El blog de Marc Bernabé

Sobre el precio y la calidad de los manga en España

Visto el (relativo) éxito que tuvo el post sobre la palabra Kanzenban y que parece que los artículos de opinión gustan bastante, aprovecharé para verter mi opinión personal (e instransferible) sobre la relación calidad/precio de los manga en España.

No voy a ser hipócrita y confesaré sin tapujos que, si no tuviera la enorme suerte de haber aprendido japonés, con casi total probabilidad ahora mismo no sería lector de manga. Provengo de una familia modesta y desde que, a los 14 años, empecé a ayudar en un kiosco de mi pueblo los sábados y domingos, estoy acostumbrado a ganarme mi propio dinero y, francamente, los precios de los cómics en general (no solo manga, ¿eh?) siempre me han parecido demasiado elevados. No hay que ser muy avispado para deducir que me encanta leer… Y una novela de bolsillo cuesta lo mismo o incluso menos que un manga, con la diferencia de que la novela tardas muchas horas en acabártela, mientras que el manga, en general, te lo pules muy rápido. A pesar de que tuve una etapa de un par de años en la que consumía bastantes cómics debido a que los veía en el kiosco donde trabajaba y me tentaban con su canto de sirena de “cómprame, cómprame”, sobre los 16 años o así lo dejé en favor de las novelas precisamente por esta razón: por el mismo precio, te compras una novela, que dura infinitamente más que un cómic.

Siempre me han gustado los cómics y desde muy pequeño iba siempre con un Mortadelo o un Zipi y Zape bajo el brazo (¡esos míticos Super Humoooor!), pero tuve una etapa en la que casi lo dejé de lado porque no quería ni podía gastarme tanto dinero en tebeos. Después de mi “etapa oscura” en el mundo del cómic, que duró hasta los 20 años aproximadamente, me fui a Japón y ahí se abrieron las puertas del paraíso viñetil: montones de manga a precios de risa. ¡Como para no reengancharse! Y así sigo hoy, flipado perdido y con tantos y tantos miles de páginas de manga por leer que ya casi nunca leo novelas.

La cuestión es que leer cómics es una afición cara. ¿No?

¡¡¡Pero ojo, porque esta situación nos la hemos buscado nosotros mismos!!!

¿Cómo?

Pues sí. Los lectores españoles de manga (ahora paso al manga en particular, aunque probablemente esto se puede aplicar también al cómic en general) somos unos pejigueras de agárrate y no te menees.

Veamos, ¿por dónde empiezo?

Otra de mis extrañas aficiones es la de comprar ediciones de manga de los países que visito (también me encanta viajar). Así, tengo manga de muchos países asiáticos (Corea, Tailandia, Vietnam, China, Taiwan…), de los Estados Unidos y también bastante de Europa (Francia, Italia, Alemania, Dinamarca, Suecia, Finlandia…), yo qué sé… Así pues, considero que estoy en la posición de poder juzgar la situación del mercado español de manga en comparación con la del resto del mundo.

Y una cosa os puedo decir: tenemos las mejores ediciones de manga del mundo. Por un lado, junto con Japón, los países asiáticos, y Francia, somos los únicos que ponemos sobrecubiertas a los tomos. ¿Páginas a color? ¡Ja! Muy pocos países publican con páginas a color. No he visto ningún otro país en el que la norma de la encuadernación de manga sea el cosido en vez del encolado estándar, como ocurre en España. El papel que se usa en España es con diferencia el mejor de todos (el que usan en el norte de Europa, Asia o Estados Unidos apesta y es malísimo), la calidad de impresión, en general, es de envidia. Señoras y caballeros, ni siquiera en Japón tienen las ediciones con papel blanco pristino y tinta negra negrísima que tenemos en España. ¡Ni siquiera en Japón! (Vale, eso si no contamos las Kanzenban y algunas maravillas de la técnica imprentil que sacan ahí. Me refiero a los tomos estándar de toda la vida).

