El blog de Marc Bernabé

Jigoku no gundan (El ejército infernal)

Thursday, March 27th, 2014
  • Título: 地獄の軍団 –Jigoku no gundan– (El ejército infernal)
  • Autor: Yoshihiro Tatsumi
  • Editorial: Jitsugyō no Nihon-sha
  • Revista: Manga Sunday
  • Años publicación: 1982-83
  • Clasificación: horror, bajos fondos
  • Tomos: 6

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Ya he hablado varias veces sobre Yoshihiro Tatsumi y he reseñado algunas de sus obras en este mismo blog, pero si recordáis siempre han sido libros sueltos, generalmente recopilatorios de historias cortas autoconclusivas. Y es que Tatsumi, el “inventor” de la palabra gekiga, que surgió para distinguir lo que hacía él y otros autores, enfocado a un publico más adulto, del “manga” que había hasta entonces (básicamente para niños, de argumentos simples y maniqueos). Durante décadas, la palabra gekiga indicó pues al manga para público adulto, término que fue sustituido más adelante por el neutro “seinen manga” (manga para adultos), que es la denominación que se utiliza actualmente.

En todo caso, como digo, Tatsumi siempre ha trabajado mejor las historias cortas y es muy raro encontrar historias suyas que se desarrollen durante más de un tomo. Jigoku no gundan (El ejército infernal) es posiblemente su obra más larga, ya que se editó en 6 volúmenes, una verdadera rareza en la obra de este autor.

Los lectores de Tatsumi tenemos muy presente sus filias por los bajos fondos, por la descripción de las miserias humanas. Las suyas son historias de perdedores, de gente miserable, extremadamente oscuras y gran parte de las veces con desenlaces que no son precisamente de “happy end”. Si te gustan estas historias depresivas, pero que dan muchísimo que pensar, Tatsumi es un autor que te encantará y te recomiendo encarecidamente la película Tatsumi, que presenta en forma de animación varias de ellas. Una auténtica joya de la animación, realizada por un director de Singapur.

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El niño criado por las ratas en la alcantarilla.

A pesar de ser una historia larga, Jigoku no gundan es tan dura o más que las historias cortas de Tatsumi. Nos presenta la historia de un chico al que su madre abandona en una sucísima letrina pública nada más darle a luz por ser un hijo no deseado. Algunas ratas de alcantarilla descubren al bebé y deciden llevárselo y criarlo, un poco como en la historia de Rómulo y Remo y la loba. Pasa el tiempo y el bebé se hace cada vez mayor al lado de las ratas, viviendo en la nauseabunda alcantarilla y alimentándose básicamente de desechos. Más tarde, una vieja vagabunda le descubre y decide adoptarle, enseñarle a hablar y a desenvolverse en la sociedad humana. Pero el mal está hecho para el chico, que tiene una psique de lo más retorcida y es capaz de hacer auténticas atrocidades controlando a las ratas a su antojo…

Lo mejor

  • Poder ver cómo Tatsumi se desenvuelve en el ámbito de la historia larga argumental.
  • Las vilezas y atrocidades que nos cuenta.

Lo peor

  • Francamente, me encanta Tatsumi, así que no veo grandes pegas a esta dura historia. Como mucho, decir que no es para todos los públicos, como se hace patente por poco que leas el argumento que acabo de describir. Y que la premisa, obviamente, es totalmente irreal, pero bueno, eso es algo que para mí no tiene importancia.

Kachō Shima Kōsaku (Jefe de sección Kōsaku Shima)

Tuesday, January 28th, 2014
  • Título: 課長島耕作 –Kachō Shima Kōsaku– (Jefe de sección Kōsaku Shima)
  • Autor: Kenshi Hirokane
  • Editorial: Kōdansha
  • Revista: Morning
  • Años publicación: 1983-1992
  • Clasificación: empresarial, salaryman manga
  • Tomos: 17

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Hacía muchísimo tiempo que quería leer las andanzas de Kōsaku Shima, uno de los oficinistas salaryman más famosos del manga japonés, si no el más famoso. De hecho, ya había leído suelto algún tomo, pero de etapas posteriores, no de la primera serie, y siempre me había llamado poderosamente la atención por muchos motivos que expondré durante esta reseña.

