El blog de Marc Bernabé

Masami Kurumada

Atención: este post está escrito bajo el antiguo formato de “Adivina qué mangaka es”, en el que se presentaba una foto antigua del mangaka y el lector debía adivinar de quién se trata. Ahora el formato ha cambiado, pero dejo la redacción del artículo tal cual.

Ahora hacía días que no ponía nuevas entradas de esta sección, ¡esto no puede ser! En fin, vamos a ver si adivináis quién es este jovenzuelo de aspecto tan “mataor” y bohemio… (como siempre, haced clic en “Lee el post entero” para saber la respuesta, ¿eh?)

Time machine: 29 años más tarde…

¡Que te pego, leche!

La verdad es que no ha cambiado mucho, ¿eh? A ver, 29 años no son pocos y se le notan, pero el tío se mantiene bastante joven a pesar de sus 54 primaveras… Por si no lo habíais adivinado, el de las fotos es Masami Kurumada, autor de la idolatrada Saint Seiya (Los caballeros del zodíaco) y también de la serie de boxeo Ring ni kakero. Supongo que la segunda foto se la debían sacar para alguna promoción de esta segunda serie, de ahí el guante.
La primera foto es del tomo 2 de Ring ni kakero, del año 1978. Ahí Kurumada tenía 25 añitos y aún le faltaban ocho años para empezar su serie más conocida, que narra las aventuras del pelmazo de Seiya, su pandilla de amigos gays y la pava redomada de Atenea que no sabe hacer nada que no sea dejarse atrapar para que los demás la rescaten. Ah, no, que son caballeros con armaduras y tal, ¿no? Juas, juas, perdonad los fans de la serie, es broma.
Por cierto, que buscando fotos recientes del hombre encontré también esta, que es del 2004. No tiene pérdida, y os la pongo también. Este tío tiene que ser bastante enrollado, je je.

Más chulo que un ocho…

Keimusho no mae (Antes de la prisión)

  • Título: 刑務所の前 -Keimusho no mae- (Antes de la prisión)
  • Autor: Kazuichi Hanawa
  • Editorial: Shôgakukan
  • Revista: Big Comics
  • Años publicación: 2002-2007
  • Clasificación: Seinen
  • Tomos: 3 (completa)

Si ya de por sí los japoneses en general tienen facetas poco comprensibles para los occidentales, los hay que son directamente raros y que tienen unos “senderos mentales” realmente retorcidos. En el manga tenemos varios ejemplos de tíos raros, como Suehiro Maruo, Shintarô Kago, Hiroaki Samura, Hideo Azuma… Pero se ve que este Kazuichi Hanawa se lleva la palma. Motofumi -Genbun- Kobayashi afirma conocerle bastante bien y, en su última visita a Granada, me contó que, en su opinión, a Hanawa le falta un tornillo (o dos) y que está para encerrar -en mi opinión, también Kobayashi está para encerrar, pero ése es otro tema XDDD-.
Confieso no haber leído casi nada de este autor, por lo que desconozco la mayoría de su obra. Sin embargo, no puedo dejar de recomendar 刑務所の中 (Keimusho no naka), editado en España por Ponent Mon con el título En la prisión. Se trata de un diario extremadamente detallado de la vida en una prisión japonesa, concretamente de Sapporo, al norte del país. Y es, por si os lo preguntáis, autobiográfico. El manga en sí no tiene argumento, sino que se dedica simple y llanamente a explicar con viñetas (y gráficos e ilustraciones) cómo es la vida en la cárcel japonesa. Fascinante, primero porque nos proporciona una descripción muy vívida del día a día (el trabajo, la hora de dormir, el baño, el tiempo libre, las comidas…) y segundo porque Hanawa usa un estilo de dibujo muy detallista y muy “años 30”, no sabría cómo definirlo de otra manera.
Keimusho no naka tuvo un gran éxito en Japón, recibió incluso el premio cultural Osamu Tezuka (pero Hanawa lo rechazó alegando que un mangaka tan minoritario como él no tiene derecho a recibir ningún premio) y fue convertido en película.
La historia de una chica en la era de los samuráis… WTF!?