¿Pero qué pasa? Que todo eso se paga. Poner sobrecubiertas se paga; coser los tomos en vez de encolarlos se paga; el papel blanco se paga; la calidad de impresión se paga; las puñeteras páginas a color se pagan (muy caras, por cierto)… ¡Todo se paga! Y aun así, los lectores de manga os quejáis de que en la página 43 del tomo 15 de Scramble Egg With Lemonade aparece la tinta levemente corrida y exigís a las editoriales que os devuelvan el dinero y que reimpriman la tirada (¿tenéis idea de lo que cuesta repetir una tirada? Yo no sé cifras, pero por lo poco que sé me las puedo imaginar y son muchos euros… ¿No estamos perdiendo el norte? ¿Cómo podemos ser tan rematadamente exigentes con la calidad de un manga y no indignarnos de que nuestras calles estén llenas de mierdas y de meados de perro, de papeluchos y colillas de cigarillos y apesten cosa mala, por decir una de las mucha cosas que me fastidian de este país?

Ya de por sí, España es un país con muchos menos millones de habitantes que, digamos, Estados Unidos, Francia, Alemania, Italia, etc. Ya de por sí, en España se lee muy (MUY) poco comparado con estos países que acabo de mentar. Ya de por sí, el mercado real que puede tener objetivamente (considerando la cantidad de población mediana, el bajísimo porcentaje de lectores y el bestial grado de endeudamiento y por lo tanto ínfimo poder adquisitivo que tienen nuestras familias) algo como el manga en este país es extremadamente pequeño. Y aun así, exigimos y exigimos más títulos, más calidad, y ponemos el grito en el cielo cuando alguna editorial intenta recortar un poco los gastos y elige un papel con un poquito menos de gramaje (sí, me refiero al famoso caso de Glénat y las “páginas que transparentan”. Que conste que no sé si hubo un cambio de papel respecto a los tomos antiguos o no, ni tampoco me importa, pero el revuelo que se montó por semejante GILIPOLLEZ fue de juzgado de guardia. Y de la manía de las paginitas a color ya ni hablo).

Y ahora los precios suben. Coño, claro que suben, ¡como todo! ¿O qué esperáis con unas cifras de inflación que llevan años superando el 3% y el 4% CADA AÑO? El papel es más caro, la gasolina de las camionetas de los distribuidores es muuucho más cara, el alquiler de las tiendas de cómics es más cara, el sueldo de los trabajadores de la editorial es más caro, los encuadernadores cuestan más, y la tinta, y las puñeteras sobrecubiertas (¿sabéis que se colocan A MANO porque en España no existen máquinas que puedan hacerlo automáticamente?), etc. etc. etc.

Pero aun así, esta semana he tenido la suerte de visitar Dinamarca y ya de paso atravesar el puente entre Copenhague y Malmö, en Suecia, y también ver la situación en ese otro país. Sí, sus mercados de manga son mucho más pequeños que el español, tienen muchos menos títulos (sobre todo en Dinamarca, donde tienen Dragon Ball, Ranma, Shaman King, Naruto y casi que para de contar), pero también tienen sueldos medios mucho más elevados que el español y su poder adquisitivo es por lo tanto mucho mayor. ¿Cómo es posible pues que ahí los manga cuesten unos 5 euros el tomo? Y aún añado otra cosa: si nosotros tuviéramos sus grandes sueldos y no los nuestros, seguramente los percibiríamos como que cuestan 3 euros o así… Y Dinamarca tiene 5,5 millones de habitantes, mientras que Suecia tiene poco más de 9, que conste.

¿La solución vikinga para esos precios reducidos? Ediciones modestas. Papel malillo, encuadernaciones fresadas, sin sobrecubiertas, impresión normalita, sin páginas a color.

¿Habéis visto las ediciones americanas? Ahí sí que tienen un mercado grande-grande, pero todos los tomos son iguales: mismo tamaño (seinen, shônen, shôjo, da igual, todo en el mismo tamaño, que estandarizar siempre sale mucho más a cuenta), mismo papel asqueroso de paperback, misma encuadernación encolada, mismas cubiertas de cartón sin sobrecubierta…

Vale, no estoy diciendo que bajemos el listón tan a lo bestia. Ya que pagamos por algo, que sea bonito y bien currado. Sin ir más lejos, en Francia tienen ediciones bastante bonitas y aceptables y cuestan menos que aquí (claro que las tiradas y las expectativas de venta ahí son muy diferentes). En nuestro país, Planeta deAgostini está haciendo un esfuerzo bastante encomiable en este sentido, ofreciendo ediciones aceptables a precios reducidos. Entre todos debemos ayudar a que iniciativas así prosperen, porque si no, con la crisis que se avecina, los aficionados al manga en España lo tenemos bastante crudo.