Hace ya un montón que conseguí en una subasta de internet, por poco precio, los 17 tomos de los que se compone Kachō Shima Kōsaku, es decir, la serie con la que se inauguraría la gran saga de este personaje, y por fin me he decidido a empezar con ella… Y, desde luego, no me está defraudando, ¡de hecho estoy enganchadísimo y he devorado 6 tomos en cuestión de poco tiempo!)

¿Por qué me llama la atención la serie Shima Kōsaku? Primero, porque narra las aventuras y desventuras de un oficinista japonés en una gran empresa, aderezadas, eso sí, por numerosos escarceos amorosos y aventurillas por el estilo. Segundo, porque Kōsaku Shima no se ha quedado en el puesto de kachō (jefe de sección), sino que ha ido subiendo en el escalafón a través de los años (¡prácticamente en tiempo real!), e incluso se han realizado ya un par de precuelas. Contando que Shima nació (ficticiamente, se entiende) el 9 de septiembre de 1947, en estos momentos tiene 66 años y va camino de los 67.

A lo largo del tiempo, Shima ha protagonizado las siguientes series…

  • Gakusei Shima Kōsaku (Estudiante Kōsaku Shima) 2014-en curso – ningún tomo todavía
  • Young Shima Kōsaku (Joven Kōsaku Shima) 2001-2010 – Sin rango 4 tomos, como “encargado”, 4 tomos.
  • Kakarichō Shima Kōsaku (Líder de grupo Kōsaku Shima) – 2010-2013 – 4 tomos.
  • Kachō Shima Kōsaku (Jefe de sección Kōsaku Shima) 1983-1992 – 17 tomos (la que reseñamos ahora)
  • Buchō Shima Kōsaku (Jefe de departamento Kōsaku Shima) 1992-2002 – 13 tomos
  • Torishimariyaku Shima Kōsaku (Director administrativo Kōsaku Shima) 2002-2005 – 8 tomos
  • Jōmu Shima Kōsaku (Director administrativo ejecutivo Kōsaku Shima) 2005-2006 – 6 tomos
  • Senmu Shima Kōsaku (Director ejecutivo Kōsaku Shima) 2006-2008 – 5 tomos
  • Shachō Shima Kōsaku (Presidente Kōsaku Shima) 2008-2013 – 16 tomos
  • Kaichō Shima Kōsaku (Presidente honorífico Kōsaku Shima) 20013-en curso – 1 tomo

En resumidas cuentas, desde hace ya más de 30 años, el autor Kenshi Hirokane nos está contando el avance de un ejecutivo en una empresa japonesa en tiempo real, y encima también va sacando tiempo para realizar precuelas, con lo que, a la postre, lo que vamos a tener cuando finalice la serie va a ser prácticamente la vida entera de un hombre. Si ahora acaba de empezar a narrarnos su etapa universitaria, no es descabellado pensar que igual cuando la termine de contar empezará a narrarnos su adolescencia, su infancia, etcétera, mientras a la par nos cuenta sus progresos en el momento “actual”, en tiempo real.

Recientemente, Shima fue nombrado presidente de su empresa tras una larga etapa como director general. El puesto de kaichō (presidente) es el más elevado al que podría aspirar dentro de su empresa, por lo que un posible siguiente paso sería el de, tal vez, manteniendo su puesto de kaichō dentro de la empresa, presidente del Keidanren, la asociación de empresarios japonesa equivalente a la CEOE española. Esto es lo que me respondió el propio autor, Kenshi Hirokane, cuando le entrevisté y le pregunté adónde podría llegar Shima, sugiriendo que tal vez a primer ministro de Japón. Su respuesta fue que no ve a Shima metiéndose en política general (política empresarial sí, de hecho toda la historia es una gran lucha política en la que los diferentes ejecutivos de la empresa se apuñalan y/o alían entre sí), pero sí lo veía como presidente del Keidanren. Veremos si eso se cumple y hasta dónde está dispuesto Hirokane a contarnos sobre la vida de Shima. ¿No os parece fascinante que exista una obra de cómic que cuente TODA la vida de una persona? A mí me deja con la boca abierta.

