El blog de Marc Bernabé

Uchū Kaizoku Captain Herlock (Capitán Harlock, el pirata espacial)

Tuesday, November 17th, 2009
  • Título: 宇宙海賊キャプテンハーロック –Uchū Kaizoku Captain Herlock– (Capitán Harlock, el pirata espacial)
  • Autor: Leiji Matsumoto
  • Editorial: Akita Shoten
  • Revista: Play Comic
  • Años publicación: 1977-79
  • Clasificación: shōnen, space opera
  • Tomos: 5
  • ¡Editado en España por Ediciones Glénat!

harlock

Hoy he recibido una sorpresa brutal por parte de los colegas Urías de La Arcadia de ídem y Ale de Pepinismo, y es que han realizado una “reseña a cuatro manos”, concepto desarrollado humildemente sin quererlo ni beberlo en este blog (ver Yoshimi Yoshida y Oishinbo), de Capitán Harlock. No estando contentos con realizar una simple reseña por escrito, ¡han hecho un vídeo y todo con conexión Mataró-Fukuoka! Vamos, me quito el sombrero ante semejante hazaña, estoy asombrado.

Vedlo, vedlo: Capitán Harlock en La Arcadia de Urías y en Pepinismo (no os perdáis el final, con la canción en versión dual y GameBoyera)

El caso es que vía Twitter me han “desafiado” a hacer un comentario “extenso” al respecto y, como buen caballero, recojo el guante que me han lanzado y aquí estoy. La doble reseña me ha parecido fabulosa y poco puedo añadir al respecto más que contar mis recuerdos personales sobre esta obra en particular, que fue editada en España por Glénat hace unos años.

La verdad sea dicha, yo no vi el anime de Harlock en mi infancia, aunque Vero sí que lo vio y se confiesa gran fan del pirata espacial este. Llegamos a Japón por primera vez el 26 de marzo de 1999, cuando fuimos a pasar un año como estudiantes de intercambio allí. El mismo día 26 vinieron unos estudiantes a recibirnos al aeropuerto y nos acompañaron a la universidad, nos enseñaron el piso donde viviríamos, fuimos a comprar cuatro cosas y todo eso… Y caímos rendidos por culpa del largo viaje y el jet-lag. Al día siguiente, 27 de marzo, empezamos a explorar los alrededores y, justo delante de la estación de Saiin, encontramos una librería en un segundo piso, a la que entramos sin más dilación. ¡Yo me moría de ganas de ver cómo era la sección de manga! Recuerdo que estuvimos mirando (no era muy grande la librería) y entre muchas otras cosas encontramos la edición en formato bolsillo de Capitán Harlock (3 tomos). Vero me dijo que le traía muchos recuerdos y al final compramos ese tomo… ¡Es decir, que puedo decir que fue el primer manga que compramos en Japón! Menudos recuerdos me trae…

El primer manga que compré en Japón

Este es el primer tomo de manga que compré en Japón

Pocos años después, en 2002, la editorial Glénat licenció este título y nos encargó su traducción. Recuerdo que ellos querían publicar la edición en 5 tomos (la que enseña Ale y cuya foto he puesto al principio), pero en aquel entonces estaba más que descatalogada, por lo que compramos por un lado los 3 tomos de la edición de bolsillo para trabajar con ellos y enguarrarlos, mientras que yo conseguí de segunda mano por mi parte los 5 tomos de la versión original para saber de qué página a qué página había que traducir cada vez para recomponer los 5 tomos. A día de hoy, por supuesto, aún guardo estos 5 tomos originales en mi biblioteca, ocupando un sitio de honor al lado de Galaxy Express 999 y otras obras de Leiji Matsumoto.

