El blog de Marc Bernabé

Banana Fish

Monday, August 11th, 2008
  • Título: Banana Fish
  • Autor: Akimi Yoshida
  • Editorial: Shôgakukan
  • Revista: Bessatsu Shôjo Comic
  • Años publicación: 1985-94
  • Clasificación: shôjo, shônen, seinen
  • Tomos: 19

Es la primera vez que encuentro una historia tan difícil de clasificar. ¿Es un shôjo? Técnicamente sí, si hacemos caso de la revista en la que fue publicada esta historia, la Bessatsu Shôjo Comic. ¿Es un shônen? Si nos limitamos al aspecto gráfico, ciertamente tiene más pinta de shônen que de shôjo. ¿Es un seinen? La temática (acción, mafias, una misteriosa droga, etc.) es muy seinen, así como la violencia y crudeza de algunas escenas. Es con obras como esta que la “compartimentación” en géneros pasa a ser algo totalmente accesorio. ¿Qué importa la “etiqueta” que le queramos poner si la historia está bien y el dibujo va acorde con ella?
En este sentido, Banana Fish es uno de los manga más sorprendentes que he leído últimamente, ya que la mezcla de géneros que Akimi Yoshida realizó entre 1984 y 1994 no solo es un experimento sin más. Banana Fish fue un gran éxito en su tiempo y es una de las obras más destacadas del manga de los años 80-90. Solo he leído el primer tomo y, al ser muy introductorio y tener una estructura bastante confusa (típica de las películas que empiezan con flashbacks y combinan escenas de flashback con escenas de presente, y que además tienen muchos personajes que hay que ir presentando poco a poco), no me quedé mucho con la historia, pero lo cierto es que el argumento, que es del tipo thriller con acción y misterio (comparable a obras como Monster, por ejemplo) parece muy bien llevado y, según he visto por ahí, aguanta bastante bien durante los 19 tomos de los que consta el manga.

Revista shôjo, dibujo shônen y temática seinen

La historia arranca con un corto viaje en el tiempo al año 1973, en Vietnam, donde unos soldados americanos están tomando unas cervezas al fresco en las postrimerías de la guerra. De repente, uno de los soldados aparece con una ametralladora y empieza a disparar a sus compañeros, matando a algunos de ellos. Finalmente, entre todos consiguen reducirle, y las únicas palabras que masculla el soldado enloquecido son “Banana Fish”. La acción se traslada al presente (en este caso, mediados de los años 80), a Nueva York, donde conocemos a Ash Lynx, un chico de 17 años que lidera un grupo de jóvenes macarras y que a su vez está metido en una organización mafiosa liderada por Dino Golzine.
En un momento dado, un hombre moribundo al que habían disparado se cruza con Ash en un callejón y, tras darle un vial con una sustancia indeterminada, murmura también las palabras “Banana Fish” y una dirección en Los Ángeles. Curiosamente, Ash tiene en su casa al ex soldado de la primera escena del manga (se deduce que es su hermano), actualmente inválido y permanentemente alienado: de hecho, las únicas palabras que dice son también “Banana Fish”… ¿Es “banana fish” el nombre de la peligrosa droga que dejó en estado vegetativo a su hermano? ¿Qué hay detrás de ella? ¿Por qué la mafia tiene tanto interés en todo este asunto?
Así empieza una trepidante aventura llena de aventuras, violencia (e incluso pedofilia y homosexualidad) en la que Ash se pondrá como objetivo descubrir más sobre el “Banana Fish”. Entre medio, se encuentra la policía, la mafia, y un joven llamado Eiji que acompaña a un periodista japonés que quería hacer un reportaje sobre la banda de Ash y se ve implicado en todo el asunto.
Pese a su relativa antigüedad, Banana Fish es un manga que todavía se deja leer muy bien y es altamente recomendable. Este shôjo-que-no-es-un-shôjo ha sido publicado en Estados Unidos, Francia e Italia, así que tampoco sería descabellado verlo en el futuro por estos lares. ¡Ya veremos!

