  • Tomos: 3

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De nuevo “doblo” (que no rompo del todo) un poco las normas de este blog reseñando una obra que sí fue en su momento licenciada y publicada en España. Al igual que hice con la maravillosa Regreso al mar de Satoshi Kon, este es un intento por rescatar del olvido una obra maestra del manga publicada en los albores de la edición de cómic japonés en España.

Efectivamente, Version, titulada aquí “Version.1”, empezó a ser publicada por Glénat en 1996, que sacó ocho finos comic-books de 24 páginas que luego recopiló en un tomo publicado en 1997 (podéis ver en Listado Manga las portadas y fechas: comic-books / tomo).

Lo que muchos no saben es que Version fue publicada de forma incompleta en España, y es que todavía faltan 2 tomos japoneses que restan inéditos. Es decir, en España se publicaron solo 250 páginas de las 765 que tiene la obra.

Version es una obra de Hisashi Sakaguchi, el aclamado autor de la maravillosa y recomendadísima Ikkyu (que tenemos disponible en castellano y catalán de la mano de Glénat) y de otras obras que he comentado aquí como la obra maestra Ishi no Hana (Partisan) y la más que nada anecdótica Illumination no yoru 23:59 hatsu (Noche iluminada, salida a las 23.59). Un autor impresionante cuyo nombre, sin embargo, nunca estuvo a la altura de los grandes pesos pesados del manga, a pesar de que, vista su carrera, pudo haberlo estado si no hubiese empezado relativamente tarde en esto del manga (durante sus primeros años como profesional trabajó como animador en Mushi Productions, la empresa de Osamu Tezuka) ni hubiese fallecido en 1995 a la prematura edad de 49 años.

Version es una historia un tanto enrevesada que, en mi opinión, bebe directamente de las fuentes de Akira tanto en temática y desarrollo “tecno-esotérico” como en estilo de dibujo. Nos cuenta una historia en la que unos científicos desarrollan un biochip que se las apaña para absorber información a marchas forzadas e ir creciendo hasta el punto de desarrollar un cuerpo y una identidad propia. El profesor Higure, temiendo que el biochip, que recibe el nombre de “Gaso” (elemento con consciencia de sí mismo), podría ser utilizado con fines malvados y que además resulta peligroso debido a una especie de veneno que suelta (la “materia azul”), se evade con él.

Años más tarde, la hija de Higure, Eiko, entra en contacto con el detective privado Happō y juntos buscarán al profesor, que deja el mensaje “Version” (entendido aquí como una palabra que indica “evolución”, en una especie de japglish pseudoinformático un poco raro) aquí y allá dando a entender que sigue vivo. Así empieza una aventura en la que Eiko y Happō tendrán que buscar al Gaso y enfrentarse a la malvada organización Religio encabezada por el feo de Echo, que anhela atrapar al Gaso –que elige adoptar la forma de una especie de sirena– para convertirlo en una especie de dios y erigirse él en una especie de Profeta. Pero Echo no contaba con la intervención de otra gran fuerza cósmica, el Jiga (propio yo), una especie de consciencia colectiva de toda la Humanidad que, en forma de programa informático parásito que se apodera de Echo, se erige como antagonista del Gaso. Así, el Gaso pasa a simbolizar el amor por el planeta Tierra, la ecología y lo demás, mientras que el Jiga, representado en el manga como una especie de bloques transparentes, representa la codicia humana (bueno, al menos esta es mi interpretación, ya que todo resulta un poco lioso).

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El gordo de Echo consigue atrapar al Gaso (esa especie de sirena monstruosa) e intenta controlarle.

Esta es una obra realmente interesante, aunque como ya he insinuado llega un punto en el que la narración se vuelve muy enrevesada y cuando aparecen los bloques, el mundo onírico creado por el Jiga y toda una serie de párrafos liosos con terminología pseudoinformática y filosófica es muy fácil perderse. Un poco como ocurre con Akira, no sé si me explico.

