El blog de Marc Bernabé

Mizuki Shigeru-den (Autobiografía de Shigeru Mizuki)

Thursday, July 30th, 2009
  • Título: 水木しげる伝 –Mizuki Shigeru-den– (Autobiografía de Shigeru Mizuki)
  • Autor: Shigeru Mizuki
  • Editorial: Kōdansha
  • Revista: ninguna
  • Años publicación: 2001 y 2005
  • Clasificación: seinen, autobiografía
  • Tomos: 3

Habiendo vuelto de mi semanita de vacaciones en la que he aprovechado para descansar y leer mucho, retomo el blog con energías renovadas. Espero que el “efecto verano” de sopor y alejamiento generalizado de los ordenadores no merme mucha actividad a este blog porque he decidido dedicar unos cuantos posts seguidos al grandioso Shigeru Mizuki, uno de los más geniales creadores históricos de manga, que debutará en nuestro país cuando Glénat edite su interesante biografía de Adolf Hitler. ¡Vamos allá con la autobiografía del maestro!
Estoy descubriendo que me gustan los manga que hablan sobre manga, ya sean autobiografías (como la de Yoshihiro Tatsumi) o relatos de algún tipo basados en manga reales (como Kingyo-ya). Espoleado en parte por lo mucho que me gustó la biografía de Tatsumi, y aprovechando un ramalazo que he tenido últimamente relacionado con la figura del mangaka Shigeru Mizuki, decidí comprarme los tres tomos de su autobiografía, que había visto hacía un tiempo en una librería japonesa. Hasta ahora me había resistido, ya que son tres tomos de tamaño bolsillo (es decir, pequeñitos, pero gordotes), de unas 500 páginas cada uno, pero finalmente la curiosidad pudo conmigo y lo hice. ¡Y no me arrepiento!
Desde la primera hasta la última página no he podido dejar de leer la interesantísima autobiografía de Shigeru Mizuki, el creador de GeGeGe no Kitarō, Kappa no Sanpei, Akuma-kun o la galardonada en Angoulême 2005 Nonnonbaa to ore, además de experto en seres sobrenaturales japoneses (yōkai). Esta autobiografía salió publicada por primera vez en 2001 con el título Boku no isshō wa gegege no rakuen da (Mi vida es un paraíso “gegege”), pero entre 2004 y 2005 la editorial Kōdansha decidió volver a publicarla, con correcciones y añadidos (por ejemplo, se añaden páginas al final que relatan lo acontecido entre 2001 y 2004) y cambiándole el título al más explícito Kanzenban manga Mizuki Shigeru-den (Edición definitiva en manga – Autobiografía de Shigeru Mizuki). Esta es la edición que tengo yo, con portadas en las que sale el bueno de Mizuki, ya ancianito él, junto a él mismo en versión manga y otros personajes suyos. ¿Y qué nos cuenta cada tomo?
Tomo 1: La infancia de Shigeru Mizuki, nacido Shigeru Mura, en el pueblo de Sakai-Minato, su relación con la vieja Nonnonbaa, sus jaleos en la escuela y sus peleas con los vecinos, así como sus primeros pinitos con los yōkai. Interesantísimo tomo introductorio que en ocasiones se solapa bastante con lo ya leído en Nonnonbaa to ore, pero que aun así resulta una puerta de entrada fascinante a la infancia de Mizuki en particular y a la vida en los años 20 y 30 en el Japón rural en general.

En su etapa como soldado en Nueva Guinea recibía más palos que una estera de parte de sus superiores.

