El blog de Marc Bernabé

Blazer Drive

Monday, November 10th, 2008
  • Título: Blazer Drive
  • Autor: Seishi Kishimoto
  • Editorial: Kôdansha
  • Revista: Shônen Rival
  • Años publicación: 2008-?
  • Clasificación: shônen
  • Tomos: 1 (en curso)

Blazer Drive es la nueva serie de Seishi “el hermanísimo” Kishimoto, es decir, el hermano gemelo de Masashi Kishimoto, autor de Naruto. Después de terminar su anterior obra 666 Satan, Kishimoto se ha embarcado en la creación de este nuevo manga y videojuego (ha diseñado los personajes del videojuego de Sega del mismo título y a partir de ellos ha hecho este manga) en la novísima revista Shônen Rival de Kôdansha, que inició su andadura allá por abril de 2008.
El manga nos presenta un mundo en un futuro no muy lejano, en el que existen unas pegatinas (llamadas mysticker -supongo que es una contracción de mysterious sticker o mystic sticker, o sea “pegatina misteriosa” o “pegatina mística”) que sirven más o menos para cualquier cosa. Por ejemplo, si pegas una pegatina de electricidad en un electrodoméstico, ese electrodoméstico se pondrá en marcha; si pegas una de calor en la base de una tetera o una olla, el agua que haya dentro se pondrá a hervir, etcétera. Ni que decir tiene que estas pegatinas no son aptas para consumo humano: es decir, si te las pegas en la piel, lo más seguro es que te hagan un daño tremendo y termines en el hospital con quemaduras de tercer grado.
Sin embargo, dice la leyenda urbana que hay unos pocos individuos que tienen la facultad de no solo no ser afectados por la acción de las pegatinas si se las pegan en la piel, sino de poder aprovechar sus facultades. Estos individuos, de cuya existencia duda todo el mundo, son llamados “Blazer Drive”. Así, por ejemplo, si un Blazer Drive se pega una pegatina de calor, podrá lanzar bolas de fuego por las manos.
En fin, la historia nos cuenta las aventuras de Daichi, un chaval que al principio de la obra se hace pasar por Blazer Drive sin que sepa que realmente lo es. Hasta el momento, pensaba que los Blazer Drive no existían, pero las circunstancias hacen que se tope con uno, que se carga a su hermano (ojo, no son spoilers, todo esto ocurre en las primeras páginas). Antes de morir, su hermano le revela que él también es un Blazer Drive y que debe luchar contra los malos malosos: para ello, le da una pegatina de electricidad muy poco común (existen pegatinas comunes, y “raras”). En fin, el poder oculto de Daichi se despierta y tendrá que luchar contra los malos con la ayuda de Kuroki, un colega de su difunto hermano que se ofrece a enseñarle a usar el poder de las pegatinas.

¡Hazte con todas (las pegatinas)!

Y así empieza toda una aventura con mucha acción, muchas luchas, y mucha búsqueda de pegatinas misteriosas, a cuál más potente y molongui. ¿Francamente? Me aburrí muchísimo leyendo este tomo. Es cierto que el dibujo está muy bien, Seishi ha evolucionado mucho su dibujo y ya no se parece tanto al de su hermano y es francamente atractivo, al nivel de los mejores dibujantes de shônen de la actualidad. Pero el rollo tan visto ya de las peleas y del “hazte con todos” me parece soporífero.
Todo el tema de las pegatinas, además, huele demasiado a operación de marketing, ya que si el manga y el videojuego se venden bien, obviamente todos los diseños de pegatinas que se han creado para ambas cosas se fabricarán en la realidad. Si la jugada les sale bien a Sega, Kôdansha y Kishimoto, pueden llegar a forrarse con las pegatinitas de marras. Esto no quita que sea un título muy atractivo por su dibujo moderno y dinámico, su temática trepidante y también el componente “tie up” con el videojuego. No sé si el videojuego llegará a Europa o no, pero el manga no me cabe duda de que acabará siendo publicado tarde o temprano por estos lares, porque tiene todos los números para venderse bastante bien aquí. Aunque, como he dicho antes, me ha aburrido al mismo nivel que me aburrió AirGear, que más o menos tiene un dibujo similiar y una temática y un desarrollo de la historia -en el que prima la acción por encima de todo- también muy parecidos.