Si has llegado hasta aquí y has leído este mega-tocho hasta el final, ¡felicidades! Espero que entre todos podamos reflexionar y poner un poco de sentido a todo esto. Me parece que la cosa se nos está yendo de las manos y, como no nos apretemos el cinturón todos un poco y nos conformemos con simplemente LEER MANGA Y DISFRUTARLO (que es de lo que se trata, y creo que es importante recordarlo) con un nivel de calidad aceptable y acorde a lo que pagamos, tendremos manga para mucho tiempo. Si no, ¡igual nos lo acabamos cargando entre todos!

Dôsei jidai (La época en la que vivíamos juntos)

  • Título: 同棲時代 –Dôsei jidai– (La época en la que vivíamos juntos)
  • Autor: Kazuo Kamimura
  • Editorial: Futabasha
  • Revista: Manga Action
  • Años publicación: 1972-73
  • Clasificación: seinen, costumbrista
  • Tomos: 6

Impresionado. Esta es la palabra que resume cómo me quedé al leer este manga hace escasos meses. Me maravilla la profundidad que tiene el mundo del manga (como la puede tener el del cine, la literatura, etc, claro), en el que, cuando tienes la sensación de estar muy cerca del fondo, de conocer las obras más maravillosas que se han parido en la Tierra del Sol Naciente, vas y te encuentras otra perla, esta vez realizada hace más de tres décadas y media. Este tipo de encuentros son los que animan a uno a seguir adelante, a seguir escarbando, y lo cierto es que últimamente estoy siendo bastante afortunado, puesto que sigo encontrando obras que me dejan anonadado (junto a mucha morralla, que también es verdad que no todo es tan bonito ^_^).
Dôsei jidai es una obra fascinante en muchos sentidos. A mí me encantó, y eso que, como suelo hacer, solo me leí el primer tomo. Espero algún día poder leerme los otros cinco. La obra está ambientada en los años 70, es decir, en la misma época en la que se creó, justo después de los graves disturbios y protestas estudiantiles que definieron la segunda mitad de los años 60. Era una época en la que se empezó a poner de moda entre los jóvenes que empezaban a entrar en la edad adulta el hecho de irse a vivir juntos, es decir, el 同棲 dôsei. Esto que en Occidente ahora nos parece tan obvio, en Japón, incluso ahora, sigue estando relativamente mal visto, ya que la tendencia habitual es la de irse a vivir con la pareja solo después de haberse casado. De hecho, la palabra dôsei (cohabitar -un hombre y una mujer, y se entiende que como pareja, es decir, manteniendo relaciones sexuales y tal-) no tiene connotaciones positivas: se usa muy poco y se prefieren paráfrasis más “blandas” como por ejemplo issho ni sumu koto (vivir juntos). Como anécdota personal, una vez, durante mi primer año de estudios en Japón, allá en el 99, se me ocurrió en mi ignorancia decir que yo “dôsei” con mi pareja, y la verdad es que me miraron bastante raro, como si estuviese haciendo algún tipo de cosa mala. 

Un sugerente dibujo y un poético pero trágico y oscuro guión 

En cualquier caso, si incluso ahora hay pocas parejas japonesas que den el paso de ponerse a vivir bajo el mismo techo sin estar casadas, en los años 70, a pesar de que en la época fue un fenómeno que cuajó bastante, no era precisamente algo bien visto. Esta obra, dibujada y guionizada por Kazuo Kamimura, nos narra la historia de una de estas parejas; Kyôko, empleada en una empresa publicitaria, y Jirô, ilustrador freelance.
El manga es extremadamente poético, muy pausado, pero también de contenido muy duro. Vivir en pareja no es fácil, ni tampoco es todo precioso, bonito y de color de rosa. Y menos si se hace yendo contracorriente de la sociedad, es decir, compartiendo piso sin estar casados. Ya de por sí, encontrar un lugar donde vivir no es fácil, puesto que los propios propietarios de apartamentos de alquiler no se fían demasiado de las parejas no casadas (lo he puesto en presente porque es algo que todavía hoy, en el año 2008, sigue vigente), pero es que la incomprensión social y la falta de que te tomen en serio es realmente grave. Por ejemplo, hay un capítulo en el que Kyôko es tentada por su jefe en la empresa para irse de copas y “algo más”. Ella se niega porque tiene pareja, pero él le dice “venga ya, si no estás casada ni nada”. Esto implica que el jefe no cree que la relación de Kyôko sea seria ni estable, sino que la considera un simple pasatiempo y que es algo tan frágil que es prácticamente como si estuviera soltera. Esto es algo que, incluso hoy, sigue ocurriendo, aunque afortunadamente con menos intensidad; el hecho es que una pareja no casada no es tomada muy en serio.
La atmósfera del manga es más bien oscura, ya que Kyôko es una mujer muy taciturna y con muchos problemas internos, mientras que Jirô, a pesar de sus virtudes, tiene también muchos defectos como por ejemplo el de no ser demasiado “echado para delante” (vamos, que es un poco vago). Una obra tremendamente realista y adulta, dura, en la que seremos testigos de discusiones entre la pareja, incluso cosas tan duras como abortos y conatos de suicidio, pero también tiernas escenas de amor e incluso de sexo, con una ambientación maravillosa en la que el cuidado texto acompaña a la perfección la bella imagen, llena de metáforas visuales.
Cabe comentar que el actualmente tan famoso y apreciado (en Occidente, por lo menos) Jirô Taniguchi empezó como ayudante de Kazuo Kamimura, el autor de este manga. Ciertamente, leyendo Dôsei jidai me ha parecido entrever las raíces de Taniguchi en más de una ocasión. Ojalá alguna editorial descubra esta obra algún día y la traiga, ya que hará las delicias de las legiones de amantes del buen cómic costumbrista, poético, y calmado, pero lleno de sentimiento que, hasta ahora, solo se han podido refugiar bajo el paraguas de Jirô Taniguchi.

