El blog de Marc Bernabé

Dôsei jidai (La época en la que vivíamos juntos)

Wednesday, June 25th, 2008
  • Título: 同棲時代 –Dôsei jidai– (La época en la que vivíamos juntos)
  • Autor: Kazuo Kamimura
  • Editorial: Futabasha
  • Revista: Manga Action
  • Años publicación: 1972-73
  • Clasificación: seinen, costumbrista
  • Tomos: 6

Impresionado. Esta es la palabra que resume cómo me quedé al leer este manga hace escasos meses. Me maravilla la profundidad que tiene el mundo del manga (como la puede tener el del cine, la literatura, etc, claro), en el que, cuando tienes la sensación de estar muy cerca del fondo, de conocer las obras más maravillosas que se han parido en la Tierra del Sol Naciente, vas y te encuentras otra perla, esta vez realizada hace más de tres décadas y media. Este tipo de encuentros son los que animan a uno a seguir adelante, a seguir escarbando, y lo cierto es que últimamente estoy siendo bastante afortunado, puesto que sigo encontrando obras que me dejan anonadado (junto a mucha morralla, que también es verdad que no todo es tan bonito ^_^).
Dôsei jidai es una obra fascinante en muchos sentidos. A mí me encantó, y eso que, como suelo hacer, solo me leí el primer tomo. Espero algún día poder leerme los otros cinco. La obra está ambientada en los años 70, es decir, en la misma época en la que se creó, justo después de los graves disturbios y protestas estudiantiles que definieron la segunda mitad de los años 60. Era una época en la que se empezó a poner de moda entre los jóvenes que empezaban a entrar en la edad adulta el hecho de irse a vivir juntos, es decir, el 同棲 dôsei. Esto que en Occidente ahora nos parece tan obvio, en Japón, incluso ahora, sigue estando relativamente mal visto, ya que la tendencia habitual es la de irse a vivir con la pareja solo después de haberse casado. De hecho, la palabra dôsei (cohabitar -un hombre y una mujer, y se entiende que como pareja, es decir, manteniendo relaciones sexuales y tal-) no tiene connotaciones positivas: se usa muy poco y se prefieren paráfrasis más “blandas” como por ejemplo issho ni sumu koto (vivir juntos). Como anécdota personal, una vez, durante mi primer año de estudios en Japón, allá en el 99, se me ocurrió en mi ignorancia decir que yo “dôsei” con mi pareja, y la verdad es que me miraron bastante raro, como si estuviese haciendo algún tipo de cosa mala. 

Un sugerente dibujo y un poético pero trágico y oscuro guión 

En cualquier caso, si incluso ahora hay pocas parejas japonesas que den el paso de ponerse a vivir bajo el mismo techo sin estar casadas, en los años 70, a pesar de que en la época fue un fenómeno que cuajó bastante, no era precisamente algo bien visto. Esta obra, dibujada y guionizada por Kazuo Kamimura, nos narra la historia de una de estas parejas; Kyôko, empleada en una empresa publicitaria, y Jirô, ilustrador freelance.
El manga es extremadamente poético, muy pausado, pero también de contenido muy duro. Vivir en pareja no es fácil, ni tampoco es todo precioso, bonito y de color de rosa. Y menos si se hace yendo contracorriente de la sociedad, es decir, compartiendo piso sin estar casados. Ya de por sí, encontrar un lugar donde vivir no es fácil, puesto que los propios propietarios de apartamentos de alquiler no se fían demasiado de las parejas no casadas (lo he puesto en presente porque es algo que todavía hoy, en el año 2008, sigue vigente), pero es que la incomprensión social y la falta de que te tomen en serio es realmente grave. Por ejemplo, hay un capítulo en el que Kyôko es tentada por su jefe en la empresa para irse de copas y “algo más”. Ella se niega porque tiene pareja, pero él le dice “venga ya, si no estás casada ni nada”. Esto implica que el jefe no cree que la relación de Kyôko sea seria ni estable, sino que la considera un simple pasatiempo y que es algo tan frágil que es prácticamente como si estuviera soltera. Esto es algo que, incluso hoy, sigue ocurriendo, aunque afortunadamente con menos intensidad; el hecho es que una pareja no casada no es tomada muy en serio.
La atmósfera del manga es más bien oscura, ya que Kyôko es una mujer muy taciturna y con muchos problemas internos, mientras que Jirô, a pesar de sus virtudes, tiene también muchos defectos como por ejemplo el de no ser demasiado “echado para delante” (vamos, que es un poco vago). Una obra tremendamente realista y adulta, dura, en la que seremos testigos de discusiones entre la pareja, incluso cosas tan duras como abortos y conatos de suicidio, pero también tiernas escenas de amor e incluso de sexo, con una ambientación maravillosa en la que el cuidado texto acompaña a la perfección la bella imagen, llena de metáforas visuales.
Cabe comentar que el actualmente tan famoso y apreciado (en Occidente, por lo menos) Jirô Taniguchi empezó como ayudante de Kazuo Kamimura, el autor de este manga. Ciertamente, leyendo Dôsei jidai me ha parecido entrever las raíces de Taniguchi en más de una ocasión. Ojalá alguna editorial descubra esta obra algún día y la traiga, ya que hará las delicias de las legiones de amantes del buen cómic costumbrista, poético, y calmado, pero lleno de sentimiento que, hasta ahora, solo se han podido refugiar bajo el paraguas de Jirô Taniguchi.

Kabel Imagines

Friday, June 13th, 2008
  • Título: カベルイマジンズ –Kabel Imagines–
  • Autor: Beneyto
  • Editorial: Kôdansha
  • Revista: Afternoon
  • Años publicación: 1995
  • Clasificación: seinen, surrealista
  • Tomos: 1

Este es el último de los tres tomos publicados a partir de obras creadas por autores españoles expresamente para el mercado japonés y serializadas en revistas de manga de la editorial Kôdansha durante los años 90. Recordémoslo, los otros dos fueron Kami no ude (de Brocal Remohí) y Rosario (de Maldonado). Para más información sobre el proyecto de Kôdansha, busca en la parte derecha del blog, concretamente en el apartado “Manga Morning Fellowship” y accederás a una investigación que llevo unos meses realizando para intentar averiguar más acerca de este interesante pero fallido proyecto.
Kabel Imagines fue publicado de forma irregular en las páginas de la revista mensual Afternoon, concretamente en los números de febrero, marzo y abril de 1993, febrero, abril y mayo de 1995 y enero de 1996. La fecha de salida al mercado del volumen recopilatorio que reseño es el 18 de diciembre de 1995. En el aspecto formal, se trata de un tomo bastante curioso, primero porque tiene sobrecubiertas metalizadas con efectos dorados que la hace realmente bonita, y luego porque el papel interior es de mucha mayor calidad de lo que nos tienen acostumbrados los manga japoneses. Aparte de una primera página a color, el resto de las páginas están impresas en blanco, negro, escala de grises y escala de amarillos-naranjas, sin que ningún otro color se utilice. El efecto del blanco y negro con toques amarillos es bastante curioso. Todos estos detalles hicieron que el precio, sin embargo, se disparara bastante, ya que, con 1500 yenes, costaba casi el triple que un tomo normal de la época de su mismo tamaño, a pesar de contar con solo 160 páginas, unas 40 menos de lo habitual.
Aparte de lo rompedor de su diseño y su calidad formal, ¿de qué va el cómic? Sinceramente, no lo sé explicar muy bien. El protagonista es un personajillo llamado Kabel: cuenta el autor en el epílogo que se le ocurrió el personaje viendo un huevo. Como el pobre huevo le parecía muy frágil, le puso un casco. Para que pudiera ver perfectamente en caso de meterse en problemas, le puso un solo ojo. Luego, le dio un cuerpo para que se pudiera mover y le puso en un mundo “irreal pero tangible” y se puso a imaginar. Así, primero Kabel se presenta al lector y le da una pequeña introducción a su mundo. Por lo visto, la idea es que el autor crea a Kabel y le deja a sus anchas, para que haga lo que desee. Así, el muñeco se encamina a la mesa de trabajo de su creador y ve los mundos cósmicos que ha imaginado, así que se le ocurre… ¡Que irá a visitarlos! Pero necesita un transporte. Así, el creador le proporciona una especie de nave, de nombre “Hongo”. A partir de este momento, empezará la surrealista aventura de Kabel, que viajará por el espacio e interactuará con todo tipo de seres, a cual más raro, metiéndose en líos y solucionando problemas de maneras francamente extrañas.

Una pequeña fumadita…

Además, Beneyto obsequia al lector con pequeñas frases de corte pseudo-filosófico al margen de la mayoría de las hojas, como por ejemplo “utiliza los 10 dedos de tu cerebro” o “el hipopótamo va lento porque no tiene neumáticos” o “la gran bóveda craneal guarda un universo en miniatura, por lo menos”. Estas frases aparecen en español y también traducidas al japonés. Por cierto, he detectado algunos errores de comprensión y traducción en el japonés (en un momento dado, por ejemplo, confunde “hierro” con “hielo”, me ha hecho mucha gracia). Aunque no me extraña, la pobre traductora debía volverse loca con estas frasecitas.
Si cayera en manos de un gafapasta, probablemente definiría a este manga como “un onírico viaje por la surrealista mente de un creador inquieto, en el que los sofismas de la volátil realidad de nuestro día a día se confunden con el ‘yo’ del lector” o algo así, si es que la frase significa algo. Yo soy más pragmático y debo confesar que no he entendido nada de lo que el cómic quiere transmitir, si es que quiere transmitir algo. Un lector menos respetuoso que yo diría que “parece el resultado de un mal tripi” (de buen rollo). Francamente, es una cosa muy rara, pero no deja de ser curiosa.

Por lo que hemos visto, Kôdansha realizó varios experimentos, al menos en lo referente a autores españoles: por un lado, probó con autores consagrados en el campo del cómic, verdaderos veteranos como Jaime Brocal Remohí. Por otro lado, fichó a jóvenes promesas para intentar moldearlas a su gusto, como Maldonado o Ippólito. Finalmente, parecieron querer experimentar con cosas nunca vistas antes en Japón, arte de vanguardia aplicado al cómic, y para ello publicaron algún material de Cuttlas de Calpurnio y ficharon a este Juan Carlos Beneyto. ¿Pero quién es Juan Carlos Beneyto, un desconocido en el mundo del cómic? Por lo que he podido averiguar, es un pintor y escultor que lleva en activo desde 1982, realizando obras de corte vanguardista. Aquí por ejemplo podemos ver una galería de obras suyas. No deja de ser curioso el método de ensayo y error que siguieron en Kôdansha para ver si encontraban nuevos caminos en el cómic. Lamentablemente, en lo referente a autores no japoneses, todos los experimentos resultaron fallidos.

Soul Eater

Monday, June 9th, 2008
  • Título: ソウルイーター –Soul Eater–
  • Autor: Atsushi Ôkubo
  • Editorial: Square-Enix
  • Revista: Shônen Gangan
  • Años publicación: 2003-?
  • Clasificación: shônen, aventuras
  • Tomos:11 (en curso) 

Voy a redactar y publicar esta reseña cuanto antes porque estoy seguro de que todas las editoriales españolas van detrás de los derechos de este manga y, a la mínima que una de ellas consiga el premio, lo anunciará enseguida. Porque Soul Eater es una de las últimas sensaciones del shônen manga y, sobre todo gracias a su anime, que empezó el pasado abril en Japón, se está haciendo más y más popular a cada día que pasa. Así que, ya que me he leído el primer tomo para saber de qué va el manga, voy a hacer la reseña para que no me la “chafe” la editorial que sea cuando anuncie su licencia.
En fin, varias veces he hablado en este blog de los “sucedáneos” que surgen a raíz del éxito de una obra para chupar rueda de ella. Y si D.Gray-man, en mi humilde opinión, es la respuesta de Shûeisha al éxito de Fullmetal Alchemist, de Square-Enix, ahora es el turno de Square-Enix de chupar rueda de Shûeisha. Porque, por lo que he leído, y aunque hay muchas diferencias, la temática de esta Soul Eater (de Square-Enix) aprovecha muchas de las ideas y temáticas que pueden verse en Bleach (de Shûeisha). Ya veis que originalidad no hay mucha por ahí, y que esto del manga es un negocio como cualquier otro: si algo se pone de moda, ¡cópialo! Ojo, no estoy criticando ni una serie ni la otra, simplemente expongo mi punto de vista, que es personal e intransferible. Eso no quita que Soul Eater me haya sorprendido gratamente y que, en mi opinión, sea uno de los shônen más interesantes que se publican actualmente en Japón. Pero es que el rollo shinigami a mí ya me cansa un poquito, ¿no os pasa a vosotros? Últimamente no paran de salir mangas con shinigami: que si Bleach, que si Death Note, que si Yami no Matsuei -vale, esta es bastante más antigua-, que si Fullmoon… Y ahora Soul Eater. ¡Pelmazos! ^_^

Piños, acción, y chicas monas.

Eso sí, solo he leído el tomo 1 y, por lo que leo por ahí, este tomo es poco más que una recopilación de historias cortas con las que empezó el autor a explorar las posibilidades de la serie y convencer a sus editores de que le dieran un espacio semanal en la revista Shônen Gangan. La serie de verdad, con su argumento lineal y tal, empieza a partir del último capítulo del tomo 1. Aun así, creo que me he hecho una buena idea de las posibilidades de Soul Eater y su desarrollo.
En cualquier caso, Soul Eater es una historia de aventuras de unos aprendices en la escuela de shinigami (dioses de la muerte). Cada uno de los aprendices tiene un arma (o dos), con forma humana. Es decir, el arma tiene aspecto de chico o chica normal que, cuando llega la hora de luchar, adopta forma de arma (guadaña, kusarigama -hoz con cadena-, pistola…). El caso es que estos aprendices tienen que reunir 99 almas de humanos malvados y 1 alma de bruja para conseguir que su arma se convierta en una “guadaña letal” (death scythe) y conseguir así el nivel de shinigami. Así, las tres historias autoconclusivas de este primer tomo nos cuentan las historias de Maka (chica) y su arma Soul Eater (chaval con cara chunga); Black Star (chaval que va “de guais”) y su arma Tsubaki (chica mona atontadita); y finalmente Death the Kid (chaval chulito) y sus dos armas Patty y Liz (chicas cañón). La que más me gustó fue la de Death the Kid, un tío que siempre lo quiere todo perfecto y le entra la paranoia cuando algo no está perfectamente simétrico o alineado.
En fin, ¿qué más os voy a contar? Pues hay piños, acción, y también un poco de humor… La verdad es que la historia no es ningún alarde de originalidad, pero entiendo que pueda gustar a las generaciones jóvenes. En cuanto al dibujo, a mí me ha parecido muy atractivo desde el primer momento. Ôkubo dibuja muy bien y demuestra un dominio de los lápices muy interesante, ya que controla muy bien las escenas de acción, así como los diseños de personajes. Así como Bleach empezó bastante titubeante tanto en el aspecto gráfico como argumental (el tomo 1 no me gustó nada cuando lo leí hace unos años), y Masashi Kishimoto (el dibujante de Naruto) todavía no tiene ni idea de cómo dibujar bien el cuerpo de mujer (la semana pasada estábamos trabajando en la traducción del tomo 38 y, ¡madre mía! qué mal sigue dibujando los desnudos femeninos el tío después de tantos años… XDDD), el dibujante de Soul Eater demuestra mucha seguridad en todos estos aspectos. Porque aunque Ôkubo trabajó como asistente de Randô Ayamine (autor de Getbackers) y tiene otra serie llamada B-ichi (4 tomos), es un dibujante relativamente novel. Es sorprendente que alguien de este perfil consiga un dibujo tan atractivo en un tomo 1.
No creo que tardemos en leer por ahí que alguna editorial ha licenciado esta serie en España, así que los shônen-adictos podéis ir haciendo un hueco en vuestras estanterías, ya que es de las pocas series shônen todavía no licenciadas que tienen cierto atractivo. El anime tampoco creo que se quede sin licenciar; eso sí, en este último caso no creo que vayan tan rápidos y dudo que hasta bien entrado el 2009 alguna distribuidora nos anuncie su licencia para TV, DVD o ambos.

Akadô Suzunosuke (Suzunosuke del peto rojo)

Thursday, June 5th, 2008
  • Título: 赤胴鈴之助 –Akadô Suzunosuke– (Suzunosuke del peto rojo)
  • Autor: Tsunayoshi Takeuchi
  • Editorial: Shônen Gahôsha (edición clásica), Shôgakukan Creative (edición actual)
  • Revista: Shônen Gahô
  • Años publicación: 1954-1960
  • Clasificación: shônen, samuráis
  • Tomos: 22 (en la versión original), 5 (en curso en la edición actual)

Si bien es cierto que la figura de Osamu Tezuka es reverenciada en el mundo del manga por ser el gran creador e impulsor del manga tal y como lo conocemos actualmente, también es verdad que su sombra es tan absolutamente enorme que llega a tapar casi del todo, al menos visto desde Occidente, el resto del manga de tipo shônen que se realizó durante los años 50 y parte de los 60. Como ya sabéis, soy gran admirador de Tezuka y de su obra, y he leído muchas historias suyas, pero no deja de hacerme un poco de rabia la injusticia que representa para los demás creadores de los años 50 y 60 haber quedado en un segundo o incluso tercer plano “por culpa” de la colosal figura del Dios del manga.
Y es que, cuando uno piensa en manga de los años 50, lo primero que le viene a la mente es Jungle Taitei (El emperador de la jungla), Ribon no Kishi (La princesa caballero), y sobre todo Tetsuwan Atom (Astroboy), todas ellas obras de Osamu Tezuka. Es extremadamente complicado, al menos en Occidente, encontrar a alguien que pueda mentar al menos una obra destacada del shônen de los años 50 que no saliera de la pluma de Tezuka. Y no es porque no las hubiera, por supuesto, ya que durante aquella época se llegaron a publicar infinidad de volúmenes de manga llamados akahon (“libro rojo”, por los estridentes tonos de rojo que decoraban sus portadas) y empezaron a surgir las primeras revistas para público infantil que primero publicarían manga como entretenimiento en algunas secciones (la mayoría de las revistas llevaban texto o historias ilustradas) y que luego evolucionarían hasta revistas 100% de manga, tal y como son ahora.
¡Huy, ya me estoy yendo por los cérros de Úbeda! En fin, el manga que presento en esta ocasión es uno de los más representativos de los años 50, aunque permanece tapado detrás del torbellino creativo de Tezuka. Su título es Akadô Suzunosuke, que se podría traducir como Suzunosuke del peto rojo, y es un manga que generó un gran fenómeno en el Japón de la época. El cómic fue un invento de Eiichi Fukui (autor de la célebre Igaguri-kun, que iba de un judoka), que solo llegó a presentar un único capítulo de la historia en 1954 antes de morir fulminado por exceso de trabajo a la corta edad de 33 años. La historia, huérfana de padre, la heredaría el dibujante Tsunayoshi Takeuchi, que conseguiría hacer de ella el gran éxito que fue. Este es uno de los primeros manga sobre samuráis que surgieron después de la derrota japonesa en la II Guerra Mundial, ya que el ejército de ocupación americano había mantenido durante unos años la prohibición de crear historias, tanto de cine como de manga o novelas, que loaran el “espíritu samurái”, con el objetivo de impedir que el nacionalismo extremo volviera a aflorar en Japón. Así, después de que se levantara la prohibición, el público japonés, sediento de las historias de samuráis que tanto gustaban en la época, imagino que recibió con los brazos abiertos a obras de este estilo, de las cuales Akadô Suzunosukees una de las que más acabó destacando.

Una de las páginas a color que podemos disfrutar.

¿Y de qué va la historia? Pues la verdad es que es bastante simple, al menos en el primer tomo que he leído. Nos cuenta las aventuras de Suzunosuke Kinno, un enérgico joven que aprende esgrima en un dojo. Su padre murió siendo él muy joven, mientras que su madre tuvo que dejarle atrás en su momento y no la conoce. Un día, un hombre irrumpe en el dojo en el que entrena Suzunosuke y empieza a derrotar a sus compañeros. El protagonista se enfrenta a él y, a pesar de que realiza un buen combate, acaba derrotado. Poco después, se descubre que el hombre es un discípulo del prestigioso Shûsaku Chiba, maestro de la disciplina Hokushin Ittô-ryû. El hombre ve que Suzunosuke tiene madera para la esgrima y le recomienda que vaya a entrenar al dojo de Shûsaku. Así, el hasta entonces maestro de Suzunosuke le desea mucha suerte en su nueva andadura y le cede el peto rojo que solía usar su padre, un famoso espadachín, para que le acompañe en su prometedor futuro. Este peto es lo que le da a Suzunosuke su apodo de Akadô (peto rojo), que da el título a la obra.
A partir de aquí, la historia nos cuenta las aventuras de Suzunosuke en el dojo de Shûsaku y su determinación por llegar a ser el mejor espadachín de todo Japón, Por supuesto, no faltarán enemigos, como el maquinador Rainoshin, ex discípulo de Shûsaku al que Suzunosuke derrotó al poco de llegar al dojo y que posteriormente dejó la disciplina y se entrenó, conducido por el rencor, para hacerse más fuerte que nunca y conseguir acabar con Suzunosuke. La trama está llena de aventuras, peleas y sobre todo de crecimiento interior del joven Suzunosuke, que siempre lleva como estandarte la lealtad, la amistad y el valor.
Akadô Suzunosuke
se hizo popular sobre todo gracias al éxito que tuvo un serial radiofónico basado en él que fue emitido entre 1957 y 1959 en Radio Tokyo. También se crearon varias películas de imagen real basadas en el personaje e incluso un anime bastante posterior, de 52 episodios, emitido entre 1972 y 1973.
Akadô Suzunosuke fue publicado en las páginas de la histórica revista Shônen Gahô entre 1954 y 1960. Debido a la irregularidad de la edición en aquel entonces, y a que aparte de los propios capítulos publicados en la revista en sí también se publicaban tomitos extra que venían de regalo con la revista (llamados furoku, “suplementos”), es muy complicado saber exactamente cuántos tomos abarca en total la obra, al menos en su edición original. En el detallado índice que acompaña al primer volumen de la edición que yo tengo he podido contar hasta 22 volúmenes, así que supongo que por ahí irán los tiros. También tengo constancia de una edición de lujo publicada en los años 90 que abarcaba 13 tomos.
En noviembre de 2007, una empresa “hija” del gigante Shôgakukan llamada Shôgakukan Creative que se dedica, entre otras cosas, a recuperar y restaurar manga clásico, inició la edición de una nueva colección de las aventuras de Suzunosuke. Esta es la versión que tengo yo y que está obteniendo un éxito considerable en Japón, hasta el punto de que me llamó la atención al encontrarla destacada en varias librerías y acabé comprándomela. Por el momento han salido 5 volúmenes y, teniendo en cuenta que cada volumen abarca dos tomos de la versión original, probablemente acabará teniendo un total de 10 u 11 tomos si la historia se publica íntegra.
La tarea realizada por Shôgakukan Creative es extraordinaria. No solo el libro está impreso y encuadernado con una calidad fantástica, sino que además se han dedicado a restaurar concienzudamente el dibujo. Me explico: estos manga de los años 50 se publicaban con una calidad pésima y normalmente con tinta de color -verde, azul, roja…- en vez de tinta negra. Esto provoca que, si se carece de las láminas originales, el proceso de limpieza y restauración de unas páginas cuyo dibujo ha quedado degradadísimo debido a la mala calidad del papel, muchas veces extremadamente poroso, y una tinta de colores suaves que se destiñe con el tiempo, se convierte en una verdadera tarea titánica. Así, aunque en general los trazos no se ven del todo nítidos en esta edición, sí que resulta alucinante hasta qué punto lo han podido limpiar, sobre todo comparado lado a lado con algunos furoku de la misma época que poseo en mi colección particular y que, francamente, se ven de todo menos nítidos (ya de por sí la calidad de impresión de la época era mala, y si a eso le sumas un papel pésimo y tintas de color, pues es lo que hay). Y no solo eso, sino que además el equipo de Shôgakukan Creative recupera y restaura las páginas a color (unas 30 en todo el tomo, de poco más de 250 páginas) con una calidad extraordinaria y encima ofrece unos anexos con un par de artículos y una lista exhaustiva de toda la obra de Tsunayoshi Takeuchi.
¿Que si es un manga recomendable? Pues francamente, ha acusado mucho el paso del tiempo y, aunque debo reconocer que la historia se deja leer, la verdad es que es muy simple y pueril. A mí me ha gustado porque me considero un estudioso de la historia del manga y leerla me ha permitido hacerme una mejor idea de cómo la recibieron los lectores de la época y por qué tuvo el éxito que tuvo, pero para el lector de la actualidad, no necesariamente interesado en la historia del manga… Buf, sinceramente mejor que no. El éxito que ha obtenido esta edición en Japón se debe, imagino, al efecto nostalgia de la gente que la leyó en su momento, gente que actualmente supera los 60 o 70 años, y a unos pocos curiosos como yo que quieren saber cómo fue este manga que provocó un gran fenómeno. Así, mucho tendrían que cambiar las cosas para que Akadô Suzunosuke tuviera algún día una versión occidental. Pero claro, si en España se han llegado a publicar recientemente nuevas ediciones de las aventuras de Nemo in Slumberland, Krazy Kat y cosas así… Quién sabe, quizás es simplemente cuestión de tiempo, ¿no?

Maetel no kimochi (Los sentimientos de Maetel)

Monday, June 2nd, 2008
  • Título: め~てるの気持ち –Maetel no kimochi– (Los sentimientos de Maetel)
  • Autor: Hiroya Oku
  • Editorial: Shûeisha
  • Revista: Young Jump
  • Años publicación: 2006-07
  • Clasificación: seinen, costumbrista
  • Tomos: 3

Otro manga sencillito de leer y de reseñar es este Maetel no kimochi, obra de Hiroyu Oka, ampliamente conocido en nuestro país por ser el creador de la violentísima Gantz; y también conocido en el mundillo del manga en general por sus dos comedias románticas tituladas ambas Hen (Raro). No quiero adelantarme a los acontecimientos, pero lo cierto es que los que esperéis que esta obra sea un segundo Gantz saldréis profundamente decepcionados. Si hacéis como yo y simplemente esperáis un manga entretenido, sin grandes pretensiones, entonces lo disfrutaréis y nada más, ya que no es nada del otro mundo. Más bien, yo diría que es totalmente prescindible y que habría pasado sin pena ni gloria si no llevase el nombre de Oku en la portada.
Este manga fue publicado en las páginas de la Young Jump al mismo tiempo que Gantz; esto no significa, como ya he dicho, que comparta temática. De hecho, es todo lo contrario. Da la sensación de ser un pequeño respiro de Hiroya Oku para desintoxicarse del violento mundo de Gantz. La historia es bastante absurda, en realidad. Imagino que sabéis qué son los hikimomori, esos jóvenes japoneses que se encierran en sus cuartos para aislarse del mundo. No voy a extenderme en este tema puesto que la Wikipedia, sin ir más lejos, lo explica mucho mejor que yo.
Pues bien, Maetel no kimochi nos cuenta la historia de la relación de Shintarô, un hikikomori de 30 años con… ¡Su madre adoptiva, más joven que él y con un par de tetas “made by Oku”! Bueno, ya he dicho que el manga era absurdo, o sea que es lo que hay… Sea como sea, el padre del hikikomori, un viudo calvo con gafas, feúcho y pusilánime, acaba ganándose el afecto de una joven y guapísima compañera de trabajo, llamada Haruka, que se casa con él. Al poco, el padre muere, con lo que Haruka se queda en la casa junto al hikikomori, que lleva 15 años sin salir de su habitación y que se niega por supuesto a salir.
– Hola, feo.
– ¿Qué tal, monada?
El hikikomoriy su “mamá”
 

A partir de esta premisa tan poco realista, se desarrolla la historia como ya nos podemos imaginar (tampoco hay que ser un adivino): Haruka se esfuerza por sacar a Shintarô de su aislamiento, mientras Shintarô se empieza a enamorar de ella porque sencillamente es preciosa y amabilísima. En fin, la única pregunta es si Haruka conseguirá romper el grueso caparazón que ha construido Shintarô a su alrededor y si Shintarô conseguirá el amor (carnal, claro) de su madre adoptiva.
El título del manga me mosquea. Por un lado está la referencia a “Maetel”, un nombre ampliamente conocido en el manganime por ser el de la coprotagonista de Ginga Tetsudô 999 (Expreso Galáctico 999), una obra maestra del space opera setentero de Leiji Matsumoto que ojalá nos llegue algún día. Maetel es una mujer alta, misteriosa, guapísima que, no se sabe muy bien por qué (ahí está su gracia y su misterio), acompaña al pequeño Tetsurô en su largo viaje en el expreso galáctico en busca de un cuerpo mecánico. ¿Será esta “Maetel” del título una alegoría a una mujer que cuida de alguien desvalido? No lo sé, ni tampoco Oku lo comenta en ningún lugar, así que supongo que es un detalle que quedará en la incógnita, al menos por el momento. Por otro lado, el título inglés del manga, como podemos ver en la parte inferior de la cubierta, es Love Laughs at Locksmiths, o sea, El amor se ríe de los cerrajeros, que como bien indica Raúl en los comentarios, es un proverbio inglés que viene a decir, más o menos, que el amor puede superar cualquier barrera o algo así (yo no lo conocía).
Como he comentado antes, sin ser del todo un mal manga, sí que para mí es una obra totalmente prescindible y solo recomendada a los muy fans de Hiroya Oku, ya que su dibujo sigue siendo tan bonito y limpio como en Gantz y Haruka es una verdadera monada.