El blog de Marc Bernabé

Ultra Heaven

Sunday, January 29th, 2017
  • Título: ウルトラヘブン –Ultra Heaven–
  • Autor: Keiichi Koike
  • Editorial: Enterbrain
  • Revista: Comic Beam
  • Años publicación: 2001-detenida
  • Clasificación: psicodélico
  • Tomos: 3 (inconcluso)

Por fin creo que estoy en disposición de sacar este blog del estado de “hiato” en el que ha estado sumido durante mucho tiempo por cuestiones de carga de trabajo y compromisos varios y, sobre todo, por las exigencias de la paternidad. Si bien lo segundo es para toda la vida, cierto es que los dos primeros años de vida de un bebé son los que absorben más a los padres y creo que ya estamos en una etapa en la que puedo contar con un poco más de margen en este sentido. Además que he conseguido, por fin, regular un poco mejor mi carga de trabajo. Espero que esta resurrección del blog sea duradera y mi intención es presentar una reseña nueva cada semana, siempre dentro de lo posible.

Durante todo este tiempo no he dejado de leer manga, obviamente. Aunque a un ritmo mucho menor por la escasez de tiempo (¡y la escasez de sueño!), he seguido leyendo, pero también es cierto que lo he hecho de forma diferente a lo que solía hacer. Si antes me interesaba conocer cuantos más mangas posibles aunque fuera limitadamente (es decir, leyendo solamente un tomo o dos para conocer el argumento y los personajes), de un tiempo a esta parte me ha dado por leer obras completas relativamente largas, disfrutando por completo de ellas, de principio a fin. De ahí que si miramos cantidad de obras leídas durante todo este tiempo salga un número reducido, pero en cuestión de tomos leídos salen bastantes. En próximas reseñas de MangaLand os hablaré de dos obras que he disfrutado mucho a lo largo de los meses: Notari Matsutarō de Tetsuya Chiba y Natsuko no sake de Akira Oze. Pero no nos adelantemos a los acontecimientos venideros.

La obra de la que hablaré en esta ocasión, Ultra Heaven, es una excepción relativa a esta nueva forma de leer que he adoptado últimamente. Porque si bien es cierto que la he leído entera (al menos lo que hay disponible, porque de momento es una obra inconclusa) solo cuenta con 3 tomos editados.

No quiero dar muchos detalles al respecto de este manga porque prefiero que lo leas y disfrutes tú mismo si, como me gustaría, esta reseña hace que alguna editorial se interese por ella y acaba sacándola al mercado español. Porque no es un manga para disfrutar de su argumento –que también, ojo– sino sobre todo de su dibujo y de las impresionantes técnicas de representación de alucinaciones de las que hace alarde su autor, Keiichi Koike.

Es complicado elegir una página de muestra de esta obra, porque hay tantas y tantas con alardes como la que muestro…

Porque esto es lo impresionante de este manga: el increíble dibujo y el viaje psicotrópico al que somete al lector. De hecho, he llegado a leer por ahí que hay quien define a este manga como “droga en papel”. La historia se ambienta en un futuro no muy lejano donde tomar drogas psicotrópicas está a la orden del día y de hecho son legales, aunque eso no significa que los yonquis estén bien vistos socialmente: igual que en Ámsterdam puedes ir a un coffee shop a fumarte un canuto de marihuana porque es legal, pero eso no quita que si vas fumado por ahí eso se perciba positivamente por parte del resto de la sociedad.

En todo caso, la excusa de los viales de droga que se inyecta Kabu hace que Keiichi Koike nos deleite con impresionante página tras página de alucinaciones brutales, con un estilo de dibujo que recuerda bastante al de Katsuhiro Otomo mezclado con la acongojante imaginación y capacidad de plasmar según qué cosas de Shintarō Kago (pero sin escatología). Evidentemente, hay un argumento por ahí, la aparición de una nueva droga que lleva a Kabu a cotas aún más flipantes, juegos mentales, una especie de secta de iluminados psicotrópicos, engaños y mucha, mucha, mucha, alucinación. Realmente, leer este manga es seguramente la forma más cercana posible de tomar una droga alucinógena sin realmente hacerlo, de ahí esa denominación de “droga en papel”.

