El blog de Marc Bernabé

Double Arts

Tuesday, November 18th, 2008
  • Título: ダブルアーツ -Double Arts-
  • Autor: Naoshi Komi
  • Editorial: Shûeisha
  • Revista: Shônen Jump
  • Años publicación: 2008
  • Clasificación: shônen
  • Tomos: 3

Comento este manga a partir de la recomendación que un lector del blog dejó en los comentarios hace algunos meses. La verdad es que me leí el primer tomo hace ya bastantes semanas y en este tiempo fueron surgiendo noticias que hablaban de que su popularidad en la revista Shônen Jump, que había empezado siendo muy alta, iba bajando irremediablemente, hasta que finalmente el manga fue cancelado este septiembre pasado. Así, la serie se quedará con unos míseros tres tomos (el tercero sale dentro de dos semanas).
Y es una lástima, porque como bien comentaba ese lector, el manga tiene un inicio bastante interesante y distinto a lo que acostumbramos a leer en el shônen actual. La historia se enmarca en un mundo alternativo donde una terrible plaga llamada “troy” está causando estragos entre la población. “Troy” es mortal de necesidad y la única manera de librarse de la muerte es recibiendo la ayuda de las llamadas “hermanas”, miembros de una hermandad de mujeres que, aunque no son inmunes a “troy”, sí tienen una alta resistencia a la plaga y son capaces de absorber las toxinas de los cuerpos de los enfermos y curarles. Sin embargo, estas toxinas que succionan de los enfermos se acumulan en su cuerpo hasta que llega el punto en el que su capacidad de absorción se desborda y caen enfermas a su vez. La tragedia de “troy”, y por extensión de las hermanas, es que la enfermedad es contagiosa al contacto físico, por lo que todo el mundo evita tocar a los infectados y a las hermanas y les tratan y miran como si fueran la peste.
Elraine es una de estas “hermanas” que viajan curando a la gente. Sin embargo, al poco de empezar el manga, siente que ha llegado a su límite de tolerancia a “troy” y se dispone a morir irremediablemente. En estas, aparece Kili, un joven pintor muy peculiar, que se acerca a ella y, para horror de los transeúntes ¡la toca! para interesarse por su estado. Y en vez de ser infectado Kili y morir, lo que ocurre es que, en el momento en el que él toca a Elraine, ella recupera su estado normal y el proceso de la muerte se detiene. Parece ser que Kili tiene la extrañísima facultad de, mediante el contacto físico, evitar la muerte de los infectados por “troy”, y esto es algo que podría ser determinante en el proceso de encontrar una cura para la terrible enfermedad.

Dame la manita…

El problema es que si Kili suelta a Elraine, el proceso de muerte volverá a empezar y ella fallecerá, por lo que deciden dirigirse juntos a la base de la Hermandad (donde investigarán a Kili para ver si a partir de él se puede encontrar la tan ansiada cura), siempre cogidos de la mano. Así, ambos deberán comer, dormir, ducharse y pelear siempre cogidos de la mano.
A partir de esta premisa se desarrolla una curiosa historia con mucha acción, pero también humor y misterio. El dibujo también es muy “Jump”, alegre, atractivo y muy digno para ser creado por un autor novel que debutó con esta historia. Es cierto que la idea de que dos personas deben convivir permanentemente cogidas de la mano es bastante original y despierta varias preguntas en el sentido de “¿cómo solucionará el autor el momento en el que los personajes deban hacer X o Y?”. Pero una vez pasado el “subidón” inicial que surge de la originalidad de la historia es cierto que es un argumento complicado de llevar a cabo y que, a la mínima, tiene el peligro de perder interés. Esto es lo que le pasó a este manga, que perdió rápidamente el favor del público y por lo tanto, según el sistema de la Shônen Jump, tuvo que pasar a mejor vida prematuramente.
Hace ya un par de años que la Shônen Jump no consigue encontrar series que consigan un éxito suficiente como para permitir que las ya veteranas One Piece, Naruto, Bleach, Reborn o Gintama puedan pronto conseguir un retiro digno antes de que se echen a perder más de lo que ya pueden estarlo debido a la obligación de extender los argumentos como un chicle que tienen los autores debido a la presión de sus editores. Solo algunas pocas, como Psyren, parecen estar consiguiendo hacerse un hueco, pero la mayoría de intentos en estos dos últimos años, como Double Arts, han terminado en fracaso. El futuro de la Jump, buque insignia del shônen manga, está pues en entredicho. Veamos si consiguen salir del atolladero.