Circuit no ôkami (El lobo del circuito)

Thursday, November 6th, 2008
  • Título: サーキットの狼 -Circuit no ôkami- (El lobo del circuito)
  • Autor: Satoshi Ikezawa
  • Editorial: Shûeisha
  • Revista: Shônen Jump
  • Años publicación: 1975-79
  • Clasificación: shônen, carreras
  • Tomos: 27

¡Por fin se ha acabado el dichoso octubre, madre mía! El Salón fue estupendamente, aunque muy ocupado debido a que todos los medios del país quisieron entrevistar a Kaiji Kawaguchi (acabé agotado, pero muy contento porque, aunque sea con la excusa de las elecciones americanas, el manga ha tenido un papel muy importante en los medios estos días) y la conferencia de ayer sobre Tezuka también fue muy bien, ¡gracias a los que vinisteis!
Ahora espero poder dedicarme más a este blog, que ganas no me faltan. Y qué mejor para reanudarlo que con un manga “viejuno” de estos que tanto me gustan. Como ya sabéis, hay muchos japoneses a los que les fascina el mundo del motor, y no es para menos, ya que solo con las marcas de fama mundial que tienen (Toyota, Honda, Yamaha, Kawasaki…) lo raro sería que no hubiese japoneses totalmente pirados por los coches o las motos. Aun así, y aunque en motociclismo ha habido grandes pilotos japoneses que han sido campeones del mundo, en Fórmula 1 los pilotos japoneses no suelen tener tanta suerte.
En cualquier caso, en Japón existe un porcentaje muy alto de coches superdeportivos que probablemente solo es superado por Italia, el país de los superdeportivos por antonomasia. No en vano, Ferrari, Lamborghini, Lotus, Maseratti, Porsche y otras marcas por el estilo tienen en sus listas de clientes a muchos japoneses. Pero esto fue básicamente durante los años 80, cuando el japonés medio tenía un poder adquisitivo apabullante comparado con el resto del mundo debido a la enorme burbuja económica, y cuando cualquier japonés se gastaba auténticos dinerales en objetos de lujo. Esto actualmente ya no ocurre tanto debido a que la economía japonesa se ha puesto en el lugar que le corresponde, aunque no hay que olvidar que, como uno de los países con más renta por cápita del mundo, el poder adquisitivo de los japoneses sigue siendo muy alto comparado con otros países. Todo esto lo explico para justificar que un antiguo compañero de trabajo mío en el Ayuntamiento de Yokohama, que por aquel entonces debía de andar por los 30-32 años y acababa de ser padre, tenía ni más ni menos que un Toyota antiguo superdeportivo (no recuerdo el modelo, pero era un coche precioso) y otro de mis compañeros era (sigue siendo) un fanático de las carreras que se gasta un dineral en ser miembro de un equipo de carreras y participar en varios torneos. Y ojo, los dos son funcionarios y tienen un sueldo normal y corriente. Lo que pasa es que, en general, los japoneses viven para su trabajo y simplemente pasan tantas horas en la oficina que no tienen tiempo para gastarse el dinero en ocio, con lo que consiguen ahorrar muchísimo. Así, algunos pueden permitirse el capricho de comprarse un cochazo.
En fin, toda esta introducción es de nuevo para demostrar el poder del manga en la sociedad japonesa, y es que la raíz de gran parte de este fetichismo por los coches se puede encontrar, de nuevo, en un manga. Capitán Tsubasa (Oliver y Benji) fue el inicio del boom del fútbol, con el que se crió toda una generación que consiguió clasificar a Japón por primera vez para la fase final de un Mundial de fútbol (en Francia ’98) y luego lo revalidó en Alemania ’06 (en Corea-Japón ’02 se clasificó directamente por ser anfitrión); debido a Attack Nº 1 y Attacker You (Juana y Sergio) los equipos femenino y masculino de voleibol consiguen siempre estar en los primeros puestos en las olimpiadas; y últimamente Prince of Tennisha generado un gran boom del tenis que seguramente generará dentro de pocos años a grandes jugadores de nivel mundial.