Poco tardaron las grandes editoriales en llamar a su puerta ofreciéndole suculentos tratos. De hecho, en Keimusho no naka (publicado por la pequeña editorial Seirin Kôgeisha) se nos cuenta solamente que el autor fue arrestado y encarcelado por posesión de armas, pero no se nos dan más detalles. Entonces, ¿exactamente qué pasó? Al final fue el gigante Shôgakukan quien convenció a Hanawa para que contara, en forma de manga, lo que le llevó a la cárcel, y de ahí surgieron estos tres tomos de Keimusho no mae (Antes de la prisión).
Se ve que Shôgakukan le dio carta blanca a Hanawa para que hiciera lo que le diera la gana… Y ciertamente, se lo tomó al pie de la letra. Porque el manga en sí es extrañísimo y desconcertante. A ver, ¿cómo lo pongo para que se entienda? Por un lado, Hanawa nos cuenta su propia historia: que le vendieron una pistola real hecha polvo que alguien había encontrado enterrada en una jungla del sudeste asiático, y que él decidió restaurarla. Por el otro, el 70% del primer tomo aproximadamente está ocupado por la historia de una chica que es hija de un forjador de fusiles en el Japón de la época de los samuráis (allá por el siglo XVI o XVII). ¿Qué tiene que ver la historia de la chica con la del propio Hanawa? No tengo ni idea, porque no he podido leer todavía los tomos 2 y 3, pero aparentemente nada…
De hecho, a mí personalmente la historia de la chica me pareció aburrida, y si aguanté hasta el final del tomo fue porque me moría de curiosidad y quería leer las partes en las que Hanawa cuenta su propia historia. Las transiciones entre las dos historias son brusquísimas, en una página puede de repente cambiar de una viñeta a otra sin previo aviso, lo que hace que la sensación sea más extraña todavía.
Sobre la historia autobiográfica… Ratifico lo que me contó Kobayashi: Hanawa está para ingresar en un frenopático de un momento a otro. El detalle con el que va contando cómo iba restaurando la dichosa pistola es bestial, y los conocimientos sobre armas de fuego que demuestra son increíblemente vastos. De hecho, se ve que Hanawa es un friki de lo militar (de ahí que Kobayashi -otro friki redomado- y él sean colegas) y le encantan las pistolas réplica (model gun). Absolutamente desconcertante el nivel de conocimiento que tiene y, como traductor, personalmente temblaría si tuviese que traducir eso, con tanta palabrita especializada en tema armamentístico y de ingenería de armas de fuego.

En las páginas autobiográficas, Hanawa se mata más con el dibujo. ¡El nivel de detalle es increíble! Me entra sudor frío al pensar que existe la posibilidad de que algún día alguien me encargue traducir esto… ¡Ugh, no, por favooor! ^_^

La verdad sea dicha, me he quedado con ganas de leer los otros dos tomos para saber cómo seguía restaurando ese montón de hierro oxidado al que llamaba “pistola”, porque el tio poco a poco lo iba consiguiendo: limando aquí, pegando allá, golpeando acullá… Aunque la historia de la chica y sus peripecias, sinceramente, me sobra. También huelga avisar de que el dibujo en esta obra no es tan detallado y tan “retro” como en Keimusho no naka, lo que es algo a tener en cuenta (a mí me decepcionó un poco porque esperaba encontrarme con ese estilo de dibujo, pero supongo que no es lo mismo tener años y años para trabajar un tomo que tener sólo meses).
Sólo he leído el tomo 1, así que no sé los detalles, pero sí que se sabe que alguien denunció al amigo Hanawa por posesión de armas (en Japón es absolutamente ilegal poseer armas de fuego) y acabaron condenándole a tres años de cárcel. Sus abogados iban a recurrir alegando que es un castigo demasiado duro para alguien que no ha cometido ningún crimen aparte del de restaurar y poseer una pistola, pero se ve que él aceptó la pena sin rechistar (¿lo veis como es rarito-rarito?)
En resumen: Keimusho no naka (En la prisión), absolutamente recomendable. Una joya. Kemusho no mae (Antes de la prisión). Bastante prescindible, pero es interesante como espécimen de “manga raro”.