Attacker You! (Juana y Sergio)

Friday, November 14th, 2008
  • Título: アタッカーYou! -Attacker You- (Juana y Sergio)
  • Autor: Jun Makimura (dibujo) / Shizuo Koizumi (historia original)
  • Editorial: Kôdansha
  • Revista: Nakayoshi
  • Años publicación: 1984
  • Clasificación: shôjo, deportivo
  • Tomos: 3

En mi incesante búsqueda entre los clásicos más clásicos del manga para encontrar verdaderas joyas (un viaje en el que desde hace casi un año me acompañáis gracias a este blog), es natural tener interés por obras de manga relacionadas con animes que se hicieron extremadamente populares en las televisiones españolas. Attacker You! es uno de estos casos, aunque es curioso en el sentido de que no es una serie especialmente popular en Japón (ni el manga ni el anime), pero su versión televisiva generó un verdadero boom a principios de los 90 cuando fue emitida en Italia, Francia y España con el título de Dos fuera de serie o Juana y Sergio. Y también es curioso en el sentido de que, en este caso, primero fue una novela basada en una historia real (obra de Shizuo Koizumi) y luego, paralelamente, se creó el anime y el manga al mismo tiempo.
Attacker You! no es un manga demasiado original si pensamos que antes hubo otra obra en Japón con la misma temática que sí se hizo extremadamente famosa: Attack Nº 1 (hasta en el nombre se parecen). Así, en Japón imagino que Attacker You! no es especialmente considerada debido a que no es más que una copia de un manga anterior, del mismo modo que los muchos manga de fútbol que surgieron a la estela de Capitán Tsubasa (Campeones / Oliver y Benji) no son ni de lejos tan populares como el original (por muy buenos -hasta mejores- que sean).
En fin, debo decir que no vi la serie en su momento cuando la emitieron por la tele, aunque sí que recuerdo haber visto trozos sueltos; ese acaramelamiento shôjo no iba en absoluto con mis ganas de hostias “dragonballeras” o de risas “doctorslumperas”. Por lo que, francamente, no recuerdo en absoluto nada de esta serie más que de que iba de voleibol, que los protagonistas se llamaban Juana y Sergio, y que la canción de opening era lo más pegadizo del mundo mundial.
En fin, el manga consta solo de tres tomos. Mejor dicho, de dos tomos y medio, puesto que el medio tomo restante para completar el tercero lo ocupa una historia de piratas a lo Errol Flynn en plan shôjero. Y me ha sorprendido porque francamente se hace muy ameno de leer, ya que tiene un desarrollo muy rápido y muy dinámico y no se hace nada pesado. Eso sí, acostumbrado a los manga kilométricos en los que un partido puede durar tres tomos enteros, que se pulan un torneo de varios partidos en solo medio tomo, por un lado deja una sensación rara y por el otro resulta hasta refrescante. Imagino que el hecho de que el manga se publicara paralelamente a la emisión del anime por la tele tiene que ver con esto y que Jun Makimura, la mangaka, posiblemente tuvo que tomar atajos en el manga para poder seguir el ritmo del anime.

Contrariamente a lo que se podría pensar, este es primordialmente un manga de acción