Tomo 2: La experiencia en la guerra de Mizuki, que fue enviado a Nueva Guinea para luchar en la Guerra del Pacífico. Sus horribles experiencias allí (como el bombardeo en el que fue herido en el brazo izquierdo, que más tarde tuvo que serle amputado), sus múltiples aventuras en la selva y su amistad con los nativos, que le acogieron con los brazos abiertos. Un tomo, además, trufado de explicaciones contextuales que nos describen cómo iba avanzando la guerra y qué es lo que ocurría en Japón y otras partes del mundo mientras él se encontraba luchando contra australianos, británicos y americanos en las cercanías de la población de Rabaul.
Tomo 3: El regreso a Japón, las penurias de la posguerra, los múltiples trabajos que tuvo que hacer para sobrevivir (¡con un brazo menos!), su corto período como administrador de un edificio de apartamentos en la calle Mizuki de Kōbe (allí empezó a trabajar como dibujante, y uno de sus clientes se empeñaba en llamarle “Mizuki” en vez de “Mura” -su apellido real-, así que al final se rindió y acabó firmando sus obras como “Shigeru Mizuki” XD), etc. También nos relata su entrada casi por casualidad al mundo artístico, primero como dibujante de obras de kamishibai (teatrillo con viñetas que unos charlatanes interpretaban en las esquinas), luego como autor para la red de librerías de manga de alquiler (kashihon’ya) y, finalmente, la consagración y el éxito como autor de manga shōnen para revistas como Shōnen Magazine. En medio de todo esto, la miseria absoluta y la desesperación por apenas poder ganarse la vida como dibujante, su boda casi forzada (prácticamente la decidieron sus padres y tuvo que casarse al día siguiente de la entrevista, sin apenas conocer a su mujer), el reencuentro con la gente de Nueva Guinea y su gran amigo Topetoro, etc.
Esta obra me ha encantado. En general, está muy bien ambientada, se ciñe a los sucesos sin fantasías (en Nonnonbaa to ore, una de las cosas que no me gustaron tanto es que en medio de la historia había cosas fantasiosas que restaban credibilidad) y es un relato fresco y ágil. En el tercer tomo el autor desbarra un poco e intercala historias fantasiosas, pero lo hace más que nada para expresar su estado de ánimo en aquel momento, como por ejemplo durante la época en la que tenía que trabajar muchísimas horas al día sin descanso y sin poder disfrutar ni del dinero ni de la fama (Mizuki se define a sí mismo como “bastante vaguete”).
Lo que me ha sorprendido de la obra es que: 1) Apenas habla de si le gustaba dibujar o no, y por qué acabó dedicándose a dibujar. La historia fluye naturalmente hacia allí: un buen día, alguien le pregunta si estaría dispuesto a dibujar para kamishibai, y Mizuki dice que sí. Y a partir de ahí todo evoluciona. 2) Cuenta sus horribles experiencias durante y después de la guerra con una ingenuidad que muchos querrían para sí. Los occidentales tendemos a recrearnos en la descripción de los horrores que nos toca vivir, a ponerle mucho drama y tal, pero por lo que estoy viendo los japoneses simplemente lo aceptan estoicamente y, cuando lo narran, lo narran como si tal cosa. Es horrible ver escenas de Mizuki con el brazo amputado lleno de gusanos y tal, y te lo cuenta como si te estuviera contando un cuento. Sorprendente.
En definitiva, una gran obra para conocer a uno de los creadores más carismáticos de todo Japón y a un mangaka que, a sus casi 90 años, sigue destilando alegría de vivir y optimismo. Se merece pues el honor de ser considerado uno de los mangaka que me caen más bien y a los que más admiro. ¡Bravo Mizuki!

Dokonjō Gaeru (La rana Raponchi)

Monday, July 20th, 2009
  • Título: ど根性ガエル –Dokonjō Gaeru– (La rana Raponchi)
  • Autor: Satoru Yoshizawa
  • Editorial: Shūeisha
  • Revista: Shōnen Jump
  • Años publicación: 1970-76
  • Clasificación: shōnen, humor
  • Tomos: 27

¡Un post expresamente dedicado a los más nostálgicos! Yo nunca vi esta serie por la tele, pero me consta que tiene bastantes fans en España y Latinoamérica, donde se conoce como La rana valiente o La rana Raponchi. Como prácticamente todas las series que veíamos en nuestra infancia, Raponchi también tuvo su origen en un manga: Dokonjō Gaeru (literalmente “La rana valiente” o, más creativamente, “La rana con agallas” (XD)).
Dokonjō Gaeru es una creación de Satoru Yoshizawa y se publicó con bastante éxito en las páginas de la sempiterna Shōnen Jump entre 1970 y 1976, es decir, en la primera época de la ahora legendaria revista. Lo que más gracia me ha hecho con diferencia al leer el manga ha sido que toda la premisa de la historia se soluciona en la primera página. ¡Sí, sí, en una sola página, a lo bruto y descarao! Concretamente, va un chaval (Hiroshi) corriendo por un descampado, se cae de bruces encima de una rana y la rana aplastada queda impresa en su camiseta. A pesar de todo, la rana de marras no está muerta, sino que puede usar la boca para morder, comer y hablar, y también puede “tirar” de la camiseta para obligar a Hiroshi a ir en la dirección que ella desea. ¡Y ya está!
A partir de aquí, encontramos historietas autoconclusivas en clave de humor que aprovechan los gags que pueden desarrollarse con estos ingredientes: la puñeterilla rana llamada Pyonkichi (Raponchi en español), el chico Hiroshi, bastante salido y chuletillas y que siempre va con unas enormes gafas de sol encima de la cabeza, su amiguete “mandao” Gorō y otros personajes, como por ejemplo la chica mona e hija de papá Kyōko Yoshizawa, por la que suspira el bueno de Hiroshi.
 

