El blog de Marc Bernabé

Kingyo-ya koshoten suitôchô (El libro de cuentas de la librería de viejo Kingyo-ya)

Sunday, January 27th, 2008
  • Título: 金魚屋古書店出納帳 -Kingyo-ya koshoten suitôchô- (El libro de cuentas de la librería de viejo Kingyo-ya) / 金魚屋古書店 -Kingyo-ya koshoten- (La librería de viejo Kingyo-ya)
  • Autor: Seimu Yoshizaki
  • Editorial: Shônen Gahôsha / Shôgakukan
  • Revista: Young King Ours Zôkan Our Girls / Young King Ours Zôkan Ours + / Ikki
  • Años publicación: 2000-2002 / 2004-?
  • Clasificación: Seinen
  • Tomos: 2 (completa) + 6 (en curso)


Todos los que escribimos artículos introductorios sobre manga, sea de forma amateur o profesional, acabamos siempre recurriendo a la famosa frase de que “existe manga para todas las edades y estratos sociales, así como para gente de todas las profesiones”. Incluso acabamos diciendo (y me incluyo) la famosa frasecita de que “incluso hay manga para amas de casa”. Bueno, pues resulta que es verdad.
Ya he comentado alguna vez lo de mi afición por recorrer librerías de viejo japonesas, principalmente las que están especializadas en manga. También sé que hay pocos japoneses que tengan esta misma afición; es decir, existir existen, pero las dimensiones y extensión en páginas y tomos de los manga son inversamente proporcionales al espacio que el japonés medio tiene disponible para almacenarlos. Es decir, que muchísimos japoneses consumen manga pero no lo coleccionan porque simplemente no tienen espacio para guardarlo. Lo que hacen es principalmente venderlo a grandes cadenas de tiendas de manga de segunda mano (tipo Book-Off o Furuhon Ichiba), que acaban funcionando como una especie de bibliotecas de pago (empieza uno comprando un manga nuevo, lo vende a la librería, viene otro que lo compra, luego lo vuelve a vender, etc.) Aparte, están las librerías de segunda mano más pequeñitas, que acaban haciendo la misma función, pero a una escala mucho más modesta. Por último, existen unas pocas librerías de viejo especializadas en manga antiguo de verdad, que son las que tienen esas joyas que a mí me fascinan.
Por la cantidad tan reducida de librerías de manga de coleccionista que hay, así como la cara de pasmo en plan “joder, no pensaba que fueras tan friki” que me ponen los japoneses a los que les digo que colecciono este tipo de obras, deduzco que hay poquísima gente con mi misma afición. Pues bien, como reza el tópico del “existe un manga para cualquiera”, ahora puedo decir que, pese a que puede resultar increíble, existe un manga para : se trata de este Kingyo-ya koshoten suitôchô. Ojo, porque no tiene pérdida: la tienda Kingyo-ya (tienda del pez de colores) es una librería de viejo situada en una zona residencial, lejos del bullicio, y está especializada en manga antiguo, en verdaderas joyas de coleccionista. Tiene un stock increíble, con una especie de mazmorra interminable repleta de manga hasta donde alcanza la vista (esto es muy ci-fi, pero se lo perdonaré, hala).
Una página de muestra, con interesante nota al margen explicativa incluida. Aquí se habla de Roppu-kun (1965), de Tezuka, y de una obra llamada Dori-chan ikka (1953), de Shôsuke Kurakane, de la cual no existen reimpresiones.