A lo que íbamos: la protagonista del manga es Yû Hazuki (de ahí el “You” del título, un juego de palabras entre el nombre de la prota y el pronombre inglés para “tú”), una chica alta y desgarbada que nada más empezar la historia llega a una nueva escuela. Ahí, sin comerlo ni beberlo, acaba metida en el club de voleibol al que, tras sufrir los típicos rifirrafes tan frecuentes en los gakuen manga con las veteranas del equipo, se acaba incorporando al mismo y, a pesar de que al principio no tenía ni idea de voleibol, muy rápido se acostumbra y llega a ser la “ace” del equipo en tiempo récord. En fin, en medio de todo esto está un chico llamado Sô, que le da cuatro consejos mal dados; la típica rival “inalcanzable” a la que la protagonista perseguirá y a la vez admirará para algún día poder vencerla, que en este caso se llama Eri Takigawa; y la compañera de equipo que al principio es una borde y luego se convierte en gran amiga y aliada en la cancha, que aquí se llama Nami Hayase.
El manga se centra sobre todo en el voleibol y deja mucho de lado todo lo demás. Así, el chico (Sergio, para que nos entendamos) apenas tiene un papel significativo en el manga y la evolución de Nami en su relación con Yû (primero tensa y beligerante y luego amistosa) es realmente rápida y poco trabajada. Aunque esto, como he dicho antes, nos proporciona un manga deportivo realmente trepidante. Ahora sí, los que busquen el acaramelamiento del anime de Juana y Sergio se sentirán defraudados, puesto que aquí la mangaka va al grano y despacha rápidamente las relaciones interpersonales de los personajes en favor de la acción en la cancha.
Curiosamente, el manga contiene algunas explicaciones y consejos para jugar al voleibol en forma de comentarios a pie de página y viñetas sueltas con diagramas y dibujos explicativos. En fin, una curiosidad más del mundo del manga, y uno de los pocos anime que en Japón no funcionaron del todo bien y en cambio en el extranjero (sobre todo en Francia, pero también en Italia y España) se convirtieron en un verdadero boom.

Blazer Drive

Monday, November 10th, 2008
  • Título: Blazer Drive
  • Autor: Seishi Kishimoto
  • Editorial: Kôdansha
  • Revista: Shônen Rival
  • Años publicación: 2008-?
  • Clasificación: shônen
  • Tomos: 1 (en curso)

Blazer Drive es la nueva serie de Seishi “el hermanísimo” Kishimoto, es decir, el hermano gemelo de Masashi Kishimoto, autor de Naruto. Después de terminar su anterior obra 666 Satan, Kishimoto se ha embarcado en la creación de este nuevo manga y videojuego (ha diseñado los personajes del videojuego de Sega del mismo título y a partir de ellos ha hecho este manga) en la novísima revista Shônen Rival de Kôdansha, que inició su andadura allá por abril de 2008.
El manga nos presenta un mundo en un futuro no muy lejano, en el que existen unas pegatinas (llamadas mysticker -supongo que es una contracción de mysterious sticker o mystic sticker, o sea “pegatina misteriosa” o “pegatina mística”) que sirven más o menos para cualquier cosa. Por ejemplo, si pegas una pegatina de electricidad en un electrodoméstico, ese electrodoméstico se pondrá en marcha; si pegas una de calor en la base de una tetera o una olla, el agua que haya dentro se pondrá a hervir, etcétera. Ni que decir tiene que estas pegatinas no son aptas para consumo humano: es decir, si te las pegas en la piel, lo más seguro es que te hagan un daño tremendo y termines en el hospital con quemaduras de tercer grado.
Sin embargo, dice la leyenda urbana que hay unos pocos individuos que tienen la facultad de no solo no ser afectados por la acción de las pegatinas si se las pegan en la piel, sino de poder aprovechar sus facultades. Estos individuos, de cuya existencia duda todo el mundo, son llamados “Blazer Drive”. Así, por ejemplo, si un Blazer Drive se pega una pegatina de calor, podrá lanzar bolas de fuego por las manos.
En fin, la historia nos cuenta las aventuras de Daichi, un chaval que al principio de la obra se hace pasar por Blazer Drive sin que sepa que realmente lo es. Hasta el momento, pensaba que los Blazer Drive no existían, pero las circunstancias hacen que se tope con uno, que se carga a su hermano (ojo, no son spoilers, todo esto ocurre en las primeras páginas). Antes de morir, su hermano le revela que él también es un Blazer Drive y que debe luchar contra los malos malosos: para ello, le da una pegatina de electricidad muy poco común (existen pegatinas comunes, y “raras”). En fin, el poder oculto de Daichi se despierta y tendrá que luchar contra los malos con la ayuda de Kuroki, un colega de su difunto hermano que se ofrece a enseñarle a usar el poder de las pegatinas.

