El blog de Marc Bernabé

Tokyo Anime Fair 2009

Como ya hice en su momento con la Jump Festa y el Comiket, es el momento de comentar una nueva feria de nuestro ámbito, el manga y el anime. Estoy hablando, por supuesto, de la Tokyo Anime Fair (TAF para los amigos), edición 2009. Este es el cuarto año seguido que tengo la suerte de asistir a este evento, el más importante dedicado exclusivamente al anime, que este año cumple su octava edición. Por lo tanto, estamos ante una feria relativamente joven pero que poco a poco se va consolidando como un referente muy importante en el mercado. El TAF se celebra en el centro de convenciones Big Sight, igual que el Comiket, pero solo ocupa una parte de uno de los enormes pabellones (mientras que el Comiket ocupa absolutamente todo el espacio, incluidas las zonas exteriores).
El impresionante stand de Fuji TV, que este año cumple su 50º aniversario
Keroro delante del stand de TV Tokyo (muy sencillito comparado con el de otros años)
La feria tiene dos grandes ejes y los cuatro días que dura (este año, del 18 al 21 de marzo) se dividen claramente según ellos: por un lado, tenemos los dos primeros días, en los que el evento está cerrado al público generalista y solo se permite la entrada a los profesionales del sector. En estos dos días, hombres y mujeres de negocios se reúnen en la feria para cerrar contratos, pulir asperezas y diseñar estrategias, por lo que el color que más predomina en el TAF es el negro o gris de los trajes, corbatas y maletines (un contraste bastante curioso el de ver tanta gente encorbatada en medio de personajes de anime de ojos mega-grandes ^_*). Aquí, por ejemplo, se suelen establecer primeros contactos para la compra de nuevos anime para su edición en DVD o emisión el TV en España y todos los demás países del mundo, o bien seguir peleando negociaciones cara a cara, o bien, si hay suerte, cerrar acuerdos y firmar los contratos.


Stand de Sunrise, con un enorme póster de Gundam dibujado por Yoshikazu Yasuhiko
Stand de Gainax, promocionando la peli de Tengen Toppa Gurren Lagann (o como se escriba XD)
El segundo eje, por supuesto, es el lúdico. Así, los dos últimos días la feria se abre al público y se llena de gente que curiosea entre los stands, así como de cosplayers y gente de todo tipo. Este año, los días para profesionales son miércoles y jueves y los de público generalista viernes y sábado porque este viernes es festivo en Japón. Normalmente, se celebra jueves y viernes para profesionales y sábado y domingo para todo el mundo.


El año 2009 es el año de Cyborg 009, la obra cumbre de Ishinomori
Stand de ADK, con un gran Doraemon encima
Tengo que decir que yo siempre he ido al evento durante los días de profesionales para así poder curiosear por entre los stands. Como mi objetivo no es otro que el de fisgar y mirar qué es lo que se mueve en este mundillo, prefiero ir durante estos días en los que se puede pasear tranquilo, los niveles de ruido son relativamente bajos y es fácil hacerse con panfletos, información variada e incluso pequeños gadgets de regalo. Esto, en los días de público general, sería mucho más agobiante y supongo que el ambiente no se diferencia mucho del de un Salón del Manga al uso.
Debo decir que esta feria es curiosa porque no presenta muchos stands donde poder comprar merchandising, como pasa en Europa o América. Básicamente todos son stands de estudios de animación, cadenas de televisión, escuelas, intermediarios de derechos y cosas así, donde lo máximo que puedes conseguir son panfletos publicitarios y alguna pegatina que otra. Aun así, hay una pequeña área con stands-tienda donde venden merchandising, y la tienda oficial del TAF, donde venden algunas cosillas variadas.


Promocionando el nuevo anime de Fullmetal Alchemist en el stand de Aniplex
Un sitio tezukiano para que los niños se diviertan. Hoy, claro (día de negocios) estaba vacío
Este año francamente he notado bastante el tema crisis. Me explico: aunque la superficie disponible es ligeramente mayor que en años anteriores, y había mucha más gente pululando por los stands que otros años (y muchos más extranjeros, por cierto), la calidad y espectacularidad de los stands es mucho menor que en otros años, donde había algunos simplemente impresionantes. Por ejemplo, recuerdo que el del año pasado de Mad House era bastante resultón, grande y espectacular, pero este año se han limitado a poner un stand normalito, sin casi decoración. Y lo mismo para muchos los expositores, que han recortado gastos visiblemente. Además, la generosidad de los expositores con los visitantes también es menor, ya que mientras otros años regalaban pegatinas, pins y cosas así, este año hay que conformarse con sencillos papeles impresos.
Promocionando la nueva peli de Yamato. ¡Yuju! (por la peli, no por la chica XD. Bueno, vale, también por la chica)
Como el TAF se celebra justo antes de empezar abril, que es el inicio del año fiscal y del año escolar (cuando también empiezan muchos programas nuevos de tele, entre ellos anime) la feria sirve como escaparate para la presentación de nuevos proyectos, y por lo tanto muchos medios del mundillo del manganime tienen sus ojos puestos en ella. Por ejemplo, estoy seguro de que los chicos de Ramen para dos irán haciendo un seguimiento exhaustivo de lo que vaya ocurriendo allí, así que no me extenderé en este sentido.
Otras historias que se celebran o se hacen alrededor del TAF son, por ejemplo, la zona de nuevos creadores, donde jóvenes prometedores presentan sus obras para intentar hacerse un hueco en el mundillo; la zona de exposiciones (la de este año era la misma que la del año pasado, y va sobre museos y lugares relacionados con el manga que hay dispersados por Japón); y la concesión de los premios especiales de la industria (cuya lista de este año está aquí).


Diorama de Ponyo, ganadora a la mejor peli del año, en el stand del Studio Ghibli
Un enorme y entrañable Anpanman
En definitiva, se trata de un evento que cada vez va a más y que resulta muy interesante para estar al día de lo que se cuece en el mundillo del anime.


Y se despide este reportero dicharachero: Tobe! Tobe tobe Gatchamaaaan!

Shōnen Magazine y Shōnen Sunday, 50 años de éxitos

Si 2008 pasó a la historia del manga por, entre otras cosas, ser el año del 40 aniversario de la mítica Shōnen Jump, en 2009 celebramos una doble efeméride: el 50 aniversario de las revistas Shōnen Mazagine y Shōnen Sunday. Y este 50º aniversario se cumple justamente HOY. Efectivamente, el 17 de marzo de 1959 salieron al mercado, al mismo tiempo, las dos primeras revistas semanales de manga shōnen de la historia. Hasta aquel momento, pese a que el manga se estaba haciendo cada vez más y más popular, la tendencia habitual en las publicaciones de manga era sacar un número cada mes. Así, la publicación de estas dos revistas instauró una nueva manera de hacer las cosas ya que la cadencia semanal para revistas de este tipo era en principio una idea totalmente descabellada. Pero aun así, la idea recibió el favor del público y, con la incorporación casi diez años después de la tercera gran revista de manga shōnen semanal (la Shōnen Jump) se entró en una edad de oro del manga que duró décadas, hasta bien entrados los años 90. Por supuesto, estas tres revistas no fueron las únicas que hubo, pero sí las más importantes y las tres que aún perduran hoy en día como líderes del mercado del shōnen.
Número inaugural de la Sunday

Cuando vi el número conmemorativo del 50º aniversario de la Shōnen Sunday puesto a la venta en Japón hace un par de semanas (en Japón es curioso, porque las revistas y publicaciones suelen salir semanas antes de la fecha que marca la cabecera, y el caso del número que digo yo, el 14 de 2009, está fechado 18 de marzo cuando salió unas dos semanas antes de eso) casi me entra un síncope. ¡Me pareció estar viendo el primer número de la Sunday, una imagen que tantas veces he visto! Pero no, los editores de la revista se marcaron el detallazo de imitar la misma portada del número 1, con las mismas tipografías y el mismo diseño, solo cambiando la foto del niño susurrándole al oído del sempiterno jugador de béisbol Shigeo Nagashima por otra foto tomada de idéntica manera pero protagonizada por uno de los mejores jugadores japoneses de la actualidad, Daisuke Matsuzaka. ¡Aquello fue orgásmico para mi alma de friki del manga retro!

La portada “tributo” del 50º aniversario

En este número conmemorativo de la Sunday se incluye un manga de 50 páginas guionizado por Akira Hamanaka y dibujado por Hitotsuki Yamada titulado Shūkan Shōnen Sunday Sōkan Monogatari (Historia del inicio de la publicación de la Shōnen Sunday semanal), en el que, como su título indica, se nos cuenta la historia de los inicios de la revista. Se trata de un manga muy interesante y es posible que esté ya dando vueltas por ahí en forma de scanlation, así que si os interesa el tema no dudéis en buscarlo y, si tenéis suerte, encontrarlo y leerlo. En él se nos narra cómo a Kiichi Toyoda, un joven editor de la casa, se le ocurre la loca idea de publicar una revista de manga semanal en del seno de la editorial Shōgakukan. Esta editorial hasta el momento había estado especializada en revistas para público infantil, básicamente de información y aprendizaje, y no tenía experiencia en el manga. Pero aún así, Toyoda se las apaña para convencer al director de la editorial y empezar el proyecto. Sin embargo, al cabo de poco se enteran de que la gran rival Kōdansha (que sí hace años que edita manga y revistas de manga, y por lo tanto tiene una gran cantera y mucha experiencia) está preparando una nueva revista por su parte con la misma idea, es decir, una revista de manga shōnen de periodicidad semanal. Empieza entonces una ardua lucha por ver cuál de las dos publicaciones conseguirá salir primero al mercado y logrará el honor de ser “la primera”.

Número inaugural de la Magazine

Así, vemos cómo los editores de la Sunday convencen primero al “dios” Osamu Tezuka para que publique con ellos, y luego fichan a grandes autores como Mitsuteru Yokoyama, así como a jóvenes y desconocidos talentos como por ejemplo el dúo Fujiko Fujio (sí, sí, los que en los años 70 triunfarían con Doraemon), entre muchos otros. Así, las fechas de salida de la revista se van avanzando hasta que al final las dos revistas en contienda llegan a la conclusión de que tendrán que salir el mismo día: el 17 de marzo de 1959. Pero aún queda algo por decidir: ¡el precio! Como tenían que imprimir en la misma imprenta, el manga nos muestra una curiosa competición de paciencia: no van a imprimir la revista hasta que sepan el precio que pone el rival y, por lo tanto, puedan vender la suya más barata. Así, tras una tensa noche y al filo del tiempo disponible, los editores de la Magazine, incapaces de aguantar más, fijan un precio de 40 yenes. Así, al verlo, los de la Sunday deciden valorar su revista en 10 yenes menos, o sea, 30 yenes. Ambas revistas se imprimen correctamente y salen al mercado el mismo día exacto, hoy hace exactamente 50 años.
Al igual que pasó con la Shōnen Jump con su 40º aniversario, lamentablemente no estoy viendo grandes movimientos ni en la Magazine ni en la Sunday para celebrar de forma muy especial la gran efeméride, más que la portada asociada del año pasado con Conan e Ippo dándose la mano (un hito HISTÓRICO, ¡dos revistas de editoriales rivales colaborando juntas!), este número especial de la Sunday con el tributo de la portada y el manga con la historia del inicio de la revista, así como la edición por parte de Kōdansha del manga Seishun Shōnen Magazine 1978-1983 de Makoto Kobayashi. Este manga, por cierto, nos narra las vicisitudes de este autor mientras publicaba en la Magazine la obra 1-2 no Sanshirō. Comentaré este tomo más adelante (ahora justo me lo estoy leyendo). Me encantaría que se hubiesen publicado libros especiales con la historia detallada de estas tres revistas, y comentarios e imágenes de sus manga más representativos, entrevistas a los autores más conocidos, etcétera, pero al parecer me voy a quedar con las ganas, jo.

La histórica portada doble del año pasado en la que los personajes más importantes de la Magazine (izquierda, Ippo) y de la Sunday (derecha, Conan) se dan la mano.

Por cierto, una lista de los manga más importantes que se han publicado en estas revistas, para que os situéis mejor:

Shōnen Sunday: casi toda la obra de Rumiko Takahashi (como Lamu, Ranma 1/2, Inu-yasha…), casi toda la obra de Mitsuru Adachi (Touch, H2, Cross Game…), Detective Conan, Osomatsu-kun, Mōretsu A-tarō, Obake no Q-tarō, Kamui Gaiden, Patlabor, Kekkaishi, Zatchbell, Dash Kappei (Chicho Terremoto), Parman, Makoto-chan, Mär, Yakitate! Japan, Yaiba, Arms, Hayate mayordomo de combate, etcétera.

Shōnen Magazine: Kyojin no Hoshi, Ashita no Joe, Harris no kaze, GeGeGe no Kitarō, Bakabon, Ore wa Teppei, Kamen Rider, 1-2 no Sanshirō, Hajime no Ippo, Kindaichi Shōnen no jikenbo, GTO, Rave, Get Backers, Samurai Deeper Kyo, Love Hina, Negima!, School Rumble, Sayōnara Zetsbuō Sensei, Air Gear, Tsubasa Reseirvor Chronicle, Fairy Tail, etcétera.

Happiness

  • Título: ハピネス–Happiness–
  • Autor: Usamaru Furuya
  • Editorial: Shōgakukan
  • Revista: Varias
  • Años publicación: 2006
  • Clasificación: seinen
  • Tomos: 1

No, no he abandonado el blog, ni mucho menos… Pero llevo unos meses de trabajo intensísimo y francamente no tengo mucho tiempo para nada. De hecho, ahora mismo me encuentro de nuevo en Tokio y la semana que viene asistiré al Tokyo Anime Fair, y como siempre que estoy aquí, no paro de andar arriba para abajo a la par que sigo haciendo las traducciones (que si no, se me comen las fechas de entrega!). Hace un momento he vuelto de Shimokitazawa, donde he entrado en Village/Vanguard, mi librería-juguetería-tienda de trastos geniales favorita y me he agenciado dos obras más de mi admirado Usamaru Furuya. Y esto me ha recordado que en mi disco duro tenía una reseña de Happiness hecha hace unas semanas y que todavía no había colgado. Pues nada, ¡aquí va!
Después de Chronicles of the Clueless Age y de π (Pi), este es el tercer manga de este autor que comento, algo que no es muy habitual en este blog en el que trato de ofrecer un poco de variedad en todos los sentidos (autores, épocas, géneros…). Pero es que como dije en las reseñas de esos dos otros manga, tengo cierta debilidad por Usamaru Furuya, uno de los mangaka de la última hornada con más variedad de recursos, y no puedo resistir comentar más de sus obras en cuanto les echo la mano encima.

Otro delirio visual del gran Furuya.

En esta ocasión, el manga a comentar se titula Happiness y es un recopilatorio de historias cortas publicadas en varias revistas de varias editoriales entre 2001 y 2006. En total son ocho historias de diversa longitud, aunque más o menos todas ellas tienen en común el hecho de que describen facetas de la vida de turbados jóvenes de la era actual, en especial chicas (muy monas las dibuja, todo hay que decirlo).
Desde una chica obsesionada con Satán a una alumna que tiene una (bastante enfermiza) relación de tipo sexual con su profesor del instituto, pasando por la historia de dos chicos encandilados por la misma chica y que juegan a realizar retratos surrealistas a lo Dalí tomándola a ella como motivo, las historias son de corte bastante oscuro y más que nada deprimente y urbano, en la línea de la obra Jisatsu Club (Suicide Club), del mismo Furuya, que cuenta las vicisitudes de unos suicidas en masa. Hasta se podría definir este estilo como “gótico”, entendiendo por “gótico” la acepción actual de algo de corte más bien oscuro, moderno, urbano, que acaricia la idea de la muerte y es básicamente tenebroso.
Furuya reprime bastante su faceta imaginativa en esta obra. Si Chronicles of the Clueless Age era un festival de la imaginación y la destreza gráfica y π (Pi) era un manga comercial sin demasiado que destacar ni en el plano gráfico ni en el argumental, podría decir que Happiness queda un poco entre medio en este sentido puramente gráfico (aunque por supuesto hay algunas viñetas “a lo Dalí” que son para enmarcar). Aunque en profundidad e implicación del lector está en la línea del mejor Furuya.
En resumen, una compilación de fantásticas historias cortas (al contrario de lo que ocurría con Chronicles…, estas historias cortas carecen de relación entre sí) que, sumando un total de 270 páginas, hacen de este tomo una obra indispensable en tu “Usamaru Furuya-teca”. ¡Qué gran autor!

Museo de Shōtarō Ishinomori

En mi último viaje a Japón tuve que ir por varios motivos a Nagoya, Osaka y Kioto, y por lo tanto me compré un Japan Rail Pass, la manera más eficiente, rápida y hasta cierto punto económica que hay de moverse por Japón. El caso es que el JR Pass sirve para una semana (también los hay de dos y hasta de tres semanas) y me sobraba un día, así que decidí sacarme una espina que tenía clavada desde hace tiempo y cogí los bártulos para marcarme un viaje de ida y vuelta en el mismo día a Ishinomaki, una ciudad que queda a un par de horas en tren desde Sendai (que a su vez queda a un par de horas de Tokio en tren bala Shinkansen). Vamos, un poco donde el Buda perdió la sandalia.
Tapa de alcantarilla de Ishinomaki, con Robokon y el Museo Ishinomori

Ishinomaki es la ciudad donde se crió Shōtarō Ishinomori, uno de los mayores y más influyentes creadores de manga de la historia (en este post y en este otro hablé sobre él) y como tal tiene su propio museo, que se inauguró en el año 2001. De hecho, tiene dos museos: uno es este, y el otro está relativamente cerca de este, en la ciudad de Tome, que es donde nació Ishinomori.Desde luego, no es nada usual que un mismo artista tenga dos museos dedicados a su vida y obra, ¿verdad? Eso sí, por escala y facilidad de acceso, sin embargo, se podría decir que el de Ishinomaki es el más destacado de los dos –al otro museo es muy difícil llegar con transporte público; es prácticamente imperativo ir en coche, y además es bastante más pequeñito–.

Un personaje de Ishinomori da un poco de alegría a las gélidas calles de la ciudad


Ishinomaki es una pequeña ciudad cerca de la costa del océano Pacífico que, en pleno diciembre, está prácticamente desierta y a menudo nevada (vamos, que hace un frío de narices). La estación de tren, así como las calles de la ciudad, están decoradas por varias esculturas y motivos dedicados a los personajes del hijo predilecto Shōtarō Ishinomori, por lo que nada más llegar uno ya se siente inmerso en el mundo de Cyborg 009, Kamen Rider o Ganbare! Robokon.

Conjunto de estatuas de Cyborg 009 en la estación


Un personaje de Cyborg 009 montado sobre la estación de Ishinomaki
Estatua de Kamen Rider en una de las calles que lleva al museo

Pero la joya de la corona es el fabuloso Ishinomori-Mangakan* (Museo del Manga de (Shōtarō) Ishinomori), un museo que en inglés se llama de forma totalmente distinta: Ishinomaki Mangattan Museum. Curiosamente, en japonés incluye el nombre del autor mientras que en inglés la referencia es al nombre de la ciudad que lo acoge. Además, lo de Mangattan imagino que viene del hecho de que el museo está situado en una isla en medio de un río (muy bonita localización, por cierto) y supongo que han querido jugar con las palabras “Manhattan” (por lo de que está en una isla) y “manga”. Dudoso gusto.

* Como curiosidad, seguramente ya sabéis que la palabra “manga” se escribe 漫画 en kanji, aunque muchos preferimos escribirla en silabario katakana マンガ por varias razones que serían muy largas de especificar y que aquí no vienen a cuento. Sin embargo, Ishinomori insistió siempre en que la palabra “manga” había que escribirla 萬画. El kanji 萬 (man) es la forma antigua de 万 (man), que significa “diez mil”. Según él, el “manga” es el arte de los “diez mil dibujos”, tal y como indica su “declaración manga”. Sin embargo, solo sus paisanos le hicieron caso, así que en Ishinomaki y su región al manga se lo llama 萬画 en vez de漫画. De aquí que el nombre oficial del museo en japonés sea 石ノ森萬画館 (Ishinomori Mangakan). Un poco chorras, pero bueno.

El edificio del museo, en medio de la isla. Es muy bonito, ciertamente.

El museo en sí es una obra de arte, ya que tiene forma de nave espacial. La idea es que los personajes de Ishinomori (y el propio Ishinomori) han bajado a la Tierra para visitarnos en su nave y en cualquier momento pueden volver a despegar: mientras tanto, pues, disfrutaremos del arte de este gran mangaka. Por cierto, en la biografía de Ishinomori que hay en el museo se dice que nació en 1938, falleció en 1998 y volvió en 2001 (año de la inauguración del museo). Chistosos, estos “ishinomakeños”.
El edificio tiene tres plantas: en la primera, tenemos una interesante tienda con recuerdos del museo y de las obras más famosas del “sensei” (Cyborg 009, Ganbare! Robokon, Kamen Rider, Kikaider y Hotel), además de la impresionante colección en 500 tomos de sus obras completas, que le valió el Récord Guinness póstumo al dibujante de cómic más prolífico.

La tienda del museo
Los 500 tomos de sus obras completas. ¡Impresionante!


El pasillo que lleva hasta la segunda planta es muy interesante: por un lado, una exposición permanente donde se desmenuzan las variadas técnicas que Ishinomori utilizaba en sus obras, usando la obra corta Ryūjinnuma como ejemplo (obra que comentaré pronto en este blog). Por el otro, una especie de escotillas-marco con las caras de los personajes más famosos.

El pasillo que lleva a la segunda planta

En la segunda planta podemos ver por un lado la exposición itinerante de turno (en el caso del día que fui yo, una exposición especial en celebración del 70º aniversario del nacimiento de Ishinomori, con obras y felicitaciones de varios autores de manga y también escritos, obras y objetos del autor) y por el otro la interesante exposición permanente. Esta exposición permanente incluye dioramas muy currados, una bonita maqueta de los apartamentos Tokiwa-sō, exposición de originales, etcétera.

Diorama de Kikaider
Diorama de Hotel
Otro diorama (no identifico de qué serie será, sorry)

Además, se incluyen pequeñas atracciones –como la posibilidad de conducir virtualmente la moto de Kamen Rider– para que puedan disfrutar los pequeños… y no tan pequeños. Lo que pasa es que estas atracciones se pagan aparte, lo que no me pareció muy bien, la verdad, ya que tampoco eran precisamente baratas. También es verdad que fui en pleno invierno y había poquísimos visitantes. Imagino que en verano tiene que ir mucha gente a visitar el museo y si las atracciones fueran gratis habría bastantes follones y colas.

El “amoto” de Kamen Rider. ¿Subes?

Finalmente, en la tercera y última planta se puede visitar y usar a discreción la biblioteca, con mangas de Shōtarō Ishinomori pero también de muchos otros autores (con sección de libros en inglés y chino, aunque no en español), se puede disfrutar de varias cabinas de visionado de anime, uno puede hacer su propio anime sencillito, etcétera.

La biblioteca del museo. Para tirarte una tarde entera leyendo de gorra.

Además, si estás cansado y/o hambriento y sediento siempre puedes meterte en la cafetería-restaurante y tomarte algo de comida o bebida… Con motivos de los manga de Ishinomori.

Lo mejor de la cafetería son sus vistas al río

En resumen, el museo está bastante bien y es interesante. De hecho, ellos se jactan de ser el museo dedicado a un mangaka más grande de Japón, y ciertamente así es: es un museo grande y muy bien pensado, con una arquitectura poco menos que peculiar. Si estuviera cerca de Tokio la verdad es que lo recomendaría bastante, aunque su ubicación hace que su atractivo a ojos del visitante ocasional a Japón hace que disminuya considerablemente a no ser que uno sea mega-fan de Ishinomori y decida dedicar un día entero de su viaje solamente a ir a visitar el museo, y tenga un JR Pass que quemar (si no, la sangría puede ser considerable). Lo bueno es que, aunque la ciudad de Ishinomaki está muy lejos de todo y en mi opinión el museo no justifica un viaje expresamente desde Tokio, queda bastante cerca del famoso punto turístico de Matsushima y por lo tanto las dos visitas se pueden combinar fácilmente.

Gracioso muñeco de Robokon. Por cierto, la mano con la que Robokon pega al robot es un tampón. Pones un papelito debajo y ¡plas! te imprime un dibujo-recuerdo del museo.

PS: Por cierto, si os gustan este tipo de reportajes por museos y sitios relacionados con el manga y el anime, puedo hacer varios más de visitas que hice hace tiempo, como el museo Tezuka, el de Shigeru Mizuki, el pueblo de Gōshō Aoyama, el museo de Animación de Suginami, el museo de Machiko Hasegawa, y cosas así. Podría rescatar las fotos, subirlas y comentar un poco sobre estos lugares. Si os interesa, comentadlo y puedo ir poniendo una al mes o algo así.

Dokaben

  • Título: ドカベン –Dokaben–
  • Autor: Shinji Mizushima
  • Editorial: Akita Shoten
  • Revista: Shōnen Champion
  • Años publicación: 1972-81
  • Clasificación: spokon, béisbol
  • Tomos: 48


Siempre había tenido curiosidad por Dokaben, una de las obras más representativas del manga de béisbol y una de las sagas de manga más longevas y con más tomos que existen, junto a los monstruos KochiKame y Golgo 13. Y es que aparte de esta primera serie, de 48 tomos, existen varias secuelas, y todas juntas de momento suman la friolera de 152 volúmenes. Se trata de Daikōshien (1983-87, 26 tomos), Dokaben Pro Yakyū-hen (1995-2003, 52 tomos) y Dokaben Superstars-hen (2004-en curso, 26 tomos y contando). ¡Ahí es nada! Y el caso es que Mizushima se ha dedicado casi siempre al manga de béisbol y también tiene otras obras famosísimas como Abu-san (1973-en curso, 92 tomos y contando) o Ikkyū-san (1975-77, 14 tomos), o sea que, contando otras obras menores que también van sobre béisbol, estamos hablando de unos 300 tomos o más, todos ellos sobre gente que va con bates y pelotitas. Os podéis imaginar, pues, que Mizushima es considerado el verdadero rey del manga de béisbol, ¿verdad?
Dokaben, sin embargo, sigue siendo tal vez su obra más representativa, con permiso de Abu-san, así que ni corto ni perezoso me puse a buscar como siempre el primer tomo aunque, eso sí -ya sabéis mi manía-, debía ser el de la edición original. No valían ni ediciones en tapa dura, ni de bolsillo, ni nada de eso, debía ser la original, tal y como se publicó por primera vez. Pues la verdad es que me costó, ¿eh? No fue nada fácil encontrar el tomo 1 y estuve tiempo buscando hasta que por fin di con él. Y aquí está.

¿Esto es un manga de béisbol? Por el tomo 1, nadie lo diría

Mi primera impresión al leer este tomo fue “¿de verdad esto es un famoso manga de béisbol?” porque la historia en su inicio se centra sobre todo en el judo y cualquiera pensaría que es una historia sobre judo en vez de béisbol. Claro que, sabiendo que 37 años más tarde tenemos 152 tomos de Dokaben en el marcado y que en casi todas sus portadas salen tíos jugando al béisbol, uno puede imaginar cómo evolucionará la historia.
El protagonista, al menos en este primer tomo, es Tarō Yamada, un chico grandullón y muy tranquilo que entra nuevo a un instituto dominado por Masami Iwaki, un matón enorme. El caso es que Yamada tiene un potencial enorme que solo unos pocos son capaces de ver: tiene una tranquila aura que le permite imponerse en ocasiones comprometidas y responder con agilidad a amenazas y retos. Aunque él, claro está, es de talante muy tranquilo y no quiere líos. Evidentemente, al enorme Iwaki no le gusta nada Yamada y empieza a meterse con él, pero cuando le levanta la mano se siente incapaz de hacerle nada. ¡La gota que colma el vaso, sin embargo, es cuando Yamada saca una enorme fiambrera a la hora del almuerzo, tan grande que supera a la de Iwaki, que hasta el momento se jactaba de ser el que traía la fiambrera más grande del instituto! Y de ahí viene el título del manga, ya que “Dokaben” es una manera dialectal de decir “fiambrera grande”. Menuda parida para un título, ¿no? ^_^
El caso es que, cuando los del instituto empiezan a ver que Yamada no es un cualquiera, empiezan a salir tíos que quieren ficharle para su club: el más insistente es Nagashima, el capitán del equipo de béisbol, que no para de tentarle a que se apunte a su club pero al final lo que hace Yamada es apuntarse al club de judo para ayudar a sus miembros a salir de un atolladero en el que se encuentran. No sé cómo sigue el manga a partir de aquí, pero imagino que finalmente convencen a Yamada a meterse en el club de béisbol y que la historia va avanzando hasta que consiguen imponerse en el campeonato nacional de institutos, el famoso “Kōshien”.
Dokaben marcó un antes y un después en el manga de béisbol, que en los años 70 estaba dominado por clones de Kyojin no Hoshi como Astro Kyūdan y demás obras en las que la fantasía en forma de “lanzamientos con súper efecto increíble” robaba el protagonismo al propio deporte del béisbol. Dokaben, al parecer, destaca porque pinta el béisbol de forma realista y evita deliberadamente los ataques fantasiosos. Una obra pues legendaria que con casi total seguridad se quedará sin salir de las fronteras de Japón.