Alrededor de la Kingyo-ya pulula una serie de personajes, ya que la historia se estructura en historias autoconclusivas cada una diferente, de gente que busca un manga en concreto por un motivo en concreto. Por ejemplo, una de ellas habla sobre un chico que empieza a leer Touch porque su vecino, al mudarse, le regala una bolsa con 25 tomos de esta serie. El chico se lleva el primer tomo al instituto y, justamente, a la chica que le gusta le llama la atención que esté leyendo Touch y le pide que le vaya prestando un tomo al día. Lo que pasa es que Touch tiene 26 tomos en su versión original, su vecino sólo le ha dado hasta el 25, y en las librerías de libros nuevos ya no tienen esa edición (tienen la de bolsillo o la wide-ban). Al cabo de 25 días, el chico se entera de que la chica tiene que irse a otra ciudad (toma dramón). Finalmente, consigue ese tomo 26 y último en la librería Kingyo-ya y se lo da en el último momento, cuando ella ya está dentro del tren y él tiene que correr por el andén para dárselo a través de la ventana (topicazo, sí, ya lo sé, pero funciona, snifff ^_^).
Otra historia: un chico y una chica que se dedican a ganarse unas perras con el “sedori”, el arte de comprar a precios irrisorios ciertas obras en tiendas de segunda mano no especializadas y revenderlas a otras tiendas especializadas, como la Kingyo-ya, a un precio mayor (no tenía ni idea de que existiera gente que se dedicara a eso). El chico y la chica acaban enfrentándose en una especie de “a ver quién puede más”; son el terror de las librerías de viejo.

Otra historia nos narra la relación de un hombre con su padre, coleccionista de todos los tomos de Golgo 13 en su primerísima edición. Se ve que Golgo 13 se edita primero en la revista Big Comic; al cabo de un año, se lanza un tomo llamado “Golgo 13 Series Bessatsu“, parecido a una revista; al cabo de otro año, ese material vuelve a editarse, en tamaño un poco más pequeño, en la colección “Big Comic Zôkan Golgo 13“; y, finalmente, al cabo de otro año, sale el tomo normal, que será el que se irá reeditando al largo de los años. Pues bien, el padre del personaje, con el que tiene una relación muy complicada, posee toda la colección de Bessatsu de Golgo 13 menos uno. El protagonista acaba descubriendo el porqué de esa falta en la colección: fue el tomo que salió a la venta cuando él nació y su padre no pudo ir a comprarla porque estuvo con él y su madre en el hospital, al complicarse el parto.

La gracia de este manga está en que, como veis, usa obras reales de manga como hilo conductor de las diferentes historias, lo que permite que aprendamos al mismo tiempo que disfrutamos de las varias historias. Además, el autor nos deleita con notas al margen explicando más datos sobre las obras de las que habla. Muchas veces, los manga que hacen de hilo conductor son bastante desconocidos, sobre todo en Occidente (pero me encanta, porque aprendo muchísimo y salen datos como cuál es el manga más antiguo -con viñetas y bocadillos- y cosas así*), pero otras veces se apoya en manga de sobras conocido como Touch, Ginga Tetsudô 999 o Golgo 13.
*Es Otogi Shô-chan no bôken, de Tôfûjin (1923-1926)
Descubrí este manga por casualidad, en una tienda de manga nuevo. Fue como si me llamara, porque aún no sé por qué -supongo que por la hilera larguísima de 9 kanji del título-, el lomo me llamó la atención. Al sacarlo de la estantería, vi la faja publicitaria que ponía algo así como “el manga para los frikis del manga”, lo ojeé y, al ver de qué iba, inmediatamente decidí comprarlo. De hecho, compré los dos tomos disponibles, lo que pasa es que hay otra colección que de momento lleva 6 tomos y todavía no la tengo…
Me explico: la serie tuvo un mal inicio, ya que empezó a publicarse en una revista de la editorial Shônen Gahôsha. La revista quebró y la serie pasó a otra revista… que también quebró. Así, Kingyo-ya se quedó en sólo dos tomos. Unos años más tarde, la editorial Shôgakukan decidió recuperar la idea y darle a su autor Seimu Yoshizaki la posibilidad de continuarla en la revista Ikki, especializada en manga alternativo. En la revista, el título de la serie fue abreviado (quedándose sólo en Kingyo-ya koshoten -La librería de viejo Kingyo-ya-, perdiendo la parte “Suitôchô”) y, a día de hoy, lleva seis tomos publicados y sigue en curso. Y ya que estaban, los de Shôgakukan decidieron republicar esos dos primeros tomos, que son los que yo acabé consiguiendo.
Ya cuento los días que faltan para mi próximo viaje a Japón para hacerme con los seis tomos de la nueva serie. ¡Es que es “mi” serie! Por cierto, ¿habéis encontrado vosotros “vuestra” serie?