¡Hazte con todas (las pegatinas)!

Y así empieza toda una aventura con mucha acción, muchas luchas, y mucha búsqueda de pegatinas misteriosas, a cuál más potente y molongui. ¿Francamente? Me aburrí muchísimo leyendo este tomo. Es cierto que el dibujo está muy bien, Seishi ha evolucionado mucho su dibujo y ya no se parece tanto al de su hermano y es francamente atractivo, al nivel de los mejores dibujantes de shônen de la actualidad. Pero el rollo tan visto ya de las peleas y del “hazte con todos” me parece soporífero.
Todo el tema de las pegatinas, además, huele demasiado a operación de marketing, ya que si el manga y el videojuego se venden bien, obviamente todos los diseños de pegatinas que se han creado para ambas cosas se fabricarán en la realidad. Si la jugada les sale bien a Sega, Kôdansha y Kishimoto, pueden llegar a forrarse con las pegatinitas de marras. Esto no quita que sea un título muy atractivo por su dibujo moderno y dinámico, su temática trepidante y también el componente “tie up” con el videojuego. No sé si el videojuego llegará a Europa o no, pero el manga no me cabe duda de que acabará siendo publicado tarde o temprano por estos lares, porque tiene todos los números para venderse bastante bien aquí. Aunque, como he dicho antes, me ha aburrido al mismo nivel que me aburrió AirGear, que más o menos tiene un dibujo similiar y una temática y un desarrollo de la historia -en el que prima la acción por encima de todo- también muy parecidos.

Circuit no ôkami (El lobo del circuito)

Thursday, November 6th, 2008
  • Título: サーキットの狼 -Circuit no ôkami- (El lobo del circuito)
  • Autor: Satoshi Ikezawa
  • Editorial: Shûeisha
  • Revista: Shônen Jump
  • Años publicación: 1975-79
  • Clasificación: shônen, carreras
  • Tomos: 27

¡Por fin se ha acabado el dichoso octubre, madre mía! El Salón fue estupendamente, aunque muy ocupado debido a que todos los medios del país quisieron entrevistar a Kaiji Kawaguchi (acabé agotado, pero muy contento porque, aunque sea con la excusa de las elecciones americanas, el manga ha tenido un papel muy importante en los medios estos días) y la conferencia de ayer sobre Tezuka también fue muy bien, ¡gracias a los que vinisteis!
Ahora espero poder dedicarme más a este blog, que ganas no me faltan. Y qué mejor para reanudarlo que con un manga “viejuno” de estos que tanto me gustan. Como ya sabéis, hay muchos japoneses a los que les fascina el mundo del motor, y no es para menos, ya que solo con las marcas de fama mundial que tienen (Toyota, Honda, Yamaha, Kawasaki…) lo raro sería que no hubiese japoneses totalmente pirados por los coches o las motos. Aun así, y aunque en motociclismo ha habido grandes pilotos japoneses que han sido campeones del mundo, en Fórmula 1 los pilotos japoneses no suelen tener tanta suerte.
En cualquier caso, en Japón existe un porcentaje muy alto de coches superdeportivos que probablemente solo es superado por Italia, el país de los superdeportivos por antonomasia. No en vano, Ferrari, Lamborghini, Lotus, Maseratti, Porsche y otras marcas por el estilo tienen en sus listas de clientes a muchos japoneses. Pero esto fue básicamente durante los años 80, cuando el japonés medio tenía un poder adquisitivo apabullante comparado con el resto del mundo debido a la enorme burbuja económica, y cuando cualquier japonés se gastaba auténticos dinerales en objetos de lujo. Esto actualmente ya no ocurre tanto debido a que la economía japonesa se ha puesto en el lugar que le corresponde, aunque no hay que olvidar que, como uno de los países con más renta por cápita del mundo, el poder adquisitivo de los japoneses sigue siendo muy alto comparado con otros países. Todo esto lo explico para justificar que un antiguo compañero de trabajo mío en el Ayuntamiento de Yokohama, que por aquel entonces debía de andar por los 30-32 años y acababa de ser padre, tenía ni más ni menos que un Toyota antiguo superdeportivo (no recuerdo el modelo, pero era un coche precioso) y otro de mis compañeros era (sigue siendo) un fanático de las carreras que se gasta un dineral en ser miembro de un equipo de carreras y participar en varios torneos. Y ojo, los dos son funcionarios y tienen un sueldo normal y corriente. Lo que pasa es que, en general, los japoneses viven para su trabajo y simplemente pasan tantas horas en la oficina que no tienen tiempo para gastarse el dinero en ocio, con lo que consiguen ahorrar muchísimo. Así, algunos pueden permitirse el capricho de comprarse un cochazo.
En fin, toda esta introducción es de nuevo para demostrar el poder del manga en la sociedad japonesa, y es que la raíz de gran parte de este fetichismo por los coches se puede encontrar, de nuevo, en un manga. Capitán Tsubasa (Oliver y Benji) fue el inicio del boom del fútbol, con el que se crió toda una generación que consiguió clasificar a Japón por primera vez para la fase final de un Mundial de fútbol (en Francia ’98) y luego lo revalidó en Alemania ’06 (en Corea-Japón ’02 se clasificó directamente por ser anfitrión); debido a Attack Nº 1 y Attacker You (Juana y Sergio) los equipos femenino y masculino de voleibol consiguen siempre estar en los primeros puestos en las olimpiadas; y últimamente Prince of Tennisha generado un gran boom del tenis que seguramente generará dentro de pocos años a grandes jugadores de nivel mundial.