De la traducción recuerdo la anécdota de que en aquel verano de 2002 vivíamos en Yokohama. El Mundial de Fútbol ya se había acabado y yo estaba agotando mi contrato con el Ayuntamiento de Yokohama, por lo que debíamos mudarnos pronto a Osaka, donde en septiembre/octubre empezaríamos nuestros respectivos másters (Vero en relaciones internacionales, yo en japonología) gracias a la beca de La Caixa. Hacía mucho calor y vivíamos en un “apaato”, una casa de madera con tatamis en el suelo y váter de estilo japonés (de agacharse) y sin aire acondicionado. Era tal el calor que recuerdo estar preparando la mudanza, quitarme la camiseta y literalmente sacar agua de ella al estrujarla un poco. De vez en cuando íbamos a “refugiarnos” en un famiresu (family restaurant) cercano para trabajar una o dos horas fresquitos, pero claro, eso era infernal… Desde entonces, siempre he procurado que todos los sitios donde vaya a vivir tengan aire acondicionado (en Osaka fue casi lo primero que compramos), nunca lo he pasado tan mal con el calor.

Y un día llegó una llamada de nuestro gran amigo y mentor Jim Heisig (Kanji para recordar) proponiéndonos si nos apetecía pasar unos días en su “cabaña” del lago Nojiri, en la prefectura de Nagano. ¡Se abrió el cielo! Terminamos la mudanza a toda prisa, mandamos los trastos a Osaka, y “a Nojiri falta gent”. Nojiri es un sitio precioso, paradisíaco. En los años 50, muchos misioneros y extranjeros montaron unas cabañitas en una orilla del lago y se creó una comunidad internacional en ese lugar, algo que aún sigue (de hecho, lo llaman Gaijin-mura, o sea “pueblo de los extranjeros”).

En Nojiri se estaba de miedo: fresquito (¡por la noche hasta teníamos que encender fuego!) y de vez en cuando podías bajar al lago a hacer un chapuzón. ¡Pero los bichos que hay por allí son brutales! ¡Auténticos mutantes que podrían perfectamente enfrentarse a Godzilla! ¡Feos, con muchas patas y muy GORDOS! Y bueno, tengo muy asociado lo de Nojiri con Capitán Harlock, puesto que fue allí donde traduje el tomo 3 de esta serie mientras Vero trabajaba en la traducción de Monster y Heisig estaba currando en una traducción al inglés de un libro sobre Ramon Llull (este, precisamente) No sé, tengo esta imagen grabada en la mente de los tres currando con nuestros portátiles en una cabaña destartalada en medio de un bosque, fresquitos, y con bicharracos enormes dando vueltas por allí. Es por esto que este manga también me despierta recuerdos muy vívidos.

Aunque la obra de Matsumoto me gusta, la verdad es que cuando tengo que elegir qué quiero leer no suelo alargar la mano hacia uno de sus manga. Pero sí es cierto que me lo pasé muy bien traduciendo Capitán Harlock y leyendo Galaxy Express 999. Prometo más reseñas de Matsumoto en los próximos meses.

De la traducción de Capitán Harlock puedo añadir también un par de cosas: creo que es el único manga en el que he “suavizado” bastante expresiones extremadamente machistas. Es decir, el único manga en el que me he atrevido a alterar un poco el original para disfrazar frases directamente ofensivas para las mujeres (temía que si lo traducía literalmente, Glénat tuviera problemas y recibiera denuncias o quejas). Aparte, también me rayaban bastante las “cancioncillas” que pone Matsumoto, aunque es cierto que casi siempre ponía la misma, lo que me permitía hacer “copy & paste” y una página menos que traducir (lo cual ayuda mucho, no os mentiré).

“Yo vivo libre bajo mi propia bandera… Y seguiré haciéndolo, en este oscuro mar espacial, en este mar sin futuro, hasta que las fuerzas me abandonen… Viviré libre bajo mi propia bandera… Vago por los confines del espacio… Me llaman “el capitán Harlock”… Mientras me quede un hálito de vida, viviré libre en este mar sin futuro bajo mi propia bandera, la bandera de la calavera… Viviré libre bajo mi propia bandera…” <— ¡Pesao!

