El blog de Marc Bernabé

Maetel no kimochi (Los sentimientos de Maetel)

  • Título: め~てるの気持ち –Maetel no kimochi– (Los sentimientos de Maetel)
  • Autor: Hiroya Oku
  • Editorial: Shûeisha
  • Revista: Young Jump
  • Años publicación: 2006-07
  • Clasificación: seinen, costumbrista
  • Tomos: 3

Otro manga sencillito de leer y de reseñar es este Maetel no kimochi, obra de Hiroyu Oka, ampliamente conocido en nuestro país por ser el creador de la violentísima Gantz; y también conocido en el mundillo del manga en general por sus dos comedias románticas tituladas ambas Hen (Raro). No quiero adelantarme a los acontecimientos, pero lo cierto es que los que esperéis que esta obra sea un segundo Gantz saldréis profundamente decepcionados. Si hacéis como yo y simplemente esperáis un manga entretenido, sin grandes pretensiones, entonces lo disfrutaréis y nada más, ya que no es nada del otro mundo. Más bien, yo diría que es totalmente prescindible y que habría pasado sin pena ni gloria si no llevase el nombre de Oku en la portada.
Este manga fue publicado en las páginas de la Young Jump al mismo tiempo que Gantz; esto no significa, como ya he dicho, que comparta temática. De hecho, es todo lo contrario. Da la sensación de ser un pequeño respiro de Hiroya Oku para desintoxicarse del violento mundo de Gantz. La historia es bastante absurda, en realidad. Imagino que sabéis qué son los hikimomori, esos jóvenes japoneses que se encierran en sus cuartos para aislarse del mundo. No voy a extenderme en este tema puesto que la Wikipedia, sin ir más lejos, lo explica mucho mejor que yo.
Pues bien, Maetel no kimochi nos cuenta la historia de la relación de Shintarô, un hikikomori de 30 años con… ¡Su madre adoptiva, más joven que él y con un par de tetas “made by Oku”! Bueno, ya he dicho que el manga era absurdo, o sea que es lo que hay… Sea como sea, el padre del hikikomori, un viudo calvo con gafas, feúcho y pusilánime, acaba ganándose el afecto de una joven y guapísima compañera de trabajo, llamada Haruka, que se casa con él. Al poco, el padre muere, con lo que Haruka se queda en la casa junto al hikikomori, que lleva 15 años sin salir de su habitación y que se niega por supuesto a salir.
– Hola, feo.
– ¿Qué tal, monada?
El hikikomoriy su “mamá”
 

A partir de esta premisa tan poco realista, se desarrolla la historia como ya nos podemos imaginar (tampoco hay que ser un adivino): Haruka se esfuerza por sacar a Shintarô de su aislamiento, mientras Shintarô se empieza a enamorar de ella porque sencillamente es preciosa y amabilísima. En fin, la única pregunta es si Haruka conseguirá romper el grueso caparazón que ha construido Shintarô a su alrededor y si Shintarô conseguirá el amor (carnal, claro) de su madre adoptiva.
El título del manga me mosquea. Por un lado está la referencia a “Maetel”, un nombre ampliamente conocido en el manganime por ser el de la coprotagonista de Ginga Tetsudô 999 (Expreso Galáctico 999), una obra maestra del space opera setentero de Leiji Matsumoto que ojalá nos llegue algún día. Maetel es una mujer alta, misteriosa, guapísima que, no se sabe muy bien por qué (ahí está su gracia y su misterio), acompaña al pequeño Tetsurô en su largo viaje en el expreso galáctico en busca de un cuerpo mecánico. ¿Será esta “Maetel” del título una alegoría a una mujer que cuida de alguien desvalido? No lo sé, ni tampoco Oku lo comenta en ningún lugar, así que supongo que es un detalle que quedará en la incógnita, al menos por el momento. Por otro lado, el título inglés del manga, como podemos ver en la parte inferior de la cubierta, es Love Laughs at Locksmiths, o sea, El amor se ríe de los cerrajeros, que como bien indica Raúl en los comentarios, es un proverbio inglés que viene a decir, más o menos, que el amor puede superar cualquier barrera o algo así (yo no lo conocía).
Como he comentado antes, sin ser del todo un mal manga, sí que para mí es una obra totalmente prescindible y solo recomendada a los muy fans de Hiroya Oku, ya que su dibujo sigue siendo tan bonito y limpio como en Gantz y Haruka es una verdadera monada.