Koike no es un autor que se prodigue demasiado, sinceramente, y aunque Ultra Heaven empezó en 2001, solo han aparecido tres volúmenes en el mercado: el primero en 2002, el segundo en 2005 y el tercero en 2009. La obra no está terminada, de hecho el tercer tomo deja el argumento colgando, pero en todo caso eso es casi lo de menos. Si realmente te gusta el cómic y disfrutas con los alardes a los lápices de los mejores dibujantes, el hecho de que la obra esté inconclusa no debería ser impedimento para ir a por ella, ya que no todos los días uno se encuentra con semejante “tour de force”. A mí, sinceramente, me ha dejado impresionado y eso que, en cuestión de manga, he visto de todo. Esperemos que no tarde en ser editada en España.

Lo mejor

  • El dibujo es increíble, y las descripciones gráficas de las alucinaciones lo mejor que he visto al respecto. Y además, no es una página suelta muy currada aquí y allá, sino que las alucinaciones se prolongan durante páginas y páginas, a cuál más alucinante (válgame la redundancia).
  • La historia, aunque a veces se hace difícil de seguir (debido a que hay ocasiones en las que deliberadamente el autor no deja claro si lo que está ocurriendo es “la realidad” o forma parte de una “alucinación” (¡incluso con varias capas de alucinaciones dentro de alucinaciones!) también resulta muy interesante.

Lo peor

  • El hecho de que esté inconclusa y sin pistas sobre si va a seguir hasta su conclusión o nos va a dejar colgados.

Chiisakobee

Monday, November 2nd, 2015
  • Título: ちいさこべえ –Chiisakobee–
  • Autor: Shūgorō Yamamoto (historia original) / Minetarō Mochizuki (manga)
  • Editorial: Shōgakukan
  • Revista: Big Comic Special
  • Años publicación: 2012-15
  • Clasificación: slice of life
  • Tomos: 4

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Desde que lo descubrí con Dragon Head, a finales de los 90 (y poco después, en 2001, fue uno de los primeros encargos de traducción de manga que tuve), Minetarō Mochizuki es un autor que me gusta y al que sigo la pista siempre que puedo. Tiene un estilo de dibujo peculiar, bastante “simplón” si lo queremos llamar así, pero a mí personalmente me fascinan sus historias y, dentro de ellas, su trabajo en la composición de cada página y los ángulos y enfoques que usa en sus viñetas, muy peculiares (como se puede ver en la página de ejemplo que incluyo un poco más abajo).

En su día ya disfruté de sus obras anteriores a Dragon Head, bastante primitivas, y más tarde en Maiwai, obra que llegó a España y en cuya traducción estuve involucrado (no como traductor, porque no podía en ese momento, pero sí como revisor de la traducción). Y ahora me he puesto un poco al día leyendo las últimas cosas en las que ha trabajado: esta Chiisakobee y otra llamada Tōkyō Kaidō (Chicos extraños de Tokio).

Entre ellas no tienen nada que ver, en realidad. Chiisakobee es una adaptación a manga de una novela histórica del escritor Shūgorō Yamamoto (1903-67) que, entre otras adaptaciones (una película, una obra de teatro musical…), tuvo una pequeña serie televisiva de 5 episodios en la cadena NHK en el año 2006. Mientras que novela, película, obra y serie de TV se ambientan en el período Edo (1603-1868), Mochizuki ha tenido la idea de trasladar la acción al Japón actual, y de convertir al protagonista, Shigeji, en una especie de hipster barbudo y melenudo que personalmente me recuerda muchísimo a algunos personajes de Wes Anderson.

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Me encantan las composiciones de Mochizuki.

