El blog de Marc Bernabé

Museo Memorial Shigeru Mizuki

Monday, August 3rd, 2009
  • Nombre del museo: 水木しげる記念館 –Mizuki Shigeru Kinenkan– Museo Memorial Shigeru Mizuki
  • Dirección: 5 Honmachi, Sakai-minato-shi, Tottori (684-0025) (Google Maps)
  • Cómo ir: A unos 10 minutos a pie de la estación Sakai-Minato de JR (línea Sakai), en un paseo por la adornada Shigeru Mizuki Road
  • Precio: 700 yenes (adultos), 500 yenes (estudiantes) o 300 yenes (niños)
  • Horario: De 9.30 a 17.00 (18.00 en verano). Admisiones hasta las 16.30. Cerrado los martes no festivos.
  • Web (solo en japonés): http://www.sakaiminato.net/mizuki/

(c) Mizuki Shigeru Kinenkan

Dentro de mi serie de posts dedicada a los museos y lugares más interesantes relacionados con el manga, y en conjunción con el “especial Shigeru Mizuki” que estoy realizando estos días, es el momento, cómo no, de centrarnos en el museo dedicado a este gran mangaka.
Sin embargo, tengo que decir que esta vez haré un poco de “trampa”, ya que cuando fui a Sakai-Minato, en verano de 2004, quedé tan embelesado con la calle Shigeru Mizuki (luego explico más) que cuando me di cuenta y quise ir al museo ya era demasiado tarde y estaban a punto de cerrar (fallo mío por no haber averiguado los horarios de antemano). O sea, que a pesar de haber ido hasta tan lejos (Sakai-Minato está tremeeeendamente lejos) desaproveché una oportunidad que no sé si podré volver a tener. Afortunadamente, el viaje no tenía el objetivo de ir a visitar el pueblo y el museo de Mizuki, sino que íbamos de camino a Matsue e Izumo cuando, recordando que en Sakai-Minato había “algo” relacionado con este autor (en aquel entonces no me interesaba tanto la obra de Mizuki y poca cosa conocía de él), sugerí hacer un desvío y un alto en el camino. ¡Y cuánto me alegro de haberlo hecho!

Estatuas de bronce en la Mizuki Shigeru Road

Sin comerlo ni beberlo, un viaje que estaba pensado como un fin de semana largo turístico por la costa del mar de Japón, pasando por la duna de Tottori hasta la bonita ciudad de Matsue y los famosos santuarios sintoístas de Izumo, adoptó tintes muy frikis gracias a esta visita, y también a que unos kilómetros antes habíamos parado en el pueblo de Gōshō Aoyama y habíamos estado un rato fotografiando las estatuas de Conan Edogawa que hay por ahí (ya contaré sobre esto en otro momento).

Un señor haciendo un “papá ojo” (arriba) y un cartel de bienvenida al pueblo

Sakai-Minato es el pequeño pueblo pesquero en el extremo occidental de la prefectura de Tottori (tocando a Shimane) donde se crió el gran Shigeru Mizuki. A finales de los años 80, como pasó (y sigue pasando) en tantos pueblos rurales japoneses, el cambio en los hábitos de los consumidores japoneses y la aparición de grandes supermercados y centros comerciales hizo que las “calles comerciales” con pequeños comercios de toda la vida perdieran vigor y se fueran convirtiendo en calles fantasma. Con tal de atraer al turismo (y el dinero que comporta) y revitalizar los municipios, muchos pueblos japoneses han intentado varias estrategias, algunas exitosas y otras no tanto. Así, algunos pueblecitos, aprovechando que son “el pueblo del mangaka X” o “el pueblo donde vivió el dibujante Y”, empezaron a crear museos y áreas temáticas para ver si conseguían atraer a turistas. Este es el origen de muchos museos dedicados a mangaka que hay por todo Japón, de hecho, y el de Shigeru Mizuki no es una excepción.
Así, en 1993, la pequeña ciudad de Sakai-Minato, donde se crió Mizuki desde su más tierna infancia, decidió dedicarle la entonces desangelada calle comercial, que pasó a ser conocida con el nombre de “Mizuki Shigeru Road”, e instaló un total de 23 estatuillas de bronce con personajes de Mizuki. A lo largo de los años, el número de estatuas se fue ampliando hasta las 120 actuales y, al recibir las visitas de miles y miles de turistas y curiosos, se puede decir que el pueblo tuvo un gran éxito en su cometido.