El tema informático está muy presente en la obra. Por un lado, en el obvio diseño de las portadas y algunas ilustraciones interiores, realizadas en un 3D realmente primitivo, de hecho posiblemente esta fue de las primeras obras manga, si no la primera, donde se usó la informática como parte del proceso. Pensemos que es un manga hecho en 1991-92 y que las herramientas informáticas de aquel entonces eran muy limitadas. Visto desde esta perspectiva, el esfuerzo realizado por Sakaguchi es muy encomiable aunque ahora parezca burdo, tosco, y pixelado a más no poder. También es la gracia del manga, digo yo.

Por otro lado, totas las parrafadas con terminología informática de principios de los 90 resultan casi pueriles hoy en día (el propio uso de la palabra “version” –indicando la versión 1.0 , 2.0, 3.2 o lo que sea de los programas informáticos– resulta muy gracioso por la connotación “evolutiva” que Sakaguchi le da). Y también es muy gracioso que aparezca una especie de versión primitiva de Internet en una época en la que la mayoría de los mortales no habíamos ni siquiera oído hablar de la posibilidad de conectar ordenadores en red, y mucho menos de forma global.

Por cierto, el título español de “Version.1” probablemente venga dado porque los capítulos, un total de 4, vienen marcados de esta manera: Version.1, Version.2, Version.3 y Version.4. En el tomo 1, por cierto, vienen los capítulos Version.1 y Version.2. Alguien se debería de confundir al principio y así quedó el título español del manga.

En definitiva, para mí es una obra muy recomendable, aunque peca de andarse demasiado por las ramas y llega un punto en el que la narración se lía de mala manera.

Lo mejor

  • El dibujo de Hisashi Sakaguchi es impresionante. De lo mejor de la escuela ochentera japonesa liderada por Katsuhiro Otomo.
  • Algunas escenas de lo más imaginativas y oníricas.
  • El uso de terminología informática y de tecnología supuestamente de “última generación” que ahora parece de juguete.
  • El personaje del detective Happō me parece muy gracioso en su caracterización como detective privado de las pelis clásicas a lo Philip Marlowe pero totalmente desastroso.

Lo peor

  • Sakaguchi se lió bastante en un momento dado. La obra tiene partes complicadas de comprender, lo que hace que, de haber podido ser una obra maestra, Version haya acabado siendo una obra más. Buena, sí, pero no excelente.
  • Que en España solo pudiéramos disfrutar de un tomo de los tres que tiene.

Moe yo pen (Arde, plumilla)

Wednesday, July 14th, 2010
  • Título: 燃えよペン –Moe yo Pen– (Arde, plumilla)
  • Autor: Kazuhiko Shimamoto
  • Editorial: Take Shobō
  • Revista: Sinbad / Young Club
  • Años publicación: 1990-91
  • Clasificación: shōnen, seinen, metamanga
  • Tomos: 1

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Como durante la semana voy muy liado, suelo escribir las reseñas en bloques de dos o tres en fin de semana, o a veces por la noche si tengo un rato y me apetece. Así, tengo siempre unas cuantas reseñas listas en mi disco duro para ir subiéndolas poco a poco en el blog durante la semana; a veces, algunos de estos textos, por una razón o por otra, se quedan “durmiendo” en mi disco duro durante semanas enteras hasta que encuentro el momento adecuado para subirlos al blog.

Este es el caso de la reseña que precede a esta, Hoero pen, que finalicé diciendo que intentaría conseguir la precuela de ese manga. Así, entre que escribí la reseña y ahora mismo han pasado varias semanas, durante las cuales adquirí el tomo de Moe yo pen, me lo mandaron desde Japón, lo leí y ahora lo reseño.

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¡Dibujaaaaaaaaaa!

Al ser una precuela de Hoero pen, Moe yo pen no tiene muchas diferencias respecto a su segunda parte; como mucho diría que las situaciones son un poco menos exageradas. A ver, voy a matizar: este cómic muestra situaciones de la vida real de un mangaka (las fechas de entrega, las ansias por acabar una entrega e irse de fiesta, el exceso de trabajo…), pero las exagera terriblemente en un estilo que resulta gracioso. La secuela, Hoero pen, va mucho más allá y da una vuelta más de tuerca a la exageración, introduciendo elementos irreales como asesinos a suelto y cosas así.