Kodomo no jikan (La hora de los niños)

Tuesday, January 22nd, 2008
  • Título: こどものじかん -Kodomo no jikan- (La hora de los niños)
  • Autor: Kaworu Watashiya
  • Editorial: Futabasha
  • Revista: Comic High!
  • Años publicación: 2005-en curso
  • Clasificación: Moe, ¿seinen?
  • Tomos: 4 (en curso)


La reseña de esta vez tiene un contenido bastante polémico, y lo cierto es que no sé muy bien cómo enfocarla. Así que iré escribiendo y ya me saldrá lo que me saldrá, ¿vale? Vamos a ver… Hace un par de meses, la casualidad quiso que tuviera la oportunidad de visitar, después de un par de años, al editor Tooru Masuo de la editorial Futabasha en su oficina. Igual os suena Masuo de los cómics de Shin-chan, ya que aparece como personaje (al que siempre le dicen que “aunque no lo parezca, es un buen tío” XDDD) haciendo, cómo no, de editor de Yoshii Usuto, el mangaka perro y rastrero que es el alter ego del autor original, Yoshito Usui ^_^. En fin, que tuve la oportunidad de ir a tomar unas copas con él y con su compañero y tuvimos una agradable conversación. Hablando y hablando, no sé cómo surgió el manga de MPD Psycho en la conversación y él me preguntó que si no había problemas en España al editar manga tan violento y bestia como MPD Psycho. No me lo pensé dos veces y dije que en España, básicamente no hay problemas con nada, que tenemos una mente bastante abierta y que en general nadie pone el grito en el cielo por que se publiquen cosas violentas (por muy bestias que sean) ni siquiera por sacar material pornográfico de lo más basto (recordad que en Japón existe una ley de censura que prohíbe mostrar los genitales -aunque muchos se la salten casi-casi olímpicamente en la actualidad-).

Sin embargo, de repente caí en la cuenta de que hay un tema que en Japón está muy en boga, una industria nada desdeñable, ante la cual una amplia mayoría de la población española, conservadores y progres, se llevaría las manos a la cabeza. Estoy hablando del “lolicon”, o “lolita complex”, que es básicamente el fetichismo de tipo sexual orientado a chicas de apariencia virginal o directamente infantil. Un fetichismo que muchos tildarían directamente de “pederastia”. El “lolicon” se manifiesta básicamente en el manga y en el anime, aunque por supuesto también se ha extendido al AV (adult video) y otros tipos de entretenimiento erótico o pornográfico. Hay grados y grados en el “lolicon”, por supuesto, pero a mí me preocupa porque cada vez lo llevan más al extremo. He visto mangas aberrantes, enfermizos, terribles… Sinceramente, me preocupa muchísimo este aspecto del otakismo japonés, porque veo que cada vez va de mal en peor.
En España, concretamente, el tema de la pederastia es básicamente tabú, y con razón, y este tipo de manga o anime “lolicon”, si hubiese alguna empresa con las narices de traerlo, ciertamente no creo que recibiese muy buenas críticas. Yo creo que se montaría un buen pollo.