Kabel Imagines

  • Título: カベルイマジンズ –Kabel Imagines–
  • Autor: Beneyto
  • Editorial: Kôdansha
  • Revista: Afternoon
  • Años publicación: 1995
  • Clasificación: seinen, surrealista
  • Tomos: 1

Este es el último de los tres tomos publicados a partir de obras creadas por autores españoles expresamente para el mercado japonés y serializadas en revistas de manga de la editorial Kôdansha durante los años 90. Recordémoslo, los otros dos fueron Kami no ude (de Brocal Remohí) y Rosario (de Maldonado). Para más información sobre el proyecto de Kôdansha, busca en la parte derecha del blog, concretamente en el apartado “Manga Morning Fellowship” y accederás a una investigación que llevo unos meses realizando para intentar averiguar más acerca de este interesante pero fallido proyecto.
Kabel Imagines fue publicado de forma irregular en las páginas de la revista mensual Afternoon, concretamente en los números de febrero, marzo y abril de 1993, febrero, abril y mayo de 1995 y enero de 1996. La fecha de salida al mercado del volumen recopilatorio que reseño es el 18 de diciembre de 1995. En el aspecto formal, se trata de un tomo bastante curioso, primero porque tiene sobrecubiertas metalizadas con efectos dorados que la hace realmente bonita, y luego porque el papel interior es de mucha mayor calidad de lo que nos tienen acostumbrados los manga japoneses. Aparte de una primera página a color, el resto de las páginas están impresas en blanco, negro, escala de grises y escala de amarillos-naranjas, sin que ningún otro color se utilice. El efecto del blanco y negro con toques amarillos es bastante curioso. Todos estos detalles hicieron que el precio, sin embargo, se disparara bastante, ya que, con 1500 yenes, costaba casi el triple que un tomo normal de la época de su mismo tamaño, a pesar de contar con solo 160 páginas, unas 40 menos de lo habitual.
Aparte de lo rompedor de su diseño y su calidad formal, ¿de qué va el cómic? Sinceramente, no lo sé explicar muy bien. El protagonista es un personajillo llamado Kabel: cuenta el autor en el epílogo que se le ocurrió el personaje viendo un huevo. Como el pobre huevo le parecía muy frágil, le puso un casco. Para que pudiera ver perfectamente en caso de meterse en problemas, le puso un solo ojo. Luego, le dio un cuerpo para que se pudiera mover y le puso en un mundo “irreal pero tangible” y se puso a imaginar. Así, primero Kabel se presenta al lector y le da una pequeña introducción a su mundo. Por lo visto, la idea es que el autor crea a Kabel y le deja a sus anchas, para que haga lo que desee. Así, el muñeco se encamina a la mesa de trabajo de su creador y ve los mundos cósmicos que ha imaginado, así que se le ocurre… ¡Que irá a visitarlos! Pero necesita un transporte. Así, el creador le proporciona una especie de nave, de nombre “Hongo”. A partir de este momento, empezará la surrealista aventura de Kabel, que viajará por el espacio e interactuará con todo tipo de seres, a cual más raro, metiéndose en líos y solucionando problemas de maneras francamente extrañas.

