El blog de Marc Bernabé

Ushio to Tora (Ushio y Tora)

Friday, February 27th, 2015
  • Título: うしおととら –Ushio to Tora– (Ushio y Tora)
  • Autor: Kazuhiro Fujita
  • Editorial: Shōgakukan
  • Revista: Shōnen Sunday
  • Años publicación: 1990-96
  • Clasificación: aventuras
  • Tomos: 33+1

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Ushio to Tora es uno de los mangas que más años hace que figura en mi biblioteca: un compañero de la universidad me regaló la colección completa en mi primera estancia en Japón, allá en 1999-2000… Pero tras tantos años arriba y abajo, lo cierto es que estos tomos han estado casi siempre guardados en cajas, y nunca les he dado una oportunidad ni los he leído. Dentro de muy poco, cuando tenga ya mi largamente deseada “biblioteca manga” particular terminada (calculo que sobre mayo o junio de este año) esto se va a subsanar. En los preparativos preliminares, sin embargo, he localizado los tomos y he pillado el primero para leerlo.

¿Por qué he decidido a estas alturas leerlo, y no antes o después? Bueno, por qué no “antes” lo acabo de mencionar. Y por qué “ahora”, hay dos motivos. Primero, porque hace poco se anunció que en verano de este año se estrenaría un anime basado en este manga, una auténtica rareza (normalmente se hacen animes de los mangas de más éxito del momento, y es muy raro que una empresa de anime decida “resucitar” un manga antiguo que en su momento no tuvo anime – otra cosa serían los revivals o remakes, pero en estos casos generalmente sí hubo anime anterior). Segundo, porque un amigo comentó en Twitter que ahora, a raíz de este anime, empezaría a salir gente que reivindicaría Ushio to Tora y que pediría su publicación en España, pero que si gente como yo no hacía “campaña” esto no se conseguiría. Pues bien, aquí está mi granito de arena. ^_^

Ushio y Tora en acción contra los bicharracos sobrenaturales.

Ushio y Tora en acción contra los bicharracos sobrenaturales.

Ushio to Tora es el primer y probablemente mayor éxito de su autor, Kazuhiro Fujita (también autor de Karakuri Circus), y es ciertamente una historia muy noventera. Va de un chico, Ushio Aotsuki, que vive en un templo budista junto a su padre, que es el monje principal, y que le cuenta historias del santuario todo el rato en plan “abuelo batallitas”, un poco como el abuelo de Kagome en Inu-yasha. Una de las historias que le cuenta va sobre un demonio que fue sellado por un héroe gracias a una lanza mística llamada “la lanza de la bestia”. Ushio no se cree las historias de su padre, pero un día entra en el almacén del templo y descubre, por casualidad, una trampilla que aparentemente lleva a un sótano. Al abrir la puerta y entrar, descubre a un fiero monstruo que está clavado contra la pared con una lanza. Sin comerlo ni beberlo, Ushio tiene que liberar al monstruo para que le ayude con unos espíritus malvados que han aparecido al liberarse (cuando se ha abierto la trampilla) su energía maléfica. Armado con la lanza, que tiene el poder de inmovilizar al monstruo, Ushio y el bicho trabarán cierta “amistad” (al principio a regañadientes, ya más tarde de mejor rollo), hasta el punto de que Ushio bautizará al monstruo como “Tora” (tigre) debido a su apariencia.

A partir de este momento empieza una aventura con monstruos, seres sobrenaturales y muchas peripecias protagonizadas por el joven Ushio y su compañero a regañadientes Tora, que abarca 33 tomos más un extra con una “historia paralela”.

Lo mejor

  • Tiene un regusto muy noventero, con muchas aventuras y entretenimiento.
  • Si te gusta la temática sobrenatural con aventuras, disfrutarás este manga, que recuerda bastante a Inu-yasha (una obra bastante posterior, por cierto).

Lo peor

  • El dibujo, al menos en los primeros tomos, es bastante sucio en el sentido de que tiene muchas líneas marcadas. No es limpio ni conciso.
  • Yo personalmente ya soy un poco mayor para que me enganchen aventuras shōnen como esta. Me ha entretenido, pero sin más. No estoy ansioso por leer el resto, para que me entendáis.