Otra curiosidad es que en japonés las mujeres enemigas se llaman マゾーン (mazon), mientras que en la versión catalana del anime eran las “mazoni”. Nos debatimos mucho entre si poner “mazon” como el original o “mazoni” como la versión catalana. Al final llegamos a la conclusión (no hemos podido probar nunca que sea verdad, o sea que sigue siendo una hipótesis) de que probablemente Harlock se tradujo del italiano al catalán, y ya sabéis cómo hacen los plurales los italianos. Piatto – piatti; grande – grandi... Y así, “mazon – mazoni”, ¿no? Con lo que al final optamos por pasar de la “i” y ceñirnos al original “mazon”.

Finalmente, el título. Los japoneses, cuando romanizan el nombre del protagonista, ponen “Herlock”, con “e”. Aquí sí que primamos la versión catalana, la conocida por los lectores potenciales del manga de Glénat, y le pusimos “Harlock”. Por cierto, el personaje en Francia se conoce como Albator y allí sí que tienen verdadera pasión por él. ¡Es todo un icono!

Y nada, hasta aquí mis recuerdos y anécdotas de esta obra. ¡Gracias por despertar en mí todos estos recuerdos, Ale y Urías!

Ginga Tetsudō 999 (Expreso galáctico 999)

Thursday, September 17th, 2009
  • Título: 銀河鉄道999 –Ginga Tetsudō 999– (Expreso galáctico 999)
  • Autor: Leiji Matsumoto
  • Editorial: Shōnen Gahō-sha
  • Revista: Shōnen King
  • Años publicación: 1977-81
  • Clasificación: shōnen, ciencia-ficción
  • Tomos: 18

Tengo en mi biblioteca varios tomos de obras de Leiji Matsumoto, el gran revitalizador de la “space opera” en el manga de los años 70 y autor de obras esenciales del género como Capitán Harlock o Queen Emeraldas, además de diseñador de personajes en la mítica serie de animación Uchū Senkan Yamato (Crucero espacial Yamato), que marcó un antes y un después en la historia del anime. Hasta ahora, sin embargo, no sé muy bien por qué, aún no me había decidido a redactar ninguna reseña. Pues nada, en parte por petición de algunos lectores del blog y en parte porque me apetece, me voy a dar el gustazo de reseñar Ginga Tetsudō 999 (Expreso galáctico 999), seguramente su obra manga más conocida y apreciada en Japón.

Ginga Tetsudō 999 (los números se leen en inglés: “three nine”) está protagonizada por Tetsurō Hoshino, un chico muy pobre que vive en la Tierra en un futuro no especificado en el que la mayoría de las personas han cambiado sus cuerpos humanos por cuerpos mecánicos. Sin embargo, Tetsurō y su bellísima madre (¡esos estilizados y preciosos diseños femeninos de Matsumoto, uffff!) son de los pocos que aún son 100% humanos. En un momento dado, Tetsurō y su madre sufren un ataque de uno de estos humanos mecanizados (ahora los llamaríamos ciborgs, ¿no? ^_^) que mata a la madre y la diseca para decorar su casa. Tetsurō, desorientado y triste, vaga en medio de la nieve y cae tras perder el conocimiento. Más tarde, se despierta en casa de la misteriosa Maetel, una guapísima mujer que se parece mucho a su madre y que le ofrece un billete para subir al mítico Expreso Galáctico 999, que solo parte una vez al año de la Tierra para viajar hasta Andrómeda, haciendo innumerables escalas en su recorrido. El sueño de Tetsurō es conseguir él también un cuerpo mecánico con el que poder vivir indefinidamente, pero no tiene dinero con el que pagárselo. Sin embargo, como existe el rumor de que en una de las paradas del Expreso se regalan cuerpos mecánicos a los viajeros del tren, acepta el ofrecimiento de Maetel.

Tetsurō no entiende por qué Maetel le ofrece semejante valiosísimo billete solamente a cambio de que “deje que ella le acompañe en su viaje”, pero tampoco se lo piensa dos veces al aceptar participar; su anhelo de conseguir un cuerpo mecánico puede más que los peligros que le acecharán en el trayecto. Antes, sin embargo, toma un fusil de casa de Maetel, va a casa del asesino de su madre y se lo carga a él y a todos los que le acompañan, incendiando después su mansión hasta los cimientos. Una vez cobrada su venganza, Tetsurō sube al mítico Expreso Galáctico 999 (un tren que vuela por el espacio y que tiene apariencia de tren antiguo de vapor, aunque es una nave espacial en toda regla) junto a la enigmática Maetel y, juntos, emprenden un viaje que les llevará hasta Andrómeda.