Una pequeña fumadita…

Además, Beneyto obsequia al lector con pequeñas frases de corte pseudo-filosófico al margen de la mayoría de las hojas, como por ejemplo “utiliza los 10 dedos de tu cerebro” o “el hipopótamo va lento porque no tiene neumáticos” o “la gran bóveda craneal guarda un universo en miniatura, por lo menos”. Estas frases aparecen en español y también traducidas al japonés. Por cierto, he detectado algunos errores de comprensión y traducción en el japonés (en un momento dado, por ejemplo, confunde “hierro” con “hielo”, me ha hecho mucha gracia). Aunque no me extraña, la pobre traductora debía volverse loca con estas frasecitas.
Si cayera en manos de un gafapasta, probablemente definiría a este manga como “un onírico viaje por la surrealista mente de un creador inquieto, en el que los sofismas de la volátil realidad de nuestro día a día se confunden con el ‘yo’ del lector” o algo así, si es que la frase significa algo. Yo soy más pragmático y debo confesar que no he entendido nada de lo que el cómic quiere transmitir, si es que quiere transmitir algo. Un lector menos respetuoso que yo diría que “parece el resultado de un mal tripi” (de buen rollo). Francamente, es una cosa muy rara, pero no deja de ser curiosa.

Por lo que hemos visto, Kôdansha realizó varios experimentos, al menos en lo referente a autores españoles: por un lado, probó con autores consagrados en el campo del cómic, verdaderos veteranos como Jaime Brocal Remohí. Por otro lado, fichó a jóvenes promesas para intentar moldearlas a su gusto, como Maldonado o Ippólito. Finalmente, parecieron querer experimentar con cosas nunca vistas antes en Japón, arte de vanguardia aplicado al cómic, y para ello publicaron algún material de Cuttlas de Calpurnio y ficharon a este Juan Carlos Beneyto. ¿Pero quién es Juan Carlos Beneyto, un desconocido en el mundo del cómic? Por lo que he podido averiguar, es un pintor y escultor que lleva en activo desde 1982, realizando obras de corte vanguardista. Aquí por ejemplo podemos ver una galería de obras suyas. No deja de ser curioso el método de ensayo y error que siguieron en Kôdansha para ver si encontraban nuevos caminos en el cómic. Lamentablemente, en lo referente a autores no japoneses, todos los experimentos resultaron fallidos.

Soul Eater

  • Título: ソウルイーター –Soul Eater–
  • Autor: Atsushi Ôkubo
  • Editorial: Square-Enix
  • Revista: Shônen Gangan
  • Años publicación: 2003-?
  • Clasificación: shônen, aventuras
  • Tomos:11 (en curso) 

Voy a redactar y publicar esta reseña cuanto antes porque estoy seguro de que todas las editoriales españolas van detrás de los derechos de este manga y, a la mínima que una de ellas consiga el premio, lo anunciará enseguida. Porque Soul Eater es una de las últimas sensaciones del shônen manga y, sobre todo gracias a su anime, que empezó el pasado abril en Japón, se está haciendo más y más popular a cada día que pasa. Así que, ya que me he leído el primer tomo para saber de qué va el manga, voy a hacer la reseña para que no me la “chafe” la editorial que sea cuando anuncie su licencia.
En fin, varias veces he hablado en este blog de los “sucedáneos” que surgen a raíz del éxito de una obra para chupar rueda de ella. Y si D.Gray-man, en mi humilde opinión, es la respuesta de Shûeisha al éxito de Fullmetal Alchemist, de Square-Enix, ahora es el turno de Square-Enix de chupar rueda de Shûeisha. Porque, por lo que he leído, y aunque hay muchas diferencias, la temática de esta Soul Eater (de Square-Enix) aprovecha muchas de las ideas y temáticas que pueden verse en Bleach (de Shûeisha). Ya veis que originalidad no hay mucha por ahí, y que esto del manga es un negocio como cualquier otro: si algo se pone de moda, ¡cópialo! Ojo, no estoy criticando ni una serie ni la otra, simplemente expongo mi punto de vista, que es personal e intransferible. Eso no quita que Soul Eater me haya sorprendido gratamente y que, en mi opinión, sea uno de los shônen más interesantes que se publican actualmente en Japón. Pero es que el rollo shinigami a mí ya me cansa un poquito, ¿no os pasa a vosotros? Últimamente no paran de salir mangas con shinigami: que si Bleach, que si Death Note, que si Yami no Matsuei -vale, esta es bastante más antigua-, que si Fullmoon… Y ahora Soul Eater. ¡Pelmazos! ^_^

Piños, acción, y chicas monas.