Raponchi a veces fastidia a Hiroshi tanto como puede

Y bueno, pues nada, aquí está todo: solo he leído el tomo 1 de los 27 (!) de los que consta la historia, y al cabo de tres historietas la cosa ya se me hacía repetitiva, aunque también es verdad que leyendo el tomo no me he aburrido en ningún momento. Pero 27 tomos así… ¡Buf, ¿no se cansaban?! En cualquier caso, la historia cayó en gracia en su momento, ya que fue adaptada al anime con gran éxito en dos ocasiones: la primera en 1972 (103 episodios) y la segunda en 1981(30 episodios).
Investigando para hacer esta reseña he dado con algunos datos curiosos, como por ejemplo que Yoshizawa no ha vuelto a hacer ninguna serie de éxito después de esta y que, seguramente debido a las ganas de seguir explotando su particular gallina de los huevos de oro, protagonizó varios intentos de reflote de la historia con prácticamente nulo éxito: Shin Dokonjō Gaeru (La nueva rana valiente), en Shōnen Jump (episodios sueltos entre 1981 y 1982, no consta que se publicara en tomo), Dokonjō Gaeru 2001, en Comic Densetsu Magazine (episodios publicados en 2001, sin tomo) y, ya parece cachondeo, Shin-shin Dokonjō Gaeru (La nueva-nueva rana valiente), en Comic Figure Ō (historia única suelta, sin tomo). Además, la serie fue republicada parcialmente en los años 80 en la revista Wanpaku Comic de la editorial Tokuma Shoten (sí, la que tanto le gustaba a Hideaki Sorachi de Gintama en su infancia XD) y se publicaron 8 tomos con ese material rescatado.
También decir que me costó bastante conseguir este tomo 1 y que una vez, charlando con el friki-dependiente de una tienda de segunda mano extrañísima de Osaka (¡era brutal, en un 4º piso, en un local minúsculo y lleno de libros por todas partes a lo bruto!), me enteré de que la serie completa solo se puede conseguir en su edición original de Shōnen Jump o bien en el servicio de “impresión on-demand” de Shūeisha (en el que pides el tomo que quieras y te imprimen una sola copia para ti). Aparte de los 8 tomos rescatados de Wanpaku Comic, en dos ocasiones se ha intentado editar la serie en formato bolsillo: en la primera se editaron solo 5 tomos antes de tener que cortar la edición por falta de ventas, mientras que en el segundo intento solo se pudieron lanzar 2 tomos. Al final el de la tienda Osaka no tenía el tomo 1 que yo quería (se pasó un buen rato buscándolo y al final resultó que solo tenía el tomo 8) y este lo conseguí en las subastas de Yahoo!! Japan unos meses más tarde.

Honey Honey no suteki-na bōken (La maravillosa aventura de Honey Honey)

Friday, July 17th, 2009
  • Título: ハニーハニーのすてきな冒険 –Honey Honey no suteki-na bōken– (La maravillosa aventura de Honey Honey)
  • Autor: Hideko Mizuno
  • Editorial: Asahi Sonorama
  • Revista: Ribon
  • Años publicación: 1968
  • Clasificación: shōjo, aventuras
  • Tomos: 2


Esta vez comentaré un manga shōjo clásico, de los años 60 concretamente, es decir, de antes de la irrupción de las autoras del “Grupo del 24” (más info sobre esto en la introducción de este post). Me gustaría conseguir más de shōjo antiguo, pero lo cierto es que es muy complicado, ya que, aunque se publicaba mucho material en las revistas de manga desde los años 50, este material raramente se recopilaba en forma de tomo y, por lo tanto, son un tipo de obras que cuesta mucho conseguir hoy en día. Es cierto que se están realizando recuperaciones del manga shōjo “primigenio”, sobre todo, claro está, salido de la pluma de grandes autores (masculinos) de manga como Osamu Tezuka, Shōtarō Ishinomori, Fujio Akatsuka, Kazuo Umezu o Mitsuteru Yokoyama, pero es raro que estas recuperaciones se realicen con material de autores y autoras menos conocidos o aún por reivindicar, como Hideko Mizuno. Esperemos que, con el tiempo, haya editoriales (japonesas, claro) que apuesten por la recuperación de parte de este fondo.
En cualquier caso, el manga que comento esta vez, Honey Honey no bōken (La maravillosa aventura de Honey Honey) es una feliz excepción a todo esto. Primero porque se publicó poco antes del gran “boom” que representó para el shōjo manga la eclosión de las autoras del “Grupo del 24”, sobre todo gracias a La rosa de Versalles, y por lo tanto las mentes empezaban a estar un poco más abiertas a que el manga para chicas era un género más dentro del manga y a que dentro del shōjo manga también había lugar para buenas y originales obras. Segundo porque es obra de Hideko Mizuno, una de las autoras shōjo más conocidas del momento y famosa por ser la única mujer que llegó a vivir en el Tokiwa-sō, los apartamentos del manga, aunque fuera solo por unos meses en calidad de invitada.
Como decía en la reseña de Kaze to ki no uta, se suele decir que el shōjo manga pre-Grupo del 24 “había sido básicamente un subgénero del manga bastante marginal y plano, con historias pueriles y poco elaboradas, destinadas a entretener a las niñas. Historias de chicas desafortunadas, huérfanas, con inmaculados amoríos, suspiros, príncipes azules y estas cosas”. Pues bien, Honey Honey no suteki-na bōken es exactamente esto, aunque en su favor se puede decir que tiene bastante más gracia que la media habitual.
Honey Honey, la protagonista, es una guapa sirvienta en la corte de la princesa austríaca Florel que se ve inmersa en una enorme y divertida aventura que la lleva a dar la vuelta al mundo sin comerlo ni beberlo. Todo empieza cuando Florel organiza una fiesta ante sus numerosos pretendientes y llega el famoso y guapísimo ladrón Fénix para robarle “la sonrisa del Amazonas”, un anillo con una piedra preciosa valiosísima. Lo que son las cosas, el anillo acaba dentro de un pescado, que cae encima de un tejado y que posteriormente se come el gato Mimi (que es el gatito de Honey Honey), tragándose la joya en el proceso. Florel declara entonces que el que le devuelva el anillo podrá casarse con ella.