Osamu Tezuka

Atención: este post está escrito bajo el antiguo formato de “Adivina qué mangaka es”, en el que se presentaba una foto antigua del mangaka y el lector debía adivinar de quién se trata. Ahora el formato ha cambiado, pero dejo la redacción del artículo tal cual.

Vuelve vuestra sección favorita, en la que presentamos fotos de famosos dibujantes de manga, primero del año catapum y luego, después del link “Leer el post entero”, fotos más actuales. Vamos a ver, ¿quién es este adorable bebé?

¿Cómo? ¿Que es muy difícil? Ya, pero es que si lo pongo más fácil lo adivinaréis enseguida… En fin, otra pista:


Bueno, imagino que ya habrá quien lo haya pillado, ¿no? Vale, no lo estoy poniendo demasiado fácil, pero es que este señor es inconfundible y cualquier otra foto chafaría la sorpresa… En fin, haz clic aquí debajo, en “Lee el post entero”, para salir de dudas:

Time machine: muchos años más tarde…

¡Arrodillaos, oh, pobres mortales, ante el Dios del manga!

Ahora supongo que sí, ¿no? Esa boina, esas gafas de pasta y ese narizón son totalmente inconfundibles. Por si todavía queda algún despistado por ahí, este señor es Osamu Tezuka, el Dios del manga, el que propició que el cómic japonés (¡y su animación también!) sea lo que es ahora. Hace unos años escribí una biografía suya en tres partes para una revista llamada Daicon que desgraciadamente no pasó del número 0, así que gran parte de la biografía se quedó inédita. Igual algún día, si os interesa, la recupero para este blog.
Tezuka nació en 1928 y falleció en 1989, dejando tras de sí un enorme legado y obras capitales para entender la industria del manga tal como es ahora. Leer obras como Adolf, Buda, Black Jack o Fénix es, aparte de un grandísimo placer, tener la oportunidad de apreciar obras capitales que han hecho del manga lo que es ahora.
La primera foto es de cuando tenía 1 o 2 años, sobre 1930, mientras que la segunda es de cuando estudiaba secundaria, en 1947, precisamente el año en el que se publicaría Shin-Takarajima (La nueva isla del tesoro), obra capital en la historia del manga moderno. Tezuka publicó Shin-Takarajima a la jovencísima edad de 19 años, cuando tenía el aspecto de pipiolo integral de la segunda foto, y a partir de ahí protagonizó una carrera que duró poco más de 40 años durante la que publicó más de 130.000 páginas y, directa o indirectamente, propició la creación de cientos de horas de animación.

MangaLand recomienda… Jutsus entomológicos

Normalmente no suelo comentar nada de “ahí fuera”, pero no os perdáis la entrada que ha realizado Jesús (amigo, colaborador y habitual “comentador” en este blog) en su blog Entomoblog (anteriormente conocido como Omnis Scientia). Ahora mismo está trabajando en la traducción de las temporadas 5º y 6º del anime de Naruto y se ha sacado de la manga un increíble estudio sobre las “técnicas entomológicas” que aparecen en uno de los arcos argumentales de “relleno”. Como buen estudioso de la entomología que es, ha realizado un estudio exhaustivo y muy interesante. ¡Para que luego digan que con el manganime no se aprende! ^_^

Tokkô no shima (La isla de los kamikaze)

  • Título: 特攻の島 -Tokkô no shima- (La isla de los kamikaze)
  • Autor: Shyuho Sato
  • Editorial: Kôbunsha
  • Revista: Manga Times
  • Años publicación: 2004-?
  • Clasificación: seinen, bélico
  • Tomos: 1 (en curso)