Kacho Shima Kosaku

¡Ay. Shima, que tu jefe te ha pillado montándotelo con la rubia en tu despacho!

Kachō Shima Kōsaku, es decir, la historia que empieza con el nombramiento de Shima como jefe de sección, es la primera históricamente hablando, y empezó en 1983. Shima es al principio de este manga un salaryman de unos 37 años que consigue que le nombren kachō, algo que a esa edad tan joven es bastante prestigioso en el contexto de la empresa, en su caso la fabricante de productos electrodomésticos y electrónicos Hatsushiba. Todo indica, por cierto, que la Hatsushiba es una especie de clon en manga de Panasonic (Matsushita en su nombre japonés), que se enfrenta a rivales como la Solar (Sony) o la Goyō (Sanyo) en el competitivo mercado japonés. De hecho, el propio autor Kenshi Hirokane trabajó durante unos años como salaryman en la propia Panasonic, lo que da cierto realismo a la historia.

El caso es que Shima es el típico salaryman de la llamada “generación baby boom” (dankon no sedai), los nacidos justo después de la II Guerra Mundial, un montón de gente que ha llevado las riendas del país japonés desde los años 80 y que, en estos momentos, supone un gran problema porque ya está a las puertas de la jubilación, cuando no ya jubilados, lo que implica mucha gente nueva cobrando generosas pensiones para muchos menos cotizantes que se las deben sufragar.

En todo caso, el típico salaryman de esa época era el que consideraba a la empresa como su familia, ya que todo giraba alrededor de ella, hasta el punto de pasar de “la propia familia” (en su caso, su mujer Keiko y una hija de unos 6 o 7 años, Nami). Las aventurillas de Shima en su serie incluyen, además de compromisos empresariales como salir de copas con los jefes, clientes o compañeros, o de ir a jugar al golf para hacer contactos, numerosos escarceos amorosos con todo tipo de mujeres. Desde compañeras de la oficina hasta “hostess” de local de alterne, pasando también por prostitutas (en Japón el que un hombre se acueste pagando con una mujer no está ni de lejos tan mal visto como en Occidente, o al menos en la época de Shima, ya que el tema en estos primeros tomos del manga, ambientados en tiempo real en los años 80, se trata con total y absoluta normalidad), clientas y/o proveedoras y básicamente cualquier mujer medianamente guapa que se le ponga a tiro. Shima no es un playboy, al menos no va de playboy, pero tiene cierto magnetismo y siempre acaba ligando.

Llevo unos 6 tomos leídos y también resulta interesante el hecho de que Shima tiene una alta movilidad dentro de la empresa: primero le mandan a Nueva York para pasar un año, hecho que le distancia aún más de su mujer, que se llega a buscar un amante (cosa que cabrea a Shima, que solo “sospecha de”, hasta el punto de plantearse pedir el divorcio y contratar a un detective privado, sin pararse a pensar ni un segundo –solo hasta que su amante de turno se lo sugiere– que él se ha follado a todo ser viviente sin remordimientos, ¿por qué le cabrea que su mujer tenga un amorío entonces?). En Nueva York, Shima tiene por supuesto una amante americana, rubia y guapísima, aunque la tiene que “compartir” con un hombre negro en una extraña relación triangular. Más tarde, Shima vuelve a la empresa madre en Tokio, se divorcia de su mujer (es ella quien se lo pide) y ahora mismo estoy en un momento en el que, tras un fuerte vaivén político en el seno de la empresa, que se cobra la cabeza de su superior, le envían a Kioto a trabajar en una de las fábricas de pequeños electrodomésticos de la Hatsushima. En Kioto, por supuesto, Shima tendrá escarceos con mujeres de la antigua capital, recatadas, vestidas con kimono y de antigua profesión… geisha, por supuesto.