En el baile de máscaras, la arrogante princesa suelta un “jooo, jo, jo, jo” dramaqueenero ante la desazón de la dulce Honey Honey… Aysh…

Empieza entonces una alocada persecución en plan slapstick con Honey Honey y Mimi en cabeza y Florel y sus pretendientes detrás, con el ladrón Fénix en medio. Así, Honey Honey subirá por pura casualidad a globos, barcos, trenes, avionetas, barcos vikingos, alfombras mágicas y a todo lo imaginable e irá desplazándose por el mundo: Venecia, París, las tierras vikingas, Turquía, Japón, Hollywood, el oeste americano, el Chicago de Al Capone, las cataratas del Niágara, Nueva York, África y de nuevo Austria. Todo en una aventura llena de sobresaltos, nuevos amigos y muchísima imaginación. Y, por supuesto, llena de tópicos: princesitas austríacas, la torre Eiffel, los vikingos, góndolas venecianas, indios y vaqueros, mafiosos de Chicago, caníbales africanos, turcos que parecen sacados de las mil y una noches, samuráis, el Fuji, etcétera. Claro está, no podía faltar el romance con el guapísimo ladrón Fénix, y encima mucho más cuando se descubre que Honey Honey es en realidad la princesa de un pequeño reino ya desaparecido y que Fénix es en realidad su guardaespaldas… Hmmm.
Bueno, se trata de una obra muy simpática y trepidante y, claro está, bastante llena de ñoñería, pero siempre desde el buen humor, lo que se agradece. Al ser solo dos tomos, además, se lee rápidamente y deja un buen sabor de boca. El estilo de dibujo es muy de su época, es decir, muy “tezukiano”, como debe ser, pero también muy gracioso. Mizuno hizo muy buen trabajo con esta obra.
Por cierto, Honey Honey no suteki-na bōken fue adaptada al anime entre 1981 y 1982 en una serie de 29 episodios en la que, al parecer, Honey Honey visita España en su alocado viaje, una visita que no figura en el manga original. Estaría bien ver esta parte para ver cómo sale retratada España. Viendo que Mizuno recurre deliberadamente a los tópicos en todos los países o regiones que visita Honey Honey, probablemente saldrán toreros y flamencas a mansalva. Por lo que veo en la Wikipedia, hay tres episodios en los que seguro está en “la piel de toro” (igual hay más, pero por el título no se puede deducir): son el episodio 15 (La sonrisa de Madrid), el 16 (El fuerte de Gibraltar) y el 17 (El mejor bizcocho del mundo). A ver si alguien los encuentra XD.

Billy Bat

Monday, July 13th, 2009
  • Título: Billy Bat
  • Autor: Naoki Urasawa (dibujo y guión) / Takashi Nagasaki (coautor del guión)
  • Editorial: Kōdansha
  • Revista: Morning
  • Años publicación: 2008-?
  • Clasificación: seinen
  • Tomos: 1 (en curso)