Ike! Inachū takkyūbu (¡Adelante! Club de ping-pong de la escuela secundaria Inahō)

Wednesday, February 4th, 2015
  • Título: 行け!稲中卓球部 –Ike! Inachū takkyūbu– (¡Adelante! Club de ping-pong de la escuela secundaria Inahō)
  • Autor: Minoru Furuya
  • Editorial: Kōdansha
  • Revista: Young Magazine
  • Años publicación: 1993-96
  • Clasificación: humor absurdo, deporte
  • Tomos: 13

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Seguramente no lo recordaréis, pero ya os hablé fugazmente de esta obra hace tiempo, cuando reseñé Boku to issho (Junto a mí) en este mismo blog. En el último párrafo de esta reseña, comentaba “Francamente, esperaba un poco más de esta obra. El anterior manga de Furuya, titulado Ike! Inachū takkyūbu (¡Adelante! Club de ping-pong de la escuela secundaria Inahō), goza de bastante popularidad entre varias de mis amistades japonesas, que me lo han recomendado más de una vez, y pensaba que este me gustaría más. Debería darle una oportunidad a Inachū, pero la verdad es que Boku to issho me ha decepcionado bastante.”

Pues bien, ha llegado por fin el momento de darle una oportunidad a Inachū, y la verdad es que en general me ha gustado mucho más que Boku to issho, que fue la obra que su autor hizo a continuación. Inachū es una historia de humor absurdo muy-muy cafre de esas que tango gustan a los japoneses, y que aquí no terminan de ser comprendidas. Escatología, referencias sexuales, situaciones asquerosas y mucho de lo que vendría siendo “caca-culo-pedo-pis”.

La historia nos cuenta las andanzas del peculiar club de ping pong de la escuela secundaria Inahō, que cuenta con seis desarrapados miembros con marcada personalidad, y cuyas interacciones dan pie a las más absurdas situaciones. Maeno es un tipo bajito, con una especie de flequillo, y no es más cerdo y maleducado porque no se entrena. Izawa es muy gracioso porque es un flipadillo admirador de Ashita no Joe, y va siempre con el característico tupé de Joe Yabuki que le cuesta dos botes de gomina al día mantener. Takeda es el capitán del club, y el único –junto con Kinoshita, un guaperillas- que se toma un poco en serio lo que hacen e intenta entrenar y mejorar de verdad. Tanaka es un pringado de campeonato, con un cabezón que recuerda a Masao de Shin Chan, cobarde, pusilánime y siempre se deja llevar. Y finalmente tenemos a Tanabe, de padre yanqui y madre japonesa, un tipo con apariencia de guiri que tumba de espaldas, extremadamente peludo y muy, pero que muy, apestoso. Tanto, que sus compañeros tienen que ponerse tapones en la nariz (sin que él se entere) para poder soportar los horrorosos efluvios que emanan de su cuerpo.

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“¡Servicio con el rabo saliéndose!”

Con este elenco de personajes, pues, ya os podéis imaginar que se dan todo tipo de situaciones de lo más rocambolescas, algunas muy escatológicas y chocantes, que a pesar de eso arrancan más de una sonrisa al lector. No se puede decir que esta sea una obra maestra del noveno arte, pero al menos un ratito entretenido pasas viendo una marranada tras otra, al más puro estilo Enomoto (bueno, no tanto XD).

Lo mejor

  • Echarse unas risas con chistes marranos nunca está de menos.
  • Al final terminas cogiéndoles cierto cariño a los personajes.

Lo peor

  • El dibujo es malísimo. Pero bueno, contribuye al cachondeo general.
  • Algunas situaciones están hasta demasiado pasadas de rosca.

Ressentiment

Wednesday, January 28th, 2015
  • Título: ルサンチマン –Ressentiment–
  • Autor: Kengo Hanazawa
  • Editorial: Shōgakukan
  • Revista: Big Comic Spirits
  • Años publicación: 2004-05
  • Clasificación: tragicomedia, mundo virtual, prota patético
  • Tomos: 4

