El blog de Marc Bernabé

Garden

Tuesday, July 17th, 2012
  • Título: Garden
  • Autor: Usamaru Furuya
  • Editorial: East Press
  • Revista: Comic Cue y otras
  • Años publicación: 2000
  • Clasificación: seinen, alternativo, raruno
  • Tomos: 1

Sí, sé que soy un poco pesado con este autor, pero es que ya lo sabéis, Usamaru Furuya me fascina. A este paso, creo que acabaré por reseñar toda su obra, espero que no os importe.

Garden recoge historias de la primera época del autor, el mismo que me fascinó con Palepoli, como recordaréis, una obra de lo más atípica, original y llena a rebosar de fantasía, contenidos grotescos y humor. Sin embargo, si en Palepoli encontrábamos pequeñas historias de solo cuatro viñetas que conformaban toda una serie, Garden es más que nada un popurrí de obras de muy diversa índole y número de páginas. Ya que no son tantas, voy a enumerarlas y contaré un poco sobre cada una de ellas:

  • Ratai no kigen (El origen de los cuerpos desnudos): Onírica y rarísima obra a todo color inspirada, tanto en temática como en estilo, en la obra pictórica El jardín de las delicias, de El Bosco.
  • Tenshi no fellatio (Felación angelical): Una chica virgen, supuestamente embarazada por acción del Espíritu Santo, quiere perder la virginidad porque le parece ridícula la situación. Sin embargo, siempre que tiene a un chaval (a cuál más feo) desnudo y a punto de penetrarla, aparecen ángeles que impiden el acto sujetándola a ella y realizándole una felación a él.
  • Yumekana (Yume y Kana): Una desigual relación de amistad entre dos chicas que se va bastante de las manos…
  • Umi kara kita kikai (Una máquina llegada del mar): Una especie de caracola-robot capaz de convertirse en cualquier cosa…

Felación angelical…

  • Tsuki no sho (El libro de la luna): Historia fantástica sobre el ayudante de un alquimista que, junto a su mentor, realiza piedras filosofales a partir de chicas pre-adolescentes. La más “normal” de las historias contenidas en el tomo, y la segunda de mayor número de páginas, aunque personalmente me aburrió un poco.
  • Egao de sayōnara (Adiós con una sonrisa): Rarísima historia, casi indescriptible, realizada con un estilo muy-muy peculiar que recuerda al de Dalí. De hecho es la primera que realizó el autor en su carrera profesional.
  • Emi-chan (Emi): La historia más larga, es realmente dura. De hecho, en el libro venía con las páginas pegadas entre sí y se daba al lector la opción de abrir con un cúter esas páginas y leer la historia o dejarla sin leer (también por partes: si has leído hasta aquí y quieres seguir, corta la siguiente parte). Crudísima historia en la que encontramos violaciones y mutilaciones infantiles y demás lindezas, todo ello, eso sí, en un ambiente de fantasía típico de este autor. Difícil de digerir.

Lo mejor

  • Historias de lo más curiosas, algunas de ellas con un derroche brutal de imaginación.

Lo peor

  • Es un popurrí de historias muy diversas, sin coherencia interna y altibajos tanto en temáticas como en estilo de dibujo, en general muy primitivo y ni de lejos tan trabajado como en Palepoli.
  • La historia Emi-chan es muy bestia.

Oyasumi Punpun (Buenas noches, Punpun)

Monday, July 9th, 2012
  • Título: おやすみプンプン –Oyasumi Punpun– (Buenas noches, Punpun)
  • Autor: Inio Asano
  • Editorial: Shōgakukan
  • Revista: Young Sunday / Big Comic Spirits
  • Años publicación: 2007-13
  • Clasificación: seinen, costumbrista (?), raruno
  • Tomos: 13

Hay que reconocer que en el mundo del manga hay obras raras. Y obras MUY raras. Esta podría ser perfectamente una de ellas. Porque, otra cosa no, pero rara lo es un rato.

¿De qué va? Pues narra la historia de un tímido chaval llamado Punpun, que va a la escuela y se enamora de una niña nueva que llega. Y luego están sus padres, que tienen problemas de pareja, hasta el punto de que el padre agrede a la madre, lo detienen y lo mandan a la cárcel. En medio de todo el percal, llega el tío “guay” de Punpun, que se instala en la casa para cuidar del chaval, aunque como es bastante joven pasa un poco de todo. Esto más o menos es el hilo conductor de la historia.