¡Carreras de supercoches en medio de Tokio!

Pues este Circuit no Ôkami (El lobo del circuito) consiguió, en los años 70, consolidar y extender inimaginablemente la fiebre por los coches superdeportivos, hasta el punto de que los lectores de aquella época, cuando crecieron y pudieron ahorrar un poco, intentaban conseguir uno de esos (así se explica mejor por qué desde finales de los 80 y durante todos los 90 se vendieron tantos Ferraris, Maserattis y Lamborghinis en Japón).
¿Pero de qué va este manga? Pues es simple y llanamente un cómic de aventuras automovilísticas que nos narra las peripecias de Yûya Fubuki, un chaval de sangre caliente que tiene un Lotus Europa y que, en vez de formar parte de una de las bandas de tíos gamberros con supercoches que hay por ahí, prefiere ir en solitario (la figura del “lobo” en Japón se asocia mucho a la idea de “soledad” o “individualismo”). En el capó de su Lotus hay marcadas varias estrellas, una para cada uno de los rivales a los que ha derrotado en carreras ilegales por carrereteras de montaña o ciudad. Pero tiene un problema y es que el Lotus Europa, pese a ser un gran coche, no tiene la potencia de otros bólidos de la época como el Porsche Carrera RS, el Lamborghini Miura, el Ferrari Dino o el Toyota 2000GT (todos estos coches salen “con nombres y apellidos” en el manga) así que tiene que suplir su falta de potencia con técnica al volante, así como aprovechando la única gran ventaja que tiene el Lotus respecto a los demás: su tremendo agarre en las curvas.
Así, el manga se desarrolla presentándonos piques entre Yûya y otros rivales, como Sakon Hayase, líder de los “Corredores Nazis” (llevan cruces gamadas pintadas en los Porsches XDD). Por en medio, también aparecerá la típica chica, que también resulta ser el líder de una banda de chicas moteras muy chungas, y el típico personaje “mentor”, que es el novio de la hermana de Yûya, un piloto profesional.
La gracia de este manga respecto a otros manga de carreras que hubo anteriormente (Mach no GoGoGo, básicamente) es que aquí todos los coches que salen son reales. De hecho, se ve que su autor, Satoshi Ikezawa (página oficial), es él mismo un auténtico friki de los coches y muchos de los que salen en las páginas del manga o bien los había tenido o bien eran coches de sus compañeros de correrías, que a menudo le pedían que dibujara a sus bólidos en las páginas del manga. Además, se dan muchos datos de los coches (potencia, cilindrada, peso, etc.) y también se explican muchos conceptos automovilísticos, bien a través de la boca de los personajes, bien a través de notas a pie de página. Todo esto hizo que Circuit no ôkami se convirtiera en un manga de culto y contribuyó mucho al fenómeno de conseguir que una revista shônen como la Shônen Jump, que hasta ese momento estaba básicamente enfocada a niños y pre-adolescentes, fuera leída por un estrato de público mucho mayor (un fenómeno que sigue hoy en día, cuando gente que ya ha entrado en la treintena sigue leyendo la Jump). Los niños quedaban fascinados por las aventuras de Yûya y soñaban con poder conducir un día uno de esos bólidos y los mayores soñaban con comprarse uno para ellos.
El dibujo en sí, al menos en el primer tomo, es bastante típico de su época, lo que equivale a decir que actualmente se ve muy anticuado. Eso sí, la historia se desarrolla con mucha rapidez, lo que lo convierte en un manga trepidante y francamente me lo pasé muy bien leyéndolo. La edición original consta de 27 tomos, pero a lo largo de los años ha habido reediciones recopiladas en 19, 10, 4 y 3 tomos respectivamente (las de 4 y 3 tomos o bien tienen un porrón de páginas por tomo, o bien se publicaron parcialmente, no lo sé). Como curiosidad, decir que existe una segunda parte, Circuit no ôkami 2 – Modena no ken (La espada de Módena), que se publicó en la revista Playboy (al igual que la misma revista rescató Kinnikuman para hacer una segunda parte muy exitosa) y consta de 25 tomos.
Por cierto, ¿soy el único a quien esta historia le recuerda mucho a la de Initial D? Si es que en el mundo del manga se van repitiendo temáticas…

