El blog de Marc Bernabé

Tokkô no shima (La isla de los kamikaze)

Monday, May 26th, 2008
  • Título: 特攻の島 -Tokkô no shima- (La isla de los kamikaze)
  • Autor: Shyuho Sato
  • Editorial: Kôbunsha
  • Revista: Manga Times
  • Años publicación: 2004-?
  • Clasificación: seinen, bélico
  • Tomos: 1 (en curso)

Esta semana no tengo mucho tiempo que dedicarle al blog, así que de momento, para quitarme el “mono” de escribir (esto del blog engancha), me dedicaré a hacer reseñas cortitas sin relevencia histórica (que tiendo a meter unos rollos de órdago cuando hablo de obras o de autores que dejaron huella ^_^). Espero poder recuperar el ritmo pronto, pero los compromisos acucian y esta semana la tengo bastante ocupada.
El manga que comento en esta ocasión me llamó mucho la atención por ser del mismo autor que Say Hello to Black Jack (SHTBJ), un manga médico que me encanta y que he tenido el placer de traducir. En este caso, Shyuho Sato se desmarca del tema médico y nos sorprende con Tokkô no shima, una obra que narra la tragedia de un soldado japonés en la II Guerra Mundial al que ordenan hacer de kamikaze.
特攻 tokkô o 特攻隊 tokkôtai (literalmente “ataque especial” o “tropas de ataque especial”) era el nombre oficial para los kamikaze, soldados suicidas del ejército imperial japonés que se lanzaban con sus vehículos cargados de bombas sobre los barcos americanos con el objetivo de hundirlos. Cuando uno habla de tokkô (kamikaze) piensa inevitablemente en los aviones, pero lo que poca gente sabe es que también había kamikaze que se abalanzaban sobre el enemigo montados en pequeños submarinos llamados “kaiten“. Este manga narra las peripecias de una tropa en la isla en la que se formaron los pilotos suicidas de los kaiten, y se centra en la figura de un soldado perteneciente a esta tropa llamado Watanabe.
Para los que hayáis leído SHTBJ, el tal Watanabe es una fotocopia de el joven doctor Saitô, ni más ni menos. Se cuestiona la necesidad de realizar estos ataques suicidas, se interroga sobre el dolor que las muertes de sus compañeros y de él mismo causarán a sus familias, indaga en los sentimientos patrióticos de sus compañeros, etc. Y todo eso usando viñetas y situaciones muy similares a las del manga de médicos que ha lanzado a la fama a su autor, llenas de sentimiento, “pasión”, trascendentalidad y gritos desgarradores llenos de desafío. En fin, si no habéis leído SHTBJ quizás no entenderéis esta descripción, pero los que lo hayáis leído creo que captaréis muy bien la idea.

Tan trascendente o más que en SHTBJ:
Watanabe: Comandante… ¿Me permite una pregunta…? ¿No alberga usted dudas sobre el hecho de atacar con el “kaiten”…?
Comandante:No. No tiene sentido desarrollar armas que uno no pueda pilotar por sí mismo… 

Francamente, y aparte de las similaridades con la anterior obra de médicos (lo cual a mí me hizo gracia, pero a la vez me irritó porque vi que este autor no es capaz de cambiar de registro) el manga está muy bien. Narra una parte de la historia bélica japonesa, la de los submarinos suicidas, que es muy poco conocida, y además lo hace desde el punto de vista japonés (lamentablemente, la mayoría de la información que nos llega sobre la Guerra del Pacífico is “made in USA”, con todo lo que esto implica) y se centra mucho en los sentimientos, la búsqueda del porqué, etc. Es decir, que nos pinta a los soldados japoneses como personas, en vez de como máquinas que no piensan y son capaces de suicidarse por su patria porque se lo ordena su superior.
Lo que me escama es que este manga parece haber sido cancelado en Japón, puesto que solo existe un tomo a la venta y en ninguna parte he visto que Shyuho Sato esté continuándolo ni nada. Espero que no lo corte, porque realmente me gustaría mucho saber cómo sigue la historia, porque aparte de ser entretenida, se aprende mucho. ¿Sabíais que los submarinos “kaiten” carecían de escotillas, visores y de todo? Es decir, que los que los pilotaban debían guiarse por cartas marinas, brújulas y cálculos en plan “si he avanzado a tal velocidad durante tanto tiempo, entonces he recorrido tantas millas”. Es decir, que ya de por sí había altas posibilidades de acabar chocando con algún escollo y hundiéndose antes de poder siquiera acercarse al barco enemigo… Un porcentaje espantoso de misiones de “kaiten” acabaron en fracaso y en la muerte de sus tripulantes. Morir hundiendo un barco enemigo podía ser hasta cierto punto aceptable; morir inútilmente chocando contra un arrecife tenía que ser patético, inútil y todo lo que se os ocurra…
Una curiosidad que no deja de escamarme: fijaos en la cubierta del tomo. El nombre del protagonista bordado en el traje, 渡辺, aparece al revés, como si se estuviera viendo en un espejo (las letras están al revés y además aparecen en la parte derecha del pecho, cuando en el interior del manga aparecen a la izquierda y escritas correctamente). No puedo dejar de preguntarme si es un error del diseñador o qué, es que es rarísimo. Aunque dudo que sea un error, ya que las editoriales japonesas suelen ser muy pejigueras con estas cosas…

Hunter X Hunter

Saturday, May 17th, 2008
  • Título: Hunter X Hunter
  • Autor: Yoshihiro Togashi
  • Editorial: Shûeisha
  • Revista: Shônen Jump
  • Años publicación: 1998-?
  • Clasificación: shônen, aventuras
  • Tomos: 25 (en curso)

Esta reseña va a ser un poco atípica, en el sentido de que la hago en respuesta a una petición de un lector del blog y también de que voy a hacerla de memoria, sin haber leído recientemente los primeros tomos del manga. En fin, a ver cómo me sale, ya que tengo que confesar que tengo una memoria muy extraña: soy capaz de recordar nombres, fechas o detalles concretos de muchas cosas, pero en lo referente a argumentos (de películas, novelas, mangas…) tengo una memoria horrible y al cabo de poco tiempo de haber visto una peli no soy capaz de acordarme exactamente de su argumento (recuerdo de qué va y si me gustó o no, pero no el argumento exacto). Así que, en el caso de esta reseña en particular, me perdonaréis si soy un poco parco en detalles.
La historia nos cuenta las aventuras del joven Gon, un chavalín que no conoce a su padre y que al principio del manga vive en un pueblo. Un buen día, se entera de que su padre es un famoso “hunter” (una especie de aventureros místicos con una licencia que les abre muchas puertas) y decide que quiere ir en su búsqueda. Así, lo primero que deberá hacer será hacerse “hunter”, para lo cual se presentará al examen reglamentario junto con muchos otros participantes. A partir de aquí, la historia se desarrolla con muchísima amplitud, ya que no se detiene en el estadio de “hunter”, sino que va mucho, mucho más allá. Gon hace realidad su sueño de ser “hunter” muy pronto (sobre el tomo 5, creo recordar), y luego se va enfrascando en otras aventuras, a cuál más variopinta, divididas en varias sagas y con muchísimos personajes bastante logrados (aunque personalmente no trago al arlequín gay, Hisoka).
Este manga es bastante especial para mí, ya que es el primer manga “abierto” que seguí y todavía sigo. Tenía una amiga que era gran fan de Yû Yû Hakusho y me hablaba muy bien de los manga de Yoshihiro Togashi; incluso, antes de irme a Japón por primera vez, me habló de un nuevo manga de Togashi titulado Hunter X Hunter que tenía muy buena pinta. En aquel entonces, 1999, yo sabía muy poco de manga más allá de lo típico (Dragon Ball, Dr. Slump, etc.), así que mi criterio no estaba formado en absoluto. Así, recuerdo una de las primeras veces en las que entré en una librería, concretamente la parte de libros del supermercado Jusco que hay al lado de la Universidad de Estudios Extranjeros de Kioto, donde estuve como estudiante de intercambio entre marzo de 1999 y febrero de 2000. Fue allí donde compré el primer tomo de Hunter X Hunter. En aquella época mi nivel de japonés era muy modesto, pero conseguí entender y seguir bastante bien el manga (no puedo decir lo mismo de Rurôni Kenshin, que la primera vez que leí en japonés, sobre la misma época, se me atravesó mucho porque lo encontré muy difícil. Lo que son las cosas, ahora lo estoy traduciendo y no me parece tan complicado ^_^). Así, con la ilusión de estar pudiendo seguir un manga en versión original, me compré todos los tomos que habían salido hasta el momento -los 5 primeros- y desde entonces llevo comprando y leyendo los tomos regularmente, a medida que salen.

El examen de hunter es mi saga favorita

Debo decir que los primeros cinco tomos me gustaron mucho; el examen de “hunter” es bastante trepidante y lo encontré muy bien hecho (aunque no sé si me gustaría tanto si lo releyera ahora, ja ja, ja). Las sagas posteriores tienen varios altibajos, pero hay algunas que no están mal. En concreto, la saga de la isla de videojuego (Grid Island) me pareció un coñazo como pocos, madre mía (¡y cuánto texto, qué pesadilla para un traductor!). Y la actual, la de los insectos, me está aburriendo mucho también debido a lo ridículo del diseño de los personajes enemigos. Si no dejo la serie es primero porque salen tomos de higos a peras -lo que no supone un gran gasto- y segundo porque al ser la primera serie abierta que empecé a coleccionar, tiene cierto valor sentimental para mí.
Y esta es otra cosa; Togashi fue más o menos regular durante los primeros 15-20 tomos, pero en los últimos años se está tomando la cosa a cachondeo y publica la serie cuando le da la gana, tomándose descansos larguísimos (el más largo, de un año y medio) que seguramente tienen desquiciado a su editor en la Shônen Jump. A pesar de todos estos parones y lo aburridos que son los nuevos episodios, parece que la serie sigue teniendo mucho éxito en Japón, ya que sus lectores siempre la votan como una de sus favoritas en la revista y cada vez que sale un tomo se encarama a los primeros puestos del ranking de ventas.
Con Yû Yû Hakusho, Togashi ya tiene el precedente de acabar quemado con una serie e inventarse un final precipitado y horriblemente dibujado para salir del paso; seguramente por miedo a que no pase lo mismo, en la Jump le están dando más manga ancha con Hunter X Hunter y le están permitiendo todo tipo de caprichos impensables para cualquier otro autor. Como se le ocurra terminar Hunter X Hunter de cualquier manera y con un dibujo tan “pasota” como el del final de Yù Yû Hakusho, me parece que a Togashi se le acabará el poco crédito que le pueda quedar ahora mismo. Esperemos que no la cague.
A pesar de ser una serie de la Shônen Jump y que además goza de una fama y unas ventas que ya querían para sí muchos otros títulos de la misma revista, nadie se ha atrevido todavía a licenciarla en España. Eso sí, supongo que algún día acabará llegando, ya que es mucho mejor e infinitamente más conocida y pedida que muchos de los bodrios que están licenciando las editoriales últimamente.

Saint Oniisan (Saint Young Men)

Thursday, May 8th, 2008
  • Título: 聖☆おにいさん –Saint Oniisan– (Saint Young Men)
  • Autor: Hikaru Nakamura
  • Editorial: Kôdansha
  • Revista: Morning
  • Años publicación: 2007-?
  • Clasificación: seinen, humor
  • Tomos: 1 (en curso)
En mi más reciente viaje a Japón en marzo de este año, volví con las maletas llenas de manga, muchos de los cuales eran para trabajar, otros muchos para mi colección de manga clásico y otros series recientes para leer y estar informado de lo que se cuece en el escenario actual de manga. En esta última categoría, solo dos series me robaron el corazón desde el primer momento y se convirtieron en mis grandes descubrimientos del viaje. La primera ya la comenté en su momento: la inefable y ya licenciada Detroit Metal City, mientras que la segunda no es otra que esta Saint Oniisan.
¿Y de qué va Saint Oniisan? Parodiando el nombre de cierta infame banda ochentera, podría resumirse en “Jesucristo y el Buda buscan piso en Tachikawa”. Una vez pasada la amenaza del fin de siglo, y con todo en paz en los reinos celestiales, Jesucristo y el Buda deciden bajar a la Tierra y compartir un pisito en la ciudad de Tachikawa, a menos de una horita del centro de Tokio, para tomarse unas merecidas vacaciones entre los mortales. Jesucristo es como una versión masculina de la Hachi (Nana Komatsu) de Nana: caprichosón, despistado, un poco vaguete y que se emociona con fruslerías, pero absolutamente adorable. El Buda, por su parte, es responsable y ahorrador, y a veces se enfada con Jesucristo porque le da por comprarse -derrochar, según el Buda-, por ejemplo, un disfraz del Shinsengumi o un set de alfarería. Así, en este plan, ambos vivirán una vida tranquila, sin grandes altibajos, en los que saldrán a comprar al súper, irán a un parque de atracciones, se presentarán a un concurso de gags cómicos a dúo, se lo pasarán en grande en un festival (¡sintoísta! ^_^), y el Buda enseñará a nadar a Jesucristo, por ejemplo.
“¡No me ralles, Buda!”, dijo Jesucristo… XDDD

No hace falta decirlo, este es un manga de humor. Y realmente bueno, me atrevería a decir, ya que a mí, por lo menos, me arrancó muchas sonrisas y otras tantas carcajadas por lo absurdo de las situaciones con componente religioso, sin tabúes pero siempre respetuosamente y sin hacer humor de mal gusto (todo es muy blanco).

Por ejemplo, cuando Jesucristo aprende a nadar, acaba teniendo tanto miedo que abre las aguas en plan Moisés atravesando el Mar Rojo. O cuando Jesucristo vuelve tan contento de la tienda de 24 horas y se jacta ante el Buda de que unas chicas susurraban “ese chico se parece a Johnny Depp”. O cuando el Buda se queja de que los humanos hayan tomado precisamente la (corta) etapa de su vida en la que estaba más gordito como referencia para hacer sus estatuas (¡que él en realidad está mucho más delgado y no tiene esos cachos michelines!). O como cuando Jesucristo se pone muy triste, muy triste, empieza a sangrar por la frente debido a la corona de espinas, mientras que cuando el Buda se enfurece, su aura empieza a brillar cegadoramente. En fin, podría pasarme el día contándoos gags que me han hecho gracia de este primer y, de momento, único tomo, y no terminaría. Además os arruinaría la lectura de esta serie más que recomendable, que espero algún día podamos ver por estos lares.

Lo primero que pensé al ver esta obra en la tienda fue “hostia, un manga sobre el Buda y Jesucristo, qué fuerte, estos japoneses son capaces de hacer un manga sobre cualquier cosa”. Lo segundo fue “pero no han tenido huevos de poner a Mahoma también”. Ja, ja, ¿os imagináis el pollo que se hubiera montado si además de estos dos personajes religiosos hubiesen puesto al profeta del Islam como tercer personaje? Buf, habría sido terrible. En fin, si te gusta el humor blanco y no te importa que se haga humor de ciertos aspectos religiosos, este manga te encantará.

Tonari no yaoi-chan (La friki de al lado)

Wednesday, April 30th, 2008
  • Título: となりの801ちゃん –Tonari no yaoi-chan – (La friki de al lado)
  • Autor: Jin (manga) / Ajiko Kojima (historia original)
  • Editorial: Kôdansha
  • Revista: Bessatsu Friend
  • Años publicación: 2007-?
  • Clasificación: shôjo, humor
  • Tomos: 1 (en curso)

Todo empezó con un blog. Ajiko Kojima descubrió un día que la chica con la que estaba saliendo era una fujoshi (luego pongo una explicación) y decidió “documentar” su relación en forma de tiras humorísticas en su blog. Para hacerlo, usó la imagen de un bicho llamado Yaoi-chan, que curiosamente es la mascota de una calle comercial de Kioto llamada Misonobashi 801 Shôtengai. Resulta que los números 801 pueden leerse “creativamente” como “yaoi” (los japoneses hacen mucho esto de dar pronunciaciones a los números en forma de palabras, a veces de forma muy peregrina, como en Keroro con 723 (Natsumi) o 556 (Kogoro)). Claro está, imagino que la gente de esa calle comercial no conocía acepción friki de la palabra “yaoi”, o bien no les importaba, así que decidieron ponerle a su mascota el nombre de Yaoi-chan, en honor al número que les define (porque la calle mide 800 metros y el 1 representa la expansión al futuro, dicen). Al poco, el nombre y la imagen de la mascota se propagó por Internet y acabó convirtiéndose en una especie de insignia para las fujoshi.
En cuanto a la palabra fujoshi, escrita 婦女子, es una palabra normal japonesa que significa “mujer” o “mujeres y niños”. Lo único es que en este caso han cambiado el primer kanji, leído “fu”. En vez de 婦 han puesto 腐 (que también se lee “fu”), formando la palabra 腐女子, que aunque se pronuncia igual significa literalmente “chica 女子 podrida 腐”. Así, esta palabra se utiliza actualmente (en círculos otaku) para designar a la “chica otaku enganchada principalmente a los dôjinshi yaoi y que acaba montando en su cabeza relaciones homosexuales imaginarias con casi todo lo que lee o ve”. Las fujoshi son fácilmente discernibles, sobre todo en los Comiket o en el área llamada “Otome Road” de Ikebukuro, porque suelen ir con maletitas de ruedas tipo trolley en los que transportan todo el material que van a vender (si son dibujantes) o que han comprado (si son consumidoras).
Siguiendo con la historia, Ajiko Kojima decidió usar la mascota “Yaoi-chan” para representar a su novia y la usó para expresar, de forma humorística, todo tipo de situaciones que les ocurrían a los dos, presentando las tiras en su blog. Después del gran éxito de Densha Otoko, parece que los “otaku dramas” están de moda en Japón, así que no me sorprende que esta iniciativa también obtuviera un gran éxito. De momento ya hay publicados dos libros que recopilan las tiras del blog y que se han convertido en auténticos best-sellers.
La friki y su amigo de la infancia

La editorial Kôdansha no tardó en reaccionar y, al poco, empezó la publicación de un manga enfocado al público femenino en la revista Bessatsu Friend, que es justamente el que reseño en esta ocasión. El manga no tiene (creo) ninguna relación con las tiras originales de Kojima, más que el hecho de que la protagonista se “transforma” en Yaoi-chan en los momentos de frikismo extremo de tipo moe. Más que transformarse, da a entender que ese bichejo es el auténtico aspecto de Rei, la protagonista, solo que está escondido dentro de un cuerpo humano y aparece (abriendo una cremallera que tiene en la espalda) en los momentos más frikis.
El manga cuenta la historia de Rei Hoshino, una típica fujoshi que no piensa más que en los manga y que ve yaoi por todas partes. Además, como no puede ser de otra manera, es dôjinshera de pro y se pasa el rato pensando y trabajando en ideas para los fanzines que pondrá a la venta en la próxima convención. Al principio de la historia, nos la presentan como una friki rematada, poco agraciada físicamente, con varios kilos de más, y con un desdén total por los estudios. Pero un buen día se topa con un guapo chico por la calle que le roba el corazón. Inmediatamente, se enamora de él y se lo imagina en todo tipo de situaciones yaoi… Y decide que 1) quiere ir al instituto al que va el chico en cuestión, que da la casualidad que tiene una nota de corte muy elevada y 2) que quiere cuidar su aspecto para estar guapa para él. Ni corta ni perezosa, solicita la ayuda de su amigo del alma Shôtarô Kamiyu (otro guaperas con gafas, toma tópico) y, por arte de birlibirloque, unas páginas más tarde la encontramos en plan “chica monísima” y habiendo conseguido su objetivo de entrar al instituto Jion. En el instituto, empezará con bastante buen pie, pero una de sus compañeras, rival en el amor, descubre que es una fujoshi y tratará de ponerla en evidencia…
Entrando ya en la valoración del manga, me ha parecido un manga muy divertido, pero ciertamente tiene una temática de esas típicas que, si estás en el mundillo y pillas las múltiples ironías y, cómo no, inevitables referencias a Gundam, lo encuentras graciocísimo. Pero si no llevas cierto tiempo en esto del manga y sus tendencias (yaoi, moe, etc.) no te va arrancar ni una sonrisa. Debo confesar que no acabo de entender la gracia del yaoi y se me escapa bastante qué atractivo puede tener hacer y leer dôjinshis en los que los personajes de mangas famosos se lían entre sí. Pero conozco este mundillo hasta cierto punto: he estado en el Comiket, en Otome Road, en Mandarake y en Toranoana y he visto a las fujoshi en acción, aparte de haber hablado con alguna. Por lo tanto, conozco un poco sus manías, sobre todo la de empeñarse en imaginar relaciones homosexuales por todas partes, tanto dentro de mangas o animes como en la vida real, y por lo tanto este manga me ha hecho muchísima gracia.
Ahora, la pregunta es… ¿Veremos este título en España? Y no me atrevo a contestarla. Por un lado, la temática es bastante arriesgada y el grado de conocimiento que se tiene en España sobre este mundillo es relativamente bajo, por lo que a priori solo podría aspirar a ventas bajas. Pero por otro lado, es muy divertido… Si en su momento pudimos leer el manga de Densha Otoko (titulado aquí Otaku in Love), ¿por qué no este Tonari no 801-chan? Igual alguna editorial se arriesga a ver si suena la flauta. Ya veremos.

Kinnikuman Ni-sei (Musculman II)

Friday, February 29th, 2008
  • Título: キン肉マンII世 Second Generations -Kinnikuman Ni-sei- (Musculman II)
  • Autor: Yudetamago (Takashi Shimada y Yoshinori Nakai)
  • Editorial: Shûeisha
  • Revista: Playboy
  • Años publicación: 1998-en curso
  • Clasificación: shônen / seinen
  • Tomos: 39 (en curso)

Hace pocos días terminé la traducción de Musculman (Kinnikuman), un verdadero parto debido a la necesidad de traducir cada mes 370 páginas llenas hasta la bandera de texto. “¿Cómo? Pero si es un manga de lucha”, me diréis algunos pensando que es imposible que haya tanto texto en un manga eminentemente de acción y piños. Bueno, por un lado tenemos al pelmazo del comentarista, que no calla ni para ir al lavabo. Por el otro, los personajes también parecen tener unas necesidades imperiosas de darle a la sinhueso, justificando, página sí, página también, todas sus acciones con giros argumentales que parecen sacados de la chistera del guionista más salvaje e irresponsable. En plan: dos personajes que no se conocen empiezan a luchar entre ellos. Al cabo de cien páginas, uno desarrolla una técnica que aterroriza al otro. Entonces, ese otro recuerda de repente su infancia, cuando el cuñado del primo segundo de su rival actual le hizo la gracieta de subirle la cremallera mientras estaba meando, con la consiguiente “pillada”. Esto traumatizó a nuestro héroe, que desde entonces, cada vez que ve una técnica con forma de cremallera (justamente la que le está lanzando su rival) se pone tenso y pierde los papeles. Pero luego aparece otro héroe de la nada, que se suponía estaba muerto (pero “no estaba muerto, lere”, como dice la canción, “estaba tomando cañas en el cementerio de superhombres”, me atrevería a decir) y, en contra de todas las normas de combate que se habían establecido 300 páginas más atrás, irrumpe en el ring y salva a su colega. Entonces, incluso los enemigos aceptan que ese nuevo héroe luche en esa pelea de grupos en la que se suponía que sólo podían luchar cinco contra cinco, pero que por el bando de los “buenos” ya llevamos ocho y contando…
En fin, todo esto me lo he inventado, pero no está muy lejos de la realidad. Me cuentan amigos japoneses, antiguos lectores de la serie, que precisamente esta falta de previsión de los autores, Yudetamago, junto con la necesidad de justificarlo todo con explicaciones peregrinas que a menudo caen en la contradicción (¡el horror del guionista!) era precisamente la gracia de esta serie. Efectivamente, yo disfrutaba como el que más de ella cuando la echaban, en su versión animada, hará unos 15 años o más en TV3. Era mega fan de Musculator y su tropa. Aunque os confesaré que Terryman y Menja-tallarines me caían gordísimos, yo siempre he sido fan del gran Warsman.

Por eso, me puse muy contento cuando me ofrecieron la posibilidad de traducir el manga, y de hecho he disfrutado bastante su traducción… Sin embargo, también debo confesar que la cantidad de texto que contiene y el hecho de que son 18 tomos dobles, uno al mes sin parar, hicieron mella en mi ánimo, al ver que traducía y traducía y no había manera de acabar cada uno de esos tochos interminables. Y cuando terminaba, ¡pues ya casi que tocaba el siguiente…! Desesperante, vamos. Además, el hecho de ir con tanta rapidez hacía que pillara enseguida todos estos errores conceptuales, en plan “¡joder, pero si hace un momento (250 páginas) había dicho A, y ahora resulta que se lo saltan a la torera y es B!”. Supongo que leyendo 20 páginas a la semana o incluso un tomo normal de 200 páginas cada tres meses (ritmo de publicación original), todo eso no se nota tanto, pero un tomo de 370 páginas al mes es un ritmo demasiado rápido. A veces ya no sabía cuáles son “los siete superhombres del apocalipsis”, cuáles son “los caballeros diabólicos” o “los superhombres perfectos”, ni nada, ¡me perdía!

Búfal con alguna canita luchando contra Terry The Kid

Para los que no seguisteis la serie en la tele o no seguís el manga (únicamente disponible en catalán), os diré que Musculman es una serie de humor tonto y lucha libre. Empieza como serie de humor, parodia de las series de “héroes que salvan el mundo” tipo Ultraman , pero luego la cosa va derivando hacia un manga bastante bruto de lucha libre entre “superhombres”. El protagonista es un luchador inútil que se llama Suguru Músculo (Kinniku Suguru) que al principio no sirve ni para pelar patatas pero que va evolucionando hasta convertirse en el líder de los “superhombres justicieros”, sobre todo gracias a su “fuerza bruta en el momento decisivo”, que le permite derrotar a tíos de 70 millones de unidades de poder contando él mismo únicamente con 950.000 (por cierto, que todo el último torneo se lo pasa casi enterito luchando sin esta “fuerza bruta” contra tíos de 70 millones de unidades y lo gana). En fin, la serie tiene bastante humor burro al principio (Musculator vuela con la “fuerza de propulsión” que le dan los pedos que se tira, ya no os digo más) y luego este humor, aunque se mantiene, va quedando en un segundo plano, siendo “la fuerza de la amistad” y la importancia de la justicia y bla bla bla el tema central de toda la segunda mitad de la obra. Esta serie fue un éxito tremendo en el Japón de los años 80, generó toneladas de merchandising y se convirtió en todo un hit generacional.
Llegando por fin al motivo original de esta entrada (vaya introducciones más largas me salen siempre), como soy así de masoca, una vez terminada la traducción me picó la curiosidad y me leí el primer tomo de Kinnikuman Ni-sei (Musculman Segunda Generación). Ahora Glénat va por el tomo 14 o 15 de los 18 de los que consta la obra y los que la seguís ya sabéis que los personajes están enfrascados en un mega torneo entre siete equipos de cinco superhombres cada uno, liderado cada equipo por uno de los “príncipes del destino”, siendo Musculator el líder del “Equipo Músculo”. El que gane el torneo será designado nuevo “gran rey del planeta Músculo” y patapim patapam. En fin, no creo que haga un gran spoiler a nadie si os cuento que finalmente es Musculator quien gana el torneo y es coronado rey, ¿no? Es algo que nos imaginábamos todos.
El manga original de Musculman se publicó entre 1979 y 1987 y fue la obra de Takashi Shimada y Yoshinori Nakai, apodados Yudetamago (literalmente “huevo duro” – en el epílogo del tomo 18 explican el porqué de este apodo, es una chorrada tan grande como que estaban pensando nombres para ponerse y justo en aquel momento estaban comiendo huevos duros… No comment). Su primer manga, Musculman, tuvo tanto éxito que entre 1982 y 1988 crearon también, simultáneamente a su serie más famosa, Tatakae! Ramenman, un spin-off centrado en la figura de Ramenman (Menja-tallarines), el secundario más popular de la misma. Después de unos años trabajando en otras series que no triunfaron (una de monstruos, una de judo, una de muay-thai y otra de kung-fu) la revista Playboy, en su edición japonesa, les ofreció en 1998 la posibilidad de publicar en sus páginas una historia corta que fuera una segunda parte de su serie más famosa.

Así, nació la idea de Kinnikuman Ni-sei Second Generations, que sólo tenía que durar dos o tres capítulos pero que tuvo tanto éxito que a día de hoy, diez años más tarde, sigue publicándose, habiendo sacado ya al mercado ya la friolera de 39 tomos, más otros 4 de una serie paralela titulada Kinnikuman Ni-sei All Chôjin Daishingeki. ¿Y de qué va esta serie? Pues se sitúa 28 años después de los hechos narrados en la serie original, con el universo en paz bajo la batuta de Musculator, actualmente gran rey de todos los superhombres.

Un envejecido Musculator, con barrigón y brazos y piernas de palillo, y Ronyona están casados y tienen un hijo, Mantarô, que se llama así por la siguiente coña difícil de explicar. Se ve que el hijo de Ultraman se llama Tarô, así que en japonés se llamaría Ultraman Tarô (en japonés se antepone el apellido al nombre de pila). Tarô es un nombre muy normal (demasiado normal) en Japón. El nombre original de Musculator es Kinniku Suguru, y su “nom de guerre” es Kinnikuman. Así, Mantarô se llama Kinniku Mantarô, y la coña viene de que, si se lee rápido, se tiende a pronunciar “Kinnikuman Tarô”, igual que lo de Ultraman. De hecho, durante el primer tomo Mantarô corrige varias veces a la gente que le llama “Kinnikuman Tarô”, ya que no le gusta nada que le llamen así.

En fin, Mantarô es un chavalín enclenque y parece un poco el Son Gohan de cuando era niño, en plan estudioso y mosquita muerta, incluso lleva gafas y todo. Aunque en realidad luego descubrimos que es tan o más inútil que su padre, y saca unas notas pésimas. Total, que como no podía ser de otra manera, de repente vienen unos superhombres malvados a tocar las narices. La larga era de paz ha hecho que no se hayan formado nuevas generaciones de superhombres justicieros capaces de hacer frente a la nueva amenaza, y los antiguos héroes ya están tan decrépitos que caen derrotados enseguida. Cuando parecía todo perdido, el líder de los malos rapta a Mantarô, que de repente, sin comerlo ni beberlo, se transforma en un tiarro musculado igual que su padre en sus años mozos y vence al malo con un “Muscle Buster” (sí, claro). Así, eso da tiempo a los superhombres justicieros para hacer una convocatoria de nuevos y jóvenes superhombres para, primero, someterles a un entrenamiento bestial en la “Heracles Factory”, de la que sólo diez se graduarán. Estos diez superhombres, entre los que se incluye Terry The Kid, el chuletilla hijo de Terryman, son destinados a diferentes puntos de la Tierra, donde se dedicarán a luchar contra los malos.
He encontrado esta secuela es bastante entretenida. Parece que los autores quisieron recuperar un poco del humor original del manga, dejado tan en segundo plano en la última de las sagas de la serie original, y eso es bastante positivo. Aunque en ningún momento se separan de lo que hizo famosa a la historia en primer lugar, es decir, los combates surrealistas, los personajes bizarros a más no poder y las técnicas más absurdas que uno puede imaginar. Yudetamago han hecho un buen trabajo a la hora de recuperar los antiguos personajes, ahora todos ellos cincuentones, y también de presentar a su descendencia (en este tomo 1, aparte de Mantarô y Terry The Kid, conocemos también al hijo de Robin de les Estrelles (Robin Mask), llamado Kevin Mask). Es decir, que han tomado ingredientes antiguos, los han mezclado con nuevos, y han presentado una historia que es “más de lo mismo”, pero que ha logrado reenganchar a la primera generación de lectores, una generación que ahora va por la treintena larga (en Japón) y que disfruta de estas luchas y esta épica estrambótica como la primera vez. Una lectura recomendada solamente para los muy fans de Musculman.