¡Carreras de supercoches en medio de Tokio!

Pues este Circuit no Ôkami (El lobo del circuito) consiguió, en los años 70, consolidar y extender inimaginablemente la fiebre por los coches superdeportivos, hasta el punto de que los lectores de aquella época, cuando crecieron y pudieron ahorrar un poco, intentaban conseguir uno de esos (así se explica mejor por qué desde finales de los 80 y durante todos los 90 se vendieron tantos Ferraris, Maserattis y Lamborghinis en Japón).
¿Pero de qué va este manga? Pues es simple y llanamente un cómic de aventuras automovilísticas que nos narra las peripecias de Yûya Fubuki, un chaval de sangre caliente que tiene un Lotus Europa y que, en vez de formar parte de una de las bandas de tíos gamberros con supercoches que hay por ahí, prefiere ir en solitario (la figura del “lobo” en Japón se asocia mucho a la idea de “soledad” o “individualismo”). En el capó de su Lotus hay marcadas varias estrellas, una para cada uno de los rivales a los que ha derrotado en carreras ilegales por carrereteras de montaña o ciudad. Pero tiene un problema y es que el Lotus Europa, pese a ser un gran coche, no tiene la potencia de otros bólidos de la época como el Porsche Carrera RS, el Lamborghini Miura, el Ferrari Dino o el Toyota 2000GT (todos estos coches salen “con nombres y apellidos” en el manga) así que tiene que suplir su falta de potencia con técnica al volante, así como aprovechando la única gran ventaja que tiene el Lotus respecto a los demás: su tremendo agarre en las curvas.
Así, el manga se desarrolla presentándonos piques entre Yûya y otros rivales, como Sakon Hayase, líder de los “Corredores Nazis” (llevan cruces gamadas pintadas en los Porsches XDD). Por en medio, también aparecerá la típica chica, que también resulta ser el líder de una banda de chicas moteras muy chungas, y el típico personaje “mentor”, que es el novio de la hermana de Yûya, un piloto profesional.
La gracia de este manga respecto a otros manga de carreras que hubo anteriormente (Mach no GoGoGo, básicamente) es que aquí todos los coches que salen son reales. De hecho, se ve que su autor, Satoshi Ikezawa (página oficial), es él mismo un auténtico friki de los coches y muchos de los que salen en las páginas del manga o bien los había tenido o bien eran coches de sus compañeros de correrías, que a menudo le pedían que dibujara a sus bólidos en las páginas del manga. Además, se dan muchos datos de los coches (potencia, cilindrada, peso, etc.) y también se explican muchos conceptos automovilísticos, bien a través de la boca de los personajes, bien a través de notas a pie de página. Todo esto hizo que Circuit no ôkami se convirtiera en un manga de culto y contribuyó mucho al fenómeno de conseguir que una revista shônen como la Shônen Jump, que hasta ese momento estaba básicamente enfocada a niños y pre-adolescentes, fuera leída por un estrato de público mucho mayor (un fenómeno que sigue hoy en día, cuando gente que ya ha entrado en la treintena sigue leyendo la Jump). Los niños quedaban fascinados por las aventuras de Yûya y soñaban con poder conducir un día uno de esos bólidos y los mayores soñaban con comprarse uno para ellos.
El dibujo en sí, al menos en el primer tomo, es bastante típico de su época, lo que equivale a decir que actualmente se ve muy anticuado. Eso sí, la historia se desarrolla con mucha rapidez, lo que lo convierte en un manga trepidante y francamente me lo pasé muy bien leyéndolo. La edición original consta de 27 tomos, pero a lo largo de los años ha habido reediciones recopiladas en 19, 10, 4 y 3 tomos respectivamente (las de 4 y 3 tomos o bien tienen un porrón de páginas por tomo, o bien se publicaron parcialmente, no lo sé). Como curiosidad, decir que existe una segunda parte, Circuit no ôkami 2 – Modena no ken (La espada de Módena), que se publicó en la revista Playboy (al igual que la misma revista rescató Kinnikuman para hacer una segunda parte muy exitosa) y consta de 25 tomos.
Por cierto, ¿soy el único a quien esta historia le recuerda mucho a la de Initial D? Si es que en el mundo del manga se van repitiendo temáticas…