Paralelamente, hay varios episodios curiosos, como por ejemplo se descubre que la madre de la niña que le gusta a Punpun está metida en una secta religiosa de lo más rara y aparece en casa del protagonista para intentar convencer a su familia para que colaboren en la causa, lo que origina una alocada discusión que resulta muy divertida y pasada de vueltas.

Vale, y ahora… ¿Qué tiene de tan raro todo esto? De acuerdo que es una historia poco ortodoxa, pero no lo parece tanto, ¿verdad? Hasta la podríamos considerar “normal”. Pues bien, la rareza y maravilla de este manga radica principalmente en el dibujo: mientras que los personajes secundarios y los fondos están dibujados a las mil maravillas, con un nivel exquisito que muy pocas veces he visto en un manga… Punpun y su familia aparecen representados como garabatos de pollitos. Sí, así como lo lees. Es decir, como si fueran pollitos dibujados por un niño de tres años.

Dibujo trabajadísimo y… ¿Pollitos? WTF!!

El contraste resulta brutal, desconcertante, pero a la vez fascinante y a mí me ha recordado a Homohomo Seven. Asimismo, algunas técnicas gráficas muy interesantes hacen también su aparición en las páginas de este manga que, a día de hoy, lleva recopilados siete volúmenes.

No sabría decir si este manga me ha gustado o no. Que me ha desconcertado, seguro. ¿Gustarme? Pues este otro tema. No me ha disgustado, pero tampoco me ha enganchado lo suficiente como para justificar comprar el resto. Lo que sí haré en cuanto tenga la ocasión es comprar Solanin, la anterior obra de este autor, que parece tener muy buena fama.

AÑADIDO

Hoy, 12 de junio de 2015, se ha anunciado que Norma Editorial posee la licencia de este manga y que lo va a lanzar a partir del Salón del Manga de Barcelona. Además, han tenido a bien encargarme a mí su traducción, y ya hace unos días que trabajo en ella. El hecho de poder releer este manga, a un ritmo diferente y con una profundidad mayor, ha provocado que me haya dado cuenta de que en su momento me llevé una imagen equivocada del mismo. Si en su momento me costó entrar en él y no lo disfruté, en esta segunda ocasión, habiendo entrado mejor en él, me parece una auténtica maravilla. No gustará a todo el mundo, eso es cierto, pero por poco que te guste el cómic en general y tengas, pongamos, de 20-25 años para arriba, este manga tiene potencial para convertirse en uno de tus favoritos.

Un caso más que demuestra que las percepciones a la hora de leer pueden cambiar enormemente según el estado físico y anímico del lector. Cuando lo leí (el tomo 1) en su día, apuesto a que estaba muy cansado, o que no era un buen momento para leer un manga como este, porque no conseguí “entrar” en él y me llevé una impresión errónea. Por suerte, he podido corregir dicha impresión y estoy de acuerdo con todos los que dicen que es un manga sublime.

Lo mejor

  • El apartado gráfico es a-pa-bu-llan-te. Precioso.
  • Algunos episodios, como el de la secta, son tronchantes.

Lo peor

  • El experimento de dibujar a Punpun y su familia como pollitos me parece demasiado raro (A posteriori: pero es un experimento genial y desde luego una vez consigues entrar descubres que es en realidad un recurso muy original).
  • No me ha acabado de enganchar.

Kanojo o mamoru 51 no hōhō (51 maneras de proteger a tu novia)

Tuesday, July 3rd, 2012
  • Título: 彼女を守る51の方法 –Kanojo o mamoru 51 no hōhō– (51 maneras de proteger a tu novia)
  • Autor: Usamaru Furuya
  • Editorial: Shinchōsha
  • Revista: Comic Bunch
  • Años publicación: 2006-07
  • Clasificación: seinen, desastres
  • Tomos: 5

La licencia de este manga para España fue anunciada hace ya tres o cuatro años por Dolmen Editorial, que finalmente nunca se decidió a publicarlo y de hecho acabó por desestimarlo oficialmente, así que me he decidido por fin a leerlo y a reseñarlo. No en vano, se trata de una obra de uno de mis autores fetiche, Usamaru Furuya, del cual he reseñado ya un montón de obras en este blog (página 1 / página 2).