Eso sí, solo he leído el tomo 1 y, por lo que leo por ahí, este tomo es poco más que una recopilación de historias cortas con las que empezó el autor a explorar las posibilidades de la serie y convencer a sus editores de que le dieran un espacio semanal en la revista Shônen Gangan. La serie de verdad, con su argumento lineal y tal, empieza a partir del último capítulo del tomo 1. Aun así, creo que me he hecho una buena idea de las posibilidades de Soul Eater y su desarrollo.
En cualquier caso, Soul Eater es una historia de aventuras de unos aprendices en la escuela de shinigami (dioses de la muerte). Cada uno de los aprendices tiene un arma (o dos), con forma humana. Es decir, el arma tiene aspecto de chico o chica normal que, cuando llega la hora de luchar, adopta forma de arma (guadaña, kusarigama -hoz con cadena-, pistola…). El caso es que estos aprendices tienen que reunir 99 almas de humanos malvados y 1 alma de bruja para conseguir que su arma se convierta en una “guadaña letal” (death scythe) y conseguir así el nivel de shinigami. Así, las tres historias autoconclusivas de este primer tomo nos cuentan las historias de Maka (chica) y su arma Soul Eater (chaval con cara chunga); Black Star (chaval que va “de guais”) y su arma Tsubaki (chica mona atontadita); y finalmente Death the Kid (chaval chulito) y sus dos armas Patty y Liz (chicas cañón). La que más me gustó fue la de Death the Kid, un tío que siempre lo quiere todo perfecto y le entra la paranoia cuando algo no está perfectamente simétrico o alineado.
En fin, ¿qué más os voy a contar? Pues hay piños, acción, y también un poco de humor… La verdad es que la historia no es ningún alarde de originalidad, pero entiendo que pueda gustar a las generaciones jóvenes. En cuanto al dibujo, a mí me ha parecido muy atractivo desde el primer momento. Ôkubo dibuja muy bien y demuestra un dominio de los lápices muy interesante, ya que controla muy bien las escenas de acción, así como los diseños de personajes. Así como Bleach empezó bastante titubeante tanto en el aspecto gráfico como argumental (el tomo 1 no me gustó nada cuando lo leí hace unos años), y Masashi Kishimoto (el dibujante de Naruto) todavía no tiene ni idea de cómo dibujar bien el cuerpo de mujer (la semana pasada estábamos trabajando en la traducción del tomo 38 y, ¡madre mía! qué mal sigue dibujando los desnudos femeninos el tío después de tantos años… XDDD), el dibujante de Soul Eater demuestra mucha seguridad en todos estos aspectos. Porque aunque Ôkubo trabajó como asistente de Randô Ayamine (autor de Getbackers) y tiene otra serie llamada B-ichi (4 tomos), es un dibujante relativamente novel. Es sorprendente que alguien de este perfil consiga un dibujo tan atractivo en un tomo 1.
No creo que tardemos en leer por ahí que alguna editorial ha licenciado esta serie en España, así que los shônen-adictos podéis ir haciendo un hueco en vuestras estanterías, ya que es de las pocas series shônen todavía no licenciadas que tienen cierto atractivo. El anime tampoco creo que se quede sin licenciar; eso sí, en este último caso no creo que vayan tan rápidos y dudo que hasta bien entrado el 2009 alguna distribuidora nos anuncie su licencia para TV, DVD o ambos.

Akadô Suzunosuke (Suzunosuke del peto rojo)

  • Título: 赤胴鈴之助 –Akadô Suzunosuke– (Suzunosuke del peto rojo)
  • Autor: Tsunayoshi Takeuchi
  • Editorial: Shônen Gahôsha (edición clásica), Shôgakukan Creative (edición actual)
  • Revista: Shônen Gahô
  • Años publicación: 1954-1960
  • Clasificación: shônen, samuráis
  • Tomos: 22 (en la versión original), 5 (en curso en la edición actual)