Cosas que chocan de esta primera etapa: el papel de la mujer en la empresa. Básicamente mujeres florero que se ocupan de hacer el té y sacar fotocopias, y que a la que su novio le pide en matrimonio se largan sin más de la empresa, recibiendo felicitaciones de sus compañeros. El machismo brutal también presente en las relaciones fuera de la oficina, con los salarymen metiéndose en bares de alterne o directamente yéndose de putas. El politiqueo intenso en el seno de la empresa, con las diferentes habatsu (facciones) enfrentadas entre sí y las presiones para formar parte de un habatsu o de otro, algo que contribuye a marcar la carrera del oficinista, ya que si el jefe de su habatsu triunfa, entonces él también triunfará, pero si la caga (como le ocurre a Shima muy a su pesar, ya que rehúye pertenecer a ninguna facción, cosa que cabrea mucho a sus “líderes” pretendientes) puede significar que te manden a provincias (en esa época no se despedía a nadie en Japón, sino que se mandaba al “castigado” a un puesto de poca responsabilidad o incluso se le relegaba a puestos sin ningún tipo de peso, lo que creó los llamados madogiwa-zoku (tribu de al lado de la ventana), gente que simplemente calentaba su silla sin producir nada, eso sí, cobrando por supuesto su sueldo).

Muchísimas cosas más podría comentar sobre esta obra, pero creo que lo voy a dejar aquí y tal vez, si cuando acabe la serie de Kachō paso a la de Buchō (jefe de departamento), cuando reseñe esta seguramente tendré más chicha para comentar. A mí, desde luego, ya habéis visto que la serie me está encantando y ojalá la pudiera leer entera, pero de momento son 76 tomos disponibles entre todas las sagas y el tiempo del que dispongo es muy limitado y me gusta tener variedad en mi lectura, así que… Ya veremos.

Lo mejor

  • La vida entera de un oficinista japonés en manga. ¡Fascinante!
  • Historias entretenidas, un gran culebrón para lectores adultos masculinos.

Lo peor

  • El machismo y algunos detalles que a veces entonemos un gran WTF durante la lectura, pero son cosas de la mentalidad japonesa de la época, no podría decir que son un punto flaco de este manga, casi al contrario. Resulta interesantísimo.

Hiatari ryōkō (Alegre juventud)

Monday, December 30th, 2013

  • Título: 陽あたり良好 –Hiatari ryōkō– (Alegre juventud)Hiatari ryōkō
  • Autor: Mitsuru Adachi
  • Editorial: Shōgakukan
  • Revista: Shōjo Comic
  • Años publicación: 1980-81
  • Clasificación: comedia romántica
  • Tomos: 5 (edición normal) / 2 (edición Wide)

Debo reconocer que he tardado mucho en descubrir a Mitsuru Adachi, pero que una vez lo he descubierto, hará cosa de dos o tres años, me he rendido a la evidencia: es uno de los autores más entrañables que existen en el mundo del manga. Sus historias suelen ser todas muy parecidas, con triángulos amorosos sutiles, historias de instituto y mucho deporte (sobre todo béisbol) de trasfondo. Pero a pesar de que muchas de sus historias son calcadas, tiene algo que engancha y que directamente enamora.

Tras Touch, Miyuki, Cross Game y alguna que otra historia menos larga, esta vez me he decidido a leer Hiatari ryōkō, cuyo anime fue emitido en España bajo el título de Alegre juventud y es muy recordado por ello. Por eso he usado ese título en la ficha de más arriba, aunque en realidad Hiatari ryōko es una expresión que se traduciría por “da mucho el sol”, más o menos, y que se utiliza una vez al principio de la historia cuando Kasumi, la protagonista femenina, abre la cortina de su cuarto, ve encantada cómo la luz del sol inunda alegremente la habitación y exclama justo esa frase.

Temporalmente, esta historia pertenece a la segunda época de Adachi, que desde que debutó a principios de los años 70 hasta finales de esa misma década no pasó de ser un autor del montón, sin conseguir demasiado éxito. Pero luego, sobre todo a partir de la historia de béisbol Nine, el éxito comercial empezó a sonreírle y a partir de entonces encadenó tres exitazos sonados: Hiatari ryōko, Miyuki (creada en parte simultáneamente con Hiatari ryōko) y, cómo no, Touch (que empezó justo después de terminar Hiatari ryōkō y que hizo mientras trabajaba también en Miyuki).