Es la hora de los niños


El manga que comento esta vez, precisamente editado por la editorial Futabasha a la que pertenece el editor Masuo, está en la frontera de lo aceptable o no en España. Yo creo que más bien cabe dentro de lo que no es aceptable, pero no soy yo quien debe juzgarlo. Desde luego, si yo tuviese una editorial de manga o anime, no me arriesgaría a jugármela con este título. Kodomo no jikan nos cuenta la historia del profesor Aoki, un maestro de primaria novato que acaba de entrar a trabajar en un colegio. Allí, le encargan la tutoría de una clase en la que destaca la pequeña Rin Kokonoe, de nueve años. Nada más entrar el profesor al aula, se encuentra a Rin en pelotas, cambiándose de ropa; entonces, ella decide que él le gusta y se dedica a perseguirle y a insinuársele, afirmando querer ser su novia y forzando al profesor a que le diga que le gusta y cosas así. Cierto es que el acoso proviene de parte de la niña y no al revés (porque si no, sería cuestión de apaga y vámonos), pero es que las situaciones no están exentas de polémica porque están bastante subidas de tono, llegando fácilmente al nivel sexual. Es decir, no es un simple encaprichamiento cariñoso, ¡es que la niña incluso llega a quitarse las bragas delante del profesor! Y luego están todos esos planos en la que se nos muestra a Rin (o a alguna otra de sus virginales amigas) en posturas eróticas, etc. ¡Buf!
A ver, el manga tiene su gracia y si en vez de ser una niñita de nueve años se tratara de una adolescente más crecidita no creo que me enganchara (porque yo prefiero otros géneros), pero posiblemente me entretendría más. Kodomo no jikan, sinceramente, me parece que va un poco más allá de lo que estoy dispuesto a considerar “normal”, y no me considero precisamente un mojigato. O tal vez es que soy más conservador de lo que pienso, no sé…
En Estados Unidos este manga llegó a estar licenciado y a punto de salir al mercado, pero el editor al final decidió desestimar su publicación. Al parecer, el tomo 1 tiene un contenido más light, y a partir del tomo 2 la cosa sube de intensidad (me parece increíble, porque el 1, que es el que he leído, tiene cada escena…). El editor supongo que por un lado se asustó ante lo que tenía entre manos, y por el otro también vio como los libreros se negaban a hacerle pedidos de esa obra y al final decidió no publicarla.
Kodomo no jikan es uno de los manga de moda entre el público otaku más acérrimo de la actualidad, ése que está enganchado al “moe” (chicas monas de estilo 100% manga, ojazos enormes, cabelleras imposibles y un toque de pavería importante). De hecho, ya se ha realizado un anime y todo, que tiene 12 episodios más un OVA. Como dato curioso, el anime está producido por un estudio, sito en Tokio, llamado “Studio Barcelona” (?). Otra curiosidad es que existe otro manga, que no tiene nada que ver con éste, que se llama Otona no jikan (La hora de los adultos), publicado en España con el título de Adult Time (es un shôjo). Por el título, parece que sean historias complementarias, pero no es así.
Bueno, ya está la reseña. ¿Qué os ha parecido? Para haberla escrito del tirón y sin pensar en absoluto en lo que iba a decir, creo que no me ha salido mal. Se la dedico a R.I., que me ha pinchado un par de veces para que le dijera mi opinión sobre ella. ¡Espero que no te haya defraudado! Por otra parte, me gustaría montar un pequeño debate en los comentarios, si os parece bien, porque no sé si es que soy yo el mojigato o bien mi opinión es compartida por los demás. ¿Qué me decís?

Pied Piper

Saturday, January 19th, 2008
  • Título: パイドパイパー Pied Piper
  • Autor: Trawar Asada
  • Editorial: Gentôsha
  • Revista: Comic Birz
  • Años publicación: 2002-2006
  • Clasificación: Seinen
  • Tomos: 6 (completa)