En fin, un manga sobre manga que resulta bastante divertido y exagerado, al estilo nekketsu más puro, y con situaciones bastante curiosas. Como curiosidad, unas páginas centrales en las que, en formato fotonovela, el propio autor del manga, Kazuhiko Shimamoto, encarna a su personaje en una interesante historia corta bastante pasada de vueltas. En definitiva, un solo tomo que pasa bastante rápido y distrae considerablemente.

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Una página de la fotonovela. ¡Está pirado este Shimamoto!

Lo mejor

  • Es un solo tomo, con lo que no se hace pesado
  • Las situaciones son bastante divertidas

Lo peor

  • El dibujo es a veces demasiado sobrecargado
  • Tanta “pasión” a veces cansa un poco
  • No soporto el casco de rugby que lleva el protagonista. ¿A santo de qué?

Hoero pen (Comic Bomber – Ruge, plumilla)

Wednesday, July 7th, 2010
  • Título: 吼えろペン –Hoero Pen– (Comic Bomber – Ruge, plumilla)
  • Autor: Kazuhiko Shimamoto
  • Editorial: Shōgakukan
  • Revista: Sunday GX
  • Años publicación: 2001-04
  • Clasificación: shōnen, seinen, metamanga
  • Tomos: 13

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Últimamente he sido testigo de conversaciones (en la vida real o en internet) en las que los interlocutores hablaban maravillas sobre Bakuman, basándose en el hecho de la “originalidad” del cómic de Obata y Ohba. No voy a decir ahora que Bakuman me parezca una mierda, porque no es el caso, me parece un gran manga, muy interesante y muy bien llevado. Pero de original no tiene gran cosa. Antes de Bakuman, ha habido muchísimos manga que hablaban sobre el acto creativo de crear un manga, enfocados desde una perspectiva similar a la de Bakuman, o bien en forma de biografías tipo Gekiga Hyōryū, Gekiga baka-tachi!! o la famosa Manga michi (El camino del manga) de Fujiko Fujio A, amén, claro está, de los numerosos tomos puramente educativos de “Cómo ser mangaka” creados por famosos (Osamu Tezuka, Shōtarō Ishinomori, Akira Toriyama…) y no tan famosos.

Lo que hace original a Bakuman es, por un lado, que se enmarca en la época actual y que por lo tanto nos narra la forma de hacer de hoy en día, lo que resulta muy interesante, por el otro su faceta semiautobiográfica (hay puntos en el manga en el que se ve que las situaciones vividas por los protagonistas están basadas en situaciones reales vividas por el guionista y/o el dibujante) y por el otro en que se centra exclusivamente en el funcionamiento de la revista Shōnen Jump, la líder absoluta en su campo. En definitiva, resulta una especie de manual práctico de “cómo presentar un manga a la Shōnen Jump”. En esto sí es una obra única en su género.

La obra que reseño esta vez, Hoero pen, es otro de estos manga en los que el protagonista no es otro que… Un mangaka. Efectivamente, Moyuru Honoo, el personaje principal, es un dibujante de cierto éxito (que, por alguna razón, siempre lleva un casco de rugby) que cuenta con un equipo de ayudantes y que tiene un par de series serializándose en sendas revistas. El manga está estructurado en episodios autoconclusivos en los que el autor mete a su personaje en situaciones de lo más extremas e inverosímiles: desde el ataque de una francotiradora extranjera que le confunde por el autor de la serie Pikarimon y tiene órdenes de matarlo para acabar con la “plaga” que representan estos bichitos que están “pervirtiendo” a los jóvenes occidentales, hasta un atraco a un banco que casualmente Honoo había “previsto” en el capítulo de su serie que se publica esta misma semana, y cosas así.

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¡Dibuja como si te fuera la vida en ello!

Todo es extremadamente exagerado y muy estilo “nekketsu” (sangre caliente), y las escenas en las que el protagonista o algún otro personaje se ponen a hacer algo (sea dibujar un manga, conducir una bici o lo que sea) a lo bestia son muy divertidas por lo extremadamente exageradas que resultan. A mí personalmente el primer tomo me encantó y me dejó con ganas de más. Si bien es cierto que la actitud siempre nekketsu a lo bestia del protagonista a veces saca de quicio, en general la historia fluye muy bien y se deja leer con agilidad y sin hacerse pesada. Supongo que la estructura en episodios autoconclusivos ayuda bastante. Por cierto, el título inglés “oficial” de este manga es Comic Bomber. Como veis, nada que ver con una traducción literal del título japonés, ni mucho menos ^_^ ¿A santo de qué elegirían este título?