Ozu Yasujirô no nazo (El misterio de Yasujirô Ozu)

Friday, September 26th, 2008
  • Título: 小津安二郎の謎 -Ozu Yasujirô no nazo- (El misterio de Yasujirô Ozu)
  • Autor: Masahiro Sonomura (guión) / Mariko Nakamura (dibujo)
  • Editorial: Shôgakukan
  • Revista: Big Comic Spirits
  • Años publicación: 1999
  • Clasificación: seinen, biografía
  • Tomos: 1


Pues nada, todo lo bueno se acaba y mis vacaciones no iban a ser una excepción. Toca volver al trabajo y a la rutina diaria, algo que tampoco me desagrada, francamente. Me encanta viajar y perderme por el mundo, pero también disfruto del día a día normal. En fin, reanudemos el blog con una nueva reseña.
A riesgo de sonar “gafapasta”, diré que me encantan las películas de Yasujirô Ozu, considerado uno de los tres grandes directores de cine clásico de Japón junto con Akira Kurosawa y Kenji Mizoguchi. Exacto, estoy hablando de un director de cine cuyas películas más memorables se rodaron en los años 50 (aunque estaba trabajando como director desde los años 30), la amplia mayoría de ellas en blanco y negro y más lentas de desarrollo que el caballo del malo.
Aunque tampoco, por supuesto, le hago ascos a Akira Kurosawa (en Mizoguchi, Naruse, etc. todavía no he entrado), mi favorito de largo en el cine clásico japonés es Ozu. Y esto es porque este director siempre realizó películas contemporáneas a sí mismo, en las que la acción no se desarrolla en el Japón feudal, sino en el Japón de los años 30, 40, 50 o 60 (según el año en el que se rodara la película de turno). Y esta particularidad de su cine, que se centra en las relaciones humanas sobre todo entre familiares, permite abrir una ventana incomparable y totalmente real a un Japón que ya no existe.
Este aspecto es el que a mí me fascina de las películas de Ozu: cómo vivían los japoneses de los años 50, cómo vestían, cómo se comportaban, ¡cómo hablaban! Realmente, en solo 50 años, Japón ha cambiado una barbaridad si comparamos la actualidad con lo que vemos en las pelis de Ozu… ¡Parecían aligenígenas! Esa reverencias, esa sumisión de la mujer, siempre con una sonrisa (muchas veces forzada) en la cara, esas relaciones entre los jóvenes o entre los mayores, o entre mayores y jóvenes, esa manera de hablar con una distinción tan clara entre el lenguaje de los hombres y el de las mujeres, entre el japonés formal y el informal (distinciones que se mantienen hoy en día, pero no de forma tan patente ya que las diferencias se han ido limando con el tiempo). Vamos, para mí, que me gusta el tema clásico y soy un apasionado de la era Shôwa (1926-89), estas películas son verdaderas maravillas.
Porque de acuerdo que una película te cuenta la melancolía de un padre al ver marcharse a su hija de casa para contraer matrimonio (arreglado, por supuesto), otra te cuenta un pique entre dos hermanas y otra las peripecias de unos niños para poder ver la televisión, ¡ese aparato revolucionario que solo unos pocos privilegiados pueden tener…! Sí, las historias pueden parecer anodinas, pero no lo son tanto; y el ritmo de Ozu es lento, lentísimo, pero también absorbente.