Más y más estatuas de monstruitos

Finalmente, en 2003 se abrió el museo dedicado a este gran mangaka, de nombre Museo Memorial Shigeru Mizuki. Al museo no pude ir, pero el año pasado, en la Kitarō Chaya (Tetería Kitarō, en otro post hablaré de ella) pude hacerme con el magnífico libro-catálogo que presenta los contenidos del mismo, así que ahora sé muy bien lo que me perdí *sigh*.
El museo se puede dividir en cuatro partes, grosso modo. En la primera de ellas se nos presenta la vida de Mizuki a través de fotografías y vídeos, y se nos dan muestras de sus obras, tanto a través de páginas originales como a través de libros publicados en la época. También se muestran sus obras pictóricas de juventud y algunas muestras de kamishibai (teatrillo callejero con ilustraciones) creadas por él.

Dioramas del interior del museo. (c) Mizuki Shigeru Kinenkan


Otra zona, cómo no, está dedicada a los yōkai, los monstruitos que él rescató del cuasi olvido folclórico y devolvió a la primera fila para darlos a conocer entre los japoneses de todas las edades. En esta parte podemos ver dioramas y figuras muy bien hechas que representan a estos seres sobrenaturales tan carismáticos. Otra parte del museo, más pequeñita, presenta una colección de máscaras étnicas, ya que Mizuki suele comprar este tipo de objetos cuando viaja al extranjero, una de sus pasiones. Esta parte, por cierto, está relacionada con la zona del museo donde se presentan fotografías y recuerdos de Mizuki en sus viajes alrededor del mundo.

Reproducción del estudio de Mizuki… ¡Con el propio Mizuki en persona! XD (c) Mizuki Shigeru Kinenkan


Finalmente, en la segunda planta hay un espacio dedicado a exposiciones temporales, imagino que no limitadas a Mizuki y su obra.
Al museo, como ya he dicho, no pude ir, pero la calle con las estatuillas me encantó a mí (por supuesto), pero también a los tres amigos que me acompañaban en ese viaje. Y eso que yo era el único que conocía (aunque fuera de refilón) a Mizuki antes de llegar a Sakai-Minato. Con esto quiero decir que si alguna vez vais por esa zona, o queréis visitar Izumo y Matsue (viaje muy recomendable), no descartéis parar en Sakai-Minato, porque vale muchísimo la pena.

Detalles de la Mizuki Shigeru Road. Me gusta la “Peluquería Kitarō”

Las estatuillas están todas muy bien realizadas y encima los comercios que hay por la zona también se aprovechan del “tirón yōkai”, lo que lo hace muy divertido. También se venden numerosos recuerdos y chorraditas varias y se puede ir a rezar incluso al “Santuario Yōkai”. En definitiva, ¡que vale mucho la pena!
Por cierto, aquí tenéis más fotos interesantes de la calle en cuestión.

El Santuario Yōkai

Mizuki Shigeru-den (Autobiografía de Shigeru Mizuki)

Thursday, July 30th, 2009
  • Título: 水木しげる伝 –Mizuki Shigeru-den– (Autobiografía de Shigeru Mizuki)
  • Autor: Shigeru Mizuki
  • Editorial: Kōdansha
  • Revista: ninguna
  • Años publicación: 2001 y 2005
  • Clasificación: seinen, autobiografía
  • Tomos: 3