Esta semana no tengo mucho tiempo que dedicarle al blog, así que de momento, para quitarme el “mono” de escribir (esto del blog engancha), me dedicaré a hacer reseñas cortitas sin relevencia histórica (que tiendo a meter unos rollos de órdago cuando hablo de obras o de autores que dejaron huella ^_^). Espero poder recuperar el ritmo pronto, pero los compromisos acucian y esta semana la tengo bastante ocupada.
El manga que comento en esta ocasión me llamó mucho la atención por ser del mismo autor que Say Hello to Black Jack (SHTBJ), un manga médico que me encanta y que he tenido el placer de traducir. En este caso, Shyuho Sato se desmarca del tema médico y nos sorprende con Tokkô no shima, una obra que narra la tragedia de un soldado japonés en la II Guerra Mundial al que ordenan hacer de kamikaze.
特攻 tokkô o 特攻隊 tokkôtai (literalmente “ataque especial” o “tropas de ataque especial”) era el nombre oficial para los kamikaze, soldados suicidas del ejército imperial japonés que se lanzaban con sus vehículos cargados de bombas sobre los barcos americanos con el objetivo de hundirlos. Cuando uno habla de tokkô (kamikaze) piensa inevitablemente en los aviones, pero lo que poca gente sabe es que también había kamikaze que se abalanzaban sobre el enemigo montados en pequeños submarinos llamados “kaiten“. Este manga narra las peripecias de una tropa en la isla en la que se formaron los pilotos suicidas de los kaiten, y se centra en la figura de un soldado perteneciente a esta tropa llamado Watanabe.
Para los que hayáis leído SHTBJ, el tal Watanabe es una fotocopia de el joven doctor Saitô, ni más ni menos. Se cuestiona la necesidad de realizar estos ataques suicidas, se interroga sobre el dolor que las muertes de sus compañeros y de él mismo causarán a sus familias, indaga en los sentimientos patrióticos de sus compañeros, etc. Y todo eso usando viñetas y situaciones muy similares a las del manga de médicos que ha lanzado a la fama a su autor, llenas de sentimiento, “pasión”, trascendentalidad y gritos desgarradores llenos de desafío. En fin, si no habéis leído SHTBJ quizás no entenderéis esta descripción, pero los que lo hayáis leído creo que captaréis muy bien la idea.

Tan trascendente o más que en SHTBJ:
Watanabe: Comandante… ¿Me permite una pregunta…? ¿No alberga usted dudas sobre el hecho de atacar con el “kaiten”…?
Comandante:No. No tiene sentido desarrollar armas que uno no pueda pilotar por sí mismo… 

Francamente, y aparte de las similaridades con la anterior obra de médicos (lo cual a mí me hizo gracia, pero a la vez me irritó porque vi que este autor no es capaz de cambiar de registro) el manga está muy bien. Narra una parte de la historia bélica japonesa, la de los submarinos suicidas, que es muy poco conocida, y además lo hace desde el punto de vista japonés (lamentablemente, la mayoría de la información que nos llega sobre la Guerra del Pacífico is “made in USA”, con todo lo que esto implica) y se centra mucho en los sentimientos, la búsqueda del porqué, etc. Es decir, que nos pinta a los soldados japoneses como personas, en vez de como máquinas que no piensan y son capaces de suicidarse por su patria porque se lo ordena su superior.
Lo que me escama es que este manga parece haber sido cancelado en Japón, puesto que solo existe un tomo a la venta y en ninguna parte he visto que Shyuho Sato esté continuándolo ni nada. Espero que no lo corte, porque realmente me gustaría mucho saber cómo sigue la historia, porque aparte de ser entretenida, se aprende mucho. ¿Sabíais que los submarinos “kaiten” carecían de escotillas, visores y de todo? Es decir, que los que los pilotaban debían guiarse por cartas marinas, brújulas y cálculos en plan “si he avanzado a tal velocidad durante tanto tiempo, entonces he recorrido tantas millas”. Es decir, que ya de por sí había altas posibilidades de acabar chocando con algún escollo y hundiéndose antes de poder siquiera acercarse al barco enemigo… Un porcentaje espantoso de misiones de “kaiten” acabaron en fracaso y en la muerte de sus tripulantes. Morir hundiendo un barco enemigo podía ser hasta cierto punto aceptable; morir inútilmente chocando contra un arrecife tenía que ser patético, inútil y todo lo que se os ocurra…
Una curiosidad que no deja de escamarme: fijaos en la cubierta del tomo. El nombre del protagonista bordado en el traje, 渡辺, aparece al revés, como si se estuviera viendo en un espejo (las letras están al revés y además aparecen en la parte derecha del pecho, cuando en el interior del manga aparecen a la izquierda y escritas correctamente). No puedo dejar de preguntarme si es un error del diseñador o qué, es que es rarísimo. Aunque dudo que sea un error, ya que las editoriales japonesas suelen ser muy pejigueras con estas cosas…