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Conocer al autor Kengo Hanazawa en el pasado Salón del Manga me encantó: me pareció un tipo genial, muy sincero y en realidad muy normal en lo referente a manera de ver la vida y reflejar sus vivencias en sus propios mangas. Lógicamente, Hanazawa ha triunfado gracias a su obra de zombis I am a Hero, que tengo el gusto de traducir para Norma Editorial, y una de las grandes curiosidades de dicha obra es que el protagonista está hecho a imagen y semejanza del propio Hanazawa, que en las diversas entrevistas que tuvo afirmó siempre que cuando más cómodo se siente es cuando se puede asimilar a sus propios personajes. Por eso, siempre ha creado historias con personajes con los que tiene un vínculo, pongamos, mental. En el caso de I am a Hero y también de Boys on the Run, además, el vínculo es también físico, ya que ambos protagonistas se parecen al autor como dos gotas de agua: hasta cierto punto, se puede afirmar –corroborado por Hanazawa– que dichos protagonistas están hechos a imagen y semejanza de él mismo, tanto física como mentalmente.

Antes de dedicarse al manga, Hanazawa no tuvo precisamente una trayectoria brillante: de hecho su primer gran éxito ha sido I am a Hero, con permiso de Boys on the Run, que al parecer no fue mal –de hecho se hizo una película de imagen real y una serie de TV basadas en él– pero tampoco fue un superventas, y se le nota que en estos momentos aún está intentando asimilar el éxito cosechado por su manga de zombis. Así, al tener Hanazawa una base mental más bien de “loser”, lo natural es que sus historias estén protagonizadas por personajes “loser”, de lo más patéticos y con unos modos de pensar más bien ruines, como ya comprobé en Boys on the Run.

Conocer a Hanazawa hizo que me interesara mucho por su obra anterior, lo que me hizo conseguir los tomos de Boys on the Run y disfrutarlos muchísimo. La historia empieza de forma magistral, muy entretenida, y luego baja bastante de intensidad hasta sorprendernos con un final poco convencional, pero la verdad es que disfruté enormemente del “viaje” de leer esos 10 tomos. Y ahora, ansioso de más Hanazawa, he decidido introducirme en su primera obra, Ressentiment, la única que me faltaba por leer de las tres únicas que tiene (sin contar historias cortas, que probablemente alguna ha publicado alguna vez, pero nunca se han recopilado en tomo).

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Takurô en su versión virtual (arriba) y real (abajo), intentando ligar con la chica virtual Tsukiko (derecha).

En Ressentiment nos encontramos con un Hanazawa primerizo, muy lejos todavía de la maestría gráfica que demuestra en I am a Hero, y con una historia bastante interesante pero también lejos de los recursos narrativos demostrados en Boys on the Run y, sobre todo, I am a Hero. En definitiva, es una historia bastante justita y que, de no ser por la trayectoria posterior del autor, probablemente nunca me habría llamado la atención como para leerla. Aun así, tengo que decir que, pese a que no me está enganchando tanto como sus otras obras, me está pareciendo un manga fácil de leer y, al ser cuatro tomos solamente, disfrutaré sin problemas hasta el final.

De nuevo, la historia está protagonizada por un loser empedernido, Takurō Sakamoto, que trabaja en una imprenta y es un fracasado total de 30 años de edad, gordo, feo, medio calvo, virgen (con chicas normales, ya que con las de pago sí se ha “estrenado”), que vive con sus padres y básicamente lo tiene todo para no triunfar en absoluto en la vida, ni en el ámbito laboral ni el personal. La historia se ambienta en un “futuro próximo” con respecto al momento en el que se creó la historia (2004-05): en año 2015 (XD), donde todo está básicamente igual salvo por la aparición de unos videojuegos de realidad virtual muy logrados. En estos juegos, te puedes introducir en el mundo que tú desees siempre que tengas el dinero suficiente para pagarte casas, coches e incluso, claro, mujeres (u hombres, imagino) virtuales.

Takurō conoce la existencia de estos juegos gracias a un conocido, que es igual de loser de él pero que tiene una doble vida virtual: dentro del juego, vive en una mansión espectacular y está rodeado por un auténtico harén de chicas a cuál más preciosa, que se desviven por él. Takurō, entonces, decide introducirse también en el juego, y empieza gastándose todos sus ahorros en el hardware necesario y, claro está, en el único software que se puede permitir: una choza en una isla solitaria y una chica llamada Tsukiko, cuyo software encuentra por casualidad, abandonado debajo de una estantería, en la tienda después de mirar y remirar todas las opciones y precios. Takurō configura el programa, se crea su identidad virtual (su propia imagen y semejanza cuando iba al instituto) y se dispone a vivir una vida de ensueño junto a Tsukiko… Pero parece que algo no va bien con la configuración del personaje, ya que hace cosas que no debería hacer…

Lo mejor

  • Una historia entretenida, sin más.