Como sabéis, Furuya me encanta por su gran imaginación, por su enorme versatilidad gráfica y sus curiosos argumentos, así que pillé este manga con muchísimas ganas. Sin embargo, aunque no puedo decir que me haya decepcionado, porque no es así ni mucho menos (de hecho, lo he devorado), sí que me ha dejado bastante perplejo. ¿La razón? Bueno, esta es una historia bastante “normal” dentro de lo que es la obra de Furuya, en el sentido de que no salen argumentos “raros” ni tampoco delirios visuales en forma de viñetas extrañas. De hecho, si no fuera porque el estilo de dibujo y el diseño de los personajes es indiscutiblemente de este autor, podríamos estar ante un manga creado por cualquier otro dibujante.

Esto no significa que la obra sea mala, ni mucho menos (a mí me ha gustado, y mucho), sino que, dentro de la obra de Furuya, no es ni de lejos lo más representativo. Si hubiese llegado a publicarse en España, mucha gente que conoce a Furuya por mi blog se habría quedado un poco perpleja, en plan: “¿y este es el autor que dice el Bernabé ese que es tan bueno? Porque tampoco es para tirar tantos cohetes”.

En un argumento que recuerda sobremanera al anime Tokyo Magnitude 8.0 (obra dos años posterior a este manga que reseñamos, por cierto), tanto en temática como localizaciones (¡ambas empiezan en Odaiba!) la historia nos cuenta las peripecias de Jin Mishima y Nanako (Roruko) Okano antes, durante y después de un brutal terremoto de magnitud 8 con epicentro en la ciudad de Tokio.

Jin es el típico chico “perfecto”: apuesto, de buen carácter, buen estudiante, voluntarioso… Que se encuentra en Odaiba porque aspira a entrar a trabajar en una cadena de televisión. Por su parte, Nanako es una gothic lolita que está en el mismo lugar para asistir al concierto de despedida de su grupo musical favorito, y que ahora se hace llamar Roruko. Jin y Nanako habían estudiado juntos en secundaria, y de repente se encuentran en Odaiba. Tras unos sucesos, Jin y Nanako conversan (no de forma precisamente amigable) y de repente, cuando se encuentran sobre un puente, viven el terrible terremoto y salen milagrosamente con vida.

Jin y Nanako en Odaiba, frente a la réplica de la Estatua de la Libertad, ahora torcida.

A partir de aquí, la historia pasa a ser de supervivencia, con Jin y Nanako intentando sobrevivir ante los múltiples peligros que se encuentran, socorriendo a damnificados y tratando de volver a su casa –atravesando el afectado y peligroso puente Rainbow Bridge– mientras la zona de Odaiba, ganada en el pasado al mar, aparentemente se va hundiendo en las aguas. Poco a poco, Jin y Nanako van superando obstáculos mientras se dan cuenta de la magnitud de la tragedia y del tremendo golpe que ha sufrido la ciudad de Tokio. Hay muertos y heridos por doquier, el terreno está inestable, muchos edificios han sido destruidos, y se han declarado incendios por todas partes.

Esta es una obra mucho más cruda y realista que Tokyo Magnitude 8.0 –en la que todo el mundo parece muy calmado y con muchas ganas de ayudar a los demás–, y encontramos situaciones realmente duras: robos, violaciones, actos violentos y vandálicos, aprovechados, timadores, sectas religiosas… El propio Furuya comenta en el interesante epílogo que se ha dejado muchas cosas en el tintero para no liar demasiado la historia, pero que es de imaginar que la situación tras un terremoto de esta magnitud en una ciudad como Tokio puede llegar a ser realmente complicada.

Al final de cada tomo se presenta un artículo de un especialista en desastres que nos cuenta con más detalle lo que está ocurriendo y cómo salir airosos de situaciones de emergencia como las que se nos detalla en las páginas del manga. Jin rescata muchas veces a Nanako del peligro (aunque hay veces en las que es justo lo contrario), así que más o menos es de aquí de donde sale el título: 51 maneras de proteger a tu novia. Por cierto, al principio de la historia, Jin y Nanako no son precisamente novios, más bien todo lo contrario, pero el hecho de enfrentarse al peligro y de irse conociendo poco a poco hace que cada vez se acerquen más.