Hace muy poco que ha salido el primer tomo de Billy Bat, la nueva obra de Naoki Urasawa en Japón, y he tenido la suerte de poder conseguirlo con rapidez. Y de “devorarlo”, claro está, ya que no en vano Urasawa es mi autor favorito junto al gran Tezuka.
Billy Bat nos cuenta la historia de Kevin Yamagata, un nipoamericano de segunda generación que, en el año 1949, vive en Los Ángeles y trabaja como autor de cómics para la Marble Comics. Concretamente, su obra se llama Billy Bat y va de un murciélago investigador privado a lo Philip Marlowe que tiende a meterse en toda clase de líos. Vamos, la clásica historia del detective privado de la novela negra y el cine de los años 40 y 50.
Un buen día, llegan a casa de Kevin unos policías que están investigando a un posible espía soviético y, al ver uno de ellos las páginas de Billy Bat en las que está trabajando, le comenta que ese personaje del murciélago él ya lo había visto antes, en Japón, cuando se encontraba estacionado allí como miembro del ejército de ocupación americano. Kevin, alucinado, concluye que es posible que haya “tomado prestado” sin querer el personaje, que tal vez habría visto durante su estancia en Japón hace unos pocos años, cuando trabajaba como intérprete del ejército americano.
Como en su familia existe una horrenda historia de plagio (a su padre le plagiaron un invento que luego resultó ser muy exitoso y no consiguió ni fama ni dinero por culpa de eso), Kevin decide ir a Japón para ver si es cierto que ha tomado prestado al personaje y, si es así, entonces le pedirá permiso al autor original para que le deje usarlo en sus cómics. Ni corto ni perezoso, Kevin se va a Japón y, una vez allí, empezará a meterse en toda clase de líos. Resulta además que el personaje del murciélago se aparece en los lugares más inesperados y que tiene algo siniestro a su alrededor (un poco como el símbolo de la mano con el dedo extendido de 20th Century Boys). ¿Qué es ese murciélago? ¿De dónde ha salido? ¿Por qué los que saben algo de él le preguntan si el suyo (es decir, Billy Bat) es “el blanco” o “el negro”? Un montón de preguntas acosan al atribulado Yamagata, que se va metiendo de cabeza en un siniestro lío del que le costará horrores salir…

En el Japón de la posguerra… Un cómic, un autor, un misterio…

Bueno, como podéis ver, el argumento es el típico de Urasawa. A partir de un suceso aparentemente minúsculo, se destapa poco a poco un caso de enorme envergadura, en el que se van entrelazando todo tipo de personajes y argumentos paralelos y, como es habitual, el autor nos cuela un mega-cliffhanger en la última página del tomo. Nada nuevo bajo el sol; es lo que ha venido haciendo desde Monster y ha seguido con 20th Century Boys y Pluto, así que sin tapujos puedo decir que Billy Bat es… ¡Más de lo mismo!
Esto se puede interpretar de dos formas, sin embargo. De la forma negativa, es decir, “Urasawa ya cansa siempre con los mismos argumentos y personajes” o de la positiva, en plan “me encanta Urasawa y me da igual que pretenda venderme lo mismo otra vez, que lo compraré con gusto”. Yo me debato entre las dos, pero al final creo que me quedo con la segunda, ya que al fin y al cabo pocos autores contemporáneos consiguen engancharme a sus historias del modo en que lo consiguen Naoki Urasawa y su ex editor y actual mánager y “coguionista” Takashi Nagasaki.
Cosas que me llaman la atención de esta obra: el “opening” es genial. El primer episodio entero, y parte del segundo, son una historieta de Billy Bat impresa a todo color (23 páginas enteritas) y con el estilo de dibujo (incluido el colorido) y de narración de los antiguos cómics americanos de los años 40 y 50. Aún recuerdo cuando salió publicado el primer episodio en la revista Morning, lo anonadada que se quedó la gente al ver que la “nueva obra de Urasawa” era una cosa tan rara y aparentemente experimental. En el episodio 2, descubrimos que el cómic de Billy Bat resulta ser “un cómic dentro del cómic”, en un efecto genial de “metamanga” para iniciar el tomo y la obra en sí. También me encanta la ambientación. La época de la posguerra de Japón, así como los años 50 y 60, personalmente me fascinan, y me encanta leer obras ambientadas en esa época. Urasawa lo retrata genial, y encima tenemos cameos de Shintakarajima (La nueva isla del tesoro) de Osamu Tezuka y del general MacArthur.
Por cierto, la mayor curiosidad de esta obra es la revista y la editorial que la publica. Ni más ni menos que la revista Morning de Kōdansha. ¿Y qué pasa con eso? Pues que desde 1983, el año en el que debutó Urasawa, hasta el pasado mes de marzo de 2009 o así, cuando terminó Pluto, la totalidad de su obra (más de 130 tomos, o sea, más de 26.000 páginas) había estado ligada a la editorial Shōgakukan. El hecho de que se haya pasado a Kōdansha tiene que haber sido un golpe terrible para Shōgakukan, y más teniendo en cuenta que Takashi Nagasaki había sido editor de esta última editorial antes de independizarse. Ahora imagino que Urasawa, con la influencia de Nagasaki de por medio, va a ir buscando el mejor postor para cada nueva obra que quiera realizar. Tiene todo el derecho a ello, pero conociendo a los japoneses, su marcha no habrá sentado nada bien en Shōgakukan.