Lo peor

  • El tema de las vidas virtuales está un poco visto.

Boys on the Run

Thursday, December 18th, 2014
  • Título: ボーイズ・オン・ザ・ラン –Boys on the Run–
  • Autor: Kengo Hanazawa
  • Editorial: Shōgakukan
  • Revista: Big Comic Spirits
  • Años publicación: 2005-08
  • Clasificación: humor, romance
  • Tomos: 10

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Como sabéis, en el pasado Salón del Manga de Barcelona recibimos la visita de varios pesos pesados del manga, y uno de ellos fue Kengo Hanazawa, invitado por Norma Editorial para presentar su manga I am a Hero (reseñado en su momento en este blog) . En mi caso, en parte por ser el traductor de I am a Hero para su versión española, editada por Norma Editorial, se me encargó la tarea de interpretar para este autor, con el que surgió muy buen rollo y nos lo pasamos genial.

A raíz de hacer buenas migas con Hanazawa, me interesé por su obra anterior, lo que inevitablemente me llevó a ponerme a leer Boys on the Run, su anterior obra y la más conocida hasta que empezó con I am a Hero, hasta el punto de haber sido adaptada a película y serie televisiva de imagen real.

Y mis impresiones no pueden ser mejores: estamos ante una obra que no es ninguna maravilla, pero que resulta entretenidísima, y muy rápida de leer. Vamos, ideal para cuando tienes una tarde tonta y quieres algo que te haga pasar un estupendo rato de lectura en el sofá.

El manga nos cuenta la historia de Toshiyuki Tanishi, un tipo de 27 años más bien mediocre y muy normal, con escaso o ningún éxito entre las chicas, muy tímido e inseguro, etcétera. Bueno, si habéis leído I am a Hero, estamos ante un personaje “typical Hanazawa”, ya que es muy parecido a Hideo Suzuki y, de rebote al mismísimo Kengo Hanazawa, que afirma que para dar realismo a sus historias se inspira en sí mismo, hasta el punto de que sus personajes (tanto Tanishi como Suzuki) son muy parecidos físicamente a él. Y, se sobreentiende, también en carácter y forma de pensar… Sinceramente, me parece muy original que un autor de manga se sitúe a sí mismo como personaje en sus obras, es graciosísimo.

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Cuando consigue por fin embaucar a la chica para ir a un love hotel, resulta que la única habitación disponible (sin que ellos lo sepan) es la habitación S&M… Bochorno total.

Pues bien, la historia (de momento me he leído unos tres tomos) nos cuenta las andanzas del bueno de Tanishi para intentar establecer una relación con su compañera de trabajo Chiharu, con varios tropiezos y meteduras de pata que hacen que el lector se parta de risa y al mismo tiempo sienta mucha lástima por lo patético de las situaciones. Por ejemplo, frustrado el día de su cumpleaños, decide llamar a un teléfono de citas para que le manden a una chica con la que salir y luego follar, a cambio de dinero, claro está, y se le presenta una mujerona gorda, mal vestida y muy desagradable en general… Pero él no tiene narices de decirle que “contigo no, bicho” y se deja llevar, terminando en un love hotel con ella, con ella desnuda sobre la cama, y siendo incapaz de consumar el acto sexual por el asco que le da… Lo que luego le provoca muchísimos problemas ya que ella empieza a perseguirle por toda la calle gritándole que es un violador en potencia, que la ha engañado, que ha abusado de ella, etcétera. En fin, situaciones patéticas, MUY patéticas, una tras otra, y algunas con su novia potencial como testigo de primera mano, que sin embargo enganchan cosa mala.

Según puedo ver, creo que la historia luego se va por otros derroteros, con él apuntándose a un gimnasio de boxeo o algo así, pero bueno, ya lo iré viendo según vaya leyendo… Porque este manga es tan entretenido que me lo pienso leer entero.