Así pues, este es un manga de desastres muy interesante, muy bien narrado, y que también, cómo no, se puede utilizar perfectamente como una especie de “manual de supervivencia” en casos de terremotos gracias a los útiles consejos que proporciona, primero dentro de la historia, luego en los artículos complementarios. No en vano, hace ya muchos años que los tokiotas están nerviosos por la posibilidad de que ocurra un devastador terremoto en Tokio o cercanías, como demuestran obras como esta misma, Tokyo Magnitude 8.0 o el remake del clásico cinematográfico Nihon Chinbotsu (El hundimiento de Japón). De hecho, en el artículo del primer tomo se dice que, dentro de los 30 próximos años (a contar desde 2006, claro), hay un 70% de probabilidades de que ocurra un gran terremoto en la zona de la capital japonesa, un 84% en el área de Tōkaidō (cercana al Fuji –podría provocar una erupción del volcán– y también a Tokio) y (¡ojo!), un 99% en la costa de la prefectura de Miyagi (terremoto que, como bien sabéis, ocurrió el 11 de marzo de 2011 y provocó un tsunami que se llevó por delante a más de 15.000 vidas). La verdad, da que pensar… ¡Qué miedo!

Lo mejor

  • Historia trepidante, muy bien narrada.
  • Presenta con crudeza y realismo la “fealdad” del ser humano y su psicología en momentos de estrés máximo colectivo.
  • Un dibujo que personalmente me gusta mucho.
  • Los artículos complementarios están muy bien.

Lo peor

  • Aunque es un manga de Usamaru Furuya, ciertamente es una anomalía en su producción.

Cómo, EMHO, debe ser una buena traducción

Wednesday, June 27th, 2012

Para que figure también en mi blog personal, recupero este artículo, que formaba parte de una recopilación de artículos de opinión sobre la traducción de manga, anime y videojuegos de la página web Koi-nya. Recomiendo leer, no solo la mía, sino también las otras opiniones que se vierten en ese recopilatorio. ¡Es realmente interesante!

Ante todo, debo decir que los artículos de opinión no se me dan muy bien. Soy una persona en general tolerante, respeto las opiniones de los demás y, aunque obviamente tengo la mía, me cuesta muchísimo expresarla y, mucho más, encumbrarla por encima de la de los demás como si fuera un dogma.

Creo que nadie tiene la razón absoluta, que dependiendo del prisma con el que se mire, las circunstancias de cada cual o la situación, así como otros factores, cada opinión puede ser perfectamente válida. Por eso, aunque estoy encantado de colaborar en esta iniciativa de koi-nya, lo cierto es que lo hago bastante apurado. Aunque tengo que decir que juego con cierta ventaja, ya que los colaboradores de la página han tenido a bien pasarme de antemano sus artículos, con lo que tengo claro cómo enfocar este artículo.

Veo en las opiniones de los demás posturas a favor y en contra de los fansubs y scanlations, ciertas críticas a los traductores profesionales y cosas así. Ya avanzo: no voy a posicionarme en eso. Primero, porque no se puede generalizar: al igual que hay fansubs/scanlations malísimos, estoy seguro de que también los hay excelentes (no puedo profundizar porque, gozando del privilegio de poder disfrutar del original sin filtros, no los consumo y por lo tanto no los conozco). Y, al mismo tiempo que para ciertas cosas son excelentes (dar a conocer series, pasión en su trabajo, inmediatez…) para otras pueden llegar a ser muy dañinos si, como ocurre con cualquier cosa en esta vida, se abusa de ellos. Sin ir más lejos, yendo a la raíz de todo, si los creadores no pueden ver recompensadas sus inversiones (de tiempo, de esfuerzo, de dinero, o de todas a la vez), dejarán de crear. Así de sencillo.

En cualquier caso, voy a expresar mi opinión sobre cómo debe ser, en mi humilde opinión, una buena traducción. Y esto es aplicable tanto a fansubs/scanlations como a traducciones profesionales, de manga o de anime.

Para mí, una buena traducción de manga/anime debe ser, simplemente, aquella que permite al lector extranjero (español, francés guaraní, uigur, lo que sea…) situarse al mismo nivel –o casi, si no es posible– que el lector original japonés. Nada más.

Esta es la premisa que aplico en todas mis traducciones y, por extensión, la que aplicamos en la agencia de traducción Daruma Serveis Lingüístics. Obviamente, si un cliente (editorial o distribuidora de anime) nos pide otro enfoque, deberemos adoptarlo, pero cuando no hay especificación –la mayoría de las veces, por otro lado– es este el criterio que utilizamos.