Habiendo vuelto de mi semanita de vacaciones en la que he aprovechado para descansar y leer mucho, retomo el blog con energías renovadas. Espero que el “efecto verano” de sopor y alejamiento generalizado de los ordenadores no merme mucha actividad a este blog porque he decidido dedicar unos cuantos posts seguidos al grandioso Shigeru Mizuki, uno de los más geniales creadores históricos de manga, que debutará en nuestro país cuando Glénat edite su interesante biografía de Adolf Hitler. ¡Vamos allá con la autobiografía del maestro!
Estoy descubriendo que me gustan los manga que hablan sobre manga, ya sean autobiografías (como la de Yoshihiro Tatsumi) o relatos de algún tipo basados en manga reales (como Kingyo-ya). Espoleado en parte por lo mucho que me gustó la biografía de Tatsumi, y aprovechando un ramalazo que he tenido últimamente relacionado con la figura del mangaka Shigeru Mizuki, decidí comprarme los tres tomos de su autobiografía, que había visto hacía un tiempo en una librería japonesa. Hasta ahora me había resistido, ya que son tres tomos de tamaño bolsillo (es decir, pequeñitos, pero gordotes), de unas 500 páginas cada uno, pero finalmente la curiosidad pudo conmigo y lo hice. ¡Y no me arrepiento!
Desde la primera hasta la última página no he podido dejar de leer la interesantísima autobiografía de Shigeru Mizuki, el creador de GeGeGe no Kitarō, Kappa no Sanpei, Akuma-kun o la galardonada en Angoulême 2005 Nonnonbaa to ore, además de experto en seres sobrenaturales japoneses (yōkai). Esta autobiografía salió publicada por primera vez en 2001 con el título Boku no isshō wa gegege no rakuen da (Mi vida es un paraíso “gegege”), pero entre 2004 y 2005 la editorial Kōdansha decidió volver a publicarla, con correcciones y añadidos (por ejemplo, se añaden páginas al final que relatan lo acontecido entre 2001 y 2004) y cambiándole el título al más explícito Kanzenban manga Mizuki Shigeru-den (Edición definitiva en manga – Autobiografía de Shigeru Mizuki). Esta es la edición que tengo yo, con portadas en las que sale el bueno de Mizuki, ya ancianito él, junto a él mismo en versión manga y otros personajes suyos. ¿Y qué nos cuenta cada tomo?
Tomo 1: La infancia de Shigeru Mizuki, nacido Shigeru Mura, en el pueblo de Sakai-Minato, su relación con la vieja Nonnonbaa, sus jaleos en la escuela y sus peleas con los vecinos, así como sus primeros pinitos con los yōkai. Interesantísimo tomo introductorio que en ocasiones se solapa bastante con lo ya leído en Nonnonbaa to ore, pero que aun así resulta una puerta de entrada fascinante a la infancia de Mizuki en particular y a la vida en los años 20 y 30 en el Japón rural en general.

En su etapa como soldado en Nueva Guinea recibía más palos que una estera de parte de sus superiores.