Lo mejor

  • Muy entretenido.
  • Situaciones patéticas muy adultas, con sexo y cosas así de por medio, que no se ven en los manga shōnen.
  • Un retrato del hombre pusilánime japonés. Hay muchos japoneses con este tipo de traumas o manera de pensar, los llamados hi-mote (“que no ligan”, “que no son populares entre las chicas”).
  • Hanazawa se quedó tan chafado cuando en su momento le cortaron esta obra por baja popularidad (imagino que los últimos tomos ya pierden ese “punch” que tienen los primeros) que tuvo impulsos hasta violentos del cabreo que pilló. Y su editor le dijo “¿por qué no usas esas ganas de destruir y las vuelcas en tu próximo manga?” Y de ahí surgió el concepto de una obra tan genial como I am a Hero.

Lo peor

  • El dibujo de Hanazawa aún está en evolución en esta obra, no está al nivel de lo visto en I am a Hero.

Henshū-ō (El rey de los editores)

Tuesday, December 9th, 2014
  • Título: 編集王 –Henshū-ō– (El rey de los editores)
  • Autor: Seiki Tsuchida
  • Editorial: Shōgakukan
  • Revista: Big Comic Spirits
  • Años publicación: 1994-97
  • Clasificación: metamanga
  • Tomos: 16

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En los últimos años, la popularidad de Bakuman. ha provocado que el manga sobre crear manga se haya puesto de moda y ha propiciado que muchísima gente joven desee seguir los pasos de Mashiro y Takagi. Pero mucha gente desconoce, o simplemente ha olvidado, que Tsugumi Ohba y Takeshi Obata en realidad no inventaron nada nuevo, ya que existían mangas sobre la creación de manga desde mucho antes. Sin ir más lejos, en este mismo blog, aparte de Bakuman., ya hemos visto la obra semiautobiográfica Manga Michi (1970-82), de Fujiko Fujio A, y sus secuelas, el “metamanga” más veterano y el que inició este subgénero de “manga sobre manga”, así como una curiosidad como Eroman no Hoshi (La estrella del manga erótico) (2010).

En general, las obras de metamanga hablan sobre los problemas de los mangaka durante su proceso creativo: cómo debutar en el mundillo, cómo conseguir más éxito, de dónde sacar inspiración, cómo mejorar el dibujo, etcétera. Y el editor, figura fundamental en el manga japonés ya que en ocasiones es una especie de cocreador e incluso “niñera” del mangaka, aparece solamente para dar algunos consejos y ayudar al dibujante en momentos delicados (cuando es un buen editor) o para meter broncas y presionarle, en plan “sargento de hierro” (cuando es malo).

Henshū-ō (El rey de los editores), la obra que reseñamos en esta ocasión, se centra no tanto en la figura del manga como en la del editor, esa parte fundamental del proceso creativo de un producto comercial de masas como es el manga, la figura que hace de puente entre la empresa que saca la revista y los tomos recopilatorios, y que solo mira el aspecto comercial del negocio, y los creadores, que tienden más a centrarse en el aspecto creativo y artístico.

En realidad, el manga comercial japonés tiene poco de artístico, como he puesto un poco más arriba, se considera puramente un “producto comercial”, y si una obra no tiene buena aceptación (es decir, si no genera dinero en cantidades que la editorial considere aceptables), por muy excelente que sea artísticamente hablando no hay ningún reparo en guillotinarla. Por eso, el editor está en una posición muy delicada, y claramente existen varios tipos de editores, que a grandes rasgos podemos dividir entre los que miran por el bien de la empresa y procuran que sus dibujantes al cargo creen obras que comercialmente se vendan muy bien (aunque eso vaya en detrimento de la faceta artística) y los que no miran tanto las ventas y quieren que sus autores creen obras que perduren en la memoria colectiva y se puedan considerar “buenas” de verdad.

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“¡Por muy consagrado que esté el maestro Manbo Yoshizuka, no me creo que un loco por el manga como usted esté satisfecho con unos originales como estos! ¡Hay que rehacerlo todo!”

Es muy significativo que Henshū-ō comience con una fantástica referencia al final de la mítica Ashita no Joe, un manga que marcó a toda una generación: en 1973, un grupo de jóvenes lee la revista en la que se publicó ese final y, de entre ellos, uno decide que quiere ser como Joe y dedicarse al boxeo y otro decide que intentará ayudar a crear obras tan magníficas e inmemoriales como Ashita no Joe.