Pasamos a comentar una obra más actual, que no sabría catalogar como seinen o como shônen, ni siquiera si llamarla “gafapasta” o directamente de piños. Ciertamente, es complicado clasificar a esta obra. El argumento va de disputas de bandas juveniles en una Tokio situada en una especie de dimensión paralela, por lo que si fuera solamente por esto diríamos que es claramente un shônen de peleas. Sin embargo, las escenas violentas que contiene, así como algunas escenas pseudo-impresionistas y de fumadilla psicológica (hay alguna escena que recuerda a Maruo y todo), así como el brillante dibujo lleno de experimentos, podría situarlo en la línea del seinen de tipo “gafapasta”. Total, al final no es ni una cosa ni la otra.
También es complicado definir el argumento de Pied Piper más allá de decir que va de bandas juveniles, ya que tiene un desarrollo muy confuso que no ayuda en absoluto al lector a situarse. En la Tokio del futuro próximo que nos presenta la obra, viven bastantes extranjeros, y las bandas multinacionales de jóvenes que se forman luchan entre ellas por el territorio. Pied Piper nos cuenta la historia de una de estas bandas, llamada “357”, formada por personajes japoneses, hongkoneses/americanos, chinos y coreanos. Entre ellos destaca el andrógino Natsuhiko, un tío de estética gótica que da bastante “yuyu”, y al que le mola auto infligirse heridas (es el tío de la ilustración de la portada). ¡Brrr! 

El dibujo de esta obra es un portento 

Ésta es de las típicas lecturas que requieren un elevado grado de concentración y, aun así, resultan complicadas de entender. No soy muy amante de este tipo de obras, ya que si yo leo manga lo hago para entretenerme y pasar un buen rato, no para que el autor juegue conmigo y me dificilte la comprensión de su propia historia. Por eso, en el plano argumental, debo decir que esta obra directamente no me ha gustado.
Pero el dibujo… ¡Ah, el dibujo! Es lo que le merece a esta obra el apelativo de rareza digna de estudio, puesto que su autora (firma con nombre masculino, pero se ve que es mujer) es un portento de la experimentación gráfica y domina de maravilla las posibilidades de la aplicación del diseño gráfico por ordenador en los cómics. Su uso del ordenador da un plus muy interesante al dibujo, trufado de dinámicas viñetas con muchísimo volumen, efectos muy bien utilizados y un uso estéticamente bellísimo de las onomatopeyas similar al de, por ejemplo, Oh! Great en Air Gear. Como dijo un amigo al que le presté el manga, “del argumento no he entendido un pijo, pero este manga podría ser un bonito ‘table book’ para admirar su dibujo”. (Un table book es uno de esos libros tipo Taschen: grandes, llenos de fotos a todo color, que básicamente son para dejar en una mesa y hojear de vez en cuando y maravillarse.)
Pied Piper se ha publicado en Italia por la editorial d/visual. Precisamente he encontrado el dossier de prensa de esta editorial en PDF y la verdad es que se lo han currado mucho, con muchas informaciones e imágenes del interior. Aunque está en italiano, no es difícil de entender grosso modo. Por supuesto, como es de la propia editorial, su reseña habla maravillas de la obra (aunque avisa de que resulta “complicada” de entender), pero no por ello se debe descartar como simple “propaganda”. Es un gran dossier, sí señor. Podéis verlo aquí.

Wild 7

Friday, January 18th, 2008
  • Título: Wild 7
  • Autor: Mikiya Mochizuki
  • Editorial: Shônen Gahôsha
  • Revista: Shônen King
  • Años publicación: 1969-1979
  • Clasificación: Shônen
  • Tomos: 48