10è Japan Expo

Friday, July 10th, 2009
Este fin de semana estuve en calidad de invitado de la editorial Glénat Francia en la Japan Expo, con motivo de la salida en el país galo del primer volumen de la colección Kanji en viñetas (que en Francia edita Glénat). Así, me habían preparado un programa con sesiones de firmas y entrevistas con varios medios que fueron francamente bien. Siempre es un placer conocer a los estudiantes de los libros de la serie “en viñetas”, y cuando veo que también los hay en el extranjero, y que se lo toman muy en serio y realmente aprenden, me lleno de orgullo. En cuanto a las entrevistas para periódicos, radios y teles, en general muy bien todas, muy bien preparadas e interesantes. ¡Voilà la France!

Moi en train de firmer un petit livre

Pero bueno, como ya he hecho con otros eventos, voy a hacer un pequeño comentario sobre la Japan Expo, a la que he asistido los últimos tres años seguidos y que, curiosamente, es el primer festival de este tipo que comento de fuera de Europa y, la verdad sea dicha, el único al que he asistido estrictamente relacionado con la cultura popular japonesa fuera de España o Japón. Así, no he visitado convenciones de anime de los Estados Unidos, de las que hay dos o tres famosillas, pero para empezar puedo decir que la Japan Expo es el mayor evento dedicado al manganime en general (y a demás manifestaciones de la cultura popular japonesa, como los videojuegos, la música, la moda, etcétera) del mundo.
Sí, sí, habéis leído bien. Del mundo. Y esto es así porque en Japón no existe una convención general dedicada al manga o al anime. Mientras que el Tokyo Anime Fair se dedica solamente al anime, lo hace de forma muy “profesional” (casi aséptica) y la cantidad de fans, y artistas que acuden no tiene nada que ver con la Japan Expo. Por su parte, la Jump Festa es enorme, reúne a mucha más gente que la Japan Expo (también es verdad que la entrada es gratuita) y a ella acuden autores de enorme talla, pero está solo dedicada a una sola revista de manga, por lo que para mí no cuenta. Finalmente, el Comiket es totalmente otro concepto ya que se dedica básicamente a los fanzines.

Stand de Tonkam

Los chicos de Ramen para dos ya se han encargado de ofrecernos una crónica detalladísima del evento de este año, y quedaron anonadados (con razón), pero de todos modos voy a exponer mis puntos de vista. La Japan Expo se celebra al norte de París, a una media hora en tren del centro, y muy cerca del aeropuerto Charles de Gaulle. Allí se encuentra el enorme Parc des Expositions, un recinto brutalmente grande con enormes naves, de las cuales calculo que la Japan Expo ocupa aproximadamente la mitad. Esto significa 1) que las dimensiones del recinto son como cinco o seis veces La Farga (sin contar las dos naves dedicadas a escenarios, con capacidad para unas quince mil personas cada una) y 2) que aún tiene espacio de sobras para seguir creciendo si se diera el caso. ¡Envidia cochina que les tengo!

Sí, eso de ahí al fondo es el escenario. Y eso minúsculo que se ve son personas. El resto, ESPACIO con capacidad para miles y miles y miles de personas

Así, se dice que los visitantes a la Japan Expo son más de 135.000, al menos según las cifras de 2008 (aún no se han anunciado las cifras de este año). Y la verdad, me lo creo. Ya en 2007, cuando se anunciaron 81.000 visitas, parecía que la asistencia superaba por goleada la del Salón del Manga de Barcelona, aunque puede ser una sensación engañosa porque el recinto mucho más amplio de la Japan Expo permitía andar bastante cómodamente entre los stands (esto no ha sido así este año, en el que pese a la enormidad del recinto el sábado casi no se podía avanzar entre el gentío).

¡Este naruto en el stand de Kana estaba “reciclado” de la Jump Festa de este año!

Hay muchas cosas que puedo decir de la Japan Expo, así que voy a hacer una lista (no por orden de preferencia, sino como se me va ocurriendo al vuelo):

Primero, los invitados: muchos, y de altísimo nivel. Este año, por ejemplo, destacaban las cuatro CLAMP y Natsuki Takaya, sin desmerecer a los demás autores que acudieron también, y a los numerosísimos grupos musicales japoneses que dieron conciertos, como AKB48. En otros años, han tenido a Go Nagai, Kazuo Koike, Tsutomu Nihei, Masakazu Katsura, Takeshi Obata… Vamos, para flipar.

Shiori Furukawa (autora de Five) firmando. Atención al vano de la izquierda: era su editor que la estaba abanicando. ¡Hilarante!