Muy interesante, por cierto, resulta el glosario y explicación de cómo se hace un manga a modo de epílogo, pensado para que el lector no se pierda cuando en la historia hablan sobre el proceso de crear un manga o usan palabras técnicas o especializadas. Muy bien resumido y explicado, sí señor.

Por lo que he podido averiguar, este manga tiene una precuela, titulada Moeyo pen (Arde, plumilla), de un solo tomo con material serializado entre 1990 y 1991, y también una secuela, titulada Shin Hoero pen (Nuevo Ruge, plumilla), de 11 tomos publicados entre 2005 y 2008. La precuela intentaré conseguirla, ya que siendo un solo tomo puede resultar interesante. Si lo consigo, pondré en este mismo blog su correspondiente reseña.

Gekiga Yose – Shibahama (Teatrillo Gekiga – Shibahama)

Friday, April 30th, 2010
  • Título: 劇画寄席・芝浜 –Gekiga Yose – Shibahama– (Teatrillo Gekiga – Shibahama)
  • Autor: Yoshihiro Tatsumi
  • Editorial: Basilico
  • Revista:
  • Años publicación: 2009
  • Clasificación: costumbrista, histórico, humor, gekiga
  • Tomos: 1

Hace poco cayó en mis manos la obra más reciente de Yoshihiro Tatsumi, el gran maestro del gekiga que lleva más de 50 años en activo y con mejor salud que nunca tras la publicación de su obra de corte autobiográfico Gekiga Hyōryū (Una vida errante, publicada en España por Astiberri), que le valió el prestigioso Premio Cultural Osamu Tezuka.

Esta obra, titulada Gekiga Yose – Shibahama (Teatrillo Gekiga – Shibahama), en un principio no me llamaba nada la atención, porque básicamente la portada sugiere que es una obra de corte histórico ambientada en la época Edo, y en general este tipo de obras no me atrae demasiado. Sin embargo, el otro día cayó en mis manos y, ya que lo tenía a tiro, decidí leerlo. ¡Y suerte que lo hice! Es una obra impresionantemente buena y entretenida, como todas las de Yoshihiro Tatsumi.

Kabuki, noh, bunraku… Estas artes escénicas japonesas son bastante conocidas en todo el mundo, sobre todo las dos primeras. Sin embargo, hay un género que, a pesar de ser muy popular en el Japón de ayer y de hoy, pasa totalmente desapercibido en Occidente: estamos hablando del rakugo. En el rakugo, un solo “actor” (que suele ser de cierta edad) vestido con kimono, sentado con las rodillas y con un abanico en la mano, realiza monólogos que suelen tener componente cómico. Se trata pues de un arte escénico muy sencillo en apariencia, simples monólogos sin atrezzo ni vestuario: un solo hombre sentado y contando historias. De ahí que sea prácticamente desconocido en Occidente, ya que para poder disfrutar del rakugo se requiere básicamente saber japonés y tener un gran bagaje cultural sobre la vida en la época Edo, ya que casi todas las historias de rakugo, al menos las más famosas, se ambientan en ese período.

En el rakugo, lo que importa en esencia no es el “chiste” final, que a veces resulta incluso pueril o absurdo, sino el modo de contar la historia. En definitiva, no es el “destino” lo que es importante, sino el “viaje”. Y los maestros de rakugo transportan hábilmente a la audiencia en un viaje absorbente con las únicas herramientas con las que cuentan: sus gestos, un abanico y la voz, que modulan diferentemente según el personaje que interpreten (masculino o femenino, niño o adulto, joven o viejo…) y la situación en la que estén (horror, comedia, romance, misterio…). Todo tiene su manera de expresarse.