Ésta, directamente, era una serie que me tenía mosqueado. Como ya he dicho en alguna ocasión, una de mis aficiones es visitar tiendas de manga de segunda mano en Japón, y salir de ellas con algunos tomos de manga, sobre todo de los años 60, 70 y 80. He tenido la gran suerte de vivir unos años en el país del Sol Naciente, y por lo tanto de entrar en este tipo de tiendas una vez cada semana o cada quince días. Pues bien, os podéis imaginar que el proceso consiste básicamente en tomárselo con filosofía: entrar tranquilamente a la tienda e ir curioseando entre las estanterías, que no necesariamente están ordenadas por autor, editorial, género… Bueno, depende de la tienda más o menos sí están ordenadas, pero este orden muchas veces deja mucho que desear, sobre todo en las tiendas que más “molan”, las pequeñitas perdidas en alguna calle trasera regentadas por viejecitos, de donde puedes sacar verdaderas rarezas entre los libros polvorientos. Los que conozcáis el aspecto que tienen los tomos japoneses en las estanterías sabréis que normalmente los diseñadores no usan demasiados colores estridentes en los lomos (al menos en los manga más antiguos, y si exceptuamos los rosas de los shôjo).
Pues bien, siempre había una serie de manga, con muchísimos tomos (48, casi nada) y encima con lomo de amarillo chillón, que impepinablemente me encontraba en las estanterías. Una tal Wild 7, que, oye, debía de haber tenido mucho éxito en su momento, ¡porque esos lomos amarillos chillones son verdaderos invasores de las tiendas de segunda mano de manga! Efectivamente, más tarde, cuando ya empecé a saber un poco más de manga, supe más sobre sobre esta Wild 7, una serie que tuvo mucho éxito en los años 70, aunque quedó eclipsada detrás de los manga de deporte tipo Ashita no Joe o Kyojin no Hoshi, las grandes obras setenteras de Tezuka (Black Jack, Hi no tori, Mitsume ga tooru…), el space opera de Leiji Matsumoto o los excesos del amigo Gô Nagai, con Harenchi Gakuen, Mazinger Z y Cutie Honey en cabeza.
Total, que un día me decidí a comprar los dos primeros tomos del famoso Wild 7, harto ya de ver esos lomos chillones en las tiendas de segunda mano. Y, sinceramente, quedé gratamente sorprendido. Se trata de una historia muy bestia, muy fascitoide, pero que tiene un ritmo trepidante y una agilidad de dibujo que ya querrían para sí muchos de los dibujantes actuales que tienen muchos más recursos que los que tenía su autor en los años 70.
Acción a raudales

La historia va tal que así: la ley japonesa se revela poco menos que inútil contra cierta clase de criminales de gran envergadura, que utilizan varios recursos (buenos abogados, influencias en la policía, algún que otro soborno a los jueces…) para salir prácticamente impunes de cualquier arresto o acusación que puedan sufrir. Total, que a un lumbreras de la policía se le ocurre reclutar a gamberros y fueras de la ley para crear un cuerpo de siete policías motorizados con “licencia para matar”. Básicamente, están por encima de la ley y pueden cargarse a cualquiera así, por las buenas. Así, estos siete individuos, que son todos unos bestias de agárrate y no te menees, montan cada pifostio que es para verlo (y si hay que disparar misiles, pues se disparan, oye, ya ves).
El prota es el típico jovenzuelo guaperas de los años setenta, un chaval llamado Dairoku Hiba que además va de malillo en plan James Dean (vamos, es que es una fotocopia del Dean, para qué esconderlo). El resto del grupo de los “siete salvajes”, pues más o menos clavado a los del grupo de Cyborg 009, básicamente todos feíllos menos el prota (excepto que en Wild 7 no hay fémina en el grupo, curiosamente). Ya veis que Mochizuki no fue muy original en lo referente a diseño de personajes ni en su composición básica en plan “grupo”. De hecho probablemente se copió descaradamente de lo que había funcionado, que era Cyborg 009.
Sin embargo, no me negaréis que el planteamiento de la historia tiene su miga, porque no está en absoluto exento de polémica. ¿Hasta qué punto unos tíos tienen potestad de ir a cargarse a cualquiera que ellos consideren un “criminal atroz”? En cualquier caso, ésta es una de las maravillas de las obras antiguas, que no se planteaban casi para nada el tema ético ni tenían miedo de que viniese quien fuera a meterles un pleito (ahora a veces nos pasamos de “corrección política” en todo lo que hacemos, imponiéndonos una autocensura brutal para no ofender a nadie, ¿no os parece? -y yo me incluyo, ojo-) Pues bien, Mochizuki no se corta y, por encima de esta premisa del grupo policial brutal y con potestad para hacer lo que le dé la gana, construye un manga lleno de acción trepidante, muy bien dibujado y que ciertamente hace que el lector se quede embobado pasando página tras página sin parar. Además, el formato es muy interesante, ya que presenta historias autoconclusivas que normalmente abarcan ciclos de dos tomos, unas 400 páginas, ni muy largos (cansarían), ni muy cortos (darían ganas de más). Así, en los 48 tomos de los que consta la primera serie, tenemos 21 historias completas. Aparte de estos 48 tomos, hay varios spin-off que sumarían un total de 19 más (o sea, que hay 67 en total, ¡fiu!) y, cómo no, una serie de imagen real setentera, unos OVA y un anime bastante reciente (de 2002), de 13 episodios.
En definitiva, una serie interesante para los amantes del manga clásico shônen de aventuras pero que, debido a su larga extensión, es ciertamente complicado que la veamos en Occidente, al menos a corto o medio plazo.