Segundo, la zona de negocios: que es algo que se ha potenciado muchísimo en los últimos años. Este año había representantes de todas las grandes editoriales y productoras japonesas, que aprovechan la Japan Expo para celebrar reuniones, cerrar contratos y estas cosas. Vamos, que había japoneses por todas partes. Realmente la Japan Expo se está posicionando como una de las citas ineludibles del año para las editoriales de toda Europa. Además, la zona VIP tiene zonas con sofás para descansar, salas para reuniones y entrevistas, WiFi, servicio de bar con café, bebidas y galletas, etcétera. Comodísimo.

Una de las numerosas salas de la zona VIP, dominando el recinto

Tercero, la variedad: la brutalidad de espacio con el que cuentan les permite dedicar zonas temáticas a aspectos relacionados con la cultura japonesa fuera de lo que es el manga, el anime, los videojuegos o la música. Por ejemplo, a las artes marciales (con múltiples zonas con tatamis para hacer demostraciones de todo tipo de artes marciales), el catch (con ring y todo, aunque este año no lo vi), el tunning (con una exposición de unos veinte coches tuneados) o la “isla japonesa”, con stands en los que se venden objetos tradicionales y hasta puedes participar en juegos típicos de festival como el de “pescar el pececito con la red de papel sin que se rompa”.

Había seis o siete zonas de tatami como esta para demostraciones de artes marciales de todo tipo

Cuarto, los expositores: muchísimos stands y no solo de manga y anime, también de moda, merchandising y también de empresas o entidades japonesas de turismo como JAL, ANA, Prince Hotels, la JNTO, JR (Japan Railways) o incluso un stand de la empresa alimentaria Ajinomoto.

Zona fanzinera

Quinto, los conciertos: numerosos conciertos y de gran calidad, con muchísimos grupos japoneses.

Sexto, el cosplay: concursos y desfiles de cosplay a mansalva, vestuarios exclusivos para los cosplayers… ¡Y un nivelazo brutal!

Séptimo, la moda: numerosos stands dedicados a vender prendas y accesorios, desfiles impresionantes de creadores japoneses y franceses…

Octavo, las entradas especiales: existe la opción de comprar entradas especiales más caras que la normal que dan privilegios como poder entrar una hora y media antes que la marabunta al recinto para visitarlo y comprar con tranquilidad, tener prioridad en cosas como entrada a los conciertos, firmas de los autores y cosas así. Así, el fan acérrimo que tenga pasta que invertir puede conseguir ciertos privilegios.

El menda, ante una pila de Japonés en viñetas francés en el stand de Glénat

Noveno: los bares y restaurantes: numerosos sitios para comprar y tomar una bebida o un bocadillo, incluso algún que otro tenderete con sushi (no me atreví a probarlo) e incluso varios restaurantes en el recinto donde sentarse a comer algo decente. Incluso hay un restaurante japonés (no montado específicamente para la Japan Expo, quiero decir, sino que está allí siempre, para todas las ferias que se celebran en el lugar).

Décimo: (espacio reservado por si se me ocurre algo más después de poner este post).

Pero no todo es bueno en la Japan Expo, por supuesto. Voy a enumerar los puntos negativos:

Primero, el acceso: Aunque está relativamente cerca de París, el único acceso posible al recinto es el tren. Los colapsos que se producen a primera y última hora en la estación son de pesadilla, os podéis imaginar. Y encontrar un taxi tampoco es fácil… ¡Prueba a ir con una embarazada, encima, y ya es el no va más del terror!

Segundo, el precio: 12 euros del ala cuesta la entrada diaria de la Japan Expo… ¡Fiu!

Tercero, las aglomeraciones: tantísima gente significa mucha competencia a la hora de conseguir firmas de autores, asistir a conciertos o conferencias, comprar un bocadillo a la hora de comer, etcétera. O si no, que se lo digan a los Ramen, que pese a múltiples intentos de conseguir la firma de Shinichiro Watanabe no lo consiguieron.

Uno de los patios que hay dentro del recinto para tomarse un respiro

Cuarto, la piratería: muchísimos stands venden merchandising abiertamente pirata, algo que se está intentando atajar con ahínco en el Salón del Manga de Barcelona, aunque no parece un asunto que preocupe a la organización de la Japan Expo y que os aseguro que mosquea bastante a las editoriales japonesas, que tienen que ver cómo se venden abiertamente, por ejemplo, libretas Death Note, un artículo que Shûeisha jamás ha autorizado legalmente en ningún país del mundo.

Stand con muchísimo material pirata. Este año estos mismos estaban también en el Salón del Cómic de BCN pero han sido expulsados y no podrán volver… Y en cambio, en la Japan Expo, pas de problème!