Tetsurō, Maetel y el Expreso Galáctico 999

En el camino, irán parando en varias estaciones, a cuál más variopinta (Marte, Titán, Neptuno, Comet Station, Mefisto…), donde el tren estará estacionado durante un día de cada uno de esos sitios (que puede ir de las poco más de 24 horas de Marte a los más de seis días de Neptuno). En ese tiempo podrán descender libremente del tren y hacer algo de turismo. En cada uno de estos lugares, así como durante el propio trayecto por el espacio, Tetsurō y Maetel sufrirán innumerables peligros, conocerán a muchísimos personajes de todo tipo y tendrán montones de aventuras.

Estamos ante una obra extraña por la peculiar atmósfera que Matsumoto consigue darle, una atmósfera llena de melancolía, misterio y muchísimas cosas sin explicar. ¿Quién es Maetel? ¿Por qué parece tener siempre una respuesta para todo? ¿Por qué acompaña a Tetsurō así por las buenas? ¿Es ella humana? ¿Mecánica? ¿Un fantasma? ¿A qué responden los extraños actos de los diferentes personajes que van apareciendo? Por no decir la que creo que es la pregunta subyacente en todo el manga: ¿realmente vale la pena cambiar un cuerpo humano por otro mecánico? ¿Es el anhelo de Tetsurō algo erróneo? ¿Se arrepentirá Tetsurō de haber deseado tanto un cuerpo mecánico?

No entiendo mucho de arte o sensibilidad japonesa, pero existen un par de nociones estéticas intrínsecas del arte y el pensamiento japonés, el wabi-sabi y el mono no aware. Creo que la segunda noción casa muy bien con la atmósfera y la sensación que despierta Ginga Tetsudō 999 en el lector. El mono no aware es algo así como “la melancolía subyacente en las cosas”, “la empatía hacia lo que es efímero”; y puesto que es complicado explicar este concepto, porque hay que “sentirlo”, os remito a la Wikipedia por si os interesa ahondar más en él (lamentablemente, el artículo no está en español). No conozco un manga que explote más y mejor este sentimiento de melancolía, tristeza y enigma que Ginga Tetsudō 999; es una verdadera maravilla en este sentido. ¿Es realmente un manga de ciencia-ficción? Claro que sí, ya que salen naves espaciales, planetas lejanos, fusiles de rayos y cosas así, pero… Es mucho más que un manga de ciencia-ficción. Es realmente un pozo sin fondo de sensibilidad… Una sensibilidad muy japonesa, añado, y también complicada de comprender y apreciar para un occidental que no haya tenido cierto contacto con Japón.

Cuando hablamos del “expreso galáctico”, es irremediable relacionarlo con Ginga Tetsudō no yoru (La noche del expreso galáctico), el archiconocido y archiquerido (en Japón, claro) cuento del genial novelista Kenji Miyazawa en el que aparece también un tren que vuela por el cielo. Leiji Matsumoto no ha escondido en ningún momento que se inspiró en este cuento, entre otras fuentes, para crear este genial manga. A su vez, una película de Doraemon (en España conocida por el título de Doraemon y el tren del tiempo) está claramente inspirada en Ginga Tetsudō 999.

Ginga Tetsudō 999 cuenta con una primera parte de 18 volúmenes (en su edición original) publicados en la revista Shōnen King de la editorial Shōnen Gahō-sha entre 1977 y 1981, pero Leiji Matsumoto decidió retomar la serie bajo el mismo título y, a partir de 1996, la siguió en la revista Big Gold de Shōgakukan. Más tarde, la serie se mudó a la Big Comics y finalmente se fue publicando aperiódicamente en Internet; actualmente está disponible una edición en 21 tomos (el último publicado en 2005) que imagino que recopila toda la parte clásica y, a partir de ahí, empieza la nueva. Un poco lioso, la verdad. Por cierto, Matsumoto se ve que ha declarado en algún momento que le gustaría concluir la serie en el capítulo número 999 (aún le quedan unos cientos de capítulos, o sea que ya puede ir espabilando ^_^).