Dicho esto, unos cuantos puntos:

  1. Respeto por el original. No nos inventamos cosas, no ponemos más ni menos que en el original. Tal vez no usemos las mismas palabras, tampoco es necesario, pero debemos transmitir la intención, el registro y el “tono” del original. Si habla un mayordomo en registro muy formal, le haremos usar castellano formal, incluso rimbombante o anticuado. Si es un delincuente hablando de forma muy burda, en castellano hablará con tacos (sí, en japonés hay muy pocos tacos, pero la forma de hablar, el tono, la gramática, etc. que se usa en ciertas situaciones es perfectamente equivalente a nuestros variopintos insultos, por lo que en estos casos se pueden usar tacos sin problemas), y así.

  2. Naturalidad en castellano. No se trata de conseguir que el guión parezca escrito por un español, tampoco es eso, pero sí se debe buscar una sonoridad, una naturalidad, que permita leer el texto con total fluidez. De esto se deriva también el no-uso de los famosos sufijos honoríficos (-san, -chan, -kun…). En español no existen y bien que nos apañamos. No niego que en algunas ocasiones son muy útiles ya que tienen matices que delatan el tipo de relación que tienen los personajes entre sí. Sin embargo, aunque en español los obviemos, tenemos otras herramientas o estrategias con los que conseguir resultados similares: más o menos formalidad de lenguaje, ciertas expresiones o palabras, etc., con las que podemos dar a entender esas relaciones. Ciertamente, no niego que muchos matices se perderán potencialmente en el proceso, pero si el traductor es bueno casi no se tendría que notar.
  3. Permitir que el ritmo de lectura de la traducción sea igual o muy parecido al original. Esto implica no abusar de las notas de traducción, por ejemplo. Si algo se puede parafrasear, explicar de alguna forma dentro del texto o “sortear” como sea, mejor eso que interrumpir al lector en su lectura con una nota. Evidentemente, también dependerá del tipo de obra y de la importancia del hecho cultural. No es lo mismo que unos personajes coman takoyaki en una sola viñeta y digan lo ricos que están (en cuyo caso pondremos “bolitas de pulpo” o similar) o que se pasen toooodo un capítulo hablando de todos los tipos de takoyaki, sus bondades y defectos y todo lo demás. En este segundo caso, pondremos bien una paráfrasis tipo “me encantan las bolas de pulpo “takoyaki” la primera vez que salga el término, bien una nota del traductor del estilo “Típicas bolitas rellenas de pulpo que se comen recién hechas, muy calientes (¡cuidado con quemarse el paladar al primer mordisco!), generalmente en puestos callejeros. Se trata de un snack muy típico de la ciudad de Osaka”.
    Esto es válido en el manga, no así en el anime, donde existe la regla de que, profesionalmente, no se contemplan las notas de traducción ni en doblaje ni en subtitulación (y ahí sí que los traductores no tenemos nada que hacer; las reglas son así y se tienen que aceptar).
  4. Por otra parte, y ligado al punto 2), cuando la cantidad de notas se prevé muy elevada debido al contexto histórico o social de la obra, se sugiere a la editorial la redacción de un artículo introductorio con el que se pretende colocar, insisto, al lector al mismo nivel que el original japonés. Eso fue así, por ejemplo, en los casos de Rurouni Kenshin (edición Kanzenban) o Ikkyû. Alternativamente, se sugiere colocar todas las notas al final del tomo (caso de Bakuman.) para, de nuevo, no entorpecer continuamente la lectura. Sin embargo, estas propuestas a veces no llegan a buen puerto por cuestiones de a) paginación (no hay quedan páginas libres en el tomo), b) autorizaciones (la editorial japonesa no autoriza a colocar material extra o bien exige un proceso de aprobación muy complicado de llevar a buen puerto).
  5. Trasladar la intención del autor por encima de las palabras en sí. Esto se aplica sobre todo en obras de humor, en las que prima la intención original –hacer reír–. Aquí, las palabras en sí dejan de tener importancia: lo que la cobra es que la adaptación (aquí ya no hablamos de “traducción” pura y dura, sino que va más allá) haga reír igual que el original. En Shin Chan, por ejemplo, cambiamos muchísimas cosas. Cuando Shinnosuke, con intención de ligar, pregunta a las chicas si “prefieren poner cebolleta en el nattô (semillas de soja fermentadas) o se lo toman a palo seco”, en castellano pregunta si “le ponen queso rallado a los macarrones o se los comen tal cual”. La traducción literal no tendría ninguna gracia en castellano, la adaptación sí porque “entra” a la primera. Y así, cientos de adaptaciones que, por cierto, contaron con el beneplácito del autor, el malogrado Yoshito Usui, que se mostró encantado cuando, medio asustado por una posible reacción iracunda, me atreví a confesarle que estábamos cambiando muchas cosas en aras de la risa. Su respuesta, acompañada de una gran sonrisa, fue: “¡genial, cambiad lo que queráis, la cuestión es que Shin Chan haga reír, y obviamente, visto el éxito que tiene en España, lo estáis consiguiendo, así que adelante!”
    También en esta línea, a veces hay que cambiar nombres o referencias concretas, japonesas, por otras universales (nunca eminentemente españolas, sino referentes que también un japonés podría perfectamente conocer y utilizar). Así, cuando Shinnosuke habla de sus modelos o actrices –japonesas– favoritas, en castellano pusimos nombres de bellezas internacionales como (en su tiempo) Claudia Schiffer o Cindy Crawford o, más recientemente, Anna Kournikova, Scarlett Johansson o similares. En castellano no tendría la misma gracia que Shin Chan flipara con una revista con semidesnudos de Ayako Nishida (por decir algo) que de Scarlett Johansson, ¿verdad?
    En este punto, por cierto, también hay que tener en consideración el tipo de público al que va dirigido la traducción. No es lo mismo traducir para “el gran público”, que no tiene por qué conocer nada de Japón y hay que dárselo todo “masticado”, que para un reducto de fans acérrimos que conocen perfectamente el contexto en el que está enmarcada la obra en cuestión. La primera traducción será muy adaptativa, en la segunda probablemente dejaremos muchos términos en japonés y ofreceremos información extra en forma de notas o artículos.
  6. No usar dialectos. Es una lástima, pero aunque en el manga / anime abundan los personajes que hablan en dialecto (especialmente en el de Osaka/Kansai), en castellano no podemos trasladar esto como dialecto e irremediablemente se pierde. No tiene ningún sentido que un japonés hable como un gallego o como un andaluz. Por mucho que nos duela, el matiz tiene que perderse aunque, eso sí, podemos intentar “recuperar “algo de la idiosincrasia del personaje haciéndole usar ciertas palabras o expresiones. La única excepción que nos hemos encontrado en Daruma, por cierto, es la de Lala González, estudiante mexicana que llega a la escuela Yagami en School Rumble. En este caso, y solo en este caso, Lala habla en la versión española con un fuerte acento mexicano (¡porque es mexicana!) que obviamente, no tiene en japonés, donde habla como una extranjera cualquiera.