Líos de faldas en locales de geishas de la época Edo

Líos de faldas en locales de geishas de la época Edo

Pues bien, en esta ocasión, Tatsumi ha querido distanciarse un poco de su registro habitual de historias de perdedores, de los bajos fondos, de violencia y las bajezas del ser humano, y ha decidido adaptar algunas historias famosas del rakugo a formato manga. Así, en este libro se recogen ocho historias, una de las cuales, Shibahama, es el subtítulo del libro. Cómo no, la mayoría de las historias se basan precisamente en las temáticas que Tatsumi siempre ha tocado: la envidia, la codicia, la avaricia, la lujuria, etcétera. Pero esta vez no son historias salidas directamente de la mente del maestro del gekiga, sino que son adaptaciones de representaciones de rakugo ambientadas, cómo no, en la época Edo, sobre todo en los siglos XVIII y XIX. Historias de hombres que frecuentan el barrio de placer de Yoshiwara para pasar un buen rato en compañía de geishas, de amoríos e infidelidades, de timadores y hombres honrados, de golpes de fortuna y rachas de mala suerte… El ser humano en sí, pintado a menudo de forma cómica y realmente entretenida. Y, cómo no, aunque las historias suelen tener finales humorísticos, el chiste final es lo de menos: Tatsumi, al igual que los grandes maestros del rakugo, consigue meter al lector en la historia y hacerle partícipe de ese “viaje” en el que lo importante no es el destino, sino el trayecto. Impresionante Tatsumi.

Lo mejor

  • No habría imaginado que una adaptación a cómic de rakugo podría ser tan interesante.
  • Los “viajes” de las ocho historias que adapta Tatsumi son entretenidísimos.

Lo peor

  • Aunque a mí el dibujo de Tatsumi me gusta mucho y lo encuentro ideal para las historias que quiere contar, algunos lectores lo encontrarán tal vez un poco tosco. En este libro en concreto, esto tal vez sea “culpa” de la magnífica impresión con la que cuenta, que hace que las líneas estén perfectamente definidas y da la sensación de que no estemos ante un producto impreso, sino ante las páginas originales dibujadas por Tatsumi, con lo que se ven todos sus “defectos” (en algunas ocasiones se “pasa de la raya”, en otras se olvida de entintar un trozo de pelo…). A mí, que conste, esto me ha encantado, porque acerca el libro al lector y hace ver que el creador es solo uno, que ha hecho ese libro por sí solo, con todas las ventajas e inconvenientes que eso conlleva. Este, desde luego, es un producto artesanal creado sin la ayuda de ayudantes ni trucos informáticos.

Tsukiji uogashi sandaime (3ª generación en el mercado del pescado de Tsukiji)

Tuesday, April 13th, 2010
  • Título: 築地魚河岸三代目 –Tsukiji uogashi sandaime– (3ª generación en el mercado del pescado de Tsukiji)
  • Autor: Kenichi Ooishi (tomo 1), Masaharu Nabeshima (tomos 2-21) y Kazuo Kuwa (tomos 22-) / Mitsuo Hashimoto (dibujo)
  • Editorial: Shōgakukan
  • Revista: Big Comic
  • Años publicación: 2000-?
  • Clasificación: costumbrista, gourmet
  • Tomos: 27 (en curso)

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Como digo muy a menudo, en el mundo del manga hay absolutamente de todo. Piensa en una temática, por peregrina que sea, y probablemente tendrá un manga (o más) inspirada en ella.

El mercado de pescado de Tsukiji (nombre oficial: Mercado central al por mayor metropolitano de Tokio), muy cerca de Ginza, justo al lado del río Sumida a la altura del emblemático puente Kachidoki, es el centro de compra-venta de pescado más grande del mundo. Asusta la cantidad de pescado y marisco (y también otros productos) que cambia de manos cada día en estas enormes instalaciones. Grandes empresas traen el pescado, lo subastan a los mayoristas, que lo clasifican y arreglan, y a su vez lo venden a los compradores que acuden al mercado: desde encargados de compras de grandes cadenas de supermercados a dueños de pequeños establecimientos de sushi que vienen a conseguir el género más fresco y de mayor calidad posible para ofrecer a sus clientes.

Ir al mercado de Tsukiji a echar un vistazo es todo un espectáculo que vale mucho la pena vivir. Sin embargo, en los últimos años la visita a Tsukiji ha pasado de ser un pequeño “secreto” a figurar en todas las guías de viaje como lugar “imprescindible” que visitar en un viaje a Japón/Tokio, lo que ha provocado que se haya convertido en una especie de circo con gran afluencia de visitantes, sobre todo a la hora de la subasta del atún. Aun así, y a pesar de las aglomeraciones, sigue siendo muy recomendable darse una vuelta por este enorme centro de trabajo de los pescaderos al por mayor de Tokio.