Maid Café Blossom

Friday, July 25th, 2008
  • Título: メイドカフェぶろっさむ –Maid Café Blossom–
  • Autor: S.A.A.
  • Editorial: Gentôsha
  • Revista: Magna (revista on-line)
  • Años publicación: 2008
  • Clasificación: shôjo, moe
  • Tomos: 1

La última vez que estuve en Japón, en abril de este año, aproveché para saldar una cuenta pendiente y me metí en un par de “maid cafés” para ver de qué iba la cosa. Como sabéis, los maid café son unos establecimientos que se han puesto muy de moda desde hace tres o cuatro años y consisten en cafeterías donde las camareras van vestidas de sirvienta clásica: grandes faldas, muchos “frufruses”, diademas, etc. ¿Una tontería? Pues sí, pero a los otaku japoneses les ha hecho gracia, hasta el punto de que han proliferado mucho estos establecimientos, sobre todo en la zona de Akihabara, la Meca de la electrónica y el otakismo. Cuando entras en un maid café, las chicas te saludan con un okaeri nasaimase, goshujin-sama (bienvenido de vuelta a casa, señor), como si fueras el amo de la mansión donde las sirvientas se encargan de hacer tu vida más fácil. En fin, no comment.
Mis dos experiencias fueron curiosamente muy distintas. La primera fue en Akihabara, donde fui solo. Era un establecimiento bastante pequeño y además, con mucho humo (en Japón se permite fumar en casi todos los establecimientos, aunque en general la gente es muy respetuosa). Las camareras, vestidas de “maid”, por supuesto, me parecieron muy simpáticas, pero francamente no eran las más bonitas del mundo. El precio de la consumición me pareció francamente barato; había oído que en estos sitios suelen cobrar muy caras las consumiciones, pero en este caso no era así. Curiosidades: me pedí un café y la chica puso el azúcar y lo mezcló con el café con la cuchara por mí con actitud “servicial” (XD); si querías sacar una foto, te cobraban 500 yenes por una Polaroid hecha por ellas (¡vaya negocio!); y lo más friki fue que, en un momento dado, una maid se subió a un pequeño escenario que había al fondo y se puso a cantar una canción otakki en plan karaoke (cantar, no cantaba muy bien, pero las poses kawaii y tal que ponía eran para fliparlo). Luego, viendo más a fondo la carta, vi que si pagabas un precio (no recuerdo cuánto, pero era carillo), podías designar a la maid que quisieras para que cantara una canción para ti. ¡Uofh!
El segundo maid café al que fui estaba en Ikebukuro, y fui acompañado por Alberto, amigo desde hace años y coautor de la serie Kanji en viñetas(¡ey, acaba de salir el segundo tomo! ¡No os lo perdáis!). Aquí la cosa fue muy distinta. Para empezar, el sistema era muy diferente. Pagabas una “entrada” de 2500 yenes (bastante caro para el capricho, la verdad) y, durante una hora y media, podrías tomar todas las bebidas que quisieras. En fin, entramos y aquí la cosa fue más curiosa. Primero, porque ese día las chicas (bastante más monas que en el otro sitio) no iban de maids. Nos contaron que un día al mes celebraban un “día cosplay” en el que iban disfrazadas de lo que sea (se ve que lo decidían entre ellas por turnos): justo aquel día era el “día cosplay” e iban todas con vestidos clásicos chinos… ¡Tremendo! En fin, aquí el ambiente era muy distinto: más acogedor, más espacioso y más silencioso. La carta era una preciosidad, llena de dibujos hechos a mano por las chicas y también con textos, fotos y auto presentaciones de las maids (en plan “¡hola! Me llamo Kei y nací el tal del tal del año tal. Mi comida favorita es el curry y me encanta jugar al tenis”, etc.). Las camareras iban visitando las mesas asiduamente y daban conversación a los clientes, lo que estaba muy bien para poder hablar con ellas y preguntarles cosas (¡Alberto, el próximo día no te cortes tanto! ¡Que no muerden! ^_^). ¿Y la clientela? Pues igual que en el otro sitio: todo chicos, de entre 20 y 40 años, y más raros que un perro verde, con una pinta de frikis que tiraba de espaldas. Había uno que se debió de gastar un montón de pasta ese día: se sacaba fotos con ellas (cada foto, 500 yenes), jugaba a las damas con ellas (cada partida, muchos yenes), pedía postres súper caros hechos a mano y con corazoncitos escritos, etc. ¡Madre mía, el tío!