Jackson Hole

Ya para acabar de enterrar mi ya de por sí maltrecha reputación (proceso que empezó cuando inicié este blog en el que me retrato como friki redomado), haré otra confesión, hala. Una de mis pasiones es realizar largos paseos por las ciudades japonesas en las que he tenido la suerte de residir o de visitar a fondo. En su momento ya me pateé Kioto, después Yokohama (y partes de Tokio) y luego Osaka de arriba abajo. Últimamente estoy en una etapa tokiota, ya que las circunstancias laborales me llevan a menudo a esta ciudad tan enorme y que tanto me gusta. Es en estos paseos cuando descubro lugares entrañables, belleza secreta que no sale en las guías, tiendas extrañas, love hotels bizarros o gente maravillosa (o al contrario, aunque afortunadamente abundan poco).
Pero claro, pasear porque sí tampoco me acaba de gustar mucho, así que suelo ponerme un objetivo y caminar hacia él desde una estación que no sería la obvia, sino dos estaciones antes o algo así, o marcarme dos puntos y caminar de uno al otro, mapa en mano. Y claro, estos objetivos muchas veces tienen que ver con el manga, cómo no puede ser de otra manera. Un día hice un tour de editoriales desde fuera que fue un palizón pero que me encantó porque descubrí grandes lugares. Un día pondré ese recorrido con fotos, para que veáis el cacho edificio de Kôdansha (con un templo precioso muy cerca, ¡sorpresa!), la zona de imprentas, Kadokawa, Shûeisha, Shôgakukan, etc.
Pues bien, hace un par de días realicé una de estas excursiones. Fue una muy bonita porque hizo muy buen tiempo y ya los cerezos estaban casi-casi floridos a tope (hoy es una pasada). La cosa empezó en la estación de Kichijôji, desde el que subimos a un bus hacia el templo Jindaiji. Allí visitamos la “Casa de té de Kitarô” (鬼太郎茶屋 Kitarô Chaya), una especie de tienda-museo de Shigeru Mizuki, el mangaka rey de los yôkai japoneses, un crack de tío al que admiro mucho y del que próximamente se publicará su biografía de Hitler por parte de Glénat (espero que también apuesten por sus otras obras más representativas -las de yôkai-, que tiene un chorro y de grandísima calidad). Gratísima sorpresa, sinceramente. Otro día hablaré más a fondo de esta Kitarô Chaya porque no solo la tienda en sí es deliciosa y está fantásticamente decorada y ambientada, sino que los aledaños del templo en el que se sitúa son un verdadero oasis de tranquilidad y naturaleza. Gran descubrimiento.
Desde la casa de té, caminamos hasta la estación de Chôfu 調布, un buen paseo de unos 40 minutos en el que tampoco hicimos grandes descubrimientos, la verdad. Zona suburbana de Tokio, ciudad dormitorio, nada destacable. El objetivo: el bar-restaurante Jackson Hole.
Resulta que este bar-restaurante, que es uno de cientos de miles que hay en Japón, no tiene nada de especial si no fuera porque sale en la serie Nana. A menudo sus protagonistas van a este bareto con ambientación de Wyoming, a tomarse una hamburguesa. Es curioso porque generalmente en los manga no salen sitios reales, sino inventados, pero este es una excepción. ¡Hasta el jefe, Satô Kôichi, sale con su nombre verdadero! En cualquier caso, a mí Nana me encanta. Inciso: si eres de los machotes a los que no les va el shôjo, no seas burro y no dejes de leer esta serie simplemente porque la etiquetan como shôjo. Es altamente recomendable, ¡de verdad!
Debido a que no tengo escáner aquí, no puedo poner imágenes del manga en las que salga el Jackson Hole, pero seguro que los que sigáis la serie tenéis presente cómo es por dentro, con esa barra de madera tan característica.