  7. Me dejo casi lo más importante para el final. Muchas veces se cae en el error de pensar que, para un traductor de manga / anime, lo más importante es conocer el idioma japonés. No digo que no sea importante: de hecho, obviamente, es fundamental tener un nivel muy alto de japonés, y es preferible, por cuestiones sociales, de contexto, etcétera, que el traductor haya pasado un tiempo en Japón estudiando y viviendo en el país. Sin embargo, muchas veces se desdeña la importancia vital que tiene el hecho de conocer y dominar perfectamente el propio idioma. En Daruma hemos evaluado decenas de pruebas a aspirantes a traductores profesionales, muchos de ellos con un nivel de japonés sin tacha, impresionante diría yo. Sorprendentemente, un porcentaje muy alto de estos aspirantes falla estrepitosamente en castellano: faltas de ortografía, mala utilización de la gramática, poca naturalidad al escribir, errores de puntuación… Verdaderos desastres. Cuando no conoces una palabra, una expresión o una referencia japonesa, tienes herramientas para cubrir esas lagunas (diccionarios, manuales de gramática, Internet, incluso preguntar a amigos japoneses…), pero si tu nivel de español es deficiente, ahí no hay nada que hacer. Mi recomendación: leer y escribir mucho en castellano, y fijarte en lo que lees y escribes. No hay otra.