Una página del manga que me da la excusa para hablar de las maids

En fin, que fueron dos experiencias francamente interesantes para conocer más de cerca uno de los aspectos “raritos” del Japón moderno. ¿Recomendado? Sí, claro, pero aseguraos de que si vais, o habláis japonés o vais con alguien que sepa japonés. Si no, no se vive igual la bizarrada. Y a lo que iba: en la carta tan mona del segundo establecimiento, el de Ikebukuro, había caricaturas muy bien hechas de las maids y se me ocurrió preguntarle a una que de dónde habían salido. Y ella me dijo que las había hecho una chica que había trabajado ahí, que de hecho acababa de publicar su primer manga. E inmediatamente vino con un tomo del manga que reseño en esta ocasión.
Efectivamente, Maid Café Blossom es un manga sobre maids realizado por una ex maid. Me pareció tan interesante la cosa que al día siguiente no pude resistirme a buscar y comprar el único tomo del que consta. El manga es bastante chorras, pero no está mal. Nos cuenta la historia de Sakura, una chica de pueblo que decide ir a probar suerte a Tokio, la gran capital. Nada más llegar, sin sitio adónde ir, acaba en Akihabara y allí se desmaya por no haber comido ni bebido nada en muchas horas. Un chico bastante rancio la recoge y le da un poco de comida en su establecimiento, una cafetería de las de antes. El caso es que la cafetería, pese a estar en Akihabara, va muy mal y el chico se está planteando cerrar. Ni corta ni perezosa, Sakura decide que le ayudará, toma una pila de panfletos de la tienda, y sale a la calle a repartirlos. Allí, tiene la suerte de conocer a una chica vestida de maid que reparte panfletos del maid café en el que trabaja. Esa chica (que no vuelve a salir), le presta un traje de maid y le enseña a repartir los panfletos de modo que los transeúntes los cojan.
Pronto, cómo no, la cafetería se llena de clientela y, aunque rehacio al principio, el chico decide convertirla en un maid café. Poco a poco, entre los dos van fichando a más chicas para aumentar la plantilla de maids y, entre todas, vivirán “grandes aventuras” (nótense las comillas y léanse con tono irónico). Como he dicho antes, el manga no es la octava maravilla del mundo pero se deja leer. Su principal atractivo es que su autora, que firma con el seudónimo S.A.A., fue maid en su tiempo y retrata fidedignamente el día a día de las maid, lo que lo hace una lectura interesante. Las historietas en sí son regularcillas pero entretenidas.

Kaze to ki no uta (Poema del viento y los árboles)

Thursday, May 22nd, 2008
  • Título: 風と木の詩 -Kaze to ki no uta- (Poema del viento y los árboles)
  • Autor: Keiko Takemiya
  • Editorial: Shôgakukan
  • Revista: Shôjo Comics
  • Años publicación: 1976-1982
  • Clasificación: shôjo, shônen-ai
  • Tomos: 17