El cartel del Jackson Hole que se ve desde fuera.

La entrada del restaurante. Ojo porque hay que bajar unas escaleras (está en el sótano de una oficina de correos. , sí, es un poco rarito). Aquí debajo, la única imagen que he encontrado por Internet. Es del anime de Nana, y ya veis que es idéntico.


El interior del restaurante, con su característica barra de madera. Lo curioso es que no están aprovechando nada la publicidad que les ha brindado Nana y no han variado ni un ápice la decoración. La única referencia a Nana que hay en todo el bar-restaurante es un tomo del manga abierto por una página en la que se ve una viñeta del bar, en una de las vitrinas que hay en la pared. Según el propio Satô Kôichi (XDDD), “si empezara a poner cosas de Nana por aquí, quedaría muy cutre” (literal). Un tío muy sobrio, el amigo Kôichi, y fiel a sus principios.

La famosa “Jackson burguer” que comen los protas de Nana en este bar. ¿Mi sincera opinión? Estaba buena, pero tampoco para tirar cohetes.

Otra panorámica del interior del bar-restaurante. Está granulada porque fue tomada con otra cámara y puse el modo “High ISO” ya que no se pueden hacer fotos con flash. El de la camiseta de rayas es Satô Kôichi in person. Ese día no llevaba su característico gorro, tsk…

Si queréis hacer la misma frikada de ir al Jackson Hole si tenéis la suerte de ir a Tokio, aquí un mapilla para encontrar el sitio. Es bastante fácil, la verdad. Desde la estación de Chôfu (línea Keiô, desde Shinjuku o Shibuya -transbordo en Meidaimae en este último caso-), salís por la salida sur y pasáis por el lado del Green Hall, torcéis a la derecha y al cabo de poco a la izquierda (veréis el centro cultural comunitario). Camináis recto unos metros hasta que a la derecha veáis el ayuntamiento de Chôfu; justo delante del ayuntamiento hay una oficina de correos. El Jackson Hole está en el sótano.

ACTUALIZACIÓN MARZO 2009
Como bien indica ALGOGOKU, hace ya un tiempo que el Jackson Hole, tal y como lo comento en esta entrada, ha desaparecido. El restaurante ha cambiado de ubicación y, claro está, ya no es el mismo que el que aparece en Nana, y al parecer Satô Kôichi tampoco está. Para más detalles, mirad los comentarios y leed el post de ALGOGOKU.

Una típica librería manga de segunda mano…

Hace un tiempo, en los comentarios de alguno de los posts, un lector me preguntaba cómo son las librerías de viejo japonesas de las que tanto hablo. Pues bien, ahora que estoy en Japón he aprovechado para hacer unas fotos de una de ellas.