Si bien es cierto que la figura de Osamu Tezuka es reverenciada en el mundo del manga por ser el gran creador e impulsor del manga tal y como lo conocemos actualmente, también es verdad que su sombra es tan absolutamente enorme que llega a tapar casi del todo, al menos visto desde Occidente, el resto del manga de tipo shônen que se realizó durante los años 50 y parte de los 60. Como ya sabéis, soy gran admirador de Tezuka y de su obra, y he leído muchas historias suyas, pero no deja de hacerme un poco de rabia la injusticia que representa para los demás creadores de los años 50 y 60 haber quedado en un segundo o incluso tercer plano “por culpa” de la colosal figura del Dios del manga.
Y es que, cuando uno piensa en manga de los años 50, lo primero que le viene a la mente es Jungle Taitei (El emperador de la jungla), Ribon no Kishi (La princesa caballero), y sobre todo Tetsuwan Atom (Astroboy), todas ellas obras de Osamu Tezuka. Es extremadamente complicado, al menos en Occidente, encontrar a alguien que pueda mentar al menos una obra destacada del shônen de los años 50 que no saliera de la pluma de Tezuka. Y no es porque no las hubiera, por supuesto, ya que durante aquella época se llegaron a publicar infinidad de volúmenes de manga llamados akahon (“libro rojo”, por los estridentes tonos de rojo que decoraban sus portadas) y empezaron a surgir las primeras revistas para público infantil que primero publicarían manga como entretenimiento en algunas secciones (la mayoría de las revistas llevaban texto o historias ilustradas) y que luego evolucionarían hasta revistas 100% de manga, tal y como son ahora.
¡Huy, ya me estoy yendo por los cérros de Úbeda! En fin, el manga que presento en esta ocasión es uno de los más representativos de los años 50, aunque permanece tapado detrás del torbellino creativo de Tezuka. Su título es Akadô Suzunosuke, que se podría traducir como Suzunosuke del peto rojo, y es un manga que generó un gran fenómeno en el Japón de la época. El cómic fue un invento de Eiichi Fukui (autor de la célebre Igaguri-kun, que iba de un judoka), que solo llegó a presentar un único capítulo de la historia en 1954 antes de morir fulminado por exceso de trabajo a la corta edad de 33 años. La historia, huérfana de padre, la heredaría el dibujante Tsunayoshi Takeuchi, que conseguiría hacer de ella el gran éxito que fue. Este es uno de los primeros manga sobre samuráis que surgieron después de la derrota japonesa en la II Guerra Mundial, ya que el ejército de ocupación americano había mantenido durante unos años la prohibición de crear historias, tanto de cine como de manga o novelas, que loaran el “espíritu samurái”, con el objetivo de impedir que el nacionalismo extremo volviera a aflorar en Japón. Así, después de que se levantara la prohibición, el público japonés, sediento de las historias de samuráis que tanto gustaban en la época, imagino que recibió con los brazos abiertos a obras de este estilo, de las cuales Akadô Suzunosukees una de las que más acabó destacando.

Una de las páginas a color que podemos disfrutar.