Aunque en épocas posteriores Adachi ha seguido siendo un autor muy exitoso y sus historias son muy buenas (sobre todo Cross Game), creo que serán pocos los que negarán que su época de mayor esplendor fue precisamente la de Nine – Hiatari ryōko – Miyuki – Touch.

Hiatari ryōkō

Inteligentes y divertidos diálogos en una obra de rápida y entretenida lectura.

Así pues, ya empecé a leer Hiatari ryōkō con muchas ganas, sabiendo que estaba ante una obra muy querida por la gente (por algo será) y que fue contemporánea de Miyuki, un manga que me robó el corazón. Y ciertamente no me ha defraudado, ¡qué maravilla de manga!

De nuevo, si estamos ya acostumbrados a los planteamientos adachianos, no nos sorprenderá saber que la historia se basa en un triángulo amoroso. En este caso, los protagonistas son Yūsaku Takasugi, un chico bastante peculiar al que le gusta “animar a la gente” (y que por lo tanto se apuntará en el grupo de animadores del instituto, que tiene pésima fama) y Kasumi Kishimoto, una chica muy espabilada y dicharachera que tiene un noviete, Katsuhiko, que vive en el extranjero.

La historia empieza cuando Kasumi se va a vivir con su tía para poder ir desde su casa cómodamente al instituto. Una vez allí, se encuentra con que su tía ha montado una especie de pensión para otros chicos del instituto, todos ellos hombres: el guaperas pervertido ligón Shin Mikimoto, el grandullón y devorador Takashi Ariyama, el extraño y silencioso Makoto Aido y… el atrevido Yūsaku Takasugi, al que conoce cuando este abre, en pelotas, la puerta del baño y la ve allí duchándose también desnuda.

Como siempre en las obras adachianas, habrá muchos líos y muchas situaciones diferentes, incluso el casi obligatorio arco en el que el club de béisbol del instituto participa en las eliminatorias para el Kōshien (¡un arco bastante largo en el que el manga se transforma, deja de ser una comedia romántica y pasa a ser un manga deportivo con todas las letras!), y los sentimientos de Kasumi hacia Takasugi, que al principio eran casi odio, se van poco a poco transformando…

 

Lo mejor

  • Para mí, lo mejor de los mangas de Adachi son sus diálogos, absolutamente brillantes, mordaces y divertidos. Desde mi faceta como traductor profesional, y como parte de la deformación profesional que lógicamente tengo, pienso que tiene que ser todo un reto trasladar estos textos de modo que mantengan en lo posible esa gran agudeza del original. Ojalá algún día pueda…

 

Lo peor

  • Ahora ya no, pero en su momento seguro que muchos lectores renegaron de este manga puesto que originalmente fue publicado en una revista para chicas, la Shōjo Comic nada menos. Sin embargo, su contenido es muy poco shōjo. Tan shōjo como puede serlo Miyuki (¡publicado en una revista shōnen, la Shōnen Big Comic!) o incluso menos puesto que Hiatari ryōkō tiene un componente fuerte de béisbol en un momento dado y en Miyuki el deporte no se toca para nada.

 

Watashi wa Shingo (Yo soy Shingo)

Thursday, September 5th, 2013
  • Título: わたしは真悟 –Watashi wa Shingo– (Yo soy Shingo)
  • Autor: Kazuo Umezu
  • Editorial: Shōgakukan
  • Revista: Big Comic Spirits
  • Años publicación: 1982-86
  • Clasificación: horror, misterio
  • Tomos: 10

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De nuevo os machaco con una reseña de una obra de Kazuo Umezu, el rey del manga de terror. Es curioso lo que me pasa con este autor, ya que, sin tampoco tener la sensación de que sus obras me enganchen muchísimo ni tener conscientemente especial ganas de seguir leyendo obras suyas, cuando examino mi biblioteca para ver que podría leer a continuación, es muy frecuente que acabe escogiendo una obra de Umezu. No sé qué tiene este autor, creo que es una especie de gusto adquirido por mí, que hace que tenga una curiosidad inmensa por ver qué historias ha contado a lo largo de su carrera.