Aunque no dé muchas muestras de ello en el blog, sigo investigando la historia del shôjo manga y tratando de leer algunas de sus historias más representativas. Es un proceso lento y al cual no puedo dedicar mucho tiempo, pero la verdad es que estoy bastante contento con lo mucho que estoy aprendiendo. Últimamente me ha dado por introducirme un poco más en el llamado “Grupo del 24”, concretamente en las mangaka del “Oizumi Salon”, y más concretamente en las líderes indiscutibles del período, Keiko Takemiya y Moto Hagio. Curiosamente, Takemiya es la primera autora que tiene el privilegio de tener más de una obra comentada en este humilde blog, ya que en su momento ya comenté Tera e…
Como ya decía en la reseña de Tera e…, el apodo “Grupo del 24” (24-nen gumi) se aplica a una serie de dibujantes de manga que nacieron en el año 24 de Shôwa (1949) o alrededores, y que básicamente revolucionaron el shôjo manga en los años 70. Hasta ese momento, el shôjo había sido básicamente un subgénero del manga bastante marginal y plano, con historias pueriles y poco elaboradas, destinadas a entretener a las niñas. Historias de chicas desafortunadas, huérfanas, con inmaculados amoríos, suspiros, príncipes azules y estas cosas.
El “Grupo del 24” entró como un elefante en una cacharrería en este panorama y presentó historias muchísimo más elaboradas, con mucho cuerpo, que pusieron al manga para chicas al mismo nivel que los demás géneros del manga, con verdaderos culebrones exquisitamente realizados que supusieron una revolución, gracias a la cual el shôjo manga actual existe tal como es ahora. Se podría decir que lo que Osamu Tezuka fue para el shônen (o para el manga en general) o Sanpei Shirato para el seinen lo fueron las mujeres del Grupo del 24 para el shôjo. Entre las mangaka incluidas en este grupo tenemos por ejemplo a Riyoko Ikeda (La rosa de Versalles, La ventana de Orfeo…), Moto Hagio, Keiko Takemiya o Ryôko Yamagishi, por nombrar a las más famosillas.
En cuanto al Oizumi Salon, es el apodo de un apartamento en la zona de Oizumi, en Tokio, donde compartieron piso Hagio y Takemiya durante un par de años y donde acabaron reuniéndose muchas de las mangaka de la nueva generación, en un caso similar al del famoso Tokiwa-sô de los años 50, donde convivieron Osamu Tezuka, Fujiko Fujio, Shôtarô Ishinomori, Fujio Akatsuka, Jirô Tsunoda, etc.
Como decía, últimamente estoy profundizando en la obra de Keiko Takemiya y de Moto Hagio, y más concretamente estoy haciendo lo que se podría llamar “arqueología del shônen-ai“. Efectivamente, tanto Takemiya como Hagio fueron las pioneras a la hora de utilizar el amor homosexual entre chicos como tema en sus obras. Supongo que ni en sueños se habrían imaginado que sus historias de atormentados chicos guapos en internados de Francia o Alemania generarían un fenómeno tan increíble como es el del yaoi en general, el dôjinshi yaoi, el boy’s love y todo esto capaz de llenar dos comikets al año con miles y miles de personas y generar tantos cientos de miles de fanzines al año.

Un culebrón bastante heavy… ¿Se liarán Serge y Gilbert?

Dos obras se cuentan como las pioneras del yaoi. Normalmente se habla de 11 gatsu no Gymnasium, de Moto Hagio, como la primera obra shônen-ai, y de Kaze to ki no uta como la que realmente triunfó y generó el boom. Investigando un poco más a fondo, he podido averiguar que 11 gatsu no Gymnasium (Instituto en noviembre, 1971) fue un spin-off de una idea original de Hagio que no pudo publicar hasta 1975, Thomas no Shinzô (El corazón de Thomas). Así, tenemos un total de tres obras pioneras. Tengo las tres, pero de momento solo he podido leer 11 gatsu y Kaze (Thomas lo tengo pendiente). En cualquier caso, 11 gatsu es solo una historia corta de menos de 50 páginas y, a mi entender, solo se puede considerar shônen-ai en el sentido de que sale un conato de beso y poca cosa más. Realmente dista mucho de ser shônen-ai, aunque tiene algunas pinceladas que apuntan en esa dirección. Más que shônen-ai, con 11 gatsu estamos ante un “proto-shônen-ai“.
Lo que es muy curioso es que las tres obras se parecen muchísimo en el sentido de que están ambientadas en internados europeos “de época”. Entiendo la relación entre 11 gatsu y Thomas en el sentido de que son obras hermanas que comparten los mismos personajes, pero lo de Kaze me escama y me hace sospechar que Takemiya le “copió” un poco la idea a Hagio y la hizo suya. Recordemos que ambas autoras fueron compañeras de piso durante dos años, entre 1970 y 1972, así que inevitablemente sus obras de aquella época por fuerza tenían que estar en la misma onda. Aunque, la verdad, si abres lado a lado Thomas y Kaze, ambas obras se parecen un montón en lo que se refiere al estilo de dibujo, ambientación, manera de disponer las viñetas en la página, etc. Como digo, tengo pendiente de leer Thomas, pero me da la sensación de que será muy parecido a Kaze.
En cualquier caso, para bien o para mal, la obra que se hizo famosa y que consiguió el mayor éxito fue Kaze to ki no uta, con lo cual los méritos de Moto Hagio han quedado bastante en un segundo plano. ¿Y de qué va Kaze? Está ambientado en un internado francés solo de chicos a finales del siglo XIX y empieza con la llegada al mismo de Serge, hijo de la relación nunca aprobada entre un noble francés y una bella mujer gitana. Así, los rasgos de Serge son regios y bien esculpidos, como los de su padre, pero su pelo es negro y su piel oscura, como la de su madre. La combinación resulta en una extraña belleza exótica, aunque las raíces gitanas de su madre provocan que muchos de los chicos del internado tengan prejuicios con él, que rayan en la xenofobia.
En el internado solo existe una cama libre, con lo cual Serge acaba compartiendo habitación con Gilbert, un chico rubio, muy guapo, de facciones angelicales pero con un carácter retorcido a más no poder y que usa su cuerpo para ganarse favores o bien, directamente, maltratar psicológicamente a los demás. De hecho, el cómic empieza bastante fuerte, con una escena en la que se nos muestra a Gilbert en la cama con un chico de un curso superior, ambos desnudos. Suena el timbre y Gilbert sale rápidamente de la cama, saliendo al pasillo a medio vestir, lo que escandaliza a todos. Poco después, el director del internado lo llama a su despacho, se supone que para meterle bronca, aunque cuando se quedan solos, ambos se besan… El inicio es bastante impactante incluso visto hoy, más de 30 años después; y el desarrollo del manga no se queda atrás en lo que a crudeza se refiere. Por cierto, consultando la Wikipedia en inglés respecto a esta obra, he visto esta frase que sinceramente me ha parecido genial para ilustrar lo crudo que es este manga, así que la traduzco tal cual: El argumento presenta temas de prejuicio de clases, racismo, homofobia, homosexualidad, incesto, pedofilia, violación, prostitución y drogadicción. ¡Casi ná!
El manga se desarrolla como ya podéis imaginar: en medio de conspiraciones, torturas mentales, relaciones homosexuales, etc. Un culebrón bastante impresionante y muy bien realizado en el que la pregunta que permanentemente acosa al lector es “¿se acabarán liando el serio y diligente Serge y el pequeño diablo Gilbert?” Ahora, después de leerla (aunque parcialmente), entiendo muy bien el fenómeno que suscitó esta obra (y seguramente no se ganó el favor de los padres de las niñas que la leían) ya que, aparte de este argumento tan enrevesado, tiene un dibujo atractivo y un lirismo muy bien utilizado.