Por mi experiencia, yo creo que las librerías de viejo se pueden dividir en tres grandes grupos:
  • Las de toda la vida del barrio, normalmente regentadas por gente mayor y que llevan años y años en activo (y que nunca se han modernizado). Éstas son difíciles de encontrar por Tokio; normalmente se encuentran en ciudades más pequeñas y generalmente en zonas residenciales, apartadas del bullicio. Son las que no evolucionan, y donde se pueden encontrar algunos tesoros rebuscando entre las pilas. Suelen estar desordenadas y llenas de libros hasta el techo, hasta el punto de que muchos no caben en las estanterías y los apilan en el suelo a lo bruto, haciéndose difícil incluso el paso. En la época en la que vivía en Kioto, encontré unas cuantas de este tipo, pero en Tokio, al menos en la gran metrópolis, todavía no he encontrado ninguna “genuina”.
  • Las “modernillas”, colocadas en calles comerciales o cerca de ellas, o alternativamente en las afueras, al lado de carreteras de fácil acceso en coche. Éstas tienen grandes letreros y luces para atraer principalmente a los jóvenes. Aquí es difícil encontrar “tesoros”, puesto que principalmente tratan con obras recientes (años 90-00) y están enfocadas a un público que simplemente consume manga, no lo colecciona. En muchas de estas tiendas los tomos no están retractilados, por lo que suele haber bastante gente de pie en los pasillos leyendo de gorra. Está muy bien si quieres ver el estilo de dibujo de las obras, pero molesta bastante si simplemente quieres mirar qué tienen en las estanterías (ya que tienes que ir esquivando y apartando a la gente). Lo bueno que tienen estas tiendas es que suelen tener secciones de “un tomo, 100 yenes” (1,5 euros). Además, están muy bien ordenadas, bien iluminadas, y con hilo musical machacando j-pop a todas horas. Muchas hasta están abiertas las 24 horas del día, los 7 días de la semana. A esta categoría pertenecen por ejemplo las grandes cadenas Book Off y Furuhon Ichiba, con sucursales por todo el país (aunque de nuevo no están en los grandes centros urbanos, sino en zonas más lejanas donde el terreno es más barato y pueden construir mega-tiendas con parking y todo).
  • Las especializadas, o sea, para coleccionistas. Hay muy pocas de éstas, pero existen. Aquí es donde se vende el manga antiguo, los clásicos, incluso las revistas que normalmente son de “leer y tirar” y que son del año de la catapún. Por ejemplo, el otro día encontré de puro churro el número 1 de la Big Comic, sí, sí, habéis leído bien, el primerísimo número, del año 1968, ¡y me costó 3000 yenes! Me parece increíble que una revista tan especial (¡el número 1!), de 40 años de antigüedad, cueste menos de 20 euros… Y con historias de Osamu Tezuka, Shôtarô Ishinomori, Sanpei Shirato, Shigeru Mizuki y Takao Saitô nada menos.
Antes de que preguntéis: la famosa cadena Mandarake yo la situaría como un híbrido entre las “modernillas” y las “especializadas”, porque sí que tiene material antiguo y realmente es una pasada lo que se encuentra ahí, pero también toca mucho material reciente y además también venden muñecos y merchandising.

La tienda que presento ahora es una “modernilla”. Está en Akabane, un barrio encantador que tiene un aire “a lo Kochikame” que a mí me encanta. En mi anterior viaje a Japón descubrí la zona por casualidad y paseando, el último día de mi estancia, encontré esta tienda, llamada Recycle Hands, en una de las calles comerciales cubiertas. La verdad es que como era el último día, ya llevaba las maletas demasiado cargadas y tuve que conformarme con echar un vistazo rápido, durante el que vi varias cosas muy interesantes. Y me quedé con las ganas… Así que esta vez, una de las primeras cosas que hice fue irme a Akabane para desquitarme. Rencoroso que es uno ^_^.
Al igual que los Book Off, esta tienda no solo tiene manga, sino también libros normales, revistas, CD y DVD. En este caso tiene dos pisos: en la planta baja están los manga y algunos libros, y arriba los CD, DVD y lo demás.
Como veréis en las fotos, tiene estanterías desde el suelo hasta el techo, aprovechando la totalidad del espacio disponible. También tiene una extensa sección de todo a 100 yenes y la verdad es que está muy bien surtida, teniendo los típicos Naruto, One Piece y Bleach que tanto abundan ahora en las tiendas de manga de segunda mano, pero también tomos de los años 80-90 bastante interesantes. También en las fotos podréis ver a los gorrones de turno, aunque por suerte el día que fui yo, como era entre semana y a media tarde, no había muchos. ¡El fin de semana seguro que no se puede ni pasar!

Panorámica de la calle comercial cubierta. La tienda es la de la izquierda, la del letrero rojo con un gran kanji 本 (libros) en blanco.

La entrada de la tienda, con un gran cartel que dice “Estamos en campaña ventajosa (para ti) si vendes colecciones completas”. O sea, que pagan más si les vendes la colección completa de X serie que si les vendes tomos sueltos (estas tiendas no solo venden, claro, también compran -a precios ridículos, si me permitís decirlo, ¡indignante!-).