Kaze to ki no uta (Poema del viento y los árboles)

  • Título: 風と木の詩 -Kaze to ki no uta- (Poema del viento y los árboles)
  • Autor: Keiko Takemiya
  • Editorial: Shôgakukan
  • Revista: Shôjo Comics
  • Años publicación: 1976-1982
  • Clasificación: shôjo, shônen-ai
  • Tomos: 17

Aunque no dé muchas muestras de ello en el blog, sigo investigando la historia del shôjo manga y tratando de leer algunas de sus historias más representativas. Es un proceso lento y al cual no puedo dedicar mucho tiempo, pero la verdad es que estoy bastante contento con lo mucho que estoy aprendiendo. Últimamente me ha dado por introducirme un poco más en el llamado “Grupo del 24”, concretamente en las mangaka del “Oizumi Salon”, y más concretamente en las líderes indiscutibles del período, Keiko Takemiya y Moto Hagio. Curiosamente, Takemiya es la primera autora que tiene el privilegio de tener más de una obra comentada en este humilde blog, ya que en su momento ya comenté Tera e…
Como ya decía en la reseña de Tera e…, el apodo “Grupo del 24” (24-nen gumi) se aplica a una serie de dibujantes de manga que nacieron en el año 24 de Shôwa (1949) o alrededores, y que básicamente revolucionaron el shôjo manga en los años 70. Hasta ese momento, el shôjo había sido básicamente un subgénero del manga bastante marginal y plano, con historias pueriles y poco elaboradas, destinadas a entretener a las niñas. Historias de chicas desafortunadas, huérfanas, con inmaculados amoríos, suspiros, príncipes azules y estas cosas.
El “Grupo del 24” entró como un elefante en una cacharrería en este panorama y presentó historias muchísimo más elaboradas, con mucho cuerpo, que pusieron al manga para chicas al mismo nivel que los demás géneros del manga, con verdaderos culebrones exquisitamente realizados que supusieron una revolución, gracias a la cual el shôjo manga actual existe tal como es ahora. Se podría decir que lo que Osamu Tezuka fue para el shônen (o para el manga en general) o Sanpei Shirato para el seinen lo fueron las mujeres del Grupo del 24 para el shôjo. Entre las mangaka incluidas en este grupo tenemos por ejemplo a Riyoko Ikeda (La rosa de Versalles, La ventana de Orfeo…), Moto Hagio, Keiko Takemiya o Ryôko Yamagishi, por nombrar a las más famosillas.
En cuanto al Oizumi Salon, es el apodo de un apartamento en la zona de Oizumi, en Tokio, donde compartieron piso Hagio y Takemiya durante un par de años y donde acabaron reuniéndose muchas de las mangaka de la nueva generación, en un caso similar al del famoso Tokiwa-sô de los años 50, donde convivieron Osamu Tezuka, Fujiko Fujio, Shôtarô Ishinomori, Fujio Akatsuka, Jirô Tsunoda, etc.
Como decía, últimamente estoy profundizando en la obra de Keiko Takemiya y de Moto Hagio, y más concretamente estoy haciendo lo que se podría llamar “arqueología del shônen-ai“. Efectivamente, tanto Takemiya como Hagio fueron las pioneras a la hora de utilizar el amor homosexual entre chicos como tema en sus obras. Supongo que ni en sueños se habrían imaginado que sus historias de atormentados chicos guapos en internados de Francia o Alemania generarían un fenómeno tan increíble como es el del yaoi en general, el dôjinshi yaoi, el boy’s love y todo esto capaz de llenar dos comikets al año con miles y miles de personas y generar tantos cientos de miles de fanzines al año.

Un culebrón bastante heavy… ¿Se liarán Serge y Gilbert?