¿Y de qué va la historia? Pues la verdad es que es bastante simple, al menos en el primer tomo que he leído. Nos cuenta las aventuras de Suzunosuke Kinno, un enérgico joven que aprende esgrima en un dojo. Su padre murió siendo él muy joven, mientras que su madre tuvo que dejarle atrás en su momento y no la conoce. Un día, un hombre irrumpe en el dojo en el que entrena Suzunosuke y empieza a derrotar a sus compañeros. El protagonista se enfrenta a él y, a pesar de que realiza un buen combate, acaba derrotado. Poco después, se descubre que el hombre es un discípulo del prestigioso Shûsaku Chiba, maestro de la disciplina Hokushin Ittô-ryû. El hombre ve que Suzunosuke tiene madera para la esgrima y le recomienda que vaya a entrenar al dojo de Shûsaku. Así, el hasta entonces maestro de Suzunosuke le desea mucha suerte en su nueva andadura y le cede el peto rojo que solía usar su padre, un famoso espadachín, para que le acompañe en su prometedor futuro. Este peto es lo que le da a Suzunosuke su apodo de Akadô (peto rojo), que da el título a la obra.
A partir de aquí, la historia nos cuenta las aventuras de Suzunosuke en el dojo de Shûsaku y su determinación por llegar a ser el mejor espadachín de todo Japón, Por supuesto, no faltarán enemigos, como el maquinador Rainoshin, ex discípulo de Shûsaku al que Suzunosuke derrotó al poco de llegar al dojo y que posteriormente dejó la disciplina y se entrenó, conducido por el rencor, para hacerse más fuerte que nunca y conseguir acabar con Suzunosuke. La trama está llena de aventuras, peleas y sobre todo de crecimiento interior del joven Suzunosuke, que siempre lleva como estandarte la lealtad, la amistad y el valor.
Akadô Suzunosuke
se hizo popular sobre todo gracias al éxito que tuvo un serial radiofónico basado en él que fue emitido entre 1957 y 1959 en Radio Tokyo. También se crearon varias películas de imagen real basadas en el personaje e incluso un anime bastante posterior, de 52 episodios, emitido entre 1972 y 1973.
Akadô Suzunosuke fue publicado en las páginas de la histórica revista Shônen Gahô entre 1954 y 1960. Debido a la irregularidad de la edición en aquel entonces, y a que aparte de los propios capítulos publicados en la revista en sí también se publicaban tomitos extra que venían de regalo con la revista (llamados furoku, “suplementos”), es muy complicado saber exactamente cuántos tomos abarca en total la obra, al menos en su edición original. En el detallado índice que acompaña al primer volumen de la edición que yo tengo he podido contar hasta 22 volúmenes, así que supongo que por ahí irán los tiros. También tengo constancia de una edición de lujo publicada en los años 90 que abarcaba 13 tomos.
En noviembre de 2007, una empresa “hija” del gigante Shôgakukan llamada Shôgakukan Creative que se dedica, entre otras cosas, a recuperar y restaurar manga clásico, inició la edición de una nueva colección de las aventuras de Suzunosuke. Esta es la versión que tengo yo y que está obteniendo un éxito considerable en Japón, hasta el punto de que me llamó la atención al encontrarla destacada en varias librerías y acabé comprándomela. Por el momento han salido 5 volúmenes y, teniendo en cuenta que cada volumen abarca dos tomos de la versión original, probablemente acabará teniendo un total de 10 u 11 tomos si la historia se publica íntegra.
La tarea realizada por Shôgakukan Creative es extraordinaria. No solo el libro está impreso y encuadernado con una calidad fantástica, sino que además se han dedicado a restaurar concienzudamente el dibujo. Me explico: estos manga de los años 50 se publicaban con una calidad pésima y normalmente con tinta de color -verde, azul, roja…- en vez de tinta negra. Esto provoca que, si se carece de las láminas originales, el proceso de limpieza y restauración de unas páginas cuyo dibujo ha quedado degradadísimo debido a la mala calidad del papel, muchas veces extremadamente poroso, y una tinta de colores suaves que se destiñe con el tiempo, se convierte en una verdadera tarea titánica. Así, aunque en general los trazos no se ven del todo nítidos en esta edición, sí que resulta alucinante hasta qué punto lo han podido limpiar, sobre todo comparado lado a lado con algunos furoku de la misma época que poseo en mi colección particular y que, francamente, se ven de todo menos nítidos (ya de por sí la calidad de impresión de la época era mala, y si a eso le sumas un papel pésimo y tintas de color, pues es lo que hay). Y no solo eso, sino que además el equipo de Shôgakukan Creative recupera y restaura las páginas a color (unas 30 en todo el tomo, de poco más de 250 páginas) con una calidad extraordinaria y encima ofrece unos anexos con un par de artículos y una lista exhaustiva de toda la obra de Tsunayoshi Takeuchi.
¿Que si es un manga recomendable? Pues francamente, ha acusado mucho el paso del tiempo y, aunque debo reconocer que la historia se deja leer, la verdad es que es muy simple y pueril. A mí me ha gustado porque me considero un estudioso de la historia del manga y leerla me ha permitido hacerme una mejor idea de cómo la recibieron los lectores de la época y por qué tuvo el éxito que tuvo, pero para el lector de la actualidad, no necesariamente interesado en la historia del manga… Buf, sinceramente mejor que no. El éxito que ha obtenido esta edición en Japón se debe, imagino, al efecto nostalgia de la gente que la leyó en su momento, gente que actualmente supera los 60 o 70 años, y a unos pocos curiosos como yo que quieren saber cómo fue este manga que provocó un gran fenómeno. Así, mucho tendrían que cambiar las cosas para que Akadô Suzunosuke tuviera algún día una versión occidental. Pero claro, si en España se han llegado a publicar recientemente nuevas ediciones de las aventuras de Nemo in Slumberland, Krazy Kat y cosas así… Quién sabe, quizás es simplemente cuestión de tiempo, ¿no?