Tonari no yaoi-chan (La friki de al lado)

Wednesday, April 30th, 2008
  • Título: となりの801ちゃん –Tonari no yaoi-chan – (La friki de al lado)
  • Autor: Jin (manga) / Ajiko Kojima (historia original)
  • Editorial: Kôdansha
  • Revista: Bessatsu Friend
  • Años publicación: 2007-?
  • Clasificación: shôjo, humor
  • Tomos: 1 (en curso)

Todo empezó con un blog. Ajiko Kojima descubrió un día que la chica con la que estaba saliendo era una fujoshi (luego pongo una explicación) y decidió “documentar” su relación en forma de tiras humorísticas en su blog. Para hacerlo, usó la imagen de un bicho llamado Yaoi-chan, que curiosamente es la mascota de una calle comercial de Kioto llamada Misonobashi 801 Shôtengai. Resulta que los números 801 pueden leerse “creativamente” como “yaoi” (los japoneses hacen mucho esto de dar pronunciaciones a los números en forma de palabras, a veces de forma muy peregrina, como en Keroro con 723 (Natsumi) o 556 (Kogoro)). Claro está, imagino que la gente de esa calle comercial no conocía acepción friki de la palabra “yaoi”, o bien no les importaba, así que decidieron ponerle a su mascota el nombre de Yaoi-chan, en honor al número que les define (porque la calle mide 800 metros y el 1 representa la expansión al futuro, dicen). Al poco, el nombre y la imagen de la mascota se propagó por Internet y acabó convirtiéndose en una especie de insignia para las fujoshi.
En cuanto a la palabra fujoshi, escrita 婦女子, es una palabra normal japonesa que significa “mujer” o “mujeres y niños”. Lo único es que en este caso han cambiado el primer kanji, leído “fu”. En vez de 婦 han puesto 腐 (que también se lee “fu”), formando la palabra 腐女子, que aunque se pronuncia igual significa literalmente “chica 女子 podrida 腐”. Así, esta palabra se utiliza actualmente (en círculos otaku) para designar a la “chica otaku enganchada principalmente a los dôjinshi yaoi y que acaba montando en su cabeza relaciones homosexuales imaginarias con casi todo lo que lee o ve”. Las fujoshi son fácilmente discernibles, sobre todo en los Comiket o en el área llamada “Otome Road” de Ikebukuro, porque suelen ir con maletitas de ruedas tipo trolley en los que transportan todo el material que van a vender (si son dibujantes) o que han comprado (si son consumidoras).
Siguiendo con la historia, Ajiko Kojima decidió usar la mascota “Yaoi-chan” para representar a su novia y la usó para expresar, de forma humorística, todo tipo de situaciones que les ocurrían a los dos, presentando las tiras en su blog. Después del gran éxito de Densha Otoko, parece que los “otaku dramas” están de moda en Japón, así que no me sorprende que esta iniciativa también obtuviera un gran éxito. De momento ya hay publicados dos libros que recopilan las tiras del blog y que se han convertido en auténticos best-sellers.
La friki y su amigo de la infancia