Tomo 2: La experiencia en la guerra de Mizuki, que fue enviado a Nueva Guinea para luchar en la Guerra del Pacífico. Sus horribles experiencias allí (como el bombardeo en el que fue herido en el brazo izquierdo, que más tarde tuvo que serle amputado), sus múltiples aventuras en la selva y su amistad con los nativos, que le acogieron con los brazos abiertos. Un tomo, además, trufado de explicaciones contextuales que nos describen cómo iba avanzando la guerra y qué es lo que ocurría en Japón y otras partes del mundo mientras él se encontraba luchando contra australianos, británicos y americanos en las cercanías de la población de Rabaul.
Tomo 3: El regreso a Japón, las penurias de la posguerra, los múltiples trabajos que tuvo que hacer para sobrevivir (¡con un brazo menos!), su corto período como administrador de un edificio de apartamentos en la calle Mizuki de Kōbe (allí empezó a trabajar como dibujante, y uno de sus clientes se empeñaba en llamarle “Mizuki” en vez de “Mura” -su apellido real-, así que al final se rindió y acabó firmando sus obras como “Shigeru Mizuki” XD), etc. También nos relata su entrada casi por casualidad al mundo artístico, primero como dibujante de obras de kamishibai (teatrillo con viñetas que unos charlatanes interpretaban en las esquinas), luego como autor para la red de librerías de manga de alquiler (kashihon’ya) y, finalmente, la consagración y el éxito como autor de manga shōnen para revistas como Shōnen Magazine. En medio de todo esto, la miseria absoluta y la desesperación por apenas poder ganarse la vida como dibujante, su boda casi forzada (prácticamente la decidieron sus padres y tuvo que casarse al día siguiente de la entrevista, sin apenas conocer a su mujer), el reencuentro con la gente de Nueva Guinea y su gran amigo Topetoro, etc.
Esta obra me ha encantado. En general, está muy bien ambientada, se ciñe a los sucesos sin fantasías (en Nonnonbaa to ore, una de las cosas que no me gustaron tanto es que en medio de la historia había cosas fantasiosas que restaban credibilidad) y es un relato fresco y ágil. En el tercer tomo el autor desbarra un poco e intercala historias fantasiosas, pero lo hace más que nada para expresar su estado de ánimo en aquel momento, como por ejemplo durante la época en la que tenía que trabajar muchísimas horas al día sin descanso y sin poder disfrutar ni del dinero ni de la fama (Mizuki se define a sí mismo como “bastante vaguete”).
Lo que me ha sorprendido de la obra es que: 1) Apenas habla de si le gustaba dibujar o no, y por qué acabó dedicándose a dibujar. La historia fluye naturalmente hacia allí: un buen día, alguien le pregunta si estaría dispuesto a dibujar para kamishibai, y Mizuki dice que sí. Y a partir de ahí todo evoluciona. 2) Cuenta sus horribles experiencias durante y después de la guerra con una ingenuidad que muchos querrían para sí. Los occidentales tendemos a recrearnos en la descripción de los horrores que nos toca vivir, a ponerle mucho drama y tal, pero por lo que estoy viendo los japoneses simplemente lo aceptan estoicamente y, cuando lo narran, lo narran como si tal cosa. Es horrible ver escenas de Mizuki con el brazo amputado lleno de gusanos y tal, y te lo cuenta como si te estuviera contando un cuento. Sorprendente.
En definitiva, una gran obra para conocer a uno de los creadores más carismáticos de todo Japón y a un mangaka que, a sus casi 90 años, sigue destilando alegría de vivir y optimismo. Se merece pues el honor de ser considerado uno de los mangaka que me caen más bien y a los que más admiro. ¡Bravo Mizuki!

Shigeru Mizuki

Wednesday, November 12th, 2008

Atención: este post está escrito bajo el antiguo formato de “Adivina qué mangaka es”, en el que se presentaba una foto antigua del mangaka y el lector debía adivinar de quién se trata. Ahora el formato ha cambiado, pero dejo la redacción del artículo tal cual.

Hace tiempo que no pongo una de caretos de mangakas, ¿verdad? Pues nada, esto habrá que solucionarlo. ¿Quién diríais que es este señor?


¿Lo sabes? Si no, no tienes más que hacer clic en el link de “Leer el post entero” de aquí debajo y lo sabrás enseguida…

Time machine: 39 años más tarde…

¡Veterano entre los veteranos!

Pues este venerable anciano no es otro que Shigeru Mizuki, uno de los más grandes mangaka de la historia, considerado también uno de los mayores especialistas en monstruos (yôkai) y seres sobrenaturales del imaginario japonés y conocido por ser el creador de la famosísima GeGeGe no Kitarô. En Occidente apenas si es conocido (todavía, al menos), lamentablemente, a pesar de que su obra Nonnonbaa to ore (reseñada aquí) consiguió el gran premio del festival de Angoulême en la edición de 2007, el primero concedido a un tebeo japonés.
La primera foto es precisamente de GeGeGe no Kitarô, en concreto el tomo 1, publicado en 1969. Así, en esa foto tenía ya 47 años. Cabe decir que Mizuki debutó bastante tarde en el mundo del manga, ya que tuvo que luchar en la II Guerra Mundial (donde perdió uno de los brazos) y durante los años 50 se dedicó al kamishibai (hablo bastante más sobre este autor en la reseña de Nonnonbaa, por si os interesa).

¡Y lo bien que dibuja para ser manco!
La segunda y tercera fotos fueron sacadas en un acto del año 2007. A pesar de su avanzada edad, 86 años, el hombre se conserva todavía muy bien y sigue viajando muchísimo por el mundo (una de sus principales pasiones).
Si tenéis la oportunidad, os recomiendo visitar el pueblo de Sakai-Minato, en la prefectura de Shimane (ahí más o menos donde el Buda perdió la sandalia, para qué nos vamos a engañar), donde hay una calle decorada con estatuas de sus personajes y un museo sobre su vida y obra muy interesante. Si no tenéis tiempo o ganas de ir tan lejos, cerca de Tokio, en la ciudad de Chôfu, se encuentra la Kitarô Jaya (o “tetería de Kitarô”), un pequeña tetería tradicional donde venden merchandising de obras de Mizuki y puedes comer todo tipo de frikadas, como “el padre de Kitarô (que es un ojo con patas) bañándose en un bol”. Llegar a la Kitarô Jaya también es bastante complicado, la verdad, pero el templo que hay cerca es bastante chulo y es un buen paseíllo.