Tokkô no shima (La isla de los kamikaze)

Monday, May 26th, 2008
  • Título: 特攻の島 -Tokkô no shima- (La isla de los kamikaze)
  • Autor: Shyuho Sato
  • Editorial: Kôbunsha
  • Revista: Manga Times
  • Años publicación: 2004-?
  • Clasificación: seinen, bélico
  • Tomos: 1 (en curso)

Esta semana no tengo mucho tiempo que dedicarle al blog, así que de momento, para quitarme el “mono” de escribir (esto del blog engancha), me dedicaré a hacer reseñas cortitas sin relevencia histórica (que tiendo a meter unos rollos de órdago cuando hablo de obras o de autores que dejaron huella ^_^). Espero poder recuperar el ritmo pronto, pero los compromisos acucian y esta semana la tengo bastante ocupada.
El manga que comento en esta ocasión me llamó mucho la atención por ser del mismo autor que Say Hello to Black Jack (SHTBJ), un manga médico que me encanta y que he tenido el placer de traducir. En este caso, Shyuho Sato se desmarca del tema médico y nos sorprende con Tokkô no shima, una obra que narra la tragedia de un soldado japonés en la II Guerra Mundial al que ordenan hacer de kamikaze.
特攻 tokkô o 特攻隊 tokkôtai (literalmente “ataque especial” o “tropas de ataque especial”) era el nombre oficial para los kamikaze, soldados suicidas del ejército imperial japonés que se lanzaban con sus vehículos cargados de bombas sobre los barcos americanos con el objetivo de hundirlos. Cuando uno habla de tokkô (kamikaze) piensa inevitablemente en los aviones, pero lo que poca gente sabe es que también había kamikaze que se abalanzaban sobre el enemigo montados en pequeños submarinos llamados “kaiten“. Este manga narra las peripecias de una tropa en la isla en la que se formaron los pilotos suicidas de los kaiten, y se centra en la figura de un soldado perteneciente a esta tropa llamado Watanabe.
Para los que hayáis leído SHTBJ, el tal Watanabe es una fotocopia de el joven doctor Saitô, ni más ni menos. Se cuestiona la necesidad de realizar estos ataques suicidas, se interroga sobre el dolor que las muertes de sus compañeros y de él mismo causarán a sus familias, indaga en los sentimientos patrióticos de sus compañeros, etc. Y todo eso usando viñetas y situaciones muy similares a las del manga de médicos que ha lanzado a la fama a su autor, llenas de sentimiento, “pasión”, trascendentalidad y gritos desgarradores llenos de desafío. En fin, si no habéis leído SHTBJ quizás no entenderéis esta descripción, pero los que lo hayáis leído creo que captaréis muy bien la idea.

Tan trascendente o más que en SHTBJ:
Watanabe: Comandante… ¿Me permite una pregunta…? ¿No alberga usted dudas sobre el hecho de atacar con el “kaiten”…?
Comandante:No. No tiene sentido desarrollar armas que uno no pueda pilotar por sí mismo… 