¿Motivos? Puede haber varios, pero se me ocurren a bote pronto estos:
1) Argumentos esperpénticos, basados en premisas que jamás se me habrían ocurrido (ejemplo: una escuela entera es transportada a un futuro en el que la humanidad ha sido arrasada en Hyōryū Kyōshitsu / un trozo de carne de una factoría alimentaria se desarrolla hasta obtener conciencia y cuerpo en 14 sai).
2) El dibujo tan peculiar y característico. Esas caras de inocencia que se convierten en muecas de terror, ese ambiente opresivo en el que domina el color negro, esa ortopédica forma de correr de los personajes en las viñetas…
3) El propio carácter del autor, un hombre extremadamente excéntrico, muy divertido y jovial. Kazuo Umezu me cae tan bien que me dan ganas de leer más cosas suyas.

Watashi wa Shingo (Me llamo Shingo) es considerada una de las grandes obras de la época tardía de Umezu, en los años 80 y de hecho, el crítico de manga Tomofusa Kure, con el que coincidí hace muchos años en una conferencia y personalmente creo que es una persona en cuya opinión vale la pena confiar, afirma categóricamente en el epílogo del tomo 1 de la versión de bolsillo de este manga que no es que esta obra sea una de las mejores de Kazuo Umezu, ni siquiera una de las mejores obras de terror-suspense del manga, sino que merece ser considerada una de las mejores obras del manga en general (incluso llega a ir más allá y afirma que, de entre toda la creación cultural de los años 80 en Japón (incluido literatura, cine, teatro, música…) Watashi wa Shingo está, en su opinión, en primerísima fila).

¿Está Kure exagerando en su opinión? La verdad es que no lo sé. Para variar, por varias razones como por ejemplo el factor espacio de mi estantería, solo he podido leer el primer tomo de los 7 de los que consta la versión de bolsillo y, aunque me gustaría continuar, de momento no puedo hacerlo porque no tengo acceso. Y aunque ese primer tomo tiene 324 páginas de manga, una buena cantidad, es tan introductorio que apenas sé por dónde enfocar la reseña, ni mucho menos corroborar la opinión de Kure.

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Niños congeniando con un robot industrial. 

Esta historia cuenta cómo llegan dos robots industriales a la fábrica del padre del protagonista, Satoru. Satoru es un chaval muy rarito, muy despierto y con una imaginación desbordada, muy disperso para lo que no le llama la atención pero increíblemente atento para lo que sí (que suelen ser chorradas). El hecho es que la llegada de estos robots acaba siendo una obsesión para Satoru y también para una chica que se llama Marin y con la que congenia enseguida en una especie de flechazo infantil de amor a primera vista.

De vez en cuando aparece la figura del narrador que, en primera persona, realiza puntualizaciones del estilo “en aquel entonces, yo no era todavía consciente de lo que acabaría significando Satoru en mi vida”, de lo que se deduce que es el propio robot el que, en un futuro estimamos que lejano, está contando la historia en plan flashback. Es caso es que Satoru y Marin se cuelan por las noches en la fábrica y empiezan a toquetear la máquina, a la que los trabajadores han llamado “Monroe” (de Marilyn Monroe), a su gusto para que les reconozca, diga sus nombres, etcétera.

Francamente, la historia la he leído con bastante rapidez porque es una obra de Umezu, en las que prima la acción y hay poco texto, lo que la convierte en una historia fácil de leer y de digerir. Pero tampoco ha terminado de engancharme, y mucho menos de convencerme de que lo que afirma Kure en su epílogo sea cierto. Obviamente, lo suyo es seguir leyendo hasta el final, algo que pienso hacer en cuanto pueda, que espero que sea prontito.

Lo mejor

  • Muy fácil de leer, te sorprendes pasando página tras página hasta que… ¡Oh! ¿Ya se ha acabado el tomo?
  • El mundo y el ambiente typical Umezu

Lo peor

  • He leído un tomo entero de 320 y pico páginas y aún no sé muy bien adónde quiere llevar Umezu la historia… Porque es él y porque le conozco, pero si fuera otro autor seguramente pensaría que tanta indefinición no es buena y descartaría la obra por no ir al grano.