Este manga forma parte del “universo Leiji Matsumoto”, en el que distintos personajes como la reina Emeraldas o el capitán Harlock, entre otros, aparecen de vez en cuando con papeles secundarios. Sin embargo, aunque forma parte de este “Leijiverso”, a mí me parece que lo hace de forma bastante tangencial o, como mínimo, de forma menos notoria que en otras obras. Evidentemente, por cierto, este manga fue adaptado al anime en lo que actualmente se considera una serie de culto, y también se han realizado películas de cine (de animación), varios OVA e incluso un musical de teatro, entre otras adaptaciones.

Por su extensión y su antigüedad, considero complicado que veamos esta obra publicada en España, al menos a corto o medio plazo. Quién sabe si algún día el mercado español del manga estará suficientemente maduro como para aceptar (y convertir en rentable, que es otra cosa muy distinta y muchísimo más complicada) la edición de una obra maestra del manga clásico como esta, aunque actualmente el público es todavía muy joven y ávido de “lo último” (aunque sea de calidad discutible) en vez de aceptar y pedir obras inmemoriales como esta simplemente porque “el dibujo se ve anticuado”. Paciencia, paciencia…

Lo mejor

  • Una obra llena de sensibilidad muy especial.
  • Unos diseños femeninos deliciosos.
  • Dibujo clásico pero aún en boga.

Lo peor

  • El evidente machismo que se esconde detrás de la obra de Leiji Matsumoto (no solo en este título, sino en general) y que se manifiesta en frases como “las mujeres no están hechas para X” o “deja que te proteja yo, como buen hombre que soy” y similares.

Leiji Matsumoto

Thursday, March 6th, 2008

Atención: este post está escrito bajo el antiguo formato de “Adivina qué mangaka es”, en el que se presentaba una foto antigua del mangaka y el lector debía adivinar de quién se trata. Ahora el formato ha cambiado, pero dejo la redacción del artículo tal cual.

Seguimos con la nueva sección de “adivina qué mangaka es”. No sé hasta cuándo podrá seguir esta sección, francamente, porque cuesta encontrar fotos recientes de mangakas clásicos, ya que muchos de ellos o bien no son nada conocidos aquí, o bien son “one hit wonders” que en su momento fueron súper famosos pero que ahora no dan pie con bola y por lo tanto no llaman la atención de los medios (y por lo tanto no se publican fotos recientes suyas).
De momento, seguiré con los que tengo por aquí, a ver hasta cuándo dura la racha.
Nuestro segundo invitado es este chicarrón tan simpático. ¿Sabes quién puede ser?


Time machine: 28 años más tarde…

El rey de la space opera…

Pues sí, estamos ante el grandioso Leiji Matsumoto, creador de obras tan memorables como Capitán Harlock (o Herlock), Galaxy Express 999, Emeraldas, Crucero Espacial Yamato, etc. Todo un crack de la space opera, creador de un vasto universo en el que sus varios personajes van confluyendo de una obra a otra, apareciendo a veces como protagonistas, a veces como secundarios, etc. También se le conoce por sus obras bélicas, y por la historia Otoko Oidon, que va de un tío bastante vago y miserable que vive en un apartamento minúsculo y que se prepara para los exámenes de la universidad. Curiosamente, también el amigo Matsumoto se dedicó a dibujar shôjo durante varios años justo después de debutar…
Precisamente del tomo 1 de Otoko Oidon está sacada la primera foto de un Matsumoto que entonces contaba con 41 años. La segunda foto es de una entrevista a un periódico datada del 2007, en la que ya gasta 69 primaveras.
Como “bonus track”, una foto del mismo tomada el año pasado en Tokio junto a Joan Navarro (director de Glénat, a la izquierda) y Enric Piñeyro (asesor manga de Glénat, a la derecha).

Esos pecadores de la pradeeeera manguiiiilll…