La editorial Kôdansha no tardó en reaccionar y, al poco, empezó la publicación de un manga enfocado al público femenino en la revista Bessatsu Friend, que es justamente el que reseño en esta ocasión. El manga no tiene (creo) ninguna relación con las tiras originales de Kojima, más que el hecho de que la protagonista se “transforma” en Yaoi-chan en los momentos de frikismo extremo de tipo moe. Más que transformarse, da a entender que ese bichejo es el auténtico aspecto de Rei, la protagonista, solo que está escondido dentro de un cuerpo humano y aparece (abriendo una cremallera que tiene en la espalda) en los momentos más frikis.
El manga cuenta la historia de Rei Hoshino, una típica fujoshi que no piensa más que en los manga y que ve yaoi por todas partes. Además, como no puede ser de otra manera, es dôjinshera de pro y se pasa el rato pensando y trabajando en ideas para los fanzines que pondrá a la venta en la próxima convención. Al principio de la historia, nos la presentan como una friki rematada, poco agraciada físicamente, con varios kilos de más, y con un desdén total por los estudios. Pero un buen día se topa con un guapo chico por la calle que le roba el corazón. Inmediatamente, se enamora de él y se lo imagina en todo tipo de situaciones yaoi… Y decide que 1) quiere ir al instituto al que va el chico en cuestión, que da la casualidad que tiene una nota de corte muy elevada y 2) que quiere cuidar su aspecto para estar guapa para él. Ni corta ni perezosa, solicita la ayuda de su amigo del alma Shôtarô Kamiyu (otro guaperas con gafas, toma tópico) y, por arte de birlibirloque, unas páginas más tarde la encontramos en plan “chica monísima” y habiendo conseguido su objetivo de entrar al instituto Jion. En el instituto, empezará con bastante buen pie, pero una de sus compañeras, rival en el amor, descubre que es una fujoshi y tratará de ponerla en evidencia…
Entrando ya en la valoración del manga, me ha parecido un manga muy divertido, pero ciertamente tiene una temática de esas típicas que, si estás en el mundillo y pillas las múltiples ironías y, cómo no, inevitables referencias a Gundam, lo encuentras graciocísimo. Pero si no llevas cierto tiempo en esto del manga y sus tendencias (yaoi, moe, etc.) no te va arrancar ni una sonrisa. Debo confesar que no acabo de entender la gracia del yaoi y se me escapa bastante qué atractivo puede tener hacer y leer dôjinshis en los que los personajes de mangas famosos se lían entre sí. Pero conozco este mundillo hasta cierto punto: he estado en el Comiket, en Otome Road, en Mandarake y en Toranoana y he visto a las fujoshi en acción, aparte de haber hablado con alguna. Por lo tanto, conozco un poco sus manías, sobre todo la de empeñarse en imaginar relaciones homosexuales por todas partes, tanto dentro de mangas o animes como en la vida real, y por lo tanto este manga me ha hecho muchísima gracia.
Ahora, la pregunta es… ¿Veremos este título en España? Y no me atrevo a contestarla. Por un lado, la temática es bastante arriesgada y el grado de conocimiento que se tiene en España sobre este mundillo es relativamente bajo, por lo que a priori solo podría aspirar a ventas bajas. Pero por otro lado, es muy divertido… Si en su momento pudimos leer el manga de Densha Otoko (titulado aquí Otaku in Love), ¿por qué no este Tonari no 801-chan? Igual alguna editorial se arriesga a ver si suena la flauta. Ya veremos.