Años más tarde, a principios-mediados de los años 90, efectivamente vemos como el niño que quería ser boxeador para ser un nuevo “Joe del mañana”, el impulsivo Kanpachi Momoi, lo ha conseguido y el que quería crear manga, el paciente pero apasionado del manga Hiromichi Oume, se ha colocado en un puesto de relativa responsabilidad como editor en una revista de manga seinen que vende más de un millón de ejemplares cada semana.

Sin embargo, Kanpachi nunca ha llegado a ser un gran boxeador y de hecho un desprendimiento de retina le obliga a dejar dicho deporte, al que había dedicado absolutamente todos sus esfuerzos. Su amigo Oume, al verlo tan abatido, le propone meterse como ayudante y aprendiz en la redacción de la revista de manga Young Shout, donde trabaja.

Y es en este momento cuando empieza un viaje por las interioridades de la creación de manga y por los puntos de vista enfrentados entre lo comercial y lo creativo, con un montón de situaciones y discusiones sobre lo que debe ser el manga y cómo debe enfrentarse a su trabajo tanto el autor como el editor. Sin tener ni idea de cómo funciona la sociedad adulta japonesa y sus problemas de jerarquías y egos, Kanpachi, que se pone el objetivo de llegar a ser “el rey de los editores”, entra como un elefante en una cacharrería en escena y, desde su punto de vista ingenuo y a la vez pasional y hasta violento, va destapando las contradicciones, inercias y malos hábitos de la industria del manga en los años 90, justo el momento en el que el manga japonés alcanzó su cénit en cuestión de popularidad y ventas.

Henshū-ō es un manga crudo, terriblemente adictivo, y mucho más sincero sobre la realidad de la creación de manga que obras como Bakuman., que básicamente loan el romanticismo de la creación de manga y se olvidan, hasta cierto punto, de las partes más sórdidas. En Henshū-ō, seguramente la obra más conocida del malogrado Seiki Tsuchida (1969-2002), encontramos verdaderas perlas en forma de discusiones sobre qué es el manga comercial y cómo debería ser o dejar de ser, que dan mucho que pensar. Estamos ante una obra realmente adictiva que, aunque obviamente describe situaciones límite que nunca se van a dar en la realidad, da que pensar sobre el tema de la creación de manga comercial de una forma cruda y curiosamente realista.

NOTA POSTERIOR

Escribo esto unas semanas después del texto que acabas de leer, una vez he terminado de leer todo el manga. En tomos posteriores, el nivel de realismo de la obra desciende bastante, presentando situaciones bastante irreales e incluso surrealistas. Pero eso no hace que pierda ni un ápice de su interés, y se enfrente con valentía a cuestiones y problemas no ya solo del mundo del manga, sino también de la edición en general, en un momento en el que las editoriales japonesas estaban muy volcadas en el manga pero estaban dejando de lado la literatura más “elevada”, que había sido su puntal durante décadas.

Si bien el principio del manga se centra en las aventuras de Kanpachi y su aprendizaje en el mundo de la edición de manga, al cabo de unos tomos la historia deriva muchísimo y pasa a presentar diferentes arcos argumentales, que se centran en un personaje concreto o incluso en el recuerdo (en forma de flashbacks). Algunos de estos flashbacks llegan a durar un tomo entero, pero esto no hace que el interés de la obra decaiga, sino al contrario: presentando nuevas situaciones, no solo de los años 90 (época en la que se ambienta la obra) sino de otras décadas, como por ejemplo los años 50 o 60, en los inicios del verdadero boom del manga, aprendemos muchísimo sobre historia del manga y sobre cómo era la vida de un mangaka y de un editor en aquellas épocas. En definitiva, podemos decir que esta obra está compuesta por varias subtramas muy diferenciadas y que la primera, protagonizada por Kanpachi, no es más que una de ellas. Muy interesante y muy bien narrada.

Lo mejor

  • Entretenidísima ventana abierta al proceso de creación de manga comercial desde el lado editorial.
    Las referencias a Ashita no Joe.

Lo peor

  • El personaje de Kanpachi, el protagonista, es poco creíble, pero sirve como bisagra para forzar situaciones y conversaciones que de otra forma sería imposible generar.