Shigeji es hijo de un carpintero tradicional de los que, en Japón, se encargan de construir viviendas de madera al estilo de toda la vida, que estudió arquitectura en la universidad y que durante varios años estuvo perdido por ahí sin que se supiera nada de él. Hace relativamente poco, volvió con una espesísima barba y melena y se incorporó a la empresa Ōdome de su padre. Sin embargo, mientras el equipo de Shigeji se encuentra en Kamakura trabajando en una construcción, se declara un gran incendio en el barrio de Tokio donde se encuentra la sede de la empresa y no solo esta se quema, sino que los padres de Shigeji fallecen.

El estoico y taciturno Shigeji se encuentra, pues, en la tesitura de tener que liderar la empresa y levantarla de nuevo. Para que les ayude con las tareas de la casa (afortunadamente la casa principal de Ōdome, donde se alojan algunos de los empleados, se ha salvado del fuego), contratan a la joven Ritsu, que también ha perdido su vivienda… Al poco, sin embargo, Shigeji descubre que Ritsu se ha traído consigo a varios niños huérfanos, cada cual con su carácter particular, que tampoco tienen donde vivir. Tras algunos estira y afloja, se decide que todos vivirán en la casa. Si ya Shigeji tenía suficientes problemas para ponerse al frente de la empresa de carpintería debido a sus precedentes, a su juventud y a su aspecto, ahora se ve ante la responsabilidad de cuidar de Ritsu y los niños. Y, a pesar de todo, extremadamente celoso y orgulloso, se niega a recibir ayuda alguna…

Lo mejor

  • Una tranquila historia sobre sentimientos y humanidad, con toques de comedia romántica.
  • Te acabas encariñando de los tozudos (cada uno a su manera) Shigeji y Ritsu.

Lo peor

  • Es una historia demasiado japonesa como para que ninguna editorial española pueda decidir apostar por ella. No hay nada imposible, claro, y cosas más raras se han visto, pero lo veo complicado.

Shiawase (Felicidad)

Wednesday, April 22nd, 2015
  • Título: しあわせ –Shiawase– (Felicidad)
  • Autor: Seiji Toda
  • Editorial: Ohzora Shuppan
  • Revista: autopublicado en web
  • Años publicación: 1999-2004
  • Clasificación: historias cortas
  • Tomos: 1

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Este es el típico manga que, en mi caso, me pillo básicamente porque me llama la atención la portada o el título. En este caso, me dio la sensación de que podría ser uno de esos mangas tranquilos, con cierto regusto gafapasta, y con una historia más bien costumbristas que se deja leer con facilidad y emociona al lector, un poco como la maravillosa Undercurrent que va a publicar dentro de poco Milky Way Ediciones y que he tenido el gran gusto de traducir.

Sin embargo, el “truco” de la portada o el título no siempre funciona como crees: en este caso, aunque no puedo decir que Shiawase me haya parecido mala ni mucho menos, la verdad es que ha resultado ser una obra muy distinta a lo que pensaba, ya que ha resultado ser una recopilación de historias cortas. A posteriori he descubierto que Seiji Toda, el autor, empezó publicando sus obras en internet, en su propia página web, y a raíz de esto llamó la atención de las editoriales, que no solo le publicaron en papel su creación digital (como es el caso de este libro), sino que lo ficharon para que trabajara para sus revistas como mangaka profesional. Así que, dibujantes aspirantes a profesionales de ahí fuera, que a veces me preguntáis qué tenéis que hacer para publicar vuestros cómics: vivimos en una era en la que cualquiera, sea bueno o malo, puede publicar sus obras: es tan sencillo como abrir un blog y empezar a subir el material. Si sois buenos y constantes, acabaréis llamando la atención de la gente y finalmente –si este es el objetivo que tenéis– podréis publicar en papel, sea de forma autopublicada (y con ejemplos de grandísimo éxito, incluso en España, como los de Jesulink o Andrés Palomino) o bien porque alguna editorial se ha interesado por vuestras obras y las quiere publicar en papel.