Nonnonbaa to ore – La abuela y yo-

Sunday, April 13th, 2008
  • Título: のんのんばあとオレ -Nonnonbaa to ore (La abuela y yo)
  • Autor: Shigeru Mizuki
  • Editorial: Chikuma Shobô
  • Revista:
  • Años publicación: 1977
  • Clasificación: Shônen-seinen
  • Tomos: 1

Shigeru Mizuki es uno de los grandes. Nacido en 1922 y todavía en activo a sus 86 añazos, este veteranísimo mangaka participó en la Guerra del Pacífico, donde perdió el brazo izquierdo (lo que significa que ha realizado TODA su extensísima obra con un solo brazo), hizo de “cuentacuentos” por la calle (kamishibai), realizó numerosos encargos para las “librerías de préstamo de manga” (kashihon’ya), se consagró como mangaka de éxito en los años 60 y finalmente se ha erigido como uno de los especialistas más eminentes de Japón en el ámbito de lo paranormal. Investigar la obra de Mizuki a fondo llevaría años debido a lo bestialmente prolífico que ha llegado a ser este autor, en todos los ámbitos de su carrera. Básicamente, podemos destacar tres grandes tendencias en su obra:

  • Yôkai. los “yôkai” (妖怪) son los seres sobrenaturales japoneses. Fantasmas, monstruos, entes espirituales… Es muy difícil definir brevemente al yôkai, porque tampoco son malos ni buenos necesariamente, los hay con formas sólidas y otros etéreos -tipo fantasmas- y también los hay que no hacen nada, simplemente que están ahí. Mizuki, como veremos, es un gran maestro en el arte de lo paranormal, y en todo Japón, incluso a nivel académico, siempre que se menta a grandes estudiosos de lo paranormal surgen de buenas a primeras dos nombres: Kunio Yanagita, el gran padre de la etnología japonesa, y el propio Shigeru Mizuki. Mizuki ha publicado infinidad de obras presentando a los distintos yôkai, como enciclopedias, libros ilustrados, series de televisión, etcétera. Para los curiosos, una de sus recopilaciones de yôkai está en disponible en italiano (Enciclopedia dei mostri giapponesi, Kappa Edizioni) y francés (Yôkai. Dictionnaire des monstres japonais, Pika Éditions). Dentro de esta corriente “fantasmagórica” destaca el manga GeGeGe no Kitarô, tal vez su obra más famosa, que ha sido adaptada a anime (e incluso a película de imagen real) repetidas veces -y que tengo en la lista de obras por reseñar próximamente, permanezcan atentos a este blog-.
  • Histórico y bélico. Debido a su participación como soldado en la II Guerra Mundial, Mizuki ha escrito numerosas obras sobre la propia guerra (tanto en forma de manga como de ensayo), pero no se ha quedado ahí, sino que también tiene obras históricas y hasta una biografía de Adolf Hitler, que Glénat ha anunciado que editará en español, convirtiéndose así en la primera obra de Shigeru Mizuki que aparece en España.
  • Autobiográfico. Estamos ante un autor que no se corta a la hora de contar su pasado, y así tenemos varias obras que narran la vida de Shigeru Mizuki contada por él mismo, sobre todo en forma de manga. Se trata de libros interesantísimos, ya que nos abren la puerta a la totalidad de la era Shôwa (1926-1989) desde la perspectiva de alguien que la vivió de principio a fin. De hecho, su obra autobiográfica más conocida se titula 昭和史 Shôwa-shi (Historia de la era Shôwa).
El manga que tengo el gusto de reseñar en esta ocasión es principalmente autobiográfico, pero también tiene mucho que ver con los yôkai. Nos cuenta la infancia del joven Shigeru en su pueblo natal de Sakai-Minato, en la prefectura de Tottori (Japón “profundo” donde lo haya), y su relación con una anciana vecina llamada Fusa Kageyama, a la que todos conocían con el sobrenombre de “nonnonbaa”. Por lo que he podido investigar, “Nonnon-sama” (señora Nonnon) es como se llamaba en Sakai-Minato a la diosa budista Kannon. “Baa” significa “vieja”, “anciana”, y por lo tanto “nonnonbaa” es una manera dialectal de decir “abuela muy creyente”.
Nonnonbaa fue la que prendió la mecha de la pasión del joven Shigeru (a quien llamaban de pequeño “Gege”) por lo sobrenatural. Esta abuela fue la que le contó todo tipo de historias fantasmales y le fue hablando sobre los diferentes yôkai que existen y cómo hacerles frente (o evitar que se enfaden contigo o incluso propiciar que te echen una mano). La pobre Nonnonbaa se quedó viuda ya bastante anciana y la familia de Mizuki la contrató en primera instancia para hacerse cargo de las tareas del hogar, de ahí que Shigeru y ella reforzaran extraordinariamente el fuerte vínculo que ya tenían de antes, de cuando el joven futuro mangaka iba a visitarla a su casa para que le contara historias.