Parfait Tic

Thursday, April 10th, 2008
  • Título: パフェちっく -Parfait Tic-
  • Autor: Nagamu Nanaji
  • Editorial: Shûeisha
  • Revista: Margaret
  • Años publicación: 2000-07
  • Clasificación: Shôjo
  • Tomos: 22 (completa)

Hace unas semanas, la casualidad quiso que hablara de Lovely Complex, un manga shôjo, en este mismo blog y que, escasas horas después, se anunciara la licencia del mismo por parte de Planeta deAgostini. Fue pura casualidad, por supuesto (no hace falta recordaros el primer post de presentación de este blog, ¿verdad?), pero a ver si con esta entrada ocurre el mismo fenómeno. ^_^
En cualquier caso, Parfait Tic es otro de esos shôjo que parece rarísimo que todavía no se hayan licenciado y editado en España. Hay unos cuantos de éstos, siendo Lovely Complex (hasta hace pocos meses) y este Parfait Tic los casos más flagrantes, así que no sería de extrañar que alguna editorial anunciara su licencia en las próximas semanas o meses.
Sólo he leído el primer tomo y no tengo una opinión muy sólida formada de este título, pero sinceramente no me ha parecido nada del otro mundo.
Fuuko es una chica muy alegre y dicharachara que vive en una comunidad llamada Sweet Heights. Un día, se mudan a la comunidad, justo al piso de arriba del de Fuuko, un par de chicos de su misma edad que resultan ser primos. Los dos, cómo no, son muy guapos, pero radicalmente distintos. Daiya es el chico alegre y despreocupado, pero también ligón; mientras que Ichi es callado y, en un primer momento, da la sensación de ser muy borde.
En este primer tomo apenas da tiempo a que se nos presenten los personajes y se empiece a definir el triángulo amoroso con bastantes toques de comedia que probablemente se desarrollará en los siguientes 21 tomos hasta llegar al final. Imagino que la autora, Nagamu Nanaji, ha creado una historia muy bien ligada y capaz de enganchar al lector más allá del primer tomo, porque si no no se hubiese desarrollado durante 22 volúmenes ni hubiese cosechado tanto éxito en Japón. Probablemente, éste es de los manga cuyo primer tomo no engancha pero que luego se desarrolla bien. A mí me pasó con Bleach: el primer tomo me pareció infumable en su momento (y me sigue pareciendo regularcillo tirando a malo) y no quise leer más allá. Pero luego, cuando tuvimos que empezar a traducirlo (por partida triple, además: manga español, manga catalán y, anime), tuve que leerlo por fuerza y ahora estoy enganchado a la historia.
Fuuko, Ichi (el rubio) y Daiya (el moreno que se ve al fondo)

El título no sé muy bien a qué se refiere. Un “parfait” (パフェ) es un postre muy conocido en Japón, el sueño de cualquier amante de los dulces: una copa con trozos de fruta, helado y chocolate. Mientras que el sufijo -tic viene a ser supongo una marca de adverbio proveniente del inglés (tipo “fantastic”, “prophetic” o “heroic”). Así que imagino que si lo tradujéramos a lo cutre sería algo como “copadeheladástico”. Cierta relación tiene con el nombre de la comunidad, Sweet Heights (Altos de los Dulces), pero aparte de esto, ignoro a qué exactamente viene el título.
Una cosa que me ha llamado la atención ha sido el detalle y el carácter que la autora ha querido darle al pelo de la protagonista, Fuuko. Así como otras autoras como Ai Yazawa se centran sobre todo en los vestidos y la ropa de sus personajes, parece que a Nanaji le gustan los peinados, porque no para de dibujar a Fuuko con el pelo modelado de todo tipo de maneras, a cuál más complicada. Ciertamente, no tiene que ser fácil y tiene mucho mérito.
Una última curiosidad sobre este título es que, a pesar del éxito que tuvo en Japón, nunca se ha hecho una serie de anime, ni una serie de imagen real, una película ni nada. Lo único que existe es un “drama CD”, es decir, un CD en el que varios actores de voz se meten en el papel de los personajes y actúan solamente con su voz (para los profanos, sabed que es un producto derivado bastante común en el shôjo manga, por muy friki que parezca).