Francamente, y aparte de las similaridades con la anterior obra de médicos (lo cual a mí me hizo gracia, pero a la vez me irritó porque vi que este autor no es capaz de cambiar de registro) el manga está muy bien. Narra una parte de la historia bélica japonesa, la de los submarinos suicidas, que es muy poco conocida, y además lo hace desde el punto de vista japonés (lamentablemente, la mayoría de la información que nos llega sobre la Guerra del Pacífico is “made in USA”, con todo lo que esto implica) y se centra mucho en los sentimientos, la búsqueda del porqué, etc. Es decir, que nos pinta a los soldados japoneses como personas, en vez de como máquinas que no piensan y son capaces de suicidarse por su patria porque se lo ordena su superior.
Lo que me escama es que este manga parece haber sido cancelado en Japón, puesto que solo existe un tomo a la venta y en ninguna parte he visto que Shyuho Sato esté continuándolo ni nada. Espero que no lo corte, porque realmente me gustaría mucho saber cómo sigue la historia, porque aparte de ser entretenida, se aprende mucho. ¿Sabíais que los submarinos “kaiten” carecían de escotillas, visores y de todo? Es decir, que los que los pilotaban debían guiarse por cartas marinas, brújulas y cálculos en plan “si he avanzado a tal velocidad durante tanto tiempo, entonces he recorrido tantas millas”. Es decir, que ya de por sí había altas posibilidades de acabar chocando con algún escollo y hundiéndose antes de poder siquiera acercarse al barco enemigo… Un porcentaje espantoso de misiones de “kaiten” acabaron en fracaso y en la muerte de sus tripulantes. Morir hundiendo un barco enemigo podía ser hasta cierto punto aceptable; morir inútilmente chocando contra un arrecife tenía que ser patético, inútil y todo lo que se os ocurra…
Una curiosidad que no deja de escamarme: fijaos en la cubierta del tomo. El nombre del protagonista bordado en el traje, 渡辺, aparece al revés, como si se estuviera viendo en un espejo (las letras están al revés y además aparecen en la parte derecha del pecho, cuando en el interior del manga aparecen a la izquierda y escritas correctamente). No puedo dejar de preguntarme si es un error del diseñador o qué, es que es rarísimo. Aunque dudo que sea un error, ya que las editoriales japonesas suelen ser muy pejigueras con estas cosas…

Ashita no Joe (Joe del mañana)

Thursday, April 24th, 2008
  • Título: あしたのジョー –Ashita no Joe- (Joe del mañana)
  • Autor: Asao Takamori (guión) / Tetsuya Chiba (dibujo)
  • Editorial: Kôdansha
  • Revista: Shônen Magazine
  • Años publicación: 1968-1973
  • Clasificación: shônen, deportivo (spokon)
  • Tomos: 20

Mientras todavía duraba la serialización de Kyojin no Hoshi, al guionista Asaki Takamori le entró una especie de fiebre creativa y, entre los años 1966 y 1973, realizó con distintos seudónimos el guión de tres series que entrarían en la historia del manganime por la puerta grande. Primero, la propia Kyojin no Hoshi (1966-1971, firmando como “Ikki Kajiwara”), después Tiger Mask (1968-1971, también como “Ikki Kajiwara”) y finalmente Ashita no Joe (1968-1973, como “Asao Takamori”). Por supuesto, estas no fueron las únicas series que guionizó durante su carrera, truncada en 1987 a la prematura edad de 50 años, pero sí fueron de largo las más famosas.
Si Kyojin no Hoshi se convirtió en un fenómeno en el Japón de finales de los 60, Ashita no Joe (Joe del mañana) fue ya el no va más. Su popularidad fue tal que, por ejemplo, tras la muerte en el tomo 8 de Tooru Rikiishi, el carismático rival de Joe caído en el ring tras una épica batalla contra el protagonista, se celebró en las oficinas de la editorial Kôdansha el que de momento es el único funeral celebrado jamás para un personaje de manganime. Un funeral de verdad, se entiende, con sacerdote budista y toda la parafernalia asociada a los sepelios en Japón. Incluso también se dice que, en el primer caso de secuestro de un avión comercial en Japón, por parte del grupo terrorista del Ejército Rojo japonés, los secuestradores incluyeron en su comunicado reivindicativo la frase “Nosotros somos el Joe del mañana”.
Ashita no Joe narra la historia de Jô “Joe” Yabuki, un joven huérfano terriblemente conflictivo y antisocial que, un buen día, aparece por un pobrísimo barrio de chabolas de Tokio. Ahí, no tarda en meterse en una trifulca con el grupo local de gamberrillos, una pelea que presencia un viejo calvo y tuerto, con una prominente cicatriz en la cara y borracho hasta la médula, llamado Danpei Tange. Tange, ex boxeador que justo cuando estaba a punto de aspirar al título de campeón nacional se quedó tuerto en un combate y vio truncada su prometedora carrera, se prenda enseguida del joven Joe. En él, ve a un joven con madera para el boxeo, así que decide ponerle bajo su tutelaje y entrenarle. Pero Joe es más listo que el hambre, y el boxeo le importa un comino; por un lado, le dice a Tange que sí, que será su discípulo, pero a cambio deberá pagarle una cuota diaria para sus dietas. Así, Tange decide ponerse a trabajar en la construcción de carreteras durante la noche y gran parte del día, mientras en sus ratos libres entrena a Joe. Joe, por su parte, finge entrenar, pero en realidad, cuando Tange está fuera, se dedica a gastar el dinero que tanto le cuesta ganar a su tutor, jugándoselo al pachinko o bien inventándose timos para conseguir más dinero fácil.