El joven Shigeru, Nonnonbaa y un yôkai

El manga es básicamente autobiográfico y nos cuenta las peripecias de Shigeru durante su infancia, a principios de los años 30, como por ejemplo las guerras de bandos que había entre los niños de los diferentes barrios, sus experiencias en la escuela y la gente a la que iba conociendo, así como a la alta mortalidad infantil, algo cotidiano y normal en la época, que se presenta como un suceso más, sin ahondar demasiado en el drama. También podemos conocer a su familia, con una madre orgullosa de proceder de una familia “que antaño poseía no sé cuántos almacenes” (como repite varias veces) y un padre bastante vivalavirgen. Es muy interesante ver cómo se vivía en el Japón rural de la preguerra y solo por esto el libro ya vale la pena.
A pesar de presentarnos la infancia del joven Shigeru y su bellísima relación con la entrañable Nonnonbaa, el libro también se permite pequeños desvíos hacia lo fantástico, con la aparición de algunos yôkai. Por un lado, es un poco decepcionante que haya estos retazos de fantasía en la obra, porque se desdibuja su “veracidad” como obra autobiográfica y provoca que el lector dude de si la obra es autobiográfica de verdad o no (me consta que sí). Supongo que se puede considerar a estos desvíos como representaciones de lo que realmente estaba pensando el pequeño Shigeru, es decir, que se pensaba que realmente ahí había un yôkai y que lo estaba viendo.

Este tomo único de 403 páginas es una gozada de principio a fin y lo disfruté como pocos libros me hacen disfrutar. La obra se publicó en dos partes en 1977, directamente en forma de libro (es decir, que no fue prepublicado en ninguna revista, como es lo habitual). Desafortunadamente, no he podido conseguir una edición original de la obra porque son muy difíciles de encontrar y aparte van carísimas. Actualmente, existen dos ediciones recientes disponibles en librerías japonesas: una en formato “bolsillo” publicada por Kôdansha (que es la que yo tengo y cuya portada aparece escaneada al principio del post) y otra en formato “lujo”, que la editorial Kadokawa publicó en 2007 con motivo de la consecución por parte de esta obra del Premio al Mejor Álbum del Festival de Angoulême 2007 (la primera vez que una obra japonesa recibe este premio del prestigioso festival dedicado sobre todo a la “bande dessinée” francobelga). Esta obra de lujo es en formato A4, tremendamente grande y pesada, y también cara (3800 yenes). Yo habría preferido agenciarme esta última edición pero, siendo realistas, su tamaño y peso me tiraron para atrás (que luego esto hay que facturarlo en el avión o enviarlo por correos).
Para los curiosos y en espera de que alguien se decida a publicar esta obra en España (que seguro que alguien lo hace, y más después de la consecución de semejante premio; lo que me extraña es que nadie haya anunciado su licencia todavía), sabed que obviamente está disponible al otro lado de los Pirineos con el título de NonNonBâ (Ed. Cornélius, 2006).