Dos obras se cuentan como las pioneras del yaoi. Normalmente se habla de 11 gatsu no Gymnasium, de Moto Hagio, como la primera obra shônen-ai, y de Kaze to ki no uta como la que realmente triunfó y generó el boom. Investigando un poco más a fondo, he podido averiguar que 11 gatsu no Gymnasium (Instituto en noviembre, 1971) fue un spin-off de una idea original de Hagio que no pudo publicar hasta 1975, Thomas no Shinzô (El corazón de Thomas). Así, tenemos un total de tres obras pioneras. Tengo las tres, pero de momento solo he podido leer 11 gatsu y Kaze (Thomas lo tengo pendiente). En cualquier caso, 11 gatsu es solo una historia corta de menos de 50 páginas y, a mi entender, solo se puede considerar shônen-ai en el sentido de que sale un conato de beso y poca cosa más. Realmente dista mucho de ser shônen-ai, aunque tiene algunas pinceladas que apuntan en esa dirección. Más que shônen-ai, con 11 gatsu estamos ante un “proto-shônen-ai“.
Lo que es muy curioso es que las tres obras se parecen muchísimo en el sentido de que están ambientadas en internados europeos “de época”. Entiendo la relación entre 11 gatsu y Thomas en el sentido de que son obras hermanas que comparten los mismos personajes, pero lo de Kaze me escama y me hace sospechar que Takemiya le “copió” un poco la idea a Hagio y la hizo suya. Recordemos que ambas autoras fueron compañeras de piso durante dos años, entre 1970 y 1972, así que inevitablemente sus obras de aquella época por fuerza tenían que estar en la misma onda. Aunque, la verdad, si abres lado a lado Thomas y Kaze, ambas obras se parecen un montón en lo que se refiere al estilo de dibujo, ambientación, manera de disponer las viñetas en la página, etc. Como digo, tengo pendiente de leer Thomas, pero me da la sensación de que será muy parecido a Kaze.
En cualquier caso, para bien o para mal, la obra que se hizo famosa y que consiguió el mayor éxito fue Kaze to ki no uta, con lo cual los méritos de Moto Hagio han quedado bastante en un segundo plano. ¿Y de qué va Kaze? Está ambientado en un internado francés solo de chicos a finales del siglo XIX y empieza con la llegada al mismo de Serge, hijo de la relación nunca aprobada entre un noble francés y una bella mujer gitana. Así, los rasgos de Serge son regios y bien esculpidos, como los de su padre, pero su pelo es negro y su piel oscura, como la de su madre. La combinación resulta en una extraña belleza exótica, aunque las raíces gitanas de su madre provocan que muchos de los chicos del internado tengan prejuicios con él, que rayan en la xenofobia.
En el internado solo existe una cama libre, con lo cual Serge acaba compartiendo habitación con Gilbert, un chico rubio, muy guapo, de facciones angelicales pero con un carácter retorcido a más no poder y que usa su cuerpo para ganarse favores o bien, directamente, maltratar psicológicamente a los demás. De hecho, el cómic empieza bastante fuerte, con una escena en la que se nos muestra a Gilbert en la cama con un chico de un curso superior, ambos desnudos. Suena el timbre y Gilbert sale rápidamente de la cama, saliendo al pasillo a medio vestir, lo que escandaliza a todos. Poco después, el director del internado lo llama a su despacho, se supone que para meterle bronca, aunque cuando se quedan solos, ambos se besan… El inicio es bastante impactante incluso visto hoy, más de 30 años después; y el desarrollo del manga no se queda atrás en lo que a crudeza se refiere. Por cierto, consultando la Wikipedia en inglés respecto a esta obra, he visto esta frase que sinceramente me ha parecido genial para ilustrar lo crudo que es este manga, así que la traduzco tal cual: El argumento presenta temas de prejuicio de clases, racismo, homofobia, homosexualidad, incesto, pedofilia, violación, prostitución y drogadicción. ¡Casi ná!
El manga se desarrolla como ya podéis imaginar: en medio de conspiraciones, torturas mentales, relaciones homosexuales, etc. Un culebrón bastante impresionante y muy bien realizado en el que la pregunta que permanentemente acosa al lector es “¿se acabarán liando el serio y diligente Serge y el pequeño diablo Gilbert?” Ahora, después de leerla (aunque parcialmente), entiendo muy bien el fenómeno que suscitó esta obra (y seguramente no se ganó el favor de los padres de las niñas que la leían) ya que, aparte de este argumento tan enrevesado, tiene un dibujo atractivo y un lirismo muy bien utilizado.