El pasillo principal: lo que se ve al fondo es la salida. Algo impensable en España (y casi todos los países del mundo excepto Japón y quizás Bhutan o alguno de éstos) es que la caja está situada en el fondo de todo, en un recoveco. Tienen cámaras de vigilancia, claro, pero es que si pillas unos cuantos tomos y te los metes en la mochila, primero que, si te lo montas bien (si te tapa un compinche, por ejemplo) es imposible que te vean, y segundo que, aunque te vean, ¡cuando hayan podido salir de su “agujero” ahí en el fondo de la tienda, tú ya estarás al final de la calle! (No lo he probado, que conste ^_^)

Un recoveco. Ahí al fondo, en el letrero, dice “La caja está por ahí (flechita)”, así que podéis ver lo condenadamente al fondo que está la dichosa caja. Y los libros que hay por todas partes…
Otro pasillo. Los letreros rojos con los números 100 indican que es la sección de “un tomo, 100 yenes”, ¡las súper gangas! Normalmente son tomos un poco más “achungaos” que el resto (más gastados, amarillentos, con alguna arruga, etc.), pero sinceramente, la mayoría están muy bien.

¡Hala, espero que os haya gustado el reportaje!

Ace o nerae! (Raqueta de oro)

  • Título: エースをねらえ! (Ace o nerae!) -¡Busca el “ace”! / Raqueta de oro-
  • Autor: Sumika Yamamoto
  • Editorial: Shûeisha
  • Revista: Margaret
  • Años publicación: 1973-1980
  • Clasificación: shôjo, deportivo
  • Tomos: 18 (completa)
Antes de empezar, me disculpo por mi silencio de los últimos días. Una serie de encargos de última hora, un par de conferencias y una serie de intensos preparativos pre-viaje me han imposibilitado escribir como me gustaría. Actualmente me encuentro en el Japón de mis amores durante unos días y no tengo escáner, así que de momento iré tirando del material que tenía escaneado para “futuras reseñas”. Mi ritmo de actualización aquí tampoco será muy alto, la verdad, puesto que aparte del trabajo normal de traducción también tengo que salir mucho por motivos de trabajo (y ocio, claro). Pero ya veréis a la vuelta que vuelvo cargado, he descubierto algunos mangas que son para mear y no echar gota. ^_^
En cualquier caso, una de mis “obsesiones” últimamente tiene que ver con el shôjo manga. Debido a mi trabajo como traductor, he leído bastantes historias, pero casi siempre han sido obras recientes y en general estaban cortadas por el mismo patrón (con honrosas excepciones). Pensándolo bien, a España muy poca cosa ha llegado de shôjo clásico, y sinceramente mi conocimiento sobre el tema, saliendo de la excelente La Rosa de Versalles que nuestro equipo tuvo el placer de traducir hace unos años, y La ventana de Orfeo y Mayme Angel, que estamos traduciendo ahora mismo, deja bastante que desear. Así que aquí estoy, estudiando e informándome. De hecho, en casa tengo un libro sobre la historia del shôjo, pero sólo alcanza hasta el año 1962 y esa época me interesa, pero no tanto. El otro día conseguí ganar en las subhastas de Amazon Japan la segunda parte de esta obra (totalmente descatalogada y que abarca de 1963 a 1989) y espero que me llegue mañana mismo. Ya tengo ganas de empezar a estudiar…
Seguramente iré poniendo reseñas de vez en cuando, ya que me parece muy interesante y además se trata de un terreno relativamente poco explorado. Además, por experiencia os digo que cuesta muchísimo más conseguir tomos originales de clásicos shôjo que de clásicos shônen (¡anda que no me costó encontrar un tomo 1 de Attack Nº 1 edición clásica!) ¿Por qué será?
Así que la reseña de esta vez va de un shôjo clásico, ni más ni menos que Ace o nerae!, cuya serie de animación fue pasada por las teles españolas en esos gloriosos 80-90 con el título de Raqueta de oro. Debo confesar que nunca miré la serie ni tampoco conocía el argumento más allá de que va de tenis. La historia empieza presentándolos al club de tenis femeninos del instituto Nishi, y entre sus miembros, la tímida Hiromi Oka, una estudiante de primero que admira a sus senpai (miembros del club mayores que ella, y por lo tanto, “superiores” en todo), en especial a Reika Ryûzaki, apodada Ochô-fujin (Madame Butterfly). La Butterly es un exceso en todos los sentidos: de lejos la mejor de todas, es una niña de casa buena, y es altiva, va de superior, y tiene la melena de rizos dorados y el amaneramiento más estilo “drama queen” desde la María Antonieta de La Rosa de Versalles. Pero Hiromi y las demás estudiantes de primero la adoran y la respetan como a una verdadera hermana mayor, lo que a ella le encanta.