Hotel

Monday, July 29th, 2013
  • Título: Hotel
  • Autor: Shōtarō Ishinomori
  • Editorial: Shōgakukan
  • Revista: Big Comics
  • Años publicación: 1984-98
  • Clasificación: slice-of-life
  • Tomos: 37

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Hay veces en las que uno no tiene o tiempo o ganas de iniciar la lectura de una serie de manga con muchos tomos y argumento lineal, sino leer pequeñas historias autoconclusivas ambientadas en un mismo mundo o situación. Estoy hablando de obras como podrían ser Black Jack, KochiKame o Detective Conan, que a priori no requieren que el lector siga todo un argumento en el tiempo, sino que cada historia, más o menos corta, tiene un argumento propio (aunque haya un argumento lineal subyacente más o menos sutil). Esto facilita que el lector deje y retome la serie cuando le dé la gana, sin miedo a perderse por no acordarse de secuencias o sucesos pasados.

Hotel, uno de los mangas más exitosos de Shōtarō “el rey del manga” Ishinomori, es precisamente una serie de este tipo. Se ambienta en el Tokyo Platon, un hotel de gran envergadura y estatus, en cuyas dependencias pasa un poco de todo. Un capítulo narrará un desencuentro amoroso de una pareja, otra un caso detectivesco al más puro estilo Agatha Christie, otro una aventura que implica una maleta perdida, y así… No hay personajes recurrentes salvo el “staff” del hotel: el que más sale es Tōdō, el “general manager”, aunque no necesariamente aparece en todos los capítulos ni tiene un papel especialmente relevante en muchos de ellos.

Podríamos decir, pues, que el principal protagonista es el propio hotel, y los secundarios de lujo son los clientes y los trabajadores del mismo. Son historias con fuerte carga de entretenimiento, pero con el punto justo de emoción, candor, sentimiento, humor y alegría.

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¿Puede ser que se nos haya colado una prostituta en el hotel? ¡Hay que investigarlo!

No sé si acabaré leyendo todos los tomos (son 37 en la versión original y 25 en la de bolsillo, que es la que tengo yo), pero desde luego para mí es una serie ideal para ir cogiéndola de vez en cuando en épocas como la actual, sin ir más lejos, cuando por estar en medio de una verdadera montaña rusa de actividad, obligaciones y compromisos de todo tipo, tengo poquísimo tiempo disponible para leer y, cuando lo tengo, estoy tan cansado que solo aguanto 10 o 15 minutos de lectura antes de caer “frito”… Así que un capítulo de Hotel como entretenimiento y relax va de fábula ya que no exige ningún esfuerzo y proporciona grandes dosis de entretenimiento y relax.

Shōtarō Ishinomori dejó inconclusa esta serie debido a su muerte, en 1998, a unos escasos 60 años de edad… Si no fuera por ello, posiblemente hoy en día seguiría trabajando en ella y estaríamos hablando ya de una serie cercana a la mítica cifra de 100 tomos, ya que claramente la serie, con ese formato, podría evolucionar y estirarse tanto como diera de sí la imaginación e inventiva de su autor (y sabemos a ciencia cierta que Ishinomori, que ostenta el Récord Guinness de autor de cómic más prolífico de todos los tiempos, ¡la tenía para dar y vender!)

Lo mejor

  • Grandes historias autoconclusivas, algunas realmente memorables.
  • Me gusta mucho el formato “historias autoconclusivas” por los motivos expuestos más arriba.
  • Entretenido a más no poder.
  • Su adaptación televisiva a serie de imagen real cosechó un gran éxito, con 5 temporadas en su haber, todo un hito en un país en el que las series televisivas, de escasos capítulos (de 10 a 12) duran apenas una sola temporada.

Lo peor

  • El dibujo se ve anticuado. Ya Ishinomori tenía un estilo “viejo” en los años 80, debido a su veteranía, pero actualmente se percibe aún más viejo.