Hace solo unos días estuve por allí con un amigo y le prometí a Roger de comerJapones.com que sacaría un vídeo para publicar en su prestigiosa web. Como lo prometido es deuda, podéis ver el vídeo en comerJapones.com, pero también lo pongo aquí. Por cierto, que este artículo se publica de forma sincronizada con uno sobre Tsukiji que ha escrito Roger y que podéis leer aquí.

(También en Youtube)

¿Os ha gustado el vídeo?

Y ahora la pregunta lógica tratándose de este blog es… ¿Existe un manga sobre el Tsukiji? Pues sí, y además es un manga muy exitoso que lleva ya diez años publicándose y ha acumulado la nada desdeñable cifra de 27 tomos hasta el día de hoy (que conste, sin embargo, que yo no lo conocía antes y que lo descubrí hace unas semanas a raíz de una carambola de estas que da la vida). Por cierto, hoy mismo he estado en un videoclub y, echando un vistazo a las películas que tenían disponibles para alquilar, estaba una basada en este manga. Un día la alquilaré a ver qué tal.

Tsukiji Uogashi Sandaime (3ª generación en el mercado del pescado de Tsukiji) empieza como tantos otros manga: con un gran cambio en la vida del protagonista. En este caso, Shūtarō Akagi, un empleado de banca amable y capaz al que se le encarga la tarea de echar del banco a 100 trabajadores para sanear las cuentas. Tras despedir a 99 compañeros, Shūtarō decide ser él el último sacrificado y se despide a sí mismo. Sin embargo, tiene un plan muy concreto: como está casado con la hija del dueño de una de las tiendas al por mayor de Tsukiji, decide aceptar la oferta de su suegro y pasar a ser el jefe de esa tienda. Así, después del padre de su suegro y su suegro, Shūtarō representa la 3ª generación (sandaime) al frente del negocio familiar.

Sin embargo, no todo es tan fácil: a pesar de ser un joven muy voluntarioso, trabajador y lleno de ilusión, Shūtarō no tiene ni idea de pescados. No sabe distinguir entre las diferentes especies, ni sabe cortar o abrir correctamente cada pescado, ni tampoco tiene ni idea de moverse por un mercado tan enorme como el de Tsukiji. Así, deberá ir aprendiendo sobre la marcha.

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El protagonista llegando al puesto de pescado en Tsukiji que regenta junto a sus nuevos empleados.

Como es lógico en este tipo de obras manga, los inicios resultan bastante durillos, ya que la mayoría de sus nuevos subordinados no dan ni un duro por él y hacen apuestas para ver cuánto durará en el mercado. Y no es para menos: el primer día, Shūtarō llega torpemente al puesto de venta vestido con traje, tropezando y siendo casi atropellado por los carritos y los taare (unos vehículos de carga muy peculiares que abundan mucho en Tsukiji) y desorientándose terriblemente en medio de tanta caja y tanto pescado. Pero pronto empieza a ganarse la confianza de sus subordinados gracias a sus ganas de aprender y de mejorar y a su espíritu trabajador. Una de las claves de su éxito reside en intentar, dentro de lo posible, degustar los pescados que van teniendo a la venta para poder recomendarlos correctamente a sus clientes.

Así, el manga está estructurado en historias autoconclusivas (que a veces duran un capítulo o a veces dos o tres, pero raramente más) en las que el lector aprende un montón: sobre el funcionamiento del mercado de Tsukiji, sobre pescados y sobre cocina.

La verdad es que me ha encantado leer el primer tomo de este manga, he aprendido un montón y me han entrado muchas ganas de seguir leyendo. Ay, tanto manga por leer y tan poco tiempo… *Sigh*

Lo mejor

  • Aprendes un montón.
  • El guión está muy bien escrito y el dibujo es agradable.
  • El mercado de Tsukiji está muy bien representado.
  • Da ganas de comer pescado: crudo, cocido, a la brasa, hervido… ¡De todas las maneras!

Lo peor

  • Por la temática y la extensión, veo imposible la publicación de este manga fuera de Japón. Qué pena.