Aish, esos ricitos y esas flores… En grande, Madame Butterfly,
en la esquina inferior derecha, la prota, Hiromi

En estas, que llega al instituto un nuevo entrenador para el club de tenis: Jin Munakata, que resulta ser el típico guaperas que a la vez es distante y frío. Munakata empieza los entrenamientos con mano dura y, para sorpresa de todos, selecciona a Hiromi como miembro del grupo titular… ¡Oh, sacrilegio! ¡Es tabú que una kôhai de primero pase por delante de las “diosas” senpai! Cómo no, las otras chicas, Madame Butterfly en cabeza (cómo no), deciden hacerle la vida imposible a la pobre Hiromi, que sin comerlo ni beberlo se encuentra en el ojo del huracán. Pero Munakata insiste y Hiromi debe jugar…
La verdad es que es un manga muy original para la época en la que fue concebido, en plena fiebre por los mangas deportivos shônen tipo Ashita no Joe (boxeo) y Kyojin no Hoshi (béisbol). Podríamos decir que ésta es una respuesta shôjo a estos manga, con la particularidad de que no se sacan de la manga “tiros del tigre” ni “saques de triple efecto”, ya que intenta ser “realista”. La historia es entretenida y después de leerlo entiendo que llegara a ser un manga de culto en Japón, del que se hicieron varios anime (incluso una serie de imagen real en el año 2004) y que originó un enorme boom del tenis por todo el Japón.
También leer este manga me hizo estar pensando en cómo ha cambiado la mentalidad japonesa en los últimos años sobre el tema del “esfuerzo”. Hasta hace relativamente, poco, los japoneses tenían una especie de adoración por el “esfuerzo”, y no son pocos los mangas setenteros y ochenteros que presentan a un protagonista bastante mediocre que, con mucho esfuerzo y perseverancia, va mejorando y mejorando hasta llegar a ser el mejor. Ace o nerae! es este tipo de manga. Sin embargo, en los últimos años observo que en los manga ya no destaca tanto el “esfuerzo”, sino el “talento”, en un modo de pensar mucho más occidentalizado. Ahora no tenemos a Hyûmas que se maten entrenando para llegar a la cumbre del béisbol, ni a Son Gokus que mueran y resuciten mil veces; tenemos a Ryômas Echizen que son más chulos que un ocho en las pistas de tenis y se mofan de los antaño sagrados senpai, o a Senas Kobayakawa que desde el primer momento corren como una flecha por el campo de fútbol americano. Es sólo una reflexión, ¿pero no os parece algo curioso?
Por cierto, si no la habéis visto, os recomiendo ver la peli Ping Pong, basada en un manga homónimo de Taiyô Matsumoto. Para mí, ésa es la peli que resume esto que acabo de escribir, porque va del enfrentamiento entre un tío que se entrena como un loco, a la vieja usanza, y otro que tiene un talento natural para el ping pong y que, sin esforzarse, puede vencer a sus rivales. Al final, lo que no deja de ser un signo muy claro del cambio de mentalidad japonesa, gana el que tiene talento sobre el que se esfuerza, algo impensable no hace tantos años, donde habría ganado el héroe que se esfuerza por encima del chuleta que lo tiene todo hecho de forma innata… A mí esto me pareció muy sintomático y me hizo pensar mucho.