Monumental paliza de Tange al rebelde Joe

Al final, Joe se inventa un timo tan grande que la policía no puede seguir pasando por alto sus fechorías, así que le detienen y le mandan a un reformatorio ante la desesperación de Tange, que ve como su sueño de convertir al salvaje Joe, tan propenso a meterse en peleas, en un boxeador legendario es cada vez más difícil. Pero no por ello abandonará, ya que decide mandarle a Joe una carta donde le explica algunos trucos del boxeo y le indica recomendaciones para entrenar. Su idea es seguir mandándole cartas para ir formándole desde la distancia. Esa primera carta empieza con la frase “Ashita no tame ni” (Para el día de mañana); y es precisamente esta frase la que da su título a la obra. Joe, como no podía ser de otra manera, hace trizas la carta pero luego, aburrido, decide recomponerla y leerla. Así, descubre que, si sigue las recomendaciones de Tange, puede depurar su técnica, lo que le permite obtener una cierta ventaja sobre los demás reclusos del reformatorio. Uno de ellos, el enorme Nishi, que al principio era el jefe de unos presos que sometieron a Joe a una serie de terribles torturas, acaba siendo vencido por Joe y finalmente se convierte en su fiel compañero.
A partir de aquí, empieza la carrera de Joe en el mundo del boxeo, donde tendrá que hacer frente a varios rivales como al terrible Tooru Rikiishi, o al fortísimo “último rival”, el mexicano José Mendoza, contra el que protagonizará un épico combate con terribles consecuencias. NO LEAS LO SIGUIENTE SI NO QUIERES SABER CÓMO ACABA LA HISTORIA. De hecho, la celebérrima última viñeta de la historia nos presenta a un Joe sentado en el rincón del ring, muerto tras quedar totalmente agotado por el terrible combate contra Mendoza, que, pese a conseguir in extremis la victoria por puntos, se ha quedado con el pelo blanco debido al tremendo desgaste físico. Este trágico y tan atípico final, en el que el protagonista no solo pierde el último combate, sino que además muere, supuso un verdadero shock para los lectores japoneses, que sin embargo no pidieron un funeral para Joe, repitiendo lo que se había hecho para su primer gran rival. FIN DEL SPOILER.
Francamente, es difícil no establecer paralelismos con Kyojin no Hoshi. Pese a que ambos protagonistas son diferentes (Hyûma es voluntarioso y obediente, mientras que Joe se hace el remolón y es un gamberro empedernido), el entorno es bastante similar, sobre todo en lo referente a la lentitud del avance de la historia y en los personajes que hacen de “tutores”. En ambos manga, pese a ser de temática deportiva, se tarda mucho en llegar realmente a los partidos/combates, ya que los autores invierten muchas páginas (tomos enteros) en poner la base de la historia hasta que por fin los protagonistas pisan la arena del estadio de béisbol o la lona del ring. Pero precisamente este es uno de los secretos del gran éxito de ambos manga, ya que ponen al lector en situación y permiten encariñarse de los personajes y conocerles perfectamente cuando al fin debutan en sus respectivas especialidades deportivas. Por otra parte, el paralelismo entre el padre de Hyûma y el tutor de Joe es evidente: ambos son antiguos expertos en su materia deportiva que vieron su carrera truncada en el mejor momento, actualmente muy pobres, borrachos y totalmente descarriados, pero que reconducen su vida para ayudar a los prometedores jóvenes Hyûma y Joe, y trabajan en condiciones durísimas en la construcción para ayudarles. Finalmente, el personaje grandullón que primero es enemigo declarado del protagonista y luego se convierte en su mano derecha (Chûta Ban en Kyojin y Nishi en Ashita) es también un punto en común clarísimo.
Al igual que Kyojin, Ashita me ha gustado muchísimo y ha sido un gran placer leer este gran clásico del manga. Ambas obras son capitales en la historia del cómic japonés, primero por los fenómenos que suscitaron en la sociedad nipona (originando auténticas fiebres por el béisbol en general y los Giants en particular en el primer caso y por el boxeo en el segundo) y segundo por la enorme influencia que han tenido en las obras posteriores. Del mismo modo que ocurre con Kyojin, es muy complicado que veamos esta obra publicada en español al menos en un futuro a corto o medio plazo, pero espero que llegue el día en el que se creen las condiciones de mercado que permitan la publicación de estos grandes clásicos de publicación actualmente inviable.

Kyojin no hoshi (La estrella de los Giants)

Monday, April 21st, 2008
  • Título: 巨人の星 –Kyojin no Hoshi- (La estrella de los Giants)
  • Autor: Ikki Kajiwara (guión) / Noboru Kawasaki (dibujo)
  • Editorial: Kôdansha
  • Revista: Shônen Magazine
  • Años publicación: 1966-1971
  • Clasificación: shônen, deportivo (spokon)
  • Tomos: 19

Voy a dedicar dos entradas seguidas a las dos grandes series que originaron el boom del spokon y que marcaron un antes y un después muy pronunciado en la historia del manga: Kyojin no Hoshi y Ashita no Joe. Para los despistados, el “spokon” (abreviatura de スポーツ根性 sports konjô, o sea “tenacidad deportiva”) es un género de manga que se centra en las competiciones deportivas de cualquier tipo, poniendo siempre el esfuerzo, la tenacidad y el drama por delante de todo.
Es justo decir que antes de Kyojin y Ashita, por supuesto, hubo ya varios manga de deporte, lo que significa que no fueron los pioneros como tales. Pero sí consiguieron, con su éxito abrumador, marcar escuela e influir a todo lo que vendría después. Ikki Kajiwara (AKA Asao Takamori), el “inventor” de Kyojin, seguido de Tiger Mask (lucha libre de enmascarados) e inmediatamente después de Ashita, es el verdadero padre del género “spokon”, del cual beben directamente obras como Attack No. 1 (La panda de Julia), Ace o Nerae (Raqueta de Oro), Astro Kyûdan (Team Astro), Capitán Tsubasa, etc.
El título Kyojin no Hoshi se puede interpretar de dos maneras. Kyojin (literalmente “gigante”) es el término con el que los japoneses conocen a equipo de béisbol tokiota de los Yomiuri Giants, el más poderoso y laureado de la historia del béisbol japonés, conocido por tirar de talonario y fichar siempre a los jugadores más conocidos, convirtiéndose así en el favorito de la mayoría de los japoneses (con la honrada excepción del área de Osaka y cercanías, donde la fiebre por los Hanshin Tigers impide cualquier avance significativo de los Giants). Estableciendo un paralelismo fácil de comprender, los Giants son al béisbol japonés (el deporte rey en Japón) lo que el Real Madrid podría ser al fútbol español. Siguiendo con el nombre, “no” es partícula de posesivo (es decir “de”, “perteneciente a”); mientras que Hoshi significa “estrella”. Así, en una interpretación simple y literal, el título se traduciría por “La estrella de los Giants” –entendido tanto como “estrella” literal (ya que en la obra se menta varias veces a la “estrella de la constelación del gigante (Kyojin)” o a que “cuando muera, me convertiré en una estrella en la constelación del gigante”) como en su significado figurado de “jugador prominente”–. Hasta aquí todo bien. Lo que pasa es que el protagonista se llama Hyûma Hoshi, con lo que, en una tercera interpretación, el título podría traducirse perfectamente como “Hoshi de los Giants”.

El manga nos narra la historia de Hyûma Hoshi, un joven cuyo padre, Ittetsu, fue un prometedor jugador de béisbol que llegó a estar a punto de debutar con los Giants antes de la II Guerra Mundial. Sin embargo, al estallar la guerra le mandaron al frente, donde se lesionó el hombro, lo que finalmente le impidió debutar y tener una carrera estelar en el deporte rey de Japón. A partir de entonces, Ittetsu, muy pobre y viudo, vive con su hija Akiko y su hijo Hyûma en un barrio deprimido de la capital nipona, trabajando como jornalero en la construcción de carreteras. De carácter muy arisco y hostil, se pasa buena parte del día borracho e irascible. Sin embargo, los genes de Ittetsu han pasado a su joven hijo Hyûma, que resulta tener un gran talento para el béisbol, un talento que nadie conoce puesto que no pertenece a ningún equipo.
Hyûma entrenando con su padre Ittetsu, vistiendo la famosa chaqueta de muelles


Ittetsu se empeña en hacer de su hijo un grandísimo jugador que se convierta en la estrella de los Giants, precisamente lo que él no pudo llegar a ser, así que le impone un entrenamiento extremadamente espartano que incluye una especie de chaqueta de muelles a la que llama “Dai-league ball ikusei Gips” (literalmente “Escayola para formación de pelota de la liga americana”). Esta chaqueta de muelles, absolutamente legendaria, millones de veces copiada y ampliamente parodiada en el manganime y más allá, sirve para forzar a Hyûma a realizar esfuerzos sobrehumanos para realizar cualquier ademán, como por ejemplo comer con palillos o simplemente escribir, para así desarrollar sus músculos de modo que pueda lanzar pelotas con la fuerza, precisión y velocidad suficientes para derrotar a jugadores de la liga americana de béisbol.
Entre los planes de Ittetsu se incluye apuntar a su hijo a un instituto de hijos de papá que tiene un club de béisbol normalito. Para ello, trabaja día y noche en la construcción para conseguir el dinero necesario para la matrícula de su hijo. El caso es que, en Japón, participar en el torneo nacional de béisbol de institutos supone un escaparate muy importante que todos los equipos profesionales observan con atención para fichar antes que nadie a las futuras estrellas. Conseguir imponerse en los preliminares de cada prefectura para poder ir a las finales nacionales que se celebran en el celebérrimo estadio Kôshien, cerca de Osaka, es el sueño de cualquier adolescente pelón (como característica distintiva del béisbol, todos los jugadores de los clubes de instituto suelen raparse el pelo durante su pertenencia al club). Y, no digamos ya, coronarse campeón nacional en el Kôshien abre las puertas de cualquier equipo profesional, que acude raudo a fichar a los jugadores más destacados de la final.

Así, la obsesión de Ittetsu radica en que si su hijo no va al instituto, no podrá participar en el campeonato nacional y por lo tanto nunca destacará lo suficiente como para que los Giants se fijen en él y le fichen. Por eso trabaja día y noche en condiciones durísimas hasta lograr el dinero de la matrícula de su hijo, pero paga el sobreesfuerzo enfermando. Pese al rechazo inicial del presidente de la asociación de padres a dejar entrar en el instituto de “chicos bien” a un pobretón, Hoshi se gana el respeto de Chûta Ban, capitán del equipo de judo, disciplina en la cual es campeón de Japón, y líder de la escuadra de animadores del equipo de béisbol. Chûta resulta ser el hijo del presidente y además es un apasionado del béisbol; tras varios rifirrafes, el grandullón de Chûta acabará entrando también al equipo de béisbol y se convertirá en el único catcher capaz de detener las terribles bolas que lanza Hyûma, convirtiéndose así en su complemento ideal. A partir de este punto, empezará la andadura de Hyûma en el instituto; primero deberá ganarse la confianza de sus compañeros y entrenador y luego deberán participar todos en la competición con vistas a llegar al Kôshien. Por supuesto, no faltará el “gran rival”, que en este caso es Mitsuru Hanagata que, cómo no, acabará fichando por los Hanshin Tigers, grandes rivales de los Yomiuri Giants.
Pese a su antigüedad y su temática beisbolística, este título me ha gustado mucho. He comprendido por qué los japoneses se volcaron en él hasta el punto de convertirlo en un fenómeno nacional y por qué ha resultado ser tan y tan influyente en la historia del ocio japonés. Ahora, tras leerlo, comprendo mucho mejor muchas cosas que tantas veces hemos visto en el manganime. Francamente, veo muy complicado, al menos a corto-medio plazo, ver publicado este título en España, primero por su antigüedad, segundo por su temática y tercero porque no tiene un componente nostálgico ya que su anime nunca se emitió en nuestro país. Pero soñar es gratis…