Love Com (Lovely Complex)

Tuesday, January 15th, 2008
  • Título: ラブ★コン (LoveCom) -Lovely Complex-
  • Autor: Aya Nakahara
  • Editorial: Shûeisha
  • Revista: Bessatsu Margaret
  • Clasificación: Shôjo
  • Tomos: 17 (completa)
Desde mis inicios como traductor de japonés, siempre he dado gracias a los kami por haber conducido mi trayectoria durante la mayor parte de mi estancia en el país nipón alrededor de la zona de Kansai. Y dentro de esta zona, haber vivido concretamente tres años en Osaka y uno en Kioto es como una bendición del cielo para un traductor de manga. ¿Por qué digo esto? Porque es muy común que en los manga aparezcan personajes que hablan en dialecto de Kansai. Concretamente, personajes graciosillos, macarrillas y vivalavirgen en la modalidad autóctona de Osaka (ejemplos: gracioso: Kero-chan de Card Captor Sakura; macarrilla: Heiji Hattori de Detective Conan; vivalavirgen: Mitsune “Kitsune” Konno de Love Hina…) y básicamente geishas y chicas de buena familia en la modalidad kiotense.
El dialecto de Kansai no es exageradamente difícil de comprender si uno tiene un alto nivel de japonés, pero ciertamente ayuda mucho haber vivido en aquella zona y haber dominado el arte de hablarlo (por cierto, que suele tener un efecto muy positivo para “romper el hielo” hablarle en dialecto de Kansai a un japonès ^_^). Sobre todo por las expresiones distintas que usan y la forma diferente de conjugar algunos verbos. Y, para un traductor de manga y anime, ¡es vital conocerlo y dominarlo!
Parece que a la gente de Osaka no le molesta, pero el estereotipo de personaje que habla en dialecto de Kansai en los manga es básicamente de personaje gracioso, tacaño, macarra, vividor o directamente yakuza. A mí me tocaría la moral, de hecho. Esto es debido a la fama que Osaka se ha granjeado de cuna del humor nacional, de ciudad de comerciantes extremadamente ahorradores y de crimen organizado. Un estereotipo que, bueno, no se ajusta 100% a la realidad, por supuesto, aunque sí es cierto que, en general, la gente de Osaka es mucho más abierta y divertida que la de Tokio. Como mínimo, ¡Osaka es la cuna del kitsch y de la exageración, y a mí me encanta!
Por otro lado, aunque en Kioto se habla también una modalidad del dialecto de Kansai, su pronunciación mucho más suave y pausada, así como el uso de ciertas conjugaciones, se relacionan con la finura, la elegancia y el buen gusto de la antigua corte imperial y también de las geishas, por lo que su imagen es muy refinada. Es curioso esta diferencia de perspectiva, sobre todo estando Kioto y Osaka separadas por sólo media hora larga de tren corriente y moliente…