Y nada, seguramente me estoy dejando muchos puntos, y probablemente muchos de los que expreso son discutibles, pero más o menos esto es todo. La premisa es, básicamente, intentar que el texto adaptado suene natural, fluido –hay que evitar que el texto sea “acartonado”, poco natural, forzado – y que conserve la intención, el registro y el carácter del original. El objetivo, en mi opinión, y reitero la idea que he expresado al principio, debe ser que el lector español disfrute del manga de la misma forma que lo hace el lector original japonés.

Sunny

Monday, June 25th, 2012
  • Título: Sunny
  • Autor: Taiyō Matsumoto
  • Editorial: Shōgakukan
  • Revista: Ikki Comix
  • Años publicación: 2010-?
  • Clasificación: seinen, costumbrista
  • Tomos: 2 (en curso)

Podemos entender el manga de mil maneras, podemos considerar que el principal rasgo del manga japonés es un estilo de dibujo concreto, o incluso unas temáticas en particular (que conste que, como he dicho por activa y por pasiva, no estoy de acuerdo con ninguna de estas dos afirmaciones), pero hay muchísimos autores que se desmarcan totalmente de estos discursos y demuestran que el mundo del cómic japonés es tan amplio que en él caben absolutamente todo tipo de propuestas. Taiyō Matsumoto, autor que visitó el Salón del Manga de Barcelona en 2010 presentando su maravillosa obra Takemitsu Zamurái (Glénat-EDT), es uno de ellos. Por cierto, su visita nos dejó una interesantísima conversación sobre manga y arte en general con el autor hispano-japonés J.M. Ken Niimura (parte 1 / parte 2).

De Taiyō tenemos publicadas en España dos obras: la ya mencionada Takemitsu Zamurái, una maravillosa obra sobre un extraño samurái en la Edo del siglo XVIII y cuyo estilo de dibujo es una especie de mezcla entre el ukiyo-e, autores pictóricos como Picasso y el cómic franco-belga (base del estilo del autor, por otra parte); y Tekkonkinkreet, la historia de dos hermanos en un pintoresco barrio donde ocurren cosas muy extrañas, y que fue adaptado a una fantástica película de anime que, si no habéis visto, os recomiendo encarecidamente.

Sunny es su nueva obra, iniciada tras finalizar Takemitsu Zamurái con 8 tomos, y se trata de una historia totalmente distinta a esta última y, a pesar de todo, indiscutiblemente “suya”. La historia se ambienta en un pasado no tan lejano, calculo por algunas cosas de contexto, de mediados de los años 70, y narra el día a día en una especie de asilo infantil en la zona de Osaka o cercanías (tampoco se deja claro, aunque los personajes hablan en un cerrado dialecto de Kansai/Osaka que, personalmente, me encanta).

El recién llegado Sei y el Sunny que da título al manga

Los chavales del asilo son o bien huérfanos o bien han sido abandonados por sus padres. Algunos no han vuelto a saber de ellos, otros los ven muy de tarde en tarde, aunque lo cierto es que no se cuenta gran cosa sobre su pasado y circunstancias, más que a través de pequeños datos de contexto que se nos van dando con cuentagotas. En cada uno de los capítulos de la obra se nos narra un episodio diferente del día a día, con esa sensibilidad especial que tiene Taiyō, que sabe transmitir tan bien los sentimientos de los niños y es capaz de transportar al lector a su propia infancia. Al ser los niños (algunos de ellos prácticamente bebés, otros ya adolescentes) los protagonistas, no se puede decir que sean historias lacrimógenas –los niños dan importancia a cosas que a los adultos no nos parece que la tengan, y viceversa–, aunque sí es cierto que sus circunstancias son realmente tristes desde el punto de vista de un adulto. Sin embargo, en el asilo Hoshi no ko gakuin (Academia de los niños de las estrellas) son todos como una gran familia. En el patio del asilo tienen un Nissan (o Datsun) Sunny 1200 estropeado, en el que los niños suelen jugar y usar como “base” secreta y escondrijo para cuando se sienten tristes, y que da título a la obra.

Lo mejor

  • El autor nos sitúa perfectamente en la piel de los niños, lo que consigue hacer volver al lector a su propia infancia.
  • El día a día en un asilo infantil. Ciertas escenas nos transmiten bastante tristeza indirectamente.

Lo peor

  • Una obra demasiado “gafotaku” para el público español. Como la maravillosa Takemitsu Zamurái está vendiendo poquísimo, (aunque EDT se ha comprometido a terminar de publicarla), dudo mucho que la veamos publicada por aquí.