Quinto, el calor: en general, en Francia parece que no consideren necesario el aire acondicionado, en ninguna parte. Ni en el tren (que no está habilitado para aire acondicionado), ni siquiera en el recinto de la Japan Expo. Las aglomeraciones de gente en pleno verano podéis imaginar lo que producen… Un calor espantoso y un olor a humanidad bastante repulsivo. Y los viajes en el tren son dignos de figurar en la Divina Comedia de Dante.

Sexto, el serpenteo en las zonas de escenarios: en los escenarios, para regular las colas, se crean unos enormes “zig-zag” con vallas que tienes que pasar para entrar. Cuando hay mucha gente, perfecto, pero cuando está todo vacío los guardias de seguridad no te dejan pasar directamente, sino que te obligan a hacer ese monstruoso serpenteo. En un momento de relax quise ir a ver un desfile de moda y desistí al ver que tenía que dar esa estúpida enoooooooooorme vuelta. Joder, seguratas, un poco de sentido común, ¿no?

Montaje de Nana en el stand dedicaso al shôjo de las editoriales japonesas Shûeisha y Hakusensha

Séptimo, las exposiciones: aunque a veces montan alguna exposición interesante, en lo referente a escenografía el Salón del Manga y, sobre todo, el Salón del Cómic, les dan mil patadas. Aburridas, monótonas, sin sustancia… Había el año pasado una con originales (o fotocopias casi indistinguibles de originales) de Tezuka, Ishinomori, Fujiko F. Fujio, Fujiko Fujio A, Kojima, etc. que era una delicia, y encima estaba organizada por Kazuo Koike, con su sello de garantía indiscutible. Aparte de que el montaje era penosillo, casi nadie se pasaba por ahí a verla.

Octavo: (espacio reservado por si se me ocurre algo más después de poner este post).

Exposición sobre el 10º aniversario de la Japan Expo. Podría haber sido infinitamente mejor que las cuatro fotos y fotocopias de dedicatorias que pusieron.

Una última nota en cuanto a los invitados y todo esto. Hace unos meses me nombraron Asesor Cultural del Salón del Manga de Barcelona y me dedico sobre todo a hacer un poco de puente con varios temas entre Japón y Ficomic (el organizador del Salón), por lo que tengo un poco más de conocimiento de causa sobre algunos temas que antes. Así, para que os hagáis a la idea, generalmente la fórmula que se sigue en España es que la editorial del autor invitado paga el 50% de los gastos, mientras que Ficomic paga el restante 50%. Traer a un autor japonés es caro, ya que normalmente piden billetes business y ciertos privilegios, así que estaba muy mosqueado viendo a la Japan Expo traer a tantos y tan absolutamente famosos autores. ¿Cómo demonios lo hacen?

Sí, conocimos a las CLAMP. ¡Y son muy majas, la verdad!

De acuerdo que cobran 12 euros del ala y en el Salón del Manga pagamos la mitad, 6 euros, y que tienen más del doble de visitantes (o sea, tienen más de el cuádruple de ingresos), pero aun así… Traer a las CLAMP (4 CLAMP en business o primera y 6 miembros de su equipo) y sobre todo a tantos grupos musicales (¡que son varios miembros cada grupo más los instrumentos!) es un pastón alucinante. Pues bien, estuve haciendo mis pesquisas, ¡y resulta que en Francia son las editoriales las que pagan el 100% de los gastos de traer a los autores! ¡La organización de la Japan Expo no pone ni un puñetero duro y se lleva todo el prestigio! Joer, así cualquiera goza de tantos invitados famosos, ¿no?

Stand dedicado exclusivamente a CLAMP

El caso es que en Francia, el manga vende como diez veces más que en España. O sea, si un manga vende en España 10.000 copias, en Francia venderá 100.000. Así, las editoriales francesas tienen infinitamente más dinero que invertir. ¡Por eso cuesta tanto traer a buenos autores como invitados al Salón del Manga! Aquí tenemos la mitad de visitantes, la mitad del precio de la entrada y encima hay que pagar el 50% de todos los gastos. Así que, antes de criticar al Salón del Manga por los “pocos esfuerzos” que hace por traer a buenos invitados, os pido que tengáis todo esto en cuenta. Os aseguro que se intenta, y que se intenta con ahínco, pero 1) no hay mucha pasta ni en las editoriales ni en Ficomic y; 2) las editoriales japonesas ya han establecido la Japan Expo como “evento principal en Europa” y siempre tendrá prioridad la Japan Expo por encima del Salón del Manga. Más de un autor nos ha plantado ya en el último momento para aparecer luego como si nada en la Japan Expo (no diré nombres, solo siglas por si acaso, ja, ja: GN, YS, etc…) Los muy %&$#!! XD

Bonus track: una foto que hice con mis primeros pinitos con la técnica HDR. ¿A que quedó chula?