El enano y la jirafa…
En fin, que me voy por las ramas. Digo todo esto porque el manga que comento en esta ocasión es un soplo de aire fresco en este sentido, y una pesadilla para un posible futuro traductor que no esté familiarizado con el dialecto de Kansai. Y es que éste es uno de los pocos manga en el que casi todos los personajes hablan en este dialecto, una verdera rareza y, hasta hace muy poco, una particularidad que era prácticamente tabú en los manga no ambientados 100% en Osaka, con personajes de la capital de Kansai. Lo cierto es que sólo por esto, este manga ya merece una mención de honor en la tarea de “normalización” del dialecto de Kansai, ya que por una vez sus hablantes no son necesariamente graciosos, macarras o vivalavirgen, sino estudiantes normales y corrientes. Quizá no lo percibáis como algo raro, pero os diré que, por ejemplo, Platonic Venus, pese a estar ambientado en la ciudad de Kobe (donde se habla también dialecto de Kansai), ¡los personajes hablan en japonés estándar! ¿Cómo se come esoooo? Yo me imagino al autor y al editor reunidos, en plan “oiga, señor editor, que como soy de Kansai, me gustaría hacer un manga en el que los personajes hablaran en mi dialecto” y el editor “si haces eso, nos arriesgamos a no vender ni uno solo de tus manga, así que mejor passsando”.
Sin embargo, Aya Nakahara, nativa de Osaka, se salió con la suya (good for you *_^!). Lovely Complex es la típica historia estudiantil shôjo de “chico conoce a chica”, pero enfocada desde un punto de vista humorístico de comedia romántica. La historia nos presenta a los dos protagonistas, Ôtani y Koizumi, un par de jóvenes con unos complejos de tomo y lomo (de ahí el título). Ôtani, el chico, mide sólo 1,56 m y encima su nombre, 大谷 Ôtani (gran valle), incluye el kanji 大, que significa “grande”. Koizumi, la chica, mide 1,70 m y su nombre se escribe 小泉 (pequeña fuente), con el kanji 小 de “pequeño”. Tanto es así, que la gente suele cachondearse de ellos “equivocándose” y llamándoles 小谷 Kotani (pequeño valle) y 大泉 Ôizumi, (gran fuente). Total, que los dos tienen una fuerte relación de amor y odio. Odio, porque cuando están juntos la gente se cachondea de ellos (el enano y la jirafa) y amor, porque es evidente desde el tomo 1 que entre ellos dos salta una especie de chispa, por mucho que pugnen por ocultarlo y engañarse a sí mismos tratándose de convencerse de lo contrario y odiarse.
Lo del dialecto de Kansai en la obra no es gratuito. El dueto que forman Koizumi y Ôtani recuerda a un dueto cómico de manzai, popularísimo en Osaka y también en todo Japón. Prácticamente todos los artistas de manzai son de Osaka (o imitan el dialecto de Osaka), y cada uno de los integrantes de los duetos responden a un estereotipo muy concreto: ambos deben ser muy distintos entre sí (gordo y flaco, alto y bajo, guapo y feo…), y uno debe ser el “atontado” (boke), haciéndose (o siendo) despistado y alerdado, y el otro, el “puyas” (tsukkomi), listo y agudo, especialista en meterle cortes al otro, a menudo acompañados de collejas. Esto está reflejado perfectamente en Lovely Complex, siendo la chica la despistada y el chico el despierto. Todo esto convierte a esta obra en una monumental función de manzai que dura 17 volúmenes y que nos viene empaquetada en la poco ortodoxa forma de una comedia romántica shôjo. Original lo es un rato, y divertido también.
Pese al éxito que ha tenido en Japón esta serie, con peli de imagen real y serie de anime, es curioso que todavía no se haya licenciado en España. No creo que tarden mucho en hacerlo y, aunque debo advertir que todo el efecto del dialecto de Kansai se perdería en una traducción al castellano, y que no se disfrutaría tanto si no se conociera todo el trasfondo que acabo de describir en este post, sigue siendo una serie muy divertida y apta para el disfrute de los lectores de todo el mundo.

ACTUALIZACIÓN ÚLTIMA HORA: Acabo de ver una noticia que dice que Planeta ha licenciado esta serie, sólo un par de horas después de escribir yo este post. ¡Juro que no está hecho adrede, je je! Menuda casualidad, ¿no?