En japonés, como en todos los idiomas, existen palabras muy precisas que resultan muy complicadas de trasladar a otros idiomas, al menos en una sola palabra y sin mediar explicación. Entre ellas, tenemos la palabra 切ない setsunai, que vendría a ser un concepto a caballo entre la tristeza y la melancolía. Aunque a veces encontramos la palabra en contextos bastante duros (de hecho, mi diccionario da la traducción “triste y doloroso” para esta palabra, con un ejemplo que reza, en su traducción, “¡Cuán setsunai (triste/angustiada) tiene que estar la madre que ha perdido a un hijo!”), en general lo he visto muy utilizado en situaciones como “te deja la novia y estás triste, te sientes solo, desamparado, nostálgico”. Es decir, que describe un estado de ánimo malo, pero no de mal rollo total y absoluto. En mi percepción del idioma (que igual está equivocada porque no soy nativo), la palabra setsunai no tiene necesariamente carga estrictamente negativa. No sé si me explico, es una sensación de vacío, dolor y tristeza pero no necesariamente de mal rollo, en plan “ah, ya se caen los pétalos de los cerezos en flor, ¡qué setsunai!”. Y encuentro que dicha palabra tiene cierta relación con el concepto clásico del 物の哀れ mono no aware, que mi diccionario describe como “pathos” y también como “una respuesta estética a la transitoriedad de las cosas bellas”. Tenéis una descripción más detallada de este concepto en este artículo.

¿Por qué explico esto? Pues porque la palabra que me ha evocado la lectura de las historias de este manga es precisamente esta: setsunai. Es curioso, porque las historias que se incluyen en Shiawase son de longitud muy variable. Algunas tienen una sola página, hay un par bastante largas (de unas 20-30 páginas), otras de 2 páginas, de 3, de 5… pero todas ellas te dejan con un regusto triste, setsunai, en el cuerpo. Como ejemplo, os pongo una de las historias de una sola página con su traducción, para que veáis de qué estoy hablando.

Medusas Tengo medusas en casa. Cuando mueren, esas medusas se disuelven “totalmente” en el agua; no dejan cadáver. Es como si nunca hubieran existido en primer lugar. Quisiera ser una medusa... Pero yo sí dejaría un cadáver. Por eso sigo esforzándome.

Medusas
Tengo medusas en casa.
Cuando mueren, esas medusas se disuelven “totalmente” en el agua; no dejan cadáver.
Es como si nunca hubieran existido en primer lugar.
Quisiera ser una medusa…
Pero yo sí dejaría un cadáver.
Por eso sigo esforzándome.

Lo mejor

  • Historias autoconclusivas que evocan sentimientos en el lector, generalmente tristes.
  • Costumbrismo, metáfora y buena narrativa.

Lo peor

  • Algunas historias son más flojas, o se entienden peor.
  • Aunque en general el manga me ha gustado bastante, me he quedado con ganas de ver cómo Toda se desenvuelve en historias más largas, ya que creo que puede crear cosas bastante memorables. Le seguiré la pista al autor para ver cómo evoluciona.

Yōkai Hunter Series (Serie Cazador de Yōkai)

Tuesday, March 17th, 2015
  • Título: 妖怪ハンターシリーズ –Yōkai Hunter Series– (Serie Cazador de Yōkai)
  • Autor: Daijirō Morohoshi
  • Editorial: Shūeisha
  • Revista: Shōnen Jump y varias otras
  • Años publicación: 1974-?
  • Clasificación: sobrenatural, folclore
  • Tomos: 6

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No sé cuánto hacía que tenía este manga, así como su remake –próximamente reseñado en este mismo blog– también en la pila de los “mangas por leer”, pero me atrevería a decir que años. Las prioridades lectoras son siempre caprichosas, y lo más normal era que, cuando terminaba un manga, seleccionara cualquier otro de la pila, muchas veces obras nuevas que se añadían a ella o que incluso ni siquiera llegaban a incorporarse a ella, ya que en cuanto caían en mis manos las leía. Pero, no sé por qué, el otro día me dio por leer esta obra y su remake y la verdad es que me lo he pasado muy bien con ambas lecturas. Tengo muchas otras obras en situación similar: por algún motivo u otro me llaman la atención y las coloco en la montañita de las “futuras lecturas para cuando pueda”, pero va pasando el tiempo y van quedando cada vez más hundidas en ella. Pero bueno, poco a poco…

No es la primera vez que reseño una obra de Daijirō Morohoshi (acabo de abrir una “categoría” dedicada a él para mantener mejor ordenadas sus reseñas), así que tal vez os sonará porque he hablado antes de él: un autor bastante peculiar, el típico que gusta mucho a los especialistas y autores de cómic, que lo tildan de genio, pero que entre el público general tiene un éxito más bien modesto. Esto es debido a su peculiar estilo de dibujo, de apariencia tosca, y a sus argumentos más bien enigmáticos. A mí me recuerda, salvando las diferencias, al enorme mangaka undergroud Yoshiharu Tsuge, pero tal vez sea una simple impresión mía. También su estilo de dibujo tiene una retirada al de Kazuichi Hanawa, para más referencias.

La serie Yōkai Hunter (Cazador de seres sobrenaturales yōkai) fue la primera serie de este autor, allá en 1974, para nada más y nada menos que la actualmente celebérrima Shōnen Jump. La serie no duró mucho en la revista, unos cinco capítulos apenas, debido a que, según cuenta el autor, por un lado fue temerario darle una serie semanal a un autor novato como él y, por el otro, las historias que publicaba no eran del todo indicadas para los lectores de la Jump. No obstante, el personaje protagonista, Reijirō Hieda, se hizo con el cariño de muchos lectores, lo que ha propiciado que, a lo largo de los años, Morohoshi haya ido publicando historias protagonizadas por él, la más reciente de las cuales no es una historia autoconclusiva –como es lo habitual en Yōkai Hunter– sino una miniserie publicada entre noviembre de 2012 y marzo de 2013.

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Hieda investigando misterios en ambientaciones rurales.

Yōkai Hunter es una recopilación de historias que giran alrededor de Reijirō Hieda, un folclorista y estudioso de lo sobrenatural que va investigando diferentes leyendas y sucesos por todo Japón, principalmente rural (en estas ambientaciones “ruralísimas” es donde le encuentro mayor similitud a la obra de Tsuge, que gustaba mucho de ir a balnearios onsen cutres de provincias y narrarlo en sus historias). En este aspecto de folclore y estudios de lo sobrenatural, la temática es parecida a Munakata Kyōju ikōroku (Crónicas sobre pensamientos distintos del profesor Munakata) del grandioso Yukinobu Hoshino, una obra que me encanta.

Como decía, la obra está estructurada en historias autoconclusivas y cada una es totalmente distinta a la otra, con el único nexo en común del personaje de Hieda, que a veces tiene un papel activo y otras es un mero observador y narrador. Como es lógico, hay altibajos en la calidad de las historias; algunas son simplemente pasables y otras son obras maestras. En el tomo 1 de la serie, por ejemplo, me ha dejado patidifuso la historia Seimei no ki (El árbol de la vida), ambientada en un pueblo muy rural del norte de Japón donde, al igual que en la zona de Nagasaki –pero de forma mucho menos conocida–, el cristianismo sobrevivió gracias a los “cristianos ocultos” kakure kirishitan y se conserva una rama del cristianismo peculiarísima (atención, esto es invención del autor: solo hubo kakure kirishitan en las cercanías de Nagasaki).

El propio autor reniega del título Yōkai Hunter, que fue impuesto en su día por su editor al cargo por ser sonoro y atractivo. No obstante, como el autor comenta en el epílogo del primer tomo, raramente aparecen yōkai (seres sobrenaturales del imaginario japonés) y mucho menos Hieda se dedica a cazarlos. De hecho, Hieda raramente hace algo activamente, ya que lo más habitual es que se limite a observar y narrar. Aun así, debido a la necesidad de tener un título que englobe a las andanzas de este personaje, se sigue utilizando la denominación Yōkai Hunter.

La edición que comento, por cierto, fue editada como tomo unitario en 1988, pero luego, a lo largo de los años, fueron saliendo otros volúmenes. Aparte, hubo una edición anterior en 1978 de un solo tomo. Ahora mismo no tengo medios para saber cuántos tomos exactamente ocupan todas las historias recopiladas, pero por informaciones que veo por ahí deduzco que hay seis: una edición en tres tomos de bolsillo de Shūeisha en 2005 recopila supuestamente todo el material que hubo hasta ese momento. Y luego han salido tres tomos nuevos más, publicados por Kōdansha, en 2005, 2009 y 2014.

Lo mejor

  • Fantásticas historias. Con altibajos, pero hay algunas de una calidad enorme.
  • El dibujo y manera de narrar de Morohoshi resultan inquietantes, lo que contribuye a la experiencia lectora.

Lo peor

  • El dibujo puede no gustar a según qué personas, sobre todo el de las historias más antiguas, las setenteras.

Hana Otoko

Wednesday, February 11th, 2015
  • Título: 花男 –Hana Otoko–
  • Autor: Taiyō Matsumoto
  • Editorial: Shōgakukan
  • Revista: Big Comic Spirits
  • Años publicación: 1991-92
  • Clasificación: béisbol, slice-of-life
  • Tomos: 3

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No son pocos los mangas que he reseñado de Taiyō Matsumoto, concretamente Ping Pong, Sunny y GoGoMonster, además de la extensa conversación que mantuvo con Ken Niimura en mi presencia y transcribí en 2010 (todo ello se puede leer haciendo clic aquí), aparte de haber traducido las dos únicas obras suyas que han salido en España: Tekkonkinkreet y Takemitsu zamurái y de tener cierta amistad con él a raíz de su visita al Salón del Manga de Barcelona de 2009. Por eso, se puede decir que conozco bastante bien la obra de este autor, que se podría clasificar como de corte “alternativo” si no fuera porque publica para una de las editoriales más importantes del manga, Shōgakukan.

Lo que más sorprende de Taiyō Matsumoto es su peculiar estilo, tanto gráfico como narrativo, que tiene “algo” que consigue enganchar, además de su capacidad para cambiar de registro cuando se lo propone, como cuando quiso darle un toque entre picassiano y ukiyo-e a la fascinante historia de Takemitsu Zamurái. Es un autor enorme, pero, claro está, para público de gusto selecto: es decir, al no ser el típico mangaka que dibuja historias típicamente manga ni con estilo típicamente manga, es complicado que el público tradicional del manga decida apostar por él. Y al ser un autor japonés y haber estado publicado por una editorial a la que los amantes del cómic alternativo no hacían mucho caso (Glénat/EDT, actualmente extinta y por lo tanto con las obras de Matsumoto descatalogadas en nuestro país), tampoco ha gozado del favor del público “gafapasta”. Estaría por ver si este autor conseguiría el reconocimiento que merece si fuera publicado por ciertas editoriales, yo creo que sí, pero de momento no parece que ninguna editorial esté dispuesta a apostar por un autor fantástico, un verdadero referente en su país de origen (el típico “mangaka cuyas obras gustan a otros mangakas – pero no necesariamente al público general”) pero que, al menos en este país, está entre dos aguas.

Sin embargo, siempre que hablaba de Matsumoto con mis amigos japoneses, casi invariablemente la respuesta era “¿Taiyō Matsumoto? ¡Ah, el de Hana Otoko!” Y yo al principio ni idea, pero luego investigando ya vi que efectivamente había sacado un manga titulado Hana Otoko y, aunque no lo hubiera leído, asentía con la cabeza y decía “el mismo, ese es”. El caso es que tantos años y nunca había tenido la oportunidad de leer este manga… hasta ahora…

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El padre Hanao con su hijo Shigeo… Y el mítico Shigeo Nagashima en el póster

Y maldita sea, ¡qué bueno es! Es Matsumoto en estado puro y probablemente (a juzgar por mis colegas) el primer éxito de este autor, al que una generación entera de japoneses, que ahora están entre los 35-40 años de edad, recuerda por este manga. Será por algo.

La historia la hemos visto mil veces en varias variantes: como personajes tenemos a un matrimonio separado, él vive a varios kilómetros de distancia de la ella, concretamente en la costa delante de la isla de Enoshima (lugar en el que vive el mismísimo autor), y ambos tienen un hijo en común que está con la madre. La madre, una educadísima persona que siempre viste kimono, es dulce y quiere mucho al hijo. El hijo, de unos 8-9 años de edad es un estudiante modelo, tanto, que llega a la obsesión por los estudios y las buenas notas, hasta el punto de resultar repelente: el típico niño que es más adulto que los mismos adultos. Y finalmente el padre, que es un pirado del béisbol de 30 años, que siempre va con uniforme de béisbol (abierto por delante, dejando al aire su panza cervecera), no tiene oficio ni beneficio y tiene una mente eminentemente infantil. De hecho, si nunca ha buscado trabajo ni se ha preocupado por ello es porque aún a su edad mantiene el sueño de llegar a ser profesional del béisbol y jugar con el equipo de sus amores: los míticos Giants de Tokio: está tan obsesionado con este equipo que llamó Shigeo a su hijo (por Shigeo Nagashima, uno de los jugadores más míticos de la historia de dicho equipo). Mientras tanto, no para de practicar, entrenar a un equipo infantil de béisbol y echar partiditas como miembro del equipo amateur de la asociación de comerciantes del barrio.

La situación cambia cuando la madre decide que Shigeo debe pasar más tiempo con su padre Hanao (el nombre se escribe 花男, es decir, “flor-hombre” y se pronuncia Hanao, pero puede existir una lectura alternativa de estos kanji que es “Hana-otoko” (hombre flor), el título precisamente de este manga). Así, decide mandar a Shigeo con su padre para las vacaciones de verano. Y aquí empieza la historia, que la hemos visto mil veces: un hijo que prácticamente no conoce a su padre que debe adaptarse a vivir con él. Y sus caracteres son tan radicalmente diferentes que los primeros días de Shigeo son un verdadero calvario ante la actitud infantil y despreocupada de su padre, que tanto contrasta con su idea de la vida como un conjunto de obligaciones y una competición constante, ahora en el colegio y la academia y, más tarde, en la sociedad adulta. Poco a poco, Shigeo se va habituando al nuevo ritmo de vida, hasta el punto de que, al finalizar las vacaciones de verano, decide mudarse a vivir con su padre de forma permanente y cambiar de escuela. Y aunque su forma de ser permanece básicamente invariable, va aprendiendo a relajarse y a tomarse la vida de otra forma. Mientras que por la parte de Hanao iremos descubriendo cosas bastante asombrosas…

Leído así, este puede parecer un manga bastante normal, sin más. Pero el estilo tanto gráfico como argumental de Matsumoto acompaña deliciosamente a la historia, con numerosos guiños y sorpresas entre los fondos (algunas cosas recuerdan incluso a Dr. Slump, con animales haciendo cosas raras por el fondo mientras los personajes conversan en primer plano) y un modo de llevar la historia que yo solo puedo definir con la palabra “entrañable”.

Lo mejor

  • Entrañable.
  • Gran narrativa y gran representación visual (aunque muy alternativa).
  • Muy entretenido, engancha muchísimo.

Lo peor

  • No gustará a todos los públicos. Desde luego, al típico del manga no.