Ozu era famoso por su técnica de grabar “desde la altura del tatami”, es decir, con la cámara muy baja. Aquí vemos una escena de la grabación de Banshun (Primavera tardía, 1949) donde vemos claramente la posición de la cámara y el director. En la última viñeta, Ozu le da instrucciones al actor Chishû Ryû en la memorable última escena de la peli.
En cualquier caso, como se suele decir, si hay algo, es muy posible que exista un manga sobre ese algo. Y cómo no, existe una biografía de Ozu en forma de cómic, este Ozu Yasujirô no nazo (El misterio de Yasujirô Ozu). Como me dijo un amigo cuando le hablé de este libro, “ah, sí, el misterio de Ozu, sí, claro. Pues es, a saber; poner la cámara a ras de suelo, hablar múuu bajito y moverse múuu despacito”. XDD.
De hecho, es el primer libro de un proyecto de Shôgakukan que iba a ser dedicado a varios directores de cine, pero imagino que no les fue demasiado bien porque solo sacaron dos libros más: el de Akira Kurosawa y uno dedicado a Sadao Yamanaka.
El cómic empieza con la visita a Japón de un famoso director de Hollywood, Leslie O. Stan, que contacta con la editorial Shôgakukan para que le ayude durante su visita de incógnito al país a cambio de una exclusiva sobre su visita. La editorial le encarga a la joven Noriko que cuide de Stan y le ayude en todo lo posible; al cabo de poco de llegar Stan, Noriko descubre que su visita se debe a que es un gran apasionado de Yasujirô Ozu y quiere aprender todo lo posible sobre su persona. Así, lo primero que hacen es ir a Kamakura, donde reposa Ozu en una tumba en cuya lápida solo figura el kanji 無 (la “nada”). Por cierto, yo también fui una vez al templo Enryakuji para presentar mis respetos al gran maestro en su tumba… Sí, friki que es uno…
Bueno, sigamos. Stan se queda patidifuso al ver la tumba con el kanji de “la nada” inscrito y se pregunta por qué demonios ese concepto figura en su lápida, en vez de su apellido como sería normal… Así, Stan, Noriko y el joven Hirayama, que se incorpora muy pronto a la historia, realizarán una investigación para averiguar más sobre Ozu, indagar sobre su vida, los conceptos detrás de sus películas, etc. Para ello, se entrevistan con varios actores de la época, técnicos, gente que le conoció (todos gente real, a los que los autores del libro investigaron e incorporaron luego al cómic), lugares que frecuentó, etcétera.
El resultado es un libro muy ameno que nos cuenta la vida de Ozu, sus experiencias, su forma de trabajar, su filosofía y su visión del cine, así como varias anécdotas de sus películas más famosas, como Tokyo Monogatari (Historias de Tokio), considerada su obra maestra. A mí me ha parecido un libro muy interesante. El de Kurosawa también me lo leí hace tiempo y también me gustó mucho, pero este de Ozu es especial para mí, ya que me ofrece una visión de pájaro sobre la persona detrás de esas películas que me fascinan.
Realmente, el cómic es un medio ideal para realizar biografías: uno consigue gozar de una cantidad ingente de datos en forma de texto, pero también de imágenes (muchas de ellas sacadas de fotos reales) para hacerse una idea excelente de cómo fue la vida de una persona. Con las posibilidades que tiene el cómic, no deja de ser bastante irritante que solo en Japón